A 25 años del asesinato de José Luis Cabezas, esos ojos nos siguen mirando

Por Lean Alba

Lean Alba recuerda al fotoperiodista José Luis Cabezas, a 25 años de su asesinato, como símbolo no sólo de los años noventa sino, sobre todo, como recordatorio permanente de ciertas lógicas del poder. «Por haber visto y conseguido una imagen, fue asesinado. Porque para que haya injusticia es fundamental no-dejar/permitir-ver. Es decir: no fotografiar. El poder es poder cuando no se deja ver».

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Hay muchos episodios de los noventas que recuerdo con profunda conmoción. Los noventas, entiendo ahora, fueron para mí, y sospecho que también para muchos, una especie de fractura del tiempo cotidiano.

Cada tanto, me quedaba con el guardapolvo blanco a medio poner frente a la tele tratando de entender ese tajo en el tiempo que abren las tragedias para instalar allí un no-tiempo. En esa operación, las historias se convierten en casos: como sucedió con Cebezas.

Lo que todavía me llama la atención fue el modo en que se instaló el reclamo por justicia.

Hay dos elementos que regresan a mí por fuera de las efemérides porque, justamente, algo de ese no-tiempo se instaló.

Por un lado, la consigna: “No se olviden de Cabezas”. Se trata de una consigna que abraza a otras en ese universo que es la memoria colectiva: esa construcción política hecha porque quienes debemos reivindicar a nuestros muertos porque no escribimos la historia. Dialoga con el Nunca más. Con Memoria, Verdad y Justicia y con los 30.000 compañeros presentes.

A esa estructura discursiva que conecta a determinados interlocutores y, desde luego, desecha otros, sus compañeros y su familia aportan: “No se olviden de Cabezas”. Y nos incluye. No incluye a “ellos”: a los asesinos (materiales e intelectuales). No es un “ojo que no olvidamos”. Es un pedido, un ruego. Algo así como “nos sacaron a José Luis, que no nos saquen, también, la memoria”.

Lo otro que siempre regresa son sus ojos. Los ojos de Cabezas se podían ver en todos lados, en carteles, en remeras.

Ese “recorte” es la continuidad, a pesar de la muerte, de quien ha visto. De quien ha congelado la imagen.

Y de quien, por haber visto y conseguido una imagen, fue asesinado. Porque para que haya injusticia es fundamental no-dejar/permitir-ver.

Es decir: no fotografiar. El poder es poder cuando no se deja ver.

Y los ojos de Cabezas, su mirada, hoy, 25 años después, sigue presente. Sigue viendo cómo muchos no quieren ver.

Jamás vamos a olvidarnos del hombre que incomoda con la mirada.