Cecilia González: la ficción no está por encima de la no ficción
Foto: Alejandro Meter
Entrevista por Nicolas Zyssholtz y Pedro Perucca
Desde el 30 de noviembre hasta el 2 de diciembre se desarrollará en el Centro Cultural Kirchner (CCK) el festival Basado en Hechos Reales (BaHR). Se trata del primer encuentro de no ficción de este tipo en la Argentina, y contará con reconocidas figuras del género nacionales y extranjeras. El programa cuenta con diversas charlas y talleres, habrá una librería durante los tres días que dure el encuentro, y también se inauguró recientemente una biblioteca permanente de no ficción que lleva el nombre del festival.
Cecilia González es una periodista mexicana radicada hace 15 años en la Argentina y una de las organizadores de BaHR junto a Silvina Heguy, Víctor Malumián, Luciana Mantero, Ana Prieto y Victoria Rodríguez Lacrouts. Entre sus libros publicados se encuentran Narcosur y Narcofugas, referidos a los nexos del narcotráfico de su país de origen con los países del Cono Sur. En este ocasión conversó con Sonámbula respecto al festival y al panorama de la no ficción en el país y la región.
¿Por qué ahora, en este contexto, surge un festival de no ficción de la envergadura de BaHR?
Surge más allá del contexto. Es decir, surge en un contexto pero que no es elegido. Porque los organizadores -que somos más bien las organizadoras, somos amantes de la no ficción y sentíamos que no había un evento importante ni una valoración del género. Además, Argentina es un país productor de este género y muy admirado; yo soy extranjera y lo sé. La no ficción argentina tiene mucho reconocimiento.
No había algo que aglutinara esa riqueza. Por ejemplo, entre todas las cosas que se nos ocurrieron hacer para este festival está la primera biblioteca de no ficción de la Argentina, que se llama Biblioteca Basado en Hechos Reales que ya se inauguró (en la Casa de la Lectura, Lavalleja 924).
Entonces, son ganas de hacer algo importante, bonito, en un contexto que efectivamente es muy complicado para los medios de comunicación en general. Pero justamente sirve para eso, para no quedarnos en la queja: tenemos que hacer. Y ese hacer es rescatar la obra de escritores con trayectoria, dar a conocer otros nuevos…porque acá también hay una industria editorial que es muy receptiva a este tipo de trabajos, entonces los libros son una opción a las páginas de los diarios o las páginas web. El caso más concreto es el de Martín Sivak: su libro, El salto de papá, es el libro del años, y es un libro de no ficción y él es periodista.
Es rescatar todo eso, no quedarnos en el lamento. No dejamos de ver, porque además lo padecemos, el contexto, pero la tenemos que remar, y en ese remarla bueno, hagamos esto. Lo que hicimos fue empezar desde abajo, tocar todas las puertas posibles y ahí encontramos algo que nos sorprendió para bien: hubo mucha recepción a nuestra propuesta, lo cual significa que estaban dadas las condiciones pero nadie se había animado.
Queremos abrir el género al público, que no sean necesariamente periodistas o comunicadores quienes lo conocen.
¿Por qué la no ficción crece mientras, por ejemplo, el diario en papel decrece? ¿Qué ofrece que ya no se encuentra en las páginas de los diarios?
Lo que ofrece son buenas historias, bien contadas, básicamente. Y bien investigadas, porque hay una falsa división entre el periodismo de investigación y la crónica, pero una buena crónica implica investigar un montón.
A pesar de que hay un escenario muy complejo desde lo laboral, tenemos herramientas a través de lo autogestivo, de las páginas web…eso no lo teníamos hace 25 años, si queríamos publicar en otro lado no teníamos dónde. En el festival vamos a tener un taller de periodismo autogestivo con Tiempo Argentina, Revista Mu y Revista Cítrica, y dos charlas relámpago, una dedicada exclusivamente al periodismo joven. Hay que dar a conocer esos trabajos, que se conozcan, tengan lectores, porque producción hay y plataformas también.
Es cierto que lo que sigue marcando la agenda son los grandes medios, pero nosotros estamos hablando de escribir buenas historias. En los grandes medios también hay buenos autores. Podemos quejarnos del mal periodismo, del que no compartimos y es tan visible. Pero también difundamos el buen periodismo, o el periodismo que nos gusta y que queremos hacer.
¿Creés que el contexto latinoamericano es más favorable a la aparición de buenas historias de no ficción? ¿Cómo se relaciona, en ese contexto, el género policial con la no ficción?
Siempre ha habido, desde el siglo pasado muy buenos cronistas en América Latina, incluso desde las crónicas de las Indias. Pero desde el siglo pasado ha habido determinados períodos en los que se visibiliza más o menos el género, pero ha estado siempre en exhibición. Y uno de los géneros que más ha permitido que la no ficción se explaye es el policial, porque tiene todos los elementos para construir buenas historias. No es fácil hacerlo, pero los elementos están ahí, a mano.
No creo que responda particularmente a las situaciones de violencia que vivimos en nuestros países. Porque lo que se ha visto en los últimos años ha sido una literatura más intimista, en la lógica de la “crónica del yo”. Pero es cierto que el policial tiene una tradición más larga y obviamente Walsh es el maestro del género tanto en Argentina como en América Latina, antes que los “gringos”.
¿El Nóbel a Svetlana Alexievich significó un hito para el género?
Para nosotros, los periodistas que nos gusta la crónica, fue una revalidación. Porque hay un cierto desprecio en algunos sectores de la crítica literaria, que cree que la ficción está por encima, así como ponen a la novela por encima del cuento. Y no es cierto. No tiene que ver con ficción o no ficción, si no con la calidad.
En cuanto a la relación del periodismo de investigación con la narrativa, es evidente ese nexo en tu trabajo.
Tiene que ver con un interés propio de ejercicio de la escritura. Hace 15 años que vivo en Argentina, y periodísticamente yo aprendí a escribir acá, porque venía de la escuela del periodismo mexicano, en la cual, en los medios tradicionales, te dicen que solo puedes escribir notas con dijo, señaló, afirmó…yo venía con esa escuela y tenía pruritos para soltarme más. Acá aprendí y pude aplicarlo en los libros. Los que he escrito acá no los podría haber escrito en México.
Lo que sí hay en México, es toda una nueva generación de escritores que está trabajando la narrativa a partir de la violencia, lamentablemente. Porque nosotros a diferencia de los argentinos, que hace décadas que tienen tradición de periodismo literario, no hay un mercado ni hay editoriales interesadas. Esta masividad se dio a partir de la guerra contra el narcotráfico. Es horrible, pero la parte positiva es que se están desarrollando trabajos de mucha calidad. Ojalá no tuviera que desarrollarse por la guerra narco, pero también está bueno que se haga.
No hay que olvidar que es periodismo, y el periodismo es un servicio social. Es importante que esas historias se sepan, no porque están escritas bonitas, si no porque necesitan saberse.