Carlos Ann: «Creo que la música es un arte íntimo, colectivo, grupal»

Por Marcelo Simonetti

Antes de su visita a Argentina, Carlos Ann charló con Sonámbula. El artista que conocimos a principio de siglo por la musicalización de poesías de Leopoldo María Panero en dos discos, un documental y un show en vivo y que trabaja asiduamente con varios artistas vuelve al país. Tiene editados más de una decena de discos en solitario y un libro de poesía. Aquí habla de su relación con la música a través de los años, de los métodos de composición, del recuerdo del Panero y mucho más.

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-Te conocimos en Argentina primero por tus trabajos con otros artistas. Tenés proyectos muy variados con gente distinta. ¿La música es un arte colectivo?

-Creo que la música es un arte íntimo, colectivo, grupal. Esa es la amplitud que tiene la música. Depende de cada persona si se quiere sociabilizar. En mi caso soy una persona muy introspectiva, muy íntima, pero también me gusta mucho colaborar con otros artistas, no necesariamente de música. Así ha sido un poco mi carrera. Colaborar con diferentes entidades te permite compartir grandes momentos y te deja un aprendizaje. Cada persona tiene métodos muy diferentes a la hora de componer. El hecho de poder sentarte en una mesa y poder tocar con alguien una guitarra o un teclado te lleva a un lugar maravilloso que estando solo difícilmente descubres.

-¿Te hubiera gustado vivir en una época que no sea ésta, pasada o futura?

-Me gustaría vivir en todas si pudiera. El pasado desde luego y en el futuro sin lugar a dudas. Sería la gran incógnita. Pero el presente es lo que me ha tocado y estoy muy a gusto. Sobre vivir en el pasado hay un valor añadido. No ha habido tanta información como ahora. La gente desarrollaba otras capacidades. Buscaba en el corazón el máximo sentimiento. Hoy en día todo es material descartable. Es la era de la dispersión. El futuro volverá a dejar las cosas en su lugar. Eso quiero pensar, que la gente diferenciará bien lo que es la sobreinformación para encontrar la calma, y a través de ella buscar la sublimidad.

-Sos muy prolífico y también tu obra oscila estilísticamente en distintos géneros. ¿Lo pensás todo de antemano o son fruto de lo que te pasa en cada momento?

-Va como va. A veces soy de esas personas que tiran la piedra y no saben el efecto que va a tener. Normalmente todo nace por un deseo de crear y llegar a lugares donde no estuviste antes. A partir de ahí sí, empiezo a planificar y a trabajar hasta conseguir acercarme un poquito a lo que era el deseo. Evidentemente cuando emprendes el camino aparecen otros actores, otros decorados, anécdotas, historias, y eso hace que quizás uno se desvíe un poco de la idea original. Pero también tengo muy metido en mi manera de entender la vida el dejarse llevar. Si aparece una persona maravillosa por la calle y me invita a algún lugar, no dudaré en ir. Me dejaré llevar por el instante.

-¿Escuchás tus trabajos anteriores? ¿Te reconoces en ellos?

-Los tuve que escuchar de una manera obligatoria cuando hice el recopilatorio Recuerdos y Fetiches. Y ahora también los he escuchado para entender un poco de donde vengo, donde estoy. Hacia donde voy no me preocupa mucho. Sí que me reconozco en todos. Siempre son trabajos muy puros, siempre escribí lo que sucedía, se mantiene la verdad. La honestidad. Esto hace que tenga mucha paz artística. A veces escuchas defectos en algo que hiciste con toda tu buena intención, te das cuenta que no lo harías así ahora. Son momentos distintos. Pero sí que me reconozco en ellos. Tengo una tranquilidad enorme hacia el pasado.

-¿La música de otros te sigue interpelando? ¿Sentís lo mismo en el contacto con la música? ¿Hay algo nuevo que te sorprenda?

-La relación con la música ha cambiado en mi caso. Cuando empecé buscaba en el sueño de hacer música la libertad. Era un adolescente. Ahora es un tú a tú con mucho respeto. Cuando voy a un estudio pido permiso a la música. A veces no me deja entrar y regreso a casa. La música es una divinidad que está por encima de todo.

Claro que escucho música, claro que me sorprende. Pero las cosas que me están sorprendiendo son de lugares del planeta donde yo no conocía la música. Nos toca aprender cosas que van más allá de esos estilos en los que estábamos clavados como el blues, el jazz, el sinfónico, el pop. Hoy una persona se puede acercar a la música que se hace en Irán, en tal parte de África. Eso me sorprende hoy. También escucho música que normalmente he escuchado toda mi vida. Estoy en pleno reenamoramiento con Stray Cats que para mí ha sido una banda clave. Se han juntado para el 40 aniversario y he seguido toda la gira por las redes, todo lo que sacan, y estoy encantado.

-Hace un mes recibió sepultura el gran poeta Leopoldo María Panero, cinco años después de su muerte. ¿Mantenías contacto con él los últimos años? ¿Que recuerdas?

-Los últimos años no teníamos contacto. Coincidimos la última vez en un festival de poesía de Sevilla, recitamos alguna cosa. Cuando leí la noticia de que recibió sepultura cinco años después de su muerte se me vino a la cabeza su poema, al que una vez musicalizamos, donde dice “yo que todo lo prostituí, aún puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema”. El otro día he visto una fotografía en el periódico de cuando trabajamos juntos que me ha hecho mucha ilusión.

-¿Tenés un nuevo disco para presentar en Buenos Aires?

-Para el concierto de Buenos Aires me va a acompañar la banda Canciones para viajar (el 16 de noviembre en Lucille). El año pasado ya presentamos el disco Mapa mental en Makena, aunque ahora vamos a tocar alguna canción nueva también. Tocaremos canciones que no he tocado en Argentina. Intentaremos hacer un concierto mejor que el pasado, con el que habíamos quedado muy contentos. Es el reto que hay.

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