Fuck me, el caso Higui, los abusos y el desafío de no retroceder en el deseo
Por Ivana Zacharski
Ivana Zacharski, actriz y directora de teatro, cruza para Sonámbula las sensaciones disparadas por la obra Fuck Me, que fue a ver justo en el día en que se hizo pública la violación en grupo en Palermo y que después se resignifican en el marco de las actividades por el día de la visibilidad lésbica, el caso Higui y la masiva movilización por el 8M. Una reflexión para que el abordaje sesgado y morboso de los medios sobre estos casos no implique la generalización del miedo y un retroceso en el deseo.
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Retroceder en el deseo NO, repito el fragmento de un mensaje de texto que me escribió un amigo, y me lo apropio, le agrego el No.
Entonces me pongo a escribir, porque para sacarme de encima los monstruos escribo, actúo o bailo, también dirijo, que es como bailar. Algo se ligó en mí cuando leí Las primas de Venturini. Hice de eso una improvisación teatral. La posibilidad de poder dar un paso atrás y observar, como quien observa.
Algo se incendia, hectáreas de deseo muerto, un posible efecto masivo al énfasis que le ponen los medios al miedo que tenemos que tener las mujeres, porque en cualquier momento te pueden drogar y violar en el epicentro del chetismo porteño a plena luz del día una tarde de carnaval y que te saquen de la pesadilla los vecinos que observan y deciden intervenir. ¿Cómo intervienen después las otras cadenas que generan significantes alrededor del hecho? ¿Cómo interviene el Estado? ¿Cómo la justicia? ¿Cómo los medios esquizos que hacen mercancía con el dolor? La empatía la usan para limpiarse el culo, porque lo importante es que garpe y tenga raiting. ¿Cómo interviene el Estado en esto? ¿Cómo el Ministerio de la Mujer? ¿Puede el Estado generar una política pública de comunicación ante estos hechos? Los medios para mejorar este aspecto siniestro de lucrar con el dolor de las víctimas espectacularizando los hechos aberrantes están, incluso existe un Ministerio. Entonces, ¿por qué no lo hacen?
¿Qué resonancias tiene en otras víctimas el tratamiento espectacular que se le da al hecho? Y porqué la insistencia en que hay que tener cuidado y miedo, mucho miedo. ¿Qué refugios construimos para poder seguir deseando vivir y sin miedo?
Todo se tiñe.
El martes 1 de marzo vuelvo de un viaje hermoso con dos amigxs hermosxs, Rosario y Nacho, y mi hijo hermoso Lorenzo… De pronto irrumpe la noticia, en susurros, de esa violación en Palermo adentro de un coche. Nosotros también estábamos adentro de un coche, de otro coche y en una escena tan distinta, mientras oficiaba de copilota dije que recuerdo a Higui y su valentía y susurro que mató a uno de sus agresores con una tijera de jardinera que llevaba en el corpiño y que está procesada por eso, porque el cuerpo de Higui para la Justicia vale menos que una propiedad privada material. Para convocarme a la calma empecé a leer en voz alta un librito que llevó Rosario al viaje, escritos de Fedora Aberasturi sobre su Sistema de Movimiento Conciente, organizado y publicado por alumnxs. Entrando a Capital teníamos un alto rendimiento en el arte de conjurar palabras en cadáveres exquisitos larguísimos. Llegamos a casa y hablamos de teatro, de locura y de experiencias y nos reímos un montón.
Esa noche tuve una cita con mi bailarina favorita del mundo, Casandra Velázquez, que me invitó fervientemente, cosa que ya habían hecho otros 3 ó 4 amigxs sin que hayamos podido hacer coincidir horarios, a ver Fuck me de Marina Otero en el marco del Fiba. Vaya sorpresa me llevé al ver la exposición sin un gramo de pudor del deseo de coger de una mujer medio mutilada por su profesión, por su brutalidad en su profesión, porque Marina Otero es una bestia que se golpea la concha desnuda y gime en escena y relata en imágenes y palabras la gozadera de coger con cinco tipos. Un cuerpo que goza y una cabeza alborotada que sabe que cuenta con su cuerpo aunque tenga 3 vértebras inservibles. Y hacer una obra de eso. Punto. Podría haber devenido en fiesta tranquilamente esa función (¿acaso lo fue?) sino hubiera sucedido en una institución teatral que te da salida a los dos minutos. Yo había ido a ver Hamlet y otras obras importantes en esa sala que de pronto se convirtió en un cabaret bailable y ruin. Me daba mucha gracia todo. Adoré la irreverencia y perfección de su estilo.
Las obras de teatro se completan a la salida, en el intercambio azaroso de la gente yéndose, para mí. Además. Casandra tiene muchxs pero muchxs amigxs que la adoran y entonces salir con Cas siempre implica conocer gente copada y quedarse un buen rato haciendo vereda. Pero enseguida la perdí. Yo estaba excitada por la obra pero a mi alrededor veía muchas expresiones de desinterés o tristeza. Oh, la subjetividad, claro, me dije. Me pongo a charlar con una desconocida y ante la pregunta de qué le pareció la obra responde que con lo que pasó en Palermo le resulta raro que se haga una obra así por más que su creación fuera anterior al hecho. Dije que a mí me parecía genial y todo eso que digo en el párrafo de arriba. Pero la angustia de ella insiste, porque en el momento en que Pablo 4 coge con Marina, que en escena es Pablo 2, la miró a Marina ella, la espectadora desconocida con quien estaba hablando en la vereda. Marina la miró, ¿compungida de dolor?
Todo se tiñe.
Con un método no muy científico imaginé que la obra pudo activar una sensación general de la noche, quizás porque interpeló a una Ivana del pasado reciente que se angustiaba ante cualquier caso de violación, cargando con todo su pasado a cuestas, hasta el punto de no saber cómo seguir contando con este cuerpo para vivir.
Fuck me encuentra la intensidad que Marina perdió cuando sufrió la operación de columna y la convierte en obra, porque cuando el cuerpo puede menos aparecen otros recursos: “vengarse”, como dice ella, poniendo a 5 varones en escena a bailar desnudos su narcisismo, dirigiéndolos con maestría y desatando una lengua poética alrededor del dolor, de la imposibilidad. Reírse de sí, salir del lugar común. Salir del lugar común. Salir del lugar común. Salir del adoctrinamiento del miedo. Habitar las contradicciones de género. Porque en la obra también hay un chongo que se siente fetichizado. Fred Raposo despliega un monólogo sobre el asunto. “No soy sólo un chongo”, dice, y el publico estalla mientras él cuenta con una ternura que conmueve el empoderamiento que encuentra en el entrenamiento físico tras haber sufrido bulling de niño por haber sido gordo.
Hace dos días leí una nota en un diario progre donde comparan el caso de Higui con el de la violación en Palermo. ¿Hay buenas víctimas y malas víctimas? Creo que es muy corta la vuelta. Admiro a Higui porque contó con la posibilidad de dar muerte cuando su vida estaba en peligro. Y lo celebro, celebro que contemos con la posibilidad de dar muerte si nuestra vida está en peligro. Leonora Carrington se fugó de un hospital psiquiátrico usando sus dientes para morder a enfermeros y luego se exilió en México donde dejó una enorme obra en forma de esculturas y pinturas y escritos. Marina Otero también da muerte en escena, muerte a morir ante la imposibilidad, reanudar el deseo de vida, reanudar el goce. La irreverencia a los grandes temas de los que el Arte se tendría que ocupar. También hay que dejar de disculparse y de dar explicaciones.
Es imposible detener el derrumbe que se produce en el ánimo cuando nos enteramos de una violación, de semejante impunidad, imposible porque además los chats de grupos de militancia redoblan las noticias aberrantes, todo se agiganta y crece la impotencia mientras las pantallas estallan de morbo en relación con el tema, con planteos periodísticos imposibles de digerir pero también con la angustia de tu amiga después de la irrupción de la noticia en cualquier contexto. Imposible no sentir empatía con la persona que fue obligada a ceder su cuerpo a otro, sin su consentimiento. Pero también me fue imposible no gozar viendo la obra de Marina el mismo día de los hechos.
Ayer, 8 de marzo, llegué a la marcha con mi amiga Casandra sin un rumbo cierto, apenas con el plan de encontrarnos y ver hacia adonde nos movíamos…. Empezamos a caminar alrededor de la feria, Cas buscaba una bandera LGTBQ+ para el balcón de su casa, yo unos aritos…. nos encontramos con Maiki en su bici, yendo a movilizar con la Asamblea Trava Trans No Binarie , que concentraba en el encuentro para exigir #absolucionparahuigi, #dondeestatehuel, por la salud integral, justicia por Diana Sacayan, pleno cumplimiento de la Ley de Identidad de género y ESI para todxs, entre otros temas… Nos encolumnamos y marchamos al canto de “Olé olé olé olá olé olé olé olé, una lesbiana se defendió, se llama Higui y queremos su absolución”. Y seguimos cantando hasta llegar al escenario de las fuerzas de Izquierda que también plantean el fuera el FMI. El 15 de marzo comienza su juicio.