Desde el movimiento loco hacia los Estudios Locos
Por Emiliano Exposto
Emiliano Exposto introduce y traduce libremente para Sonámbula un texto de Richard Ingram, a quien se le atribuye la creación del término Mad Studies (Estudios locos) en 2008, un campo de investigación, producción de conocimiento y acción política en el que se entremezclan «los movimientos de supervivientes de la psiquiatría, de las trayectorias de pacientes de terapias, personas de la diversidad psicosocial, autodefinidas locas o neurodivergentes, usuarixs y ex usuarixs de los servicios de salud mental”.
.
Richard Ingram es la persona a la cual se le atribuye haber acuñado el término Mad Studies (Estudios Locos, para nosotrxs) en una conferencia de 2008 en la Universidad de Siracusa en Estados Unidos. Sin embargo, en ese término resuenan una multiplicidad de experiencias, discursos y luchas, provenientes de diferentes investigaciones, saberes críticos y activismos al interior de los movimientos sociales en “salud mental”. Como investigador y activista canadiense, Ingram reconoce esas experiencias en su enunciación colectiva. Porque hablamos, entre otras luchas, de los movimientos de supervivientes de la psiquiatría, de las trayectorias de pacientes de terapias, personas de la diversidad psicosocial, autodefinidas locas o neurodivergentes, usuarixs y ex usuarixs de los servicios de “salud mental”, etc.
En pocas palabras, los Estudios Locos pueden ser entendidos como un campo de investigación, producción de conocimiento y acción política[i]. Entre varios otros problemas, contruyen una perspectiva crítica y radical contra el cuerdismo, la violencia psiquiátrica, las “disciplinas psi” y las opresiones interseccionales en “salud mental”. Al nutrirse del “archivo” feministas y disidente, entre otros, se caracterizan por el protagonismo en primera persona, junto a colaboradorxs y aliadxs dispuestxs a revalorizar los saberes y potencias de nuestras experiencias vividas, desde posiciones antipsiquiátricas y de la comunidad loca.
En la actualidad, los Estudios Locos se presentan como una alternativa autónoma respecto del “sistema de la salud mental”. En una coyuntura de inflación diagnostica y aumento de los padecimientos, brindan una crítica del poder terapéutico, biomédico, farmacéutico y psiquiátrico, el cual estigmatiza, segrega y victimiza a las personas con malestar. El discurso profesional, el cuerdismo estructural y las formas de “control psi” de la subjetividad son cuestionados a partir de la dignidad de nuestros saberes por experiencia.
Los Estudios Locos proponen una resignificación de la locura, al reconocerla como una experiencia propia de la diversidad. No se trata de una condición psicológica o un proceso neuroquímico, sino de un lugar de enunciación y una identidad política a partir del cual componer alianzas y resistencias, donde nuestro desafío radica en construir conocimiento situado, apoyo mutuo y reivindicaciones concretas. En este sentido, la tarea es apropiarnos de términos cargados de impronta negativa y peyorativa en la cultura dominante, revalorizando nuestras heridas, deseos y disfrutes. Contra la patologización psiquiátrica, psicológica y psicoanalítica de las diferencias, necesitamos una politización de los malestares.
Compartimos la traducción libre y fragmentaria de una carta pública de Ingram, donde leemos algunos ejes teóricos y políticos de este campo de investigación y militancia.
…
19 de marzo de 2008
Queridos amigos,
Lo que sigue es un trabajo en progreso. Pensaba hacer circular estas ideas en el grupo online de Estudios Locos, pero me recomendaron tener cuidado al compartir mis pensamientos en ese foro mientras averiguo dónde y cómo publicarlos. Espero que no les importe si les cuento algunas ideas. Por el momento, les pido que sean amables con sus críticas mientras lucho por conectar puntos entre diferentes formaciones de saber-poder.
Reapropiarse del término “loco” es análogo a reapropiarse de “sordo” (y análogo a “disca”). La idea es expresar una distinción entre estos términos, entendidos en un sentido afirmativo (es decir, abrazando nuestra locura, sordera o discapacidad), en oposición a las fuerzas sociales que patologizan estos términos (es decir, cuando la locura se patologiza como “enfermedad mental”, etc. ). Ahora bien, la analogía se complica un poco por el hecho de que “locura” no es el término generalmente utilizado por el grupo de profesionales que nos patologizan, es decir, los profesionales favorecen el término “enfermedad mental”. Por su parte, la población en general tiende a utilizar “enfermos mentales” como sinónimo de “loco”, “lunático”, “trastornado”, “demente”, etc. En resumen, parece haber más términos en circulación utilizados para patologizarnos.
Uno de los propósitos de resignificar el término, entonces, es hacer una clara distinción entre las valorizaciones culturales de estas nociones (otros ejemplos, serían la recuperación de palabras previamente peyorativas como “gay”, “lesbiana”, “puta”, etc.). Y, de este modo, cuestionar los usos habituales de los términos (es decir, las formas en que estas palabras se usan en la cultura mayoritaria / dominante). Otro de los propósitos es enfatizar que estamos hablando de culturas distintas, y quizás únicas, con sus propios conjuntos de valores. Así como la comunidad sorda es una cultura particular dentro de la población general de las personas sordas, esto es, una comunidad que se une en torno a una comprensión afirmativa de la sordera; la comunidad loca es una cultura particular dentro de la población general de personas diagnosticadas como “enfermos mentales”, que se organizan en torno a una comprensión afirmativa de la locura (orgullo sordo, orgullo loco, etc.).
Los Estudios Sordos, los cuales existen como una disciplina separada en algunas Universidades (en particular en la Universidad de Gallaudet), reflejan el conjunto de valores desarrollados por la comunidad sorda, es decir, por las personas que se identifican como “culturalmente sordas” […] Por eso, si deseamos desarrollar los Estudios Locos, y reconozco que esta es una cuestión abierta que involucra complejas consideraciones estratégicas y tácticas, entonces el campo debería reflejar el conjunto de valores en torno a los cuales surge la comunidad loca.
Existe un problema con seguir orientando nuestro pensamiento y práctica en torno a la medicina, la psiquiatría y otras fuerzas opresivas: el inconveniente con el enfoque excesivo o exclusivo de estas fuerzas opresivas es que, a menudo, sin querer permitimos que esas fuerzas continúen moldeando nuestro pensamiento y nuestra práctica. Además, y este punto es crucial, el proceso de moldeo ocurre de una manera que tal vez ignoramos. Lo que considero particularmente valioso en la estrategia de la comunidad sorda (y en el desarrollo del movimiento de la discapacidad y en los estudios críticos en discapacidad) es que pueden haber encontrado una salida a este dilema: ¿por qué no tomar un atajo hacia una cultura que se libere de las viejas fuerzas que una vez nos moldearon y ahora frenan nuestro desarrollo? ¿Por qué no trabajar en una formación de saber-poder (estudios en discapacidad, estudios sordos, estudios locos) que refleje esta confianza mas allá de las fuerzas restrictivas?
Independientemente de si se pone de moda mi término Estudios Locos, creo que este saber-poder continuará emergiendo dentro y más allá de los límites de los Estudios en Discapacidad. Políticamente hablando, no me gustaría que este último campo se fracturaran en múltiples disciplinas. Pero sí creo que deberían permitir y facilitar la aparición de múltiples corrientes en torno a diferentes discapacidades, enfermedades crónicas, etc. A medida que se desarrolle este proceso, aumentará la necesidad de centrarnos en la problemática de la “traducción”. Los Estudios en Discapacidad pueden mantener su coherencia como disciplina, si permiten que surjan diversos campos mientras se analizan las cuestiones de la traducción. Esto permitiría que el concepto de “discapacidad” funcione como un paraguas para muchos movimientos sociales distintos.
¡Supongo que esto es suficiente para continuar por el momento! Antes de despedirme, quisiera expresar algunas palabras sobre mis propios procesos de pensamiento. Me resulta extremadamente difícil desarrollar ideas en soledad. No sé si debe a mi locura o a la psiquatrización que la contuvo durante más de una década, pero de todos modos no puedo sacar estas ideas sin hacerlo de forma dialógica. A veces, el surgimiento de las ideas ocurre en discusiones con amigos; en otras ocasiones, en el foro online de Estudios Locos. Quiero enfatizar que experimento un dolor físico y psíquico cuando no puedo sacar estas ideas, y la mayoría de las veces simplemente se evaporan antes de encontrar una manera de escribirlas. Sospecho que mis períodos de “depresión” a menudo suceden en momentos en los que he perdido más pensamientos de los que puedo soportar; y mis períodos de “manía” consisten en que las ideas llegan tan rápido que pierdo el control del proceso y/o me dejo llevar por las emociones que acompañan el surgimiento del pensamiento.
Si todavía están conmigo, les agradezco por leer este texto.
Todo lo mejor,
Richard
[i] Cf. Por el derecho a la locura. La reinvención de la salud mental en América Latina, compilación realizada por Juan Carlos Cea Madrid donde se nuclean varixs activistas en primera persona. A su vez, recomiendo la descripción realizada por lxs compañerxs que organizaron el Primer Encuentro Latinoamericano de Estudios Locos a mediados de 2021, aquí.