Juan José Burzi: “Las modas me molestan”

 

Entrevista de Jorge Hardmeier

Jorge Hardmeier entrevistó para Sonámbula a Juan José Burzi, autor de la nouvelle El silencio, una densa historia de pueblo chico, en la que el conductor del transporte escolar es acusado de abuso contra uno de los menores que lleva a la escuela. Una indagación sobre los prejuicios, las acusaciones infundadas, el escarnio sin pruebas y el rol de los medios, de la justicia y de la opinión popular en ciertas zonas de silencio.

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En Hueso Blanco, un típico pueblo de la Provincia de Buenos Aires, en este caso ficticio, por lo cual puede ser todos los pueblos, Carlo, un ejemplar ciudadano conductor del micro escolar, es acusado de abuso por la familia de un niño que utilizaba el transporte. Una acusación pesadísima en un espacio donde todos se conocen. Sin embargo, Juan José Burzi, en El silencio, nouvelle editada por Galerna, universaliza ciertos aspectos y ciertas aristas y problemáticas que interpelan al lector. La invención de esta geografía incluye a Burzi en una genealogía que incluye a Faulkner con su Yoknapatawpha y  a Juan Carlos Onetti con su trilogía sobre Santa María, entre otros.  Burzi posee un amplio recorrido ensayístico y narrativo: La mirada en las sombras. En torno a Caravaggio (2019) obtuvo el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.  Publicó, entre otros  libros: Mundos oscuros (2016), Los deseantes (2015) y Un dios demasiado pequeño (2009). El silencio indaga en los prejuicios, las acusaciones infundadas, el escarnio sin pruebas y el rol de los medios, de la justicia y de la opinión popular en ciertas zonas de silencio.

-Hay en El silencio diversas aristas, una de ellas es la del armado y difusión de ciertos hechos no corroborados, ¿cuál es tu opinión sobre la circulación de la información en estos tiempos?

-La información (o supuesta información) circula de forma incontrolable, básicamente, por el uso de las redes sociales. En El Silencio no cito el uso de celulares ni nada de eso, porque decidí ubicar la historia en un tiempo incierto, alrededor de los 90s. Incluso, hay unos VHS dando vueltas por la casa de Carlo. Me era útil para el micro clima pueblerino. Volviendo a tu pregunta, la forma en que la “información” circula es tan sana como peligrosa. Se puede echar a rodar una mentira y rápidamente se replica; así como también se pueden saltear los medios tradicionales de noticias y dar a conocer hechos que de otra manera quedarían tapados.

– La novela plantea que los escenarios de violencia y abuso son diversos, aunque en general se trata de ámbitos que la víctima transita de forma cotidiana. ¿Cuál es tu visión, desde tu mirada cercana a la literatura, del motivo de la generación de estos hechos?

-No sé si tengo la capacidad de dilucidar los motivos, sí te puedo decir que hay algo en el orden de lo siniestro en los casos de abusos familiares o por parte de personas cercanas. Para El silencio me pareció fundamental que la denuncia irrumpiera en la vida cotidiana de ese pueblo, que pusiera en cuestión los valores del mismo y que se diera lugar a la posibilidad de que esa sociedad haya estado conviviendo con un “monstruo” durante tantos años.

-Otro tema que está muy presente en la novela es el de las pruebas para acusar a una persona y que no se transforme en culpable antes de que la Justicia lo dictamine. En esta época ese mecanismo está dañado en cierto punto, ¿cuál es tu visión al respecto?

-Es algo muy interesante, que da para escribir varias ficciones. Los casos donde se comete una injusticia prejuzgando a alguien son apasionantes (hablando de obras de ficción, claro está). La forma en que funciona la mirada social, lo poco que importa esperar a la justicia, tal vez porque la justicia está manchada y corrompida. ¿Qué sucede con ese acusado? ¿Y con sus seres queridos, sus amistades? ¿Se puede dejar de lado una amistad de años ante una acusación a un amigo? Y quienes apoyan la acusación, ¿nunca dudan? Me hice algunas de estas preguntas para escribir El silencio.

– Una cuestión muy actual  y fundamental en la novela es el tema de los abusos. En este caso es un adulto y unos niños, pero se puede ampliar ese panorama. Se ha generado un cierto contexto en el cual el denunciado, por ser denunciado, justamente, ya es culpable y despreciado, ¿cuál es tu lectura de este tema?

-Me parece peligroso. Es cierto que en muchos de los casos, quien denuncia un abuso no está mintiendo. Pero también es cierto que aceptar la palabra de un denunciante sin prueba alguna, solamente por el hecho de denunciar, es desconocer que el ser humano miente, tiene rencores, problemas psicológicos, fantasías y muchas otras variables posibles. Por otro lado, estamos ante una Justicia lenta y corrupta, o muchas veces simplemente incompetente, escindida de la realidad. ¿Cómo decirle a una víctima que deposite su esperanza y su paciencia en el accionar de esa Justicia, y que guarde silencio, sin acusar a su agresor? Por eso creo que no es algo que se pueda tomar a la ligera.

-Otro tema presente en  El silencio es lo que se puede catalogar como «vecinocracia», una cierta cantidad menor o mayor de la población que opina, juzga y  condena a partir de la información de los medios y ciertos comentarios, todas estas cuestiones sin tener conocimiento de los hechos precisos ni de ciertas consideraciones judiciales, ¿Cuál es tu opinión de esta «vecinocracia bien pensante»? 

-La vecinocracia, como bien la definís, es un personaje más en la nouvelle. Quizá de los personajes más interesantes. En una primera mirada, uno puede pensar que se dejan llevar por las noticias o los rumores, pero la vecinocracia actúa en base a prejuicios de índole social y de clase. No es lo mismo que la denuncia la haga un chico de una familia marginal que uno que proviene de una clase media profesional, como sucede en El silencio. Por otro lado, la condena social, en este caso, se extiende al acusado y a su familia. Llevarle la contra a la vecinocracia no es cómodo, mucho menos en un pueblo. Y fuera de lo que es la nouvelle, casi todo lo que es “bien pensante” termina siendo sesgado e injusto. En este caso, la vecinocracia.

-¿Cuál es la diferencia entre mentira y fantasía? ¿Cómo juega aquí el elemento narrativo?

-Mentira o fantasía, es la dualidad que me interesó poner en juego en la nouvelle. Al menos hasta cierto punto, porque me parece que el lector también exige una definición, o que por lo menos se le den ciertas pistas. A veces la diferencia entre mentira o fantasía es muy fina. Fue algo en lo que no quise intervenir como narrador, sino dejar que los personajes y la historia expongan sus realidades.

-Carlo es aborrecido y denigrado aun después de su entierro, un caso más en que ni los cadáveres logran descansar. ¿Hay una necrofilia argentina con ciertos  muertos y su simbolismo?

-Hay una cuestión necrófila en Argentina, es cierto. Sobran los ejemplos. No lo pensé así en El silencio, aunque ahora que lo mencionás, la escena en la morgue tiene un componente necrófilo y de regodeo en la muerte y la exhibición del cuerpo. Y lo que sucede con su tumba después de muerto, es una ofensa tanto para el muerto como para su esposa.

-Otro tema que recorre el texto es, justamente, el silencio, lo no dicho, lo oculto. ¿Cómo decidiste esa estrategia narrativa?

-Decidí trabajar con lo no dicho por varios motivos. En mis cuentos trato, muchas veces, con lo gráfico del sexo, de la muerte, de lo deforme. Quería salir un poco de eso. Otro motivo es que la historia me pidió trabajar de la manera más “silenciosa” un caso de abuso. Y principalmente, contar todo lo que pasaba alrededor del acusado, sin entrar nunca en su mirada ni en su mente. Además, trabajar con el silencio y lo no dicho, me ayudó a componer algo que está a medio camino entre un policial y un “no policial”, una historia que tiene componentes potenciales para ser un policial pero que, a fuerza de omitir, se frustró como tal. Digamos que el género está muy de moda y las modas me molestan.

-El final, en cierto modo, resignifica todo el texto. ¿Tenías pensado ese final? Por otra parte, la estructura de la obra es circular, más cercana al cuento que a la linealidad de una novela. ¿Cómo pensaste dicha estructura narrativa?

-La nouvelle en un principio fue un cuento largo, de unas cuarenta páginas. Vale mencionar que me considero más cuentista que otra cosa. Había personajes que desarrollé y también otros que agregué. El final estuvo desde que escribí la historia por primera vez. Pensé en sacarlo, en acortarlo, pero creo que se impuso por sí mismo. Es un final que revela a medias, que da una o dos pistas que se contradicen y que el lector puede tomar según su parecer. Creo que el personaje que asoma en una o dos ocasiones durante la nouvelle y que es protagonista en la escena final, ayuda a crear esa sensación de “obra circular”.

-Otro tema muy particular en El silencio es el tema de la temporalidad. Hay diversos saltos temporales y, por otra parte, todos los apartados son nombrados con el subtítulo de “presente”. ¿A qué responde todo este juego narrativo con el aspecto temporal?

-Sucede que cuando El silencio era un cuento, la temporalidad iba y venía entre el presente y el pasado. Creaba una tensión  que resultaba imposible mantener en la nouvelle. De allí que decidí dejar tres momentos en el “presente” (el que abre la nouvelle, otro en el medio y al final) y el resto mantenerlo más o menos con cierta linealidad. También, en esos apartados de “presente”, me permito contar y sugerir acciones que el lector aún no sabe que sucedieron, y que me parece que suman a crear cierta expectativa.