Hamaca paraguaya avistada en los jardines de San Juan y Rincón

Entrevista Jorge Hardmeier

Sonámbula entrevistó a Gabriela Borrelli Azara con la excusa de la reciente edición de su último libro de poemas, Hamaca paraguaya , pero aprovechamos para hablar de todo: de los recuerdos, de la importancia de los objetos, de los nombres, del alcance de la poesía, del amor, del cuerpo y del feminismo.

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Gabriela Borrelli Azara es un ser múltiple: locutora -en radio trabajó con mitos de ese medio como Héctor Larrea y Tom Lupo y, actualmente conduce un programa diario en Futurock- divulgadora de la poesía, entrevistadora, referente del movimiento feminista, animadora de la nocturnidad porteña, gran lectora y poeta. Editó  el poemario Oceáno en 2015, luego fue el turno de Lecturas feministas -una compilación de textos de distintas autoras- y en este 2019 ha sido publicado Hamaca paraguaya, su segundo libro de poemas editado por Patronus Ediciones. Nos encontramos en La Orquídea, uno de esos bares que resisten a la oleada posmoderna de los pizza café, en Corrientes y Acuña de Figueroa.

Veintrés poemas y medio para ser leídos en el bondi

Hamaca paraguaya no contiene ni prólogo de alguna figura rutilante, ni agradecimientos, ni dedicatorias.

Fue una decisión. Fue una pequeña rebeldía que me tomé, quería que el libro fuera bien conceptual. Me dijo Javier Roldán (editor de Patronus): «-¿Querés contratapa, querés prólogo?» «-No, quiero solo el texto y nada más». Además es un texto muy corto y quería que fuera así. Siempre hago libros que se leen en quince minutos.

¿Los escribís con ese objetivo?, le pregunto a Gaby mientras el mozo trae un café en jarrito y una ginebra. Ella ríe.

No, pero siempre hago libros que se pueden leer en quince minutos, o libros que se puedan leer en el bondi, libros que le compitan a Instagram. Océano dura veinte minutos, este debe durar diez minutos…

Las marcas que las redes están imprimiendo en la literatura actual, sugiero.

Lo hizo el cine. Ahora hay una confusión de esta época, que para mí es medio rara. No es hacer como ese libro… ¿te acordás de ese libro de Alejandro López, “Querés coger”? que estaba todo escrito como un chat… Yo si hago una novela en Instagram no es que sea literatura influenciada por Instagram, lo que está influenciado es o el tiempo o el imaginario, otra cosa… El otro día hablaba con un editor que me decía: esta chica te diseña los poemas para que entren en una pantalla de Instagram. Y yo pensaba: qué loco, porque yo escribo así, Holter (libro de poemas inédito de Borrelli) está escrito así, muy corto. Pero, ¿por qué? Esa es la influencia que nos ha dado. Una influencia del tiempo, de lo que para vos es gráficamente un poema. Qué se yo, la poesía épica se pensaba larga. Para el poema es muy difícil decir: es un poema, van cambiando las formas, ese  imaginario va cambiando según lo que pienses vos qué es un poema, gráficamente. Lo quiso hacer Huidobro con el helicóptero… Yo estoy influenciada y no me da vergüenza decir que estoy influenciada… Todos escribimos contaminados. Por la tele, por todo…

Comentamos con Gabriela el mito de Kerouak y su escritura ininterrumpida en un rollo de papel de En el camino, cuando en estos tiempos no podemos escribir diez minutos seguidos sin consultar el celular.

Exactamente. Hoy también hablaba de Memorias del subsuelo, Dostoievski sufría de cólicos del hígado, y lo escribió parado y sin un Ibuprofeno, sin un Sertal… Uno ahora para escribir tiene que irse a un lugar sin Internet para emular un tiempo que no es propio para escribir. Tenés que mudarte a un tiempo que no es propio que es sin la conexión, y hoy escribís conectado, y tenés mil pantallas abiertas. Eso cambió. Me parece que todavía hay una tensión ahí, entre un modo de escribir sin esa interacción y una literatura  que la pueda asimilar. No sé cómo se asimila eso, todavía.

Ese oscuro objeto del deseo

En los tres libros que he leído de Borrelli, un objeto metaforiza toda la creación de sentido poético: un oceáno, un holter -aparato para realizar una electrocardiografía ambulatoria- y ahora una sencilla hamaca paraguaya.

Soy muy fanática de toda esa literatura que tiene que ver con los objetos. Me encantan las cosas y tengo mucha relación… No soy de esas personas que dicen: ay, las cosas materiales. No, claro, no la cosa material tipo un yate, pero tengo este prendedor de mi abuela. Soy muy de guardar las cositas de mi abuela, de mi tía, de mi tía muerta… Tengo una cosa afectiva con los objetos.

Los objetos, en Borrelli, representan el amor o  el recuerdo de un amor o un afecto. Los objetos son los recuerdos vivos de ciertas cosas. Tengo mucha conexión con la materialidad de los objetos. Los objetos me emocionan. Además leo autores como Francis Ponge o Mario Ortiz, que me parece un genio, y están en esa línea de la literatura de los objetos. Además me permiten, los objetos, armar series. Yo soy muy dispersa, y me permiten armar series. El analizar un objeto me permite ordenar ciertas cosas que quiero decir. Por ejemplo, en Hamaca paraguaya se devela, la hamaca paraguaya que yo me encontré una mañana me hace acordar a la hamaca que digo que vi en Rincón y San Juan, veinte años atrás, esa que yo digo: la primera vez que entré a tu casa. Los objetos son los afectos, sino, no tienen sentido… En mi vida estoy llena de objetos que son afectos. Tengo un poema sobre eso. Tengo la ropa de mi abuela, la ropa de mi tía muerta. Creo que hay un gesto vintage en ponerse la ropa de los muertos que no es solo vintage, hay algo en ponerse la ropa que usó alguien. Yo compró mucha ropa, por ejemplo, en la Quinta Avenida…

¿Qué? ¿En New York?

¡No…! (Borrelli lanza una carcajada y no entiendo porqué). No, hay un lugar acá en Santa Fe que se llama así, donde venden ropa usada, tipo feria americana… Cada vez que compro algo me pregunto: ¿a quién perteneció esto?, ¿estará muerta?

Otra ginebra, cantinero.

Le cuento que en mi hay cierto apego por los juguetes de mi infancia. Que me he traído muchos de la casa paterna, esa que aún habitan mi madre y mi padre.

Esa es la palabra: apego… Yo no tengo eso con los juguetes, sino con la ropa, porque en mi casa, había juguetes de varones, pero mi mamá era muy pilchera, le gustaba mucho la pilcha. Y siempre había una ropa que no se podía tocar. Yo a mi mamá le robaba la ropa y se la usaba. Ella me odiaba por eso y así se volvió la metáfora de lo que no se puede tocar. Siempre había una cosa con la ropa y mi abuela que decía: cuando me muera quiero que me entierren con esta ropa.

¿Podrías describir la situación de un objeto que encontraste en la calle?

Podría. Hoy a la mañana vi unas zapatillas atadas al lado de un árbol, antes de tomar el subte y me acordé, ¿viste cuando había zapatillas colgadas? Y me remitieron a que, antes de Cromagnon, había dos explicaciones de por qué las zapatillas se colgaban ahí: la primera es que ahí se vendía falopa, una leyenda un poco absurda, me parece, porque nadie va a marcar tan fácil donde se vende falopa, y la segunda, esta sí relacionada con Cromagnon, que era donde un pibe había muerto por la cana. Y las veo ahí, tiradas al lado de un árbol. Entonces yo usaría ese mecanismo, el del recuerdo, porque ese par de zapatillas me remite a todo eso. Para mi están llenos de vida los objetos. Todo lo que toca un humano está lleno de vida. Tom Lupo tenía una frase hermosa, que siempre recuerdo: la maldad de los objetos inanimados… Cuando se rompía algo. Cuando era muy chica, tenía un novio que creía en Sai Baba y cuando desaparecía algo, ponele los anteojos, él decía, tranquilos, los tiene Sai Baba y yo le decía: y qué, ahora Sai Baba los tiene en Oriente. Sí, me decía, ahora te los devuelve. Y, cuando Tom decía la maldad de los objetos, te hacía pensar en cuánta maldad tienen los objetos, o cuánta bondad. Hay un ánima en la materialidad.

Las palabras y las cosas

Una diversidad de interrogantes surgen o se resignifican luego de la lectura de Hamaca paraguaya: ¿algo que se nombra, existe? ¿Algo que no se nombra, existe?

Creo que lo que no se nombra no existe pero también porque en eso no se posiciona la poesía, en la poesía el silencio también habla. Había un poema, creo que de Adelia Prado, que decía que la poesía es donde el silencio nombra. Como que los intersticios de lo no nombrado son la poesía. Yo creo que todo tiene que nombrarse y que no existe lo que no se nombra… Se puede leer en el poema 2 del poemario: “(…) Todos los árboles se llaman de algún modo o no existen, O se llaman simplemente árbol». ¿Todo tiene nombre? No sé si todo. Pero a todo le buscamos un nombre.

Pero, ¿hasta que no haya nombre no hay existencia?

Es justamente lo que se pregunta el poema. Y no, no hay árboles sin nombre, se llaman simplemente árbol. ¿Existe el árbol sin nombre? Esa es la duda desde Saussure hasta acá y creo que es la duda que mueve toda la literatura. Es una duda que tengo. Es como eso que dicen: si se cayó un árbol en el bosque pero nadie lo escuchó -ese poema hace referencia también a esa leyenda- ese árbol, ¿realmente se cayó?  Si no hay nadie que lo nombre, ¿eso sucedió realmente?

Es el tema de la poesía, ¿no?

No sabemos cuál es el tema de la poesía, tampoco. No sabemos nada. La poesía es la no resolución de nada. ¿Por qué nos gustan las novelas sin resolución, las que quedan abiertas? Porque la resolución es aburrida, las no resoluciones abren mundos. Las resoluciones los cierran, las explicaciones los cierran. A mí me gusta la no explicación, en términos macedonianos, te abren mundos, no te los cierra. Ahí volvemos a los objetos: no es esa camisa que la hicieron en tal año en tal lugar, pero esa camisa tiene un recorrido, no sé si era tuya, si era usada, dónde la compraste, qué sé yo…Hay una cosa más interesante, me parece, que saber dónde se hizo y dónde la compraste. Las explicaciones cierran el mundo. No hay que explicar nada.

Mapa de tu amor

Otro tema muy presente en Hamaca paraguaya es la cuestión de los lugares. Pero, ¿qué es un lugar?

Un lugar es un recuerdo. Y también es una ficción, un lugar. No hay nada más ficcional que un mapa. El hecho de donde termina un país y donde empieza el otro, es pura literatura. Es un producto de la política literaria, del mapa como una gran literatura. Un lugar es el relato sobre ese lugar y donde empieza y termina ese lugar es una arbitrariedad muy humana.

¿Cuál es el lugar de Gabriela Borrelli Azara? 

Mi lugar es Buenos Aires. Mi lugar es mi casa donde están mis cosas. Donde están mis hermanos también es mi lugar, donde están mis amigos. Esos son mis lugares. Yo me siento en mi casa cuando estoy con personas, no tengo la fantasía de la soledad en el bosque. Para mí los lugares son gente. A mí me cuesta mucho moverme, moverme de espacios. Me cuesta mucho moverme de un amor. Para mí el amor es un lugar.

Si se abandona el amor, ¿se abandona un lugar?

Se abandona una patria. Un amor es un lugar y una lengua. Yo, cada vez que salgo de un amor, es como si saliera de una nación. Porque cada amor crea una propia Constitución, una propia dinámica, una propia lengua que solo funciona en esa nación. Para cada relación hay un vocativo. Sí, el amor es un lugar, es una patria.

Escrito en el cuerpo

Un tema muy presente en toda la poética de Gabriela Borrelli es el del cuerpo. El propio y el ajeno, el del otrx.

Hay una batalla constante. Porque nunca estoy tranquila con eso, como decía Viel Temperley: voy hacia lo que menos conozco, voy hacia mi cuerpo. Nunca me sentí dueña de mi cuerpo, nunca me sentí soberana de mi cuerpo, siempre sentí que mi cuerpo era un desconocido por el que tenía que luchar, no solo por sentirme gorda o no gorda o por cumplir un mandato social. No. Es algo más profundo. Mirá, voy a decir algo medio zarpado, yo no creo que mi cuerpo sea mi decisión. Y soy militante por el aborto porque sobre lo que menos decido es sobre mi cuerpo. A mí me viene todos los meses y yo no quiero que me venga todos los meses. Me caliento con un chabón y no quiero coger con un chabón. Me refiero a que el deseo va más allá, no se tiene tanta conciencia del deseo. A veces hay cosas que le pasan a tu cuerpo,  que no sos consiente, en la adolescencia te pasan muchas cosas. Yo no soy tan dueña de mi cuerpo. Yo no pude cumplir una dieta nunca. Hoy no tomo alcohol, y al otro día, ¿Por qué el cuerpo me pide alcohol? Que se vayan a la mierda psicólogos y demás, la materia me pide alcohol. Tu cuerpo siempre es más de los otros que de vos. Las únicas veces que me sentí bien con mi cuerpo fueron en el contacto amoroso con el otro o la otra, como con la hamaca. Cuando mi cuerpo es la forma de la otra u otro. Te perdés. Yo no sé cómo funciona mi vida, no sé cómo funciona mi corazón, no sé cómo funciona nada. Entonces, estoy viviendo con un mecanismo que desconozco profundamente. … La mirada del otro también te forma. Mi cuerpo es, también, la forma que vos decís. Y yo luche mucho tiempo con eso, pero luché en un sentido muy profundo. Nunca pude cumplir una dieta pero también fui rebelde a eso. A mí la mirada exterior me hizo doler, pero también fui rebelde. Nunca cumplí, nunca hice una dieta para estar como quería el mundo. Me acuerdo que cuando tenía veintiocho años fui a un canal y me mandaron a bajar seis, siete kilos. Me dijeron que mi trabajo estaba muy bien pero que para estar en cámara bajara de peso. Y me rebelé. Pero no haciéndome la revolucionaria, porque me dolió. Me fui llorando a mi casa. Pero hubo una fuerza rebelde en mí y los kilos no los bajé nunca. Es más, subí. La única vez que hice televisión fue cuando me invitó Florencia K. Pero me parece que hubo una rebeldía a lo que se pedía de mi cuerpo. La demanda social no se agota nunca. Y correr tras ella es un camino de mucho fracaso. Es la lógica capitalista, siempre se te exige algo más. Y yo esto no lo tengo masticado y la que dice que lo tiene masticado, miente. No estoy de acuerdo con que el cuerpo es mi decisión, estoy de acuerdo con el aborto y con todas las medidas feministas porque pienso que una mujer debe poder entregarse a coger porque su cuerpo se lo pide, sin tener tanta previa antes, ¿entendés? Si tenés la concha caliente… A los tipos se les permite si tienen la pija dura meterla en cualquier lado, ¿por qué? Porque tiene la pija dura.

Ahí está el tema de la reproducción, la mina tiene la consecuencia…

“Mi cuerpo es mi decisión” es mentira, no fue mi decisión, entonces yo puedo abortar, porque no fue mi decisión, son las cosas que están en mi cuerpo. En eso soy re contra feminista, ¿por qué? Porque pienso que las mujeres se tienen que romper lo mismo que los varones sin la consecuencia nefasta de que por ser mujer te morís. ¿Por qué no hay mujeres borrachas tiradas en la calle? Porque mueren violadas, te violan. Si vos sos un tipo y te la das en la pera hoy y te quedás a la noche tirado en esta esquina, nadie te toca. Y si te tocan te podés defender.

Vos sos referente del movimiento feminista…

¿Sabes cuál es un buen prisma para mirar al feminismo? El peronismo. Hay cosas del Peronismo que no te gustan, lo mismo es el feminismo. Confío en los movimientos de justicia social masivos.

Gabriela se incorpora, porque tiene que ir a su programa en Futurock. Nos despedimos y la veo salir hacia la calle. Llamo al mozo y le pido mi tercera ginebra.