Alejandro Guyot: «En el tango terminé de encontrar una voz propia»
Por Marcelo Simonetti / Foto de portada: Sebastián Molina
Marcelo Simonetti entrevistó a Alejandro Guyot, voz del grupo de tango Bombay Bs. As., en una charla profunda que va desde la amistad con Juan Pablo Fernández hasta las posibilidades de vivir del tango, pasando sus distintos proyectos literarios o musicales y el impacto de la epidemia en el circuito musical tanguero.
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Hay caras que uno se cruza seguido cuando camina los reductos de Buenos Aires. Y a veces uno con esas caras se va familiarizando. Una de esas caras es la de Alejandro Guyot, voz de Bombay Bs.As. (antes se llamó 34 Puñaladas), exponentes del tango vernáculo del siglo XXI. En pleno aislamiento, probamos éste ida y vuelta cibernético a la distancia.
–Nos cruzamos el otro día cuando fuiste parte de la presentación del libro de Juan Pablo Fernández, ¿cómo te sentiste ahí?
-La verdad que me dio muchísima alegría ver materializado todo el laburo como letrista de todos estos años de Juan Pablo en Peluca. Soy fan a ultranza de todo lo que él hizo, hace y hará… Y la verdad que fue un honor participar de la presentación de su libro en un Club Atlético Fernández Fierro (CAFF) repleto de gente ansiosa por escuchar la poesía de esas canciones y por llevarse el objeto Peluca a su casa. Lo que siguió a la presentación formal del libro (con palabras de la editora, del poeta Yaki Setton y del propio Juan Pablo), o sea la yapa, el concierto que reunió a compañeros de ruta de Pequeña Orquesta Reincidentes (POR) y Acorazado Potemkin más invitados, fue la frutilla del postre… Lo voy a recordar como de las grandes alegrías pre pandemia de este año 2020.
–Parece que hubiera pasado hace un montón. ¿Cómo vivís el aislamiento? ¿Y cómo lo vivís también cómo músico?
-Uf… rarísimo. Sí, ¡parece que hubiese sido hace muchísimo! Ya vamos más de un mes desde que la OMS declaró al brote de corona virus y desde que empezó el aislamiento… Te confieso que vengo pasando por distintos estados de ánimos dentro de un mismo día y que esto se va acentuando con el correr del tiempo.
Yo venía terminando de hacer las últimas sesiones de grabación para el primer disco solista que estoy preparando, en el que toca un verdadero Dream Team proveniente de distintos palos musicales, lo que implicó hacer muchos encuentros, pruebas, ensayos, grabetas, etc. Por suerte el 95% de lxs músicxs alcanzó a grabar antes de todo este quilombo y ahora con Julio Martínez, que es el productor del disco, estamos ultimando detalles de edición. Pero, por ejemplo, con Bombay Bs.As. estábamos justo terminando de pulir el repertorio que teníamos pensado entrar a grabar en breve. La idea era salir a tocarlo, que terminara de tomar forma en el vivo, en el contacto con el público. El plan era hacer dos, tres fechas importantes y entrar a estudio pero este proceso quedó interrumpido. Forzosamente vamos a tener que asimilar este parate como un tiempo de reflexión en el que el trabajo artístico decante hasta que podamos reencontrarnos, retomar ensayos y la situación del vivo, que funciona como una corriente de retroalimentación indispensable para un grupo como el nuestro.
También me reencontré con cajas y cajas de casetes que tenían ensayos, demos, grabaciones en vivo de todos los grupos y orquestas de tango y otras yerbas de las que formé parte, incunables de la Orquesta El Arranque, Astillero, obvio que muchísimo material de 34 Puñaladas/Bombay Bs.As., pero también de algunos proyectos que tuve bastante antes de dedicarme de lleno al tango. Hay de todo.
–Hay una amistad con Juan. ¿También hay una mirada común?
-Sí, tenemos una amistad que nació del hecho de compartir una escena en la que solían moverse la POR y 34 Puñaladas, que se fue estrechando en colaboraciones o cruces en grabaciones. Por ejemplo, la POR grabó en nuestro segundo disco, Slang, un foxtrot llamado «Night club», donde ellos hacen el fondo musical y yo recito un verso lunfardo de José Pagano (de fondo grabamos el sonido ambiente del mítico boliche de Roberto, un bar en donde Roberto mismo aseguraba que había cantado Gardel cuando toda esa esquina era un almacén y despacho de bebidas). Con los muchachos de la POR nos cruzábamos en conciertos en el Club del Vino, en el Torcuato Tasso, nos aconsejábamos y desaconsejábamos donde tocar, nos pasábamos algún contacto interesante o data para encarar giras. Siempre tuvimos muy buena onda y de alguna manera, tanto ellos como nosotros, éramos bichos raros dentro de la escena nocturna y musical porteña. Ellos no eran del todo rockeros, en el sentido más estricto, porque a la vez tenían algo tanguero que nos acercaba indefectiblemente, una cierta mirada sobre la música popular. Y nosotros siempre fuimos un grupo particular dentro de la escena tanguera. Alá los escupe y el viento los amontona.
Cuando me enteré de casualidad de la existencia de Acorazado Potemkin por medio de Myspace (mirá que antigüedad), empecé a escuchar en loop los pocos temas que habían colgado. Y sí, escuchar este nuevo proyecto en el que tocaba ni más ni menos que Fede Ghazarossian y ver que esa poética con la que siempre había resonado estaba ahí intacta, me parlaba de una urbanidad recargada que nos volvía a emparentar, porque lo que estábamos haciendo en ese momento con 34 Puñaladas era presentar nuestro disco llamado Bombay Bs.As., nombre con el que hace un año rebautizamos al grupo.
Ese fue un disco muy especial para nosotros, porque se trató del primer álbum en el que en el que decidimos incluir exclusivamente composiciones nuestras en vez de reinterpretar tangos del siglo pasado. Lo que ocurrió con ese disco fue bastante inesperado hasta para nosotros mismos. Todavía me acuerdo de los efectos «rupturistas» que tuvo en el grupo y en la escena tanguera porque, por un lado, se nos acercó un montón de público nuevo que no solía ir a escuchar tango pero, por otro, lado el público más tradicionalista se sintió traicionado. Hasta nos llegaron mails de ex fans muy preocupados, algunos mortalmente ofendidos, por el cambio de estética y el viraje artístico que estábamos haciendo. Por suerte ocurrió que los periodistas y críticos más inquietos y curiosos, siempre sedientos de novedades que agiten el avispero de una escena musical todavía un tanto conservadora como lo era todavía la tanguera, nos acompañaron con reseñas y comentarios más que alentadores.
Creo que en ese mismo año Juan Pablo me invitó a leer mi libro Brumarios en un ciclo que organizaba con Yaki Setton y otra escritora. Después salió una doble publicación que se llamó De la bolsa al ruedo (título que tomamos de la canción de POR «Gallo rojo, gallo negro», que decidimos grabar en clave de milonga e incluirla en el CD, mientras que en el DVD publicamos un concierto registrado en el CAFF.)
Cuando lo presentamos vinieron todos los POR y después, en nuestro disco Las Historias del Humo grabamos «La mitad» en formato tango junto a un repertorio tanguero de autores contemporáneos que va desde La Fernández Fierro, a la Chicana, del Sexteto Fantasma a Dema y su Orquesta Petitera, de Acorazado Potemkin a Laura Antonelli y el Tata Cedrón. Juan vino a cantar «La mitad» con nosotros en la Cúpula del CCK y en una presentación del disco que hicimos en La Plata el mismo día que ellos tocaban en Pura Vida, así que después de nuestro concierto nos fuimos para allá y yo me subí a cantar con Acorazado Potemkin ese tangazo.
Hace unos dos o tres años también lo consulte acerca de la posibilidad de laburar algunas canciones que tenía empezadas hacía un tiempo y no lograba cerrar. Él justo estaba organizando unos talleres, así que encontré la excusa perfecta para volver a reunirnos y con esas reuniones, esas charlas, entiendo que nos terminamos volviendo todavía más amigotes. Mucho de lo que laburé con él está incluido en mi libro Canciones de Amor, de Locura y Muerte, que es una compilación de todo mi laburo como letrista y compositor hasta el día de la fecha, texto para el que Juan escribió la contratapa.
Hoy por hoy me encuentro con Julio Martínez grabando muchas canciones que nacieron en esas charlas con Juan, con el agregado de que un día se vino a casa y metió, no solo guitarras eléctricas para mi disco solista sino que también tocó el tiple colombiano en un tema que se llama «Sangre negra de los Corazones», en el que Fede toca también el contrabajo y en el que canta ni más ni menos que la grossa de Sofía Viola.
–Estaban presentando material nuevo de Bombay Bs. As. cuando se paró el mundo… Contame qué planeaban y cómo lo van a encarar ahora.
-Sí, como te decía, estábamos por meternos a grabar nuestro noveno disco, compuesto en su totalidad por canciones nuevas. Y la calesita se paró. En estos días estaremos sacando un video que nos muestra a cada uno tocando una milonga llamada «Noche Herida» (de Lucas Ferrara, guitarronista de Bombay Bs.As.), que bien podría servir de metáfora de lo que está pasando. Me refiero más que nada a las nefastas consecuencias que tiene la pandemia sobre la escena nocturna y musical conformada por clubes de música, centros culturales y otros reductos en los que se desarrolla el tango del siglo XXI, que ya venían de por sí bastante castigados por la crisis económica y por las arbitrarias clausuras macristas. Así que esta cuarentena hiere a la noche gravemente, sin lugar a dudas.
-¿El tango es un espacio donde hay más margen para moverse, para vivir de eso, para viajar, que en otros estilos?
-A esta altura de mi vida, y después de muchos años de hacer todo tipo de trabajos (por eso debe ser que me gusta tanto la novela Factotum de Bukowski en la que Chinaski va contando su derrotero rebotando de trabajo en trabajo), sí, te puedo decir que vivo de la música. De mis proyectos artísticos relacionados con el tango pero también de la docencia, porque soy profesor en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) en la cátedra de Canto Tango y doy clases particulares. También estuve participando en una nueva puesta en escena de la ópera María de Buenos Aires (Piazzolla/Ferrer), dirigida por Matías Trípodi, que se llevó a cabo en Francia durante todo el 2019. Fui convocado por la Opéra national du Rhin para hacer el rol del Duende, que es el personaje que va llevando el relato de la ópera. Tendría que haber viajado en junio a Italia para hacer nuevas funciones, pero por la pandemia se suspendieron todas estas fechas. Si bien el ámbito del tango es más reducido en la escena argentina, porque nunca ningún grupo, orquesta o cantor de tango por más instalado o «consagrado» que esté va a convocar más que un grupo del mundo del rock, te da ciertas posibilidades que artistas de otros géneros no suelen tener. Con Bombay hemos hecho varias giras por Europa y, de hecho, nuestro último disco publicado todavía con el nombre de 34 Puñaladas fue grabado en la sala Sinfónica de Hamburgo, la Laeizhalle, pero también estuvimos un par de veces en Australia, en el 2013 hicimos una gira por Estados Unidos y Canadá que tuvo mucho de «roadmovie». También estuvimos en Chile, Brasil, Uruguay, Colombia, México…
–¿Cómo llegaste al tango? ¿O cómo llegó a vos el tango?
-Después de cierto romance amateur con el rock fui interesándome por poéticas y estéticas malditas, y fui, por decirlo de alguna manera, derivando hasta que terminé llegando a las aguas turbias y turbulentas del tango. En realidad soy melómano. Si vos te fijás en mi discoteca hay de todo: Alfredo Zitarroza, Johnny Cash, Ricardo Capellano, Jesus and Mary Chain, Tindersticks, Nick Cave, Miles Davis, Gardel, Nelly Omar, Troilo, Goyeneche, Don Cornelio y la Zona, The Cure, Tom Waits, discos de flamenco, Cuarteto Cedrón, Scott Walker, Atahualpa Yupanqui, Ignacio Corsini… Pero terminé encontrando en el tango una voz propia, tanto en lo poético como en lo musical, y en el tango sentí que hice pie como artista. Desde ahí pude moverme con mucha libertad hacia otras zonas musicales que, desde su origen o desde el gesto artístico y/o poético, contienen la posibilidad de ser abordadas desde algo así como una «sensibilidad tanguera». En estos años de laburo yo he grabado cielitos, vidalas, estilos camperos, valsecitos criollos, chayas, tangos camperos, tangos carcelarios y también tangos del siglo XXI con una estética contemporánea y reversiones de temas de Acorazado, de Leonard Cohen, de Bowie.
–A la hora de componer, ¿la melodía o la letra llegan o las vas a buscar?
-Siempre llegan, pero solamente cuando quieren. Y hay que estar predispuesto, sensible y permeable para que cuando llegan no te las pierdas. Tener una guitarra a mano, una birome y un anotador, si no se escapan con el viento. Me suele pasar que recién termino de entender la historia que está escondida en la canción que estoy haciendo cuando la terminé de componer.
–Has participado de muchos proyectos, has viajado. ¿Es una vorágine que te pasa adelante de los ojos o llegás a alimentarte de las experiencias?
-Es raro, en el momento en que lo estás viviendo está buenísimo, lo disfrutás, lo vivís a pleno, te entregas de cuerpo y alma, tanto que a veces hasta lo padecés. Y está buenísimo todo eso que te llega a la vez, mezclado con la rutina diaria, del laburo día a día, pero también, como es parte de tu trabajo, me pasa que a veces tiendo a naturalizarlo y recién me cae la ficha años después sobre lo que realmente significó tal o cual momento. Momentos como estos, que te obligan a parar la pelota, sirven para mirar para atrás. Esta entrevista, digamos que me viene muy bien para este fin.
–Contemporánea tiene editado un libro con todas tus letras.
-Sí, Vanina Steiner, la editora de la revista Tinta Roja me propuso publicar este libro antes de que me fuera a hacer María de Buenos Aires y se terminó armando entre noviembre y diciembre de 2018 y lo presentamos en enero de 2019, días antes de que me suba al avión.
-¿Tenés pensado ir más allá en la literatura?
-Estoy terminando en este preciso momento la ultimísima revisión y corrección de lo que será mi primera novela. En este sentido te puedo asegurar que este receso obligado que implicó la cuarentena no me vino tan mal como para pegar la acelerada final y terminar este libro que vengo escribiendo y reescribiendo desde hace diez años.
Yo ya había publicado un libro de poesías y textos brevísimos llamado Brumarios a fines del 2009, que después fue traducido al francés y presentado en el Salón del Libro de París y en la Sorbona. En el 2010 empecé a escribir a partir de una noticia que encontré en el diario algo que yo pensé que iba a terminar convirtiéndose en un cuento, pero que se fue complejizando cada vez más y creciendo hasta convertirse en Sangre, que va a ser publicada ya, ahora en mayo, junio a más tardar, por medio de la editorial Alto Pogo. La novela es una comedia negra psicoreligiosa, para definirla de alguna manera. Gira en torno a un argento que vive un tiempo como inmigrante ilegal en Italia, hasta que un pariente lejano le revela un secreto familiar que viene desde la Edad Media y él se lo trae para acá para mandarse una «argentinada». Los escenarios de la novela son bazares chinos, santerias, talleres clandestinos, el barrio de Once y el Bajo Flores. Hay gatitos de la suerte y vírgenes que lloran sangre en medio del quilombo del 2001.
–Bueno Ale, entonces quedamos a la espera de que salga la novela, tu disco solista y el de Bombay Bs. As.. Y cuando podamos asomarnos a la calle nos estaremos cruzando como siempre en la noche porteña. Gracias por tu tiempo. Un abrazo.
-Otro para vos. Gracias por todo.