Covid-19 en Perú: ¿Vizcarra busca un etnocidio en la Amazonía?

Por Leonardo Baldo

Leonardo Baldo entrevistó para Sonámbula al sociólogo Emilio Rojas Rimachi, quien hace años viene trabajando con el pueblo Secoya de la Amazonía peruana, hoy gravemente amenazado por la inacción gubernamental ante la epidemia de coronavirus. Desde la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas Amazónicos del Perú se denunció ante la ONU un posible “etnocidio”.

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El planeta hoy atraviesa una crisis y emergencia sanitaria por el COVID-19 de impredecibles consecuencias que hasta la presente fecha ha cobrado la vida de más de 200 mil personas y contagiado a cerca de 4 millones en casi todos los países del mundo. Puede que el sistema industrial capitalista tardío predominante esté dando su último combate, luego del que podría mutar hacia otra cosa, otras formas. No lo sabemos. La exigencia sanitaria global ha puesto en el tapete el debate sobre la organización económica social global. ¿Pero qué pasa con aquellas vidas que no comparten todos los significantes que se construyen desde la globalización, que protegen el medio ambiente como su única memoria y condición de existir ante el avance de empresas multinacionales asociadas con gobiernos con el objetivo común de asediar los ecosistemas hasta mutilarlos por completo? Ellos son el ecosistema.

La declaración de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) plantea frente a la emergencia sanitaria mundial por el COVID 19 que “los derechos de los pueblos indígenas amazónicos siguen siendo transgredidos sistemáticamente, no solo por empresas y actividades extractivistas legales e ilegales, sino también por los propios Estados que, siendo los responsables de precautelar la vida y existencia de los pueblos, y sus territorios y atender sus necesidades diferenciadas, hacen lo contrario al implementar políticas extractivistas -como la minería a gran escala, hidrocarburos, agronegocios a gran escala y otros- destruyen a la Amazonía sin valorar su riqueza natural y cultural para los propios países y para todo el planeta”.

La mayor parte del territorio del Perú está cubierto por la densa selva amazónica, con son sus árboles, plantas, ríos, animales, color y espíritu. La Amazonía, como un área eco-socio-cultural, tiene rasgos propios dentro de las diversas regiones peruanas. Desde esta región, la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas Amazónicos del Perú ha presentado una denuncia ante la ONU, en la cual se habla de “etnocidio” (destrucción de un grupo étnico o de su cultura). Es que en Perú, según esta querella presentada el día 20 de abril ante la institución que pregona “Paz, igualdad en un planeta sano”, hay un gobierno que ignoró varios pedidos sanitarios del movimiento indígena amazónico que agrupa a unas 1.800 comunidades nativas, que hace muchos años lucha por sus derechos colectivos y por su autodeterminación. La federación indígena recordó en el comunicado enviado a Nueva York que alrededor del 10% de los más de 20 mil casos de COVID-19 registrados hasta ahora en Perú están en el territorio amazónico, que ocupa el 62 % de la superficie del país, con Loreto, la región mayor, como la segunda en número de contagios a nivel nacional.

Para profundizar en esta cuestión nos comunicamos vía Skype con el Doctor en Sociología Emilio Rojas Rimachi, nacido y residente en el país gobernado por el presidente Martín Vizcarra, quien trabaja de cerca con uno de estos pueblos desde hace muchos años como investigador de las relaciones entre Estados y pueblo indígenas en el ámbito andino-amazónico, quien siempre apoyó sus causas.¿Por qué se presenta esta denuncia ante la ONU?

-¿Por qué se presenta esta denuncia ante a ONU?

-En este contexto de emergencia sanitaria sucedió que fueron ignoradas por el gobierno nacional y los gobiernos regionales varias llamadas, comunicados y cartas por parte de los líderes de estas organizaciones amazónicas que reclaman atención sanitaria. Es como que el Gobierno de Vizcarra salió a burlarse públicamente. La ministra de cultura dijo en varias entrevistas que están coordinando acciones con los pueblos indígenas del Perú, cosa que no es cierta, y las pocas cosas que se trabajaron son irrelevantes para lo que sucede.

¿Por qué cree usted que dirigentes del gabinete de Vizcarra o el mismo presidente declaran públicamente que están atendiendo las demandas sanitarias de este tejido organizativo indígena?

-En su condición y vulnerabilidad sanitaria la población amazónica tiene características particulares que el gobierno central y los gobiernos regionales no consideran. Entonces cuando se le pregunta al presidente (y lo ha hecho con la prensa extranjera y la local, pero por sobre todo con la extranjera), responde generalidades respecto de las poblaciones que viven en la Amazonia Peruana, como “estamos enviando respiradores, enviando tests, etc.”, pero refiere a ciertas ciudades de la Amazonia.

-¿Quiere decir que está obviando a las comunidades indígenas?

-Sí, a estas comunidades que están en poblaciones rurales y en donde los impactos tienen que ver con actividades extractivas (hidrocarburos, tanto gas como petróleo), actividades mineras a pequeña y mediana escala y actividades de tala ilegal o forestal más o menos organizada, que implica mucha presión sobre esos recursos y territorios. Son problemas que enfrentan desde hace muchísimo tiempo. Entonces, la población que está en el llano amazónico, donde se concentran estas actividades extractivas, y la mayoría de sus organizaciones plantean la necesidad de “cerrar el territorio para que no entre el virus”.

-Antes de la pandemia, ¿los pueblos indígenas del Perú podían hacer uso de instituciones sanitarias como hospitales, etc.?

-No, las brechas de salud son enormes. Un indicador sumamente revelador, creo yo, que se ha dado con este gobierno y con el anterior, el de Pedro Kuczynski, algo que no ha sido corregido por Vizcarra, fue que se suprimió la Dirección Intercultural de Salud del Ministerio de Salud. Es como que dijeron: “No nos interesa”. Ese es el mensaje político. “No nos interesa tener una Dirección de Salud Intercultural”. El gobierno anterior apruebó un plan de salud intercultural, que se discutió pero no se ejecutó. Eso quedó ahí estancado y no se debatió más. Una de las primeras medidas del gobierno actual fue reducir este ministerio como política para minimizar la presencia del Estado; lo cual es una tremenda barbaridad. Además, indica la irrelevancia por parte de la política pública en la atención sanitaria a la población indígena amazónica.

-En este contexto que usted describe, en el cual el Estado no asiste ni asistió a las organizaciones, ¿cuántas personas que pertenecen a estas comunidades están infectadas de Covid?

-No hay datos precisos. Hay casos de dirigentes de estas organizaciones que se contagiaron haciendo denuncias por actividades extractivas en Europa, pero hicieron la cuarentena al llegar al Perú. Sin embargo, la región amazónica de Loretto, una de las más extensas del Perú, es la que está en el segundo lugar de contagios, como lo indica la denuncia.

-Por otra parte, ¿cómo vienen trabajando los medios dominantes del Perú respecto a este tema? ¿Lo tienen en su agenda o las organizaciones se manejan más por medios alternativos?

-Yo creo que tienen escasa presencia. Los medios dominantes no suelen dar espacio, salvo en raras las ocasiones en las que la cobertura beneficie a la política. Por ejemplo, si hay un derrame de petróleo que afecta a las comunidades, lo tratan desde una óptica en la cual apuntan solo contra el gobierno por su irresponsabilidad. Esto sobre todo se da en medios televisivos. Pasa una semana y luego el tema desaparece. Según los aspectos, pueden aparecer determinadas operaciones para atacar al gobierno que a cierta prensa y a ciertos intereses les convengan, pero está claro que no les importa mucho la situación de las comunidades indígenas.

-Lo revelador de todo lo que comenta es que no existe una matriz política que pueda pensar a Perú desde lo intercultural. ¿Es por eso que el documento que se envía a la ONU habla de “etnocidio”?

-Sí, es eso. Y tiene toda la razón.

-Es fuerte.

-Es muy fuerte, porque la indiferencia, la desatención y el no tomar en cuenta estas particularidades muestran que al gobierno peruano no le interesan estos pueblos. Es como que el concepto del gobierno peruano es el siguiente: “Los indígenas amazónicos son peruanos como todos los demás, no tenemos que hacer algo especial para ellos”. Esa manera de la igualación burda es la idea central del Ejecutivo.

-Esto revela aún más que en Perú no existe esa política intercultural.

-Sí, claramente. Yo trabajo con uno de estos pueblos desde hace muchos años, que es el pueblo Secoya. Está distribuido entre en el Río Napo, un afluente del Amazonas, y el Putumayo, otro afluente. Ambos son ríos fronterizos, uno con Ecuador y otro con Colombia. El pueblo Secoya no solo están en el Perú, sino también en el Ecuador, es un pueblo con una gran dispersión territorial. En el caso de los Secoya que están en Perú, han acatado la disposición de reducir la movilidad. Ellos tienen amenazas muy serías que se desarrollan en Colombia, que son el narcotráfico y la tala ilegal; esto es en la zona fronteriza entre Perú y Colombia, en el Río Alto Putumayo. Hay una excesiva presencia de personas foráneas que escapan al control por parte de los militares en los puestos fronterizos.

-Es una región en donde el Estado no está presente, tanto el de Perú como el de Ecuador y el de Colombia. Con la pandemia quedó muy expuesto, sobre todo Ecuador.

-El caso de los que están en la frontera con Ecuador, tienen una influencia que afecta tanto a los que están en Ecuador como en Perú. Ahí los Secoya que están en Ecuador han denunciado la muerte de un anciano por problemas respiratorios. Hasta ahora no se ha podido comprobar si se trata de Covid, pero por las denuncias que se han hecho parece que sí; lo que ha provocado que otras personas tengan problemas respiratorios serios.

-¿Esta persona mayor de la que usted habla fue atendida en un hospital?

-No, no fue atendida en un Hospital. Esta persona que pertenece a uno de los clanes Secoya. Tenía unos 80 años y falleció de neumonía, en un cuadro probablemente asociado a un contagio del Covid. No se pudo comprobar por qué en Ecuador hay más desatención que en Perú, porque ni siquiera tienen pruebas suficientes para su población urbana. Todos hemos visto las imágenes críticas de Guayaquil con gente muriéndose en las casas, en las calles. Una de las peores situaciones que se han visto en América del Sur con la pandemia. En el caso del Perú la situación en las ciudades no ha llegado a ese extremo, pero podría llegar. Todavía no estamos ahí, pero puede pasar si es que no se refuerza la atención en las ciudades. El gobierno de Vizcarra se ha ocupado más, y ese es el carácter de la denuncia, da las zonas urbanas. Vamos a ponerlo así: La Amazonía peruana es el Guayaquil del Perú. Vizcarra ha preparado a Lima y a algunas ciudades de la costa para que medianamente puedan responder a esta pandemia. En el sur del Perú los contagios han disminuido y ya no hay pacientes en cuidados intensivos. Sin embargo, en la Amazonía el asunto está desbordado. La amazonia peruana es nuestro Guayaquil. Por lo tanto, la respuesta de los pueblos indígenas ante esta situación es: “El gobierno nos está tratando como si fuéramos prescindibles”. Porque hay que saber que se trata de una población que ya ha sido exterminada por otras pandemias: fiebre amarilla, malaria y dengue (ya hay miles de muertos por dengue, algo que la denuncia no menciona). Todas esas características no están siendo consideradas por el gobierno peruano. Puede que estén haciendo un buen trabajo en ciudades de la costa donde políticamente les puede traer mayores réditos. En Perú ya llegamos, según cifras oficiales, a los 1700 muertos.

-De ubicarnos en cierta idea conspirativa es como que se puede pensar al Covid como el arma perfecta para exterminar a estas comunidades que se oponen a la explotación de sus territorios para que no se lleven los recursos.

-Claro. Eso es lo que están pensando ellos. Realmente las medidas tomadas por parte del gobierno dan ira. No hay atención sanitaria.

-¿Hay líderes políticos que hoy propongan al Perú como un Estado pluricultural?

-En realidad las organizaciones indígenas, tanto andinas como amazónicas, tienen pensado eso. Los encuentros con los sectores políticos se vienen trabajando desde hace 20 años. A mi modo de ver, muy truncos, fallidos, porque no entiende de qué se trata todo esto. Sirve para que algún proyecto político pueda sacar una bandera con los colores del arcoiris del movimiento indígena, para que alguien se ponga la indumentaria, diga cinco cosas en quechua o otras lenguas y ya está. Perú siempre está entre los primeros países respecto a convenciones de derechos, pero nunca está entre los países que cumplen esos derechos, donde sean ejercidos y reconocidos. El Estado Peruano se apunta en las convenciones, pero no las pone en práctica para adentro. Es muy ridículo, por ejemplo, que invoquen el convenio 169 sobre pueblos indígenas, pero luego sean los primeros en violarlo.

-¿De seguir ignorando este pedido de los pueblos indígenas amazónicos al Estado, se va a un etnocidio?

-La desatención que tiene que ver con no destinar medidas de emergencia y recursos ante la pandemia va a tener como consecuencia un etnocidio. Nada nos indica que esta pandemia no tenga efectos similares a las que tuvieron otras pandemias en la población indígena.

-¿Qué respuesta esperan por parte de la ONU?

-Eso habría que preguntárselo a los dirigentes. Hay que tener en cuenta que el Sistema de Naciones Unidas suele responder. A veces hay exhortaciones a los gobiernos a tomar medidas más concretas. En este caso quisiéramos que escuchen de verdad a las organizaciones indígenas e incorporen sus planteamientos, pero de verdad y en lo fundamental, que tiene que ver con la asignación de recursos.

-El filósofo italiano, Franco “Bifo” Berardi, culmina su “Crónica de la Psicodeflación #1” de la siguiente manera: “No podemos saber cómo saldremos de la pandemia cuyas condiciones fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la salud pública, por la hiperexplotación nerviosa. Podríamos salir de ella definitivamente solos, agresivos, competitivos. Pero, por el contrario, podríamos salir de ella con un gran deseo de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad. El virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá”. ¿Piensa que nos puede igualar? ¿Piensa que la comunidad amazónica puede igualarse o exterminarse?

-Es muy difícil responder, sobre todo si me lo planteás ahora. Se me viene a la cabeza la frase de Frederic Jameson que dice que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Yo digo que a un sistema de dominación y explotación no lo mata un virus, de eso estoy convencido. No creo que haya tampoco, como dice Zizek, un golpe a lo Kill Bill al capitalismo.

-Bien, pero, ¿cómo cree que pueden estar estas comunidades luego de la pandemia?

-Siempre hay un después y hay un fin. Pienso en algunas comunidades que han pasado varias pandemias y han sobrevivido. Cuando esto comenzó algunos decían que agarraban lo básico para vivir y se iban a meter en el monte hasta que todo pasara y le iban a encargar a algunos que protegieran el acceso al territorio “porque hay que resistir en el bosque como lo venimos haciendo hace más de 500 años”. Creo que eso que queda como memoria de estos pueblos nos dice que probablemente estamos ante un episodio similar, que hay que ver en esa duración. Será una etapa muy dura que probablemente los haga salir a un mundo que los defienda. ¿Qué es lo que tienen que conservar de lo que los hacía fuertes y distintos? Ahí está la clave. Yo creo que ahí se afirman, es decir, le exigen al Estado porque es el gran actor de este escenario para combatir esta pandemia, pero también conocen las limitaciones de esas exigencias. Entonces tienen que apoyarse en la memoria de su pueblo y al territorio porque van a aferrarse a él como su medio de vida, y si es que no alcanza, no alcanza. Mientras tanto, acá en Perú no dejan morir, hacen morir a las comunidades indígenas de la amazonia. Es algo muy diferente.