Cicatrices – Un poema para Pablo E. Chacón
Este 1 de enero falleció en su Mar del Plata natal el periodista, escritor y poeta Pablo E. Chacón, colaborador de diversas publicaciones y redactor de la sección cultura de la agencia Télam desde la década del 90. Tenía 47 años y, más allá de su carrera periodística, también había estudiado psicología y biología marina, disciplinas que siempre influyeron en sus textos.
En 1979 inició un viaje por Chile, Brasil, Perú, Colombia, México y los Estados Unidos persiguiendo la sombra y las enseñanzas de Carlos Castaneda. Volvió al país en 1985, comenzó a trabajar en redacciones y publicó sus primeros poemarios: “El espía” y “El grano del invierno”. También las novelas “La insufiencia” y “Digestión lenta” y los ensayos “El misterio argentino” e “Historia universal del insomnio”, entre otros. Su zona de interés estaba en la literatura y en lo que él llamaba “ensayos de especulación”.
Además de su histórica vinculación con Télam, también trabajó como periodista cultural para Clarín, Perfil, La Nación y Página/12, así como en las revistas Diario de poesía y Trespuntos. Su experiencia en este mundillo quedó reflejada en «El periodismo cultural argentino: 1983-1998», que escribió junto a Jorge Fondebrider.
Juan Rapacioli, quien fue su compañero en la redacción de Télam, lo recuerda así.
Cicatrices
Pablo E. Chacón
I’ve still got the scars that the sun didn’t heal
Bob Dylan
la vuelta completa
fue un giro en reversa
no te tomaste el tiempo
para aburrirte en casa
algo faltaba
y nunca llegaba
no era suficiente
la carencia te dio un nombre
y fuiste rellenando los agujeros
pero el vacío era negro
y se volvió lenguaje
tus años se fueron
en encierros circulares
nudos de piedra
vinieron los cables
las camillas y los escritorios
el eco de las teclas
sobre los techos húmedos
ansiedad y paranoia
pastillas y literatura
fueron tus ejes
corriste bajo el sol
nadaste sin agua
te mudaste para volver
tu horizonte el mar
fue un metal hirviendo
magnetizando las horas
siempre a destiempo
enfriando la fiebre
atento a los latidos
cada vez más lentos
en el calor quieto
aceleraste varias veces
aspirando más
de lo que podías obtener
y te fuiste al pasto
sin poner los brazos
nunca caíste solo:
cargabas las cajas
con los cinco mil libros
tu Lacan,
tu Celine,
tu Becket,
tu Roth,
tus cicatrices a la vista
el cerco se fue cerrando
sobre tus obsesiones
y tus fundamentos
“estás cada vez más flaco”
escuchaste sin mirar
encorvado frente a la pantalla
mirando tu pelo blanco
te dije que debías comer algo
y me lanzaste esa sonrisa irónica
que tapaba capas de angustia
agudizaste tus conflictos
y fueron tu armadura
frente a las voces acostumbradas
a no lidiar con la realidad
nos peleamos muchas veces
y muchas veces nos encontramos
en los chistes fáciles
en los títulos de Saer
en la voz de Dylan
no me olvido cuando
salimos corriendo
de la redacción al hospital
y volvimos recordando el día
en que la agencia nacional
de noticias saludó en un cable
de tu parte a Kate Moss
por su cumpleaños
más de una vez
discutimos sobre política
“nunca con militares”
me decías cuando
te molestaba con
fotos de Perón
y te cantaba la marcha
me devolvías tu puño rojo
los nudillos marcados
que llamaban a Pol Pot
muchas tardes grises
pasamos en San Telmo
sin mirar el cielo
recordando las veces
que dejamos el corazón
en cuerpos efímeros
que buscabas
para bajar la ansiedad
pero siempre amanecía
temprano en tu cabeza
y el sol era una amenaza
que salía para recordar
todas las ausencias
volviste a la playa un día
la arena era también la memoria
y te hundiste sin moverte
se cortaron las llamadas
se silenciaron los contactos
se bloquearon los correos
el cerco te asfixió
dejaste de escribir
tu habla quedó impresa
en las anécdotas delirantes
en el sarcasmo corrosivo
en la voluntad de nadar
contra todas las corrientes
sabías que el viaje
era imaginario
la noche llegó al final
acá quedan las palabras
tus armas no secretas
ahora que no te buscás más
en el umbral del laberinto
podés mirar las nubes
ahora dejás de correr