Por Marcelo Simonetti
Marcelo Simonetti invita a no perderse la presentación gratuita de Acorazado Potemkin de este domingo 3 de abril en Parque Centenario, donde se celebrarán los diez años de la edición del primer álbum de la banda, Mugre, «un manifiesto de garage porteño, una catarata sónica que te revolotea en los oídos hasta un rato después de que el disco termina».
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El 23 de Abril del 2010 fui a Ultra Bar a ver a Acorazado Potemkin por primera vez. No me gustó. O no entendí. Bah, en realidad algo inesperado chocó contra mis ojos y mis oídos y me abroquelé. Un poco también quizás porque había ido con un amigo anarquista y nos la pasamos todo el show discutiendo estrategias, o la ausencia de ellas.
Volví triste a la casa de San Justo que alquilaba en ese momento. Casi como dos años antes cuando recibí el mail que decía que la banda de mi vida, Pequeña Orquesta Reincidentes, se había separado.
Es que claro, yo había ido a ver y escuchar a una orquesta que ya no existía, y en su lugar me encontré con Mugre.
En casa puse los CDs de P.O.R. y volví a ese lugar de donde nunca me había ido. Después pasó el tiempo. Me enteré que compartían el disco en la red, gratis. Pero no lo escuché. Cuando salió la edición física, conseguí en “Oíd Mortales” la hermosa edición deluxe del disco que claro, se llamaba Mugre. ¿Cómo si no?
Lo abrí en el bar que está ahí nomás de la disquería y me puse a leer las letras, antes de escucharlo. Mejor que nunca.
Por ejemplo:
“Ladrá fuerte, perrito, ladrale al barrendero
que anoche me rayó contra el cordón
los sueños enormes que guardaba sólo para mí.”
o
“En los mismos gustos, en la misma mueca
Tal vez, en la íntima, deliciosa y exquisita calidez
De nuestra comunidad y sus justos gestos, ya ves
El desierto de cenizas que da molde a la paz
Yo que nunca tuve paz, me envuelvo en esa paz
Lo gris contra lo gris, soy lo gris contra lo gris”
Cuando leí el prólogo que hizo Yaki Setton para el libro que compila las letras de Juan, en un momento me sonreí. Yaki decía que el libro venía a demostrar que a veces, contadas veces, las letras de canciones son poesía más allá de la música. Que son literatura y se sostienen por el peso de las palabras y su propia musicalidad. Yo estuve así durante algunos años, leyendo las letras de Mugre mucho más de lo que escuchaba el disco. Porque las letras de Juan me acompañaban desde 1996 y seguían siendo todo lo que yo buscaba.
Recién unos años después pude acercarme otra vez a un show de Acorazado y, claro, de ahí no me fui más.
Me costó. Pero ahora cuando lo veo a Juan (Juan Pablo Fernández) en el escenario es el mismo Juan de hace casi treinta años, tangueando sobre aguas rockeras. Cuando veo a Fede (Federico Ghazarossian) es el mismo animal de seis dedos que era cuando empecé a verlo alrededor del 93 con Los Visitantes tocando el bajo más pesado y más liviano del mundo. Y a Lulo (Luciano Esain), con la versatilidad que lo hace ser a veces una muralla donde se puede apoyar el mundo y otras un vendaval que puede arrasarlo.
Mugre es lo qué hay entre nota y nota, solían repetir los músicos cuando les preguntaban por el nombre del disco. Esa palabra como símbolo del disco cobra importancia más que nada cuando vemos en qué andaba el rock nacional en esos momentos: Tan Biónica, Dread Mar I y Las Pastillas Dei Abuelo eran las novedades del mainstream. En el centro de la escena, Miranda!, Babasónicos, La Vela Puerca y los totems del mercado de toda la vida. Todo prolijo. Todo calculado. Hasta lo “popular” y “los mismos de siempre”. Y si el centro reluce impoluto, ¿que se junta como revulsivo a los costados, en los márgenes?
Mugre.
Con las escuchas en vivo y las de mi cajita “deluxe” el disco se me fue amarrando al tronco del cuerpo y enredándose en mis huesos.
Es manifiesto de garage porteño. Una catarata sónica que te revolotea en los oídos hasta un rato después de que el disco termine. Poesía urbana y suburbana para tirar para arriba y para guardarla en el centro del pecho. Para cantarla a los gritos y repetirla para adentro como un secreto.
Todo ésto que cuento es Mugre, el primer disco que nos regaló hace diez años Acorazado Potemkin. Creeme que busco en otro lado, y no abunda.
Éste domingo a las 19.30, en el anfiteatro del Parque Centenario, banda y público festejamos su primera década, en comunión, como siempre. Sonará en vivo el disco de punta a punta, con temas extra y con invitados que acompañan al grupo desde el principio. Nos vemos ahí. Y, por supuesto, saltamos juntos, nos abrazamos y brindamos.
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Foto de portada: Albi Álvarez