Facsímil: un artefacto

Por Leandro Alba

Leandro Alba desarma analíticamente uno de los más recientes productos literarios de Alejandro Zambra, un autor que «trae consigo la tradición de la poesía chilena» pero que en Fascímil «hace explotar la concepción de libro como artefacto» al tomar como base del mismo los exámenes de las perimidas Pruebas de Aptitud Académica.

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No hay historia, podría decirse. No hay una historia a lo largo de Facsímil, de Alejandro Zambra. Los textos se componen a partir de los ejercicios que integraban las pruebas de selección universitaria  anteriormente conocidas como Prueba de Aptitud Académica (PAA). Tal vez, esa sea una forma de entrarle a este, para ir por lugares firmes, texto.

 “El 19 de noviembre de 1842 se fundó la Universidad de Chile. En su ley orgánica se estipuló un sistema de evaluación para ingresar a cursar las carreras que impartiría la casa de estudios”, dice en su página la UC. Poco tiempo después se implementó un examen oral. En caso de aprobarlo, se otorgaba el grado de Bachiller. Hasta comienzos del siglo XX este sistema tuvo unas pocas variaciones, como la salida del latín. En términos generales, había que rendir exámenes escritos de lengua materna, de alguna lengua extranjera, de Historia y Geografía chilena. Además, los aspirantes debían aprobar las pruebas específicas que correspondieran a la mención a la que postulaban.

Recién en 1967 se pasa al sistema PAA. El modelo del Bachillerato cae. Esta batería de pruebas se mantuvo vigente por 35 años, tanto para la UC como para otras entidades de educación superior. Es esta modalidad de examen, que finaliza en 2002, la que usa Alejandro Zambra como estructura para su libro. A modo de aclaración, dice en su primera página: “La estructura de este libro se basa en la Prueba de Aptitud Verbal, en su modalidad vigente hasta 1994, que incluía noventa ejercicios de selección múltiple, distribuidos en cinco secciones”.

Zambra es presentado regularmente como “escritor y poeta”. Me pregunto si la poesía no se escribe, si el título de escritor sólo vale para la novela y el cuento. La experiencia que atraviesa a la prosa y a la poesía son muy distintas, eso es claro. El poeta construye desde la subjetividad plena: de alguna manera, trabaja como un lenguaje privado y lo hace extensivo. Un Piglia joven, de treinta y pico, dijo alguna vez: “Creo que la poesía es la literatura. Los poetas son los que mantienen con mayor claridad los principios de la literatura. Porque están afuera del mercado. Tienen una relación con la lengua que es la relación que hay que tener con la lengua. (…) la relación que tienen los poetas con el lenguaje es una relación de fidelidad a lo que sería esa cualidad más personal que tiene la lengua que es un acontecimiento social por excelencia. Es como si todo poeta quisiera escribir en una lengua artificial, que fuera personal. Siempre que uno lee a los grandes poetas tiene la sensación de que escriben en una lengua extranjera”.

Zambra trae consigo la tradición de la poesía chilena. Él es poeta, desde ahí va a dialogar, en una biblioteca donde no faltan Pablo Neruda, Gabriela Mistral, ni muchos menos Nicanor Parra. Él es, de hecho, recordemos, un poeta. Un poeta que se mueve hacia la novela y el cuento. Y que pone en jaque, de forma constante, a la literatura misma cada vez que escribe. Lleva la experiencia al extremo, como lo hace en Formas de volver a casa, una novela en la que reflexiona sobre la niñez, para luego hacer notar que se está leyendo la historia de su familia, de sus padres (siempre estamos contando la historia de nuestros padres dice, o algo así –buscaría la cita pero presté el libro, creo que a mi madre, sepan disculpar-). A la vez, el texto reflexiona sobre una novela inconclusa, que está siendo escrita. Una novela que tal vez sea esa novela que tiene en sus manos el lector. Una novela que no se ha cerrado, entonces, que no tiene punto. La novela familiar. Dice Zambra en una entrevista: “Me interesa más bien cómo van cambiando las ilusiones de identidad que proponer una identidad. Cuando se habla de las crisis de la identidad… la identidad debiera ser algo que está todo el tiempo en crisis. Si se congela y se transforma en una certeza, no creo que sirva de algo eso. Me interesa esa pregunta por lo nacional, también”. Cuando le preguntan sobre la literatura que le interesa, dice Macedonio, Borges, etc. “Ese tipo de literatura la disfruto mucho. Tiene que ver con la lógica de la construcción del sentido, dice.Tiene que ver con la lectura como juego de expectativas. No sé si me interesa, pero lo tengo incorporado. Esas anticipaciones o regresiones entre el escritor y el lector me interesan mucho: cómo se va construyendo la lectura”. Como Formas de volver a casa: un texto que está siempre en construcción. La novela moderna. En una clave subjetiva. Habrá de volver a codificar esto último. No solo en un aspecto subjetivo: sino, en una clave. Es necesario construir esa clave. Cómo se construye: se construye reconstruyendo la experiencia. Es la experiencia de atravesar la experiencia. Mirar con ojos de niño, como en Formas, la dictadura chilena. Y con ojos de adulto, las consecuencias. Es interesante poner el foco en cómo pensó la dictadura Zambra y cómo lo hizo Bolaño, por ejemplo. Ambos son poetas, ambos se vuelcan a la prosa. Dice Piglia en la entrevista citada anteriormente: “Respecto a lo que sería la utopía de hacer una lengua propia, esa es la gran ambición de todo escritor. Pero un narrador tiene un segundo pacto, con el lenguaje y con el lector, es el pacto de usarlo (a este material) narrativamente. Entonces, ahí, para mí, hay un punto donde el estilo y la narración se encuentran en algo que yo llamo el tono: la música del relato, el ritmo. Para mí, escribir es encontrar ese tono”.

Zambra mira la Historia, en Formas, desde dos planos y esto impacta en el tono. Por un lado, mira con ojos de niño a la dictadura, lo que también se puede traducir en una forma generacional de entrarle a esa tradición y a la vez una forma de contar esa experiencia. Pero también mira, después, con ojos de adulto. Un adulto que recuerda y que trata de reconstruir la experiencia. Un adulto que trata de hacer con su vida todo lo que puede con los restos de lo que han hecho con él. Bolaño es, en cambio, Estrella Distante. Es contar la dictadura en el presente y poner el foco en la tensión. El contexto represivo lo atravesó. Su posición política le exige ese punto de vista, ese tono. Y todavía más político es Nocturno de Chile, las reflexiones sobre la dictadura del clérigo en su lecho de muerte. Y sobre los encuentros en el taller literario de Mariana Callejas. Mientras en su sala se debatía sobre literatura, entre los gritos de nacimiento de la Nueva Literatura Chilena superpuestos tal vez a Chopin o, con seguridad, a Wagner, en el sótano, Michael Towney, su pareja y agente de la CIA, hacía gritar desde los más hondo de su ser a los secuestrados. Los torturaba. Secuestraba y torturaba. Secuestro y tortura.

Zambra hace explotar la concepción de libro como artefacto en Facsímil. Tal es así, que toma un examen como forma. Pero, además, invierte una ecuación. Si decimos que en clásicos como El proceso, de Kafka, se observa la omnipresencia del Estado bajando prácticas y discursos, acá es el mismo examen el que interpela al estudiante desde otra visión. Es el que apunta, por momentos, al orden. La ironía, entonces, es central y se materializa éste tipo de consignas: 

En los ejercicios 1 a 24, marque la opción que corresponda a la palabra cuyo sentido no tenga relación no con el enunciado ni con las demás palabras:

3) EDUCAR
A) enseñar
B) mostrar
C) entrenar
D) domesticar
E) programar

18) FAMILIA
A) familiares
B) herederos
C) sucesores
D) alfajores
E) pedofilia

Otras de las consignas:

En los ejercicios 25 a 36, marque la opción que corresponda al orden más adecuado para construir un buen esquema o plan de redacción.

27) UN HIJO

  1. Sueñas que pierdas un hijo.
  2. Despiertas.
  3. Lloras.
  4. Pierdes un hijo.
  5. Lloras.
  1. 1-2-4-3-5
  2. 1-2-3-5-4
  3. 2-3-4-5-1
  4. 3-4-5-1-2
  5. 4-5-3-1-2

Un ejemplo más, el último:

En los ejercicios 55 a 66, señal qué oraciones o párrafos del enunciado pueden ser eliminados, porque no agregan información o no guardan relación como el texto.

57.

  • El toque de queda consiste en la prohibición de circular libremente por las calles de un territorio determinado.
  • Suele decretarse en tiempos de guerra o de revueltas populares.
  • La dictadura lo impuso en Chile desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 2 de enero de 1987.
  • Una noche de verano mi padre salió a caminar sin rumbo fijo. Se le hizo tarde, tuvo que quedarse a dormir en casa de una amiga.
  • Hicieron el amor, ella quedó embarazada, yo nací.

Hasta ahí.

Zambra combina la experiencia personal (que no necesariamente es la de él, si no la de él en tanto narrador) con la historia política. Como plantea Piglia plantea en su «Tesis sobre el cuento», existe una historia A y una historia B y el cuento trabaja sobre una pero resuelve sobre otra y en el medio, en la trama, combina significados y construye sentido. La novela puede operar de un modo similar. La novela, o, mejor dicho, ciertas novelas, proponen una narración que se desarrolla a costa de otra narración aún más grande (que comparte con los lectores): la Historia. Esa es, tal vez, una de las operaciones centrales de Glosa, de Saer, o Respiración Artificial, de Piglia. En el primer caso, el foco está puesto en todo lo que no se dice: la reconstrucción, durante una caminata, de una fiesta a la que no se asistió. En el medio, la epifanía casi a cada paso. En Piglia, la desaparición se convierte en procedimiento. A tal punto que se pregunta si hay o no una historia. Dónde está, de ser así. El lector debe ser activo, como un detective, y reponer la historia desde la Historia. ¿Es necesario explicar que se está hablando de la dictadura? No. Sobrevuela el espesor del silencio con violencia represiva. Zambra también juega de esa manera. Así es como compone. Zambra dice contar algo, pero cuenta otra cosa. Las repeticiones, en sus textos, buscan alterar la experiencia, chocar puntos de vista, generar nuevos significados. Dijo en una entrevista, (aunque creo haberlo dicho antes, pero ante la duda va de nuevo): “Tiene que ver con la lectura como juego de expectativas. No sé si me interesa pero lo tengo incorporado. Esas anticipaciones o regresiones ente el escritor y el lector me interesa mucho: cómo se va construyendo la lectura”.

Piglia, en Saer. Zambra. Operaciones, a las claras, propias de un complot. Otro complot. Creadores de relatos que ponen en duda sus relatos que están dando vueltas alrededor. La importancia no sólo radica en sus libros, vamos a decir, sino también en la forma en que nos atraviesa la experiencia de lectura. Una experiencia que es trasladable a otros textos, momentos, contextos. Para Piglia, el lector con mayúscula fue Ernesto Che Guevara, que hizo del complot un arte.

Por todo esto podría decirse que no hay historia a lo largo de Facsímil. Porque la Historia toca a las historias en cada parte. Las choca, no las toca, las daña. Son sus cicatrices las que leemos. Lo que leemos son los restos. Facsímil es un texto excusa, entonces. Un texto ilusorio, que se nos representa de una forma, pero se presenta de otra. De la misma forma en que se presenta ese género sólido, tan poco discutido y permeable a constantes operaciones y procedimientos de narradores que no vemos. Ese género que llamamos realidad.