Hernán Ronsino: «Hay una distancia entre la afirmación vitalista de Conti y lo que trabaja en sus libros de ficción»
Por Hernán Ronsino
Hernán Ronsino propone una lectura de En prensa, de Haroldo Conti, que matiza algunas definiciones de los textos periodísticos escogidos que podrían cristalizar en la clásica posición del «escritor comprometido», con la que muchas veces el propio autor de Sudeste parece querer explicar su obra, destacando que la tensión «aventurosa» de la vida de Conti tiende conformar una mirada y hasta una ética más propia de una «exploración de la condición humana» que de un «vitalismo» hemigwayeano.
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En 2020 el Gobierno de Provincia de Buenos Aires lanzó Ediciones Bonaerenses, un proyecto de editorial estatal que ya cuenta con tres libros de ficción y uno de ensayos (textos que no se venden sino que se distribuyen en bibliotecas públicas y populares e instituciones provinciales). La más reciente de estas publicaciones es En prensa (1955-1976), una antología de veinticinco textos periodísticos de Haroldo Conti, aparecidos en distintos diarios y revistas, que incluye críticas de cine, registros de viajes, experiencias en el seminario jesuita y reflexiones sobre su compromiso político.
El escritor Hernán Ronsino, que este martes 10 de mayo presentó el texto en la Feria del Libro junto con Débora Mundani y Juan Bautista Duizeide, comparte con Sonámbula algunas de las reflexiones que estructuraron su intervención en el evento:
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Hay una idea que se repite en casi todos los textos compilados en En prensa, las notas y conferencias de Haroldo Conti que la flamante editorial pública de la provincia de Buenos Aires acaba de lanzar. Conti delinea una figura de escritor y una idea de cómo ser escritor. Ese modelo viene de Hemingway, a quien le dedica un artículo del libro. «El talento reside en cómo uno vive la vida», dice. El modelo vitalista se impone. La vida por encima de todo. Primero salir a los caminos y vivir como una forma de absorber experiencia para luego, sedimentada, poder contarla. Primero se vive, luego se escribe. “Yo solo soy escritor cuando escribo, el resto del tiempo me pierdo entre la gente”. Ese modelo vitalista se afirma con contundencia (elige por ejemplo a Morosoli y desprecia a Borges, porque «detrás de Borges hay un vacío poblado de ausencias») y se termina cristalizando en una inevitable posición política: la del escritor comprometido. En los artículos de En prensa se leen renunciamientos a la beca Guggenheim y a un congreso literario en Colombia: “No creo que conmigo pierda nada. Yo sí, en cambio, perdería demasiado”, dice. Lo que se percibe, leyendo así de manera reunida el pensamiento de Conti, es una posible distancia que se abre entre esta afirmación vitalista y lo que Conti trabaja en sus libros de ficción.
En 1969 se publica El mundo de Haroldo Conti, un libro compilado por Rodolfo Benasso (seudónimo de Rodolfo Matarollo). En la senda que abre ese libro podríamos ubicar la publicación de En prensa. Pero el libro de Benasso sale mientras Conti está escribiendo. Y hay allí una reflexión contemporánea a la escritura de Conti. Benasso plantea que Sudeste es una anatomía de la soledad y que Alrededor de la Jaula puede ser pensada como una anatomía de la nostalgia. Entonces el modelo que opera en su obra narrativa está atravesado, más que por el vitalismo, por la búsqueda existencial. El Boga, el viejo y Milo, la luz que atraviesa la ribera y el bajo de Buenos Aires en En vida, con esos personajes taciturnos; hay allí una profunda investigación existencial, donde los personajes están permanentemente tratando de romper con cierta presión cotidiana. El mundo cotidiano los aplasta y sueñan con mandarse a mudar. Con salir un buen día al camino pero no lo hacen plenamente. Esa es la gran tensión que aparece en la escritura de Conti. Algo de eso sigue operando en Mascaró, el cazador americano. Aunque en Mascaró, finalmente, el modelo vitalista pareciera meterse como programa. El modelo, más bien, del escritor comprometido.
El filósofo Vladimir Jankelevitch en su libro La aventura, el aburrimiento, lo serio, plantea la diferencia entre el concepto de aventurero y el de aventuroso. Jankelevitch dice que el aventurero es aquel que sale a explorar el mundo con un fin lucrativo. En cambio, el aventuroso es el que explora como un modo de vida. Juan Bautista Duizeide dice en el prólogo de En prensa que los viajes de Conti no son viajes políticos (al estilo de los de Sarmiento o el Che), tampoco se lanzan a lo exótico sino más bien son viajes «flacos en distancia» que modifican la mirada: “viajar es aprender a mirar y aprehender la mirada de los otros”. Allí reside una ética que conforma el universo de Conti. Conti es un aventuroso en la mirada y en la exploración de la condición humana más que un vitalista a lo Hemingway como lo afirma en sus textos de prensa. Esa exploración aventurosa es, creo, la que sigue vigente en su mundo narrativo.
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