Juan Mascaró: «La gestión de Puenzo en el INCAA no busca resolver los problemas ni pagar sus deudas»

Entrevista de Pedro Perucca

Pedro Perucca entrevistó a Juan Mascaró, titular de DOCA, para conocer la situación del cine documental después de más de un año de pandemia y sus reclamos a la actual gestión del Instituto de Cine, a cargo del cineasta Luis Puenzo, de la que son extremadamente críticos. La disputa con las grandes plataformas de streaming, la lucha por espacios de estreno en Cine.Ar y las perspectivas hacia 2021 en una extensa charla.

.

Desde Sonámbula dialogamos con Juan Mascaró, cineasta y actual presidente de Documentalistas Argentinos (Doca), para conocer la situación del séptimo arte, y particularmente del sector documental, a más de un año de epidemia de coronavirus. Aunque la actual gestión del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) a cargo de Luis Puenzo parece ratificar una concepción del cine como lujo prescindible frente a la crisis sanitaria, la asociación de documentalistas consiguió una actualización histórica de los montos para financiar películas a través de la llamada Vía Digital.

Juan Mascaró, de 44 años, además de su rol al frente de DOCA integra el Consejo Asesor del INCAA, como representante elegido por los directores de cine. Es magister en Educación, lenguaje y medios, director de Montaje Cinematográfico, licenciado en Comunicación Social, periodista y realizador audiovisual. En 2019 dirigió el documental Escuela bomba, en homenaje a los docentes de la escuela 49 de Moreno Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, muertos el año anterior al explotar una garrafa en el establecimiento educativo. También dirigió Bazán Frías, elogio del crimen (2018), junto a Lucas García Melo.

-¿Cuál fue el impacto de la epidemia en la industria del cine, particularmente en el documentalismo, y en lxs trabajadores del sector?

-Durante 2020 hubo un parate total del cine producto de la pandemia y el aislamiento. El proceso por el que el cine retomó actividad, lentamente primero y después de una forma un poco más sostenida, es proporcional a la dimensión productiva y a la espalda económica que tenían las productoras y los espacios que producían. Con esto te quiero decir que a los que más alejados de la producción industrial más nos costó retomar la actividad porque obviamente contamos con menos recursos para costear todos los protocolos, para enfrentar la situación de que un rodaje tenga que pararse por un contagio, etc. Como en cualquier ámbito, las empresas más pequeñas o los productores independientes no tenemos cómo costear el contexto de producción que nos plantea la pandemia.

Después, la otra pata muy necesaria era la acción del Estado, con la ayuda económica tanto a trabajadorxs del área técnica como a realizadorxs independientes que estuviéramos sin actividad y sin ingreso, sobre todo a partir de marzo del año pasado. Y eso no se produjo o se produjo a cuentagotas. Se entregaron algunas becas que pudieron cobrar algunxs trabajadorxs y técnicxs. Pero, como todo, fue insuficiente y no tuvo continuidad, porque esas becas de 30 mil pesos se pagaron dos únicas veces, no mensualmente. Y también nos consta que mucha gente que quiso acceder no pudo, no fue para todos y todas. Eso se daba a nivel nacional y acá en Ciudad de Buenos Aires hubo más demanda, porque hay más población y no siempre las políticas públicas están a la altura de la cantidad de gente que produce cine o está en la actividad artística.

Y desde el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), nada, estuvo totalmente parado, sin actividad, sin mover el Fondo de Fomento, sin hacer un trabajo serio y sostenido para que las OTT, las plataformas de streaming (me refiero a grandes multinacionales como Netflix, Amazon o Disney) hagan su aporte al fondo de fomento, que hubiera sido una guita muy importante que triplicaría el fondo actual. Las plataformas ya están haciendo su aporte del 10% que está recaudando el Estado, que debería destinar ese aporte al Fondo de Fomento para que la comunidad del cine, a través de sus mecanismos de participación, decida la asignación de esos recursos a través de un plan de fomento (que todavía no existe en el caso del INCAA). O sea, la gestión de Puenzo lleva más de un año y todavía no ha generado ni un plan de fomento ni políticas concretas y a mediano plazo para el cine, ni tampoco ha peleado sostenidamente para que se engrose ese fondo de fomento.

-En las últimas horas, después de que Puenzo planteara una serie de críticas a las organizaciones que en diciembre firmaron un documento cuestionando su gestión en el INCAA, DOCA puso a circular otro texto muy crítico. ¿Podés contarnos algo más sobre este conflicto?

-Es que la inacción total del Instituto durante 2020 generó un malestar creciente de todo el sector. Y, como siempre, lxs documentalistas fuimos lxs que llevamos al frente u organizamos esa bronca, para ponerlo en términos políticos, y logramos y en diciembre, un poco tardíamente (producto de una cantidad de factores de la comunidad audiovisual, un quietismo muy grande, en algunos casos la militancia en sectores del peronismo que está en otras asociaciones que hacen al amplio arco audiovisual también los llenó de paciencia, por así decirlo, y todavía eso pasa, ante una gestión que hizo poco y nada por el sector), logramos impulsar una protesta bastante masiva y fuerte. De la misma participaron asociaciones de todo tipo, no sólo de productorxs y directorxs sino también de técnicxs, asociaciones feministas, etc., de muchos lugares del país, desde las más industriales como CAIC hasta espacios que representan al sector independiente o de muy baja escala productiva y, por supuesto, DOCA y otras asociaciones de documentalistas. Todo ese espectro firmó un documento con una crítica bastante severa a la gestión de Puenzo y el 14 de diciembre movilizamos a la puerta del INCAA. Ahora, en declaraciones radiales, Puenzo manifestó que quienes firmamos ese documento a fines del año pasado somos “gente que ha lucrado con el cine a lo largo de los años y algunos no de manera honesta”. Estas acusaciones de “deshonestidad” son un intento de acallar las críticas y por eso ahora pusimos a circular y convocamos a firmar esta declaración.

En cualquier caso, el reclamo de diciembre tuvo sus consecuencias, generando la suficiente presión sobre la gestión de Puenzo como para que tuviera que abrir una cantidad de reuniones con las asociaciones. No todas las reuniones fueron productivas, ya que en muchos casos eran para sacarse la foto. Pero los documentalistas supimos presionar y logramos algo muy importante. Aunque sigue planteado el problema de que el Instituto no funciona fluidamente y no paga a tiempo, una película por ahí tarda dos o tres años en terminar de concretarse en términos administrativos en el circuito burocrático interno del INCAA, que fue creado justamente para no pagar a tiempo. O sea, no son errores sino un gesto planificado que tiene que ver con una cantidad de resoluciones, algunas que vienen de las gestiones anteriores pero la mayoría de la gestión macrista, de la presidencia de Ralph Hayek y de Alejandro Cacetta, que han complicado todo el circuito de pagos. Se trata de poner palos en la rueda para que un productor o realizador tarde mucho tiempo en cobrar su película.

-¿Cuál es esta conquista que mencionabas que se obtuvo gracias a la presión de las distintas asociaciones?

-Se trata de una actualización en los montos para la financiación de películas por Vía Digital, que ahora quedan atados al costo medio de película nacional. La Vía Digital es una de las formas de fomento de cine que más utilizamos lxs documentalistas, sobre todo quienes comienzan con su actividad porque no requiere de antecedentes como realizador y las películas a financiarse se eligen a partir de comités integrados por colegas documentalistas (un logro histórico que se dio allá por 2007 y que sostuvo una producción creciente en cantidad y calidad todos estos años).

Lo que logramos ahora era un segundo paso, porque el dinero que se destinaba a la Vía digital era poco. Ahora se atan esos montos al 10% del costo medio de la película nacional, que es un precio de referencia que fija los porcentajes de todas las vías de fomento. Hoy el costo medio es de 25 millones de pesos, así que la vía digital se va a 2,5 millones. Pero también se avanzó, mucho más de lo que estaba en otras dos vías, que son las de Desarrollo y Posproducción, o sea, películas que se presentan como una idea para escribir un guion y otras que se han filmado y que se presentan para ser terminadas y pagar los costos de postproducción, edición, sonido, copias, etc. Eso también se actualizó y para Posproducción se fue al 3%, o sea que de los 80 mil que daban hasta hace un mes se fue a 750 mil pesos, y para Desarrollo pagaban sólo 20 mil pesos, para todo el proceso de investigación y guion, un dinero que servía muy poco para ese proceso, lo que había generado que la gente casi no se presente a desarrollo para la Vía digital, y ahora se llevó al 1,5%, que son 250 mil pesos.

Por ley, estos montos se tienen que ir actualizando todos los años, lo que permite filmar con mejores recursos. Ahora, esto no quiere decir que si no se paga a tiempo no se convierta también en un problema, que es el mismo que tenemos hoy, con un montón de películas atrasadas, esperando sus pagos por planteos irrisorios de las áreas del Instituto que están a cargo de liquidar esos subsidios, como el Departamento de Costos y otros sectores que te tienen yendo y viniendo y cuando te querés acordar perdiste 6 u 8 meses.

-Contanos algo sobre los orígenes de DOCA y algunos de los reclamos principales que como asociación están planteando en este momento.

-DOCA se forma al calor de los colectivos de cine que vinieron haciendo documental a fines de los 90, principios de los 2000, lo que se llamó “cine piquetero”, y otras formas de cine que acompañaron las luchas sociales, populares. O sea que hay una especie de herencia de los modos de organización que tomamos que por ahí otras asociaciones no la tienen o están más retrasados en ese proceso. Pero también pasaron muchos años desde esa fundación y si bien hay compañeras y compañeros que vienen desde el principio, otros nos hemos sumado después, como en mi caso, que entré por el 2013. Y también el cine documental se ha modificado. Yo creo que ahora hay una exigencia mayor para las películas, donde algunas que se hacían en su momento con la sola presencia de un tema relevante hoy exigen además un tratamiento, una propuesta que resulte atractiva para el espectador. Siempre lo exigieron, claro, pero hoy es más común encontrarlas. La existencia de las escuelas de cine y una producción sostenida, un ejercicio de los realizadores haciendo películas, creo que ha generado una mejor cantidad y calidad de películas, lo que nos pone en un lugar de más exigencia hacia adentro y hacia afuera, tratando de hacer mejores películas y también exigiéndoles lugares en todos los circuitos, que son más difíciles de conseguir que en otros tiempos.

El tema de los estrenos es central, ya que hoy es el gran cuello de botella del cine, pero sobre todo del cine documental, que tiene dificultades añadidas porque hay programadores tanto de los canales de televisión como de las salas que no lo consideran como un cine taquillero, que pueda convocar a una cantidad importante de público. Y esto nos pasa también con funcionarios que están a cargo de Cine.Ar, que es el canal de televisión y la plataforma del Instituto. A veces hay una concepción de que lo único que puede ir en horarios centrales son determinadas ficciones. Así que eso es una pelea permanente, especialmente con el actual parate de las salas de cine. Queremos que las películas circulen y se puedan ver, que tengan pantalla.

-Antes planteaste algunos problemas y exigencias del sector en relación con las grandes plataformas de streaming… ¿Podrías desarrollar esa idea?

-Nosotros disputamos siempre con todo ese sector industrialista del cine, sobre todo las multinacionales, que hoy están representadas por las mayors de Hollywood y también por las plataformas, que producen un cine a su medida. Es posible que algunos pocos realizadores o productores hagan cosas para Netflix o Amazon, pero son muy pocos y la mayoría quedamos fuera de esa convocatoria y de esa perspectiva. Estas empresas millonarias tienen una política de producir un cine bastante pacato, chato y mainstream para Latinoamérica. Lo que no quiere decir que uno no encuentre otro tipo de películas en esas plataformas, que son filmes producidos en otras circunstancias y luego comprados por la plataforma. Pero que Netflix te produzca tu película, como sueñan algunxs, implica bajarse de una diversidad de formas y de temas. Son muy pocos los casos de un cine social o militante producidos por esas plataformas.

Ese es el panorama. Y viene avanzando el lobby de estos sectores hacia el Estado, hacia la conformación de nuevas leyes de cine que los contemplen como jugadores centrales, insistiendo en tomar para sí los fondos de fomento para el cine donde existen por ley. Esto amerita estrategias de mayor unidad, porque la fuerza de ese oponente es mayor que en otros momentos. La economía se ha transnacionalizado cada vez más en todos los sectores y el cine no es ajeno a los procesos generales del capitalismo. Entonces eso amerita estrategias para fortalecer la unidad.

-Desde DOCA se apela constantemente a la acción en común con otras asociaciones de documentalistas como ADN, DAC, PCI…

-Por lo menos desde 2013 DOCA viene llevando adelante una política que definimos como de unidad en la lucha, sin bajar ninguna bandera histórica pero tratando de convocar, aglutinar y traccionar a todo el sector documental. Muchas veces cuesta traccionar a algunos sectores, que a veces son más retraídos y lentos, y así puede demorarse un poco más la pelea o la visibilización de los reclamos. Pero la concepción de DOCA es que si no lo hiciésemos así, quedaríamos aislados y seríamos fácilmente derrotados por despegarnos de todo nuestro otro sector.

Para nosotros esta ha sido una política exitosa, entre comillas, porque hasta que no lleguemos a derrotar a estos enemigos que son la gente que quiere concentrar aún más los recursos del cine, no va a ser una victoria. Pero hemos logrado resistir el embate del macrismo, cuyo objetivo era directamente eliminar el cine independiente e incluso el cine nacional, salvo dos o tres productoras. La concepción de ellos era un cine de Hollywood para todos y todas, por así decirlo. Y con nuestra política de unidad durante esos años del macrismo, de Hayek y de Cacetta, hemos logrado que no se lleven puesto al cine documental, a la vía digital, a los comités documentales y demás, lo que ha permitido que lxs compañerxs sigan produciendo durante todos estos años. Con atrasos, como decíamos antes, pero no se eliminó la producción documental, que era un objetivo claro del macrismo. Y en esta nueva etapa hemos logrado avanzar un poco más con esto que mencionaba antes de la vía digital, que es histórico, y otras conquistas necesarias en el plano de la exhibición y distribución del cine nuestro.

Por lo demás, pensamos que el cambio social lo pueden acompañar las películas, que son una herramienta más, como muchas otras, de conciencia y de organización. Y en la medida en que podamos hacerlas y mostrarlas contribuimos al cambio social, o a la revolución para algunxs, es decir, un cambio de sistema en el que los temas de nuestras películas siguen estando enfocados. Pero tenemos claro que nuestra militancia gremial está enfocada en hacer que esas películas puedan existir y se puedan ver lo más masivamente posible. Esos son los objetivos. Militamos para que las películas existan y recién ahí cumplen su función.

-Al principio denunciaba que la nueva gestión del INCAA todavía no elaboró su Plan de Fomento, que es la herramienta base para determinar la asignación de fondos.

-El Plan de Fomento es una resolución que determina cuál va a ser el reparto de este Fondo de Fomento Cinematográfico, para qué tipo de películas, si grandes, medianas o pequeñas, cuánto para el documental y cuánto para la ficción, si se van a crear vías de ficción independiente (hay un proyecto para crear una vía digital para ficción, parecida a la de documentales, que sería más flexible en su formato, con rendiciones menos complicadas, que no necesita antecedentes, etcétera). Ese plan de fomento nunca llegó. Viene muy retrasado. La gestión de Puenzo no tomó para sí esa tarea y la viene más bien escondiendo. No sabemos qué borrador tiene, pero las asociaciones hemos hecho propuestas respecto del modelo que queremos. Pero esa es una cuestión pendiente muy importante, la existencia de un nuevo plan de fomento que sea equitativo, federal, igualitario, para el cine independiente, que incluya al documental, con perspectiva de género… El que está hoy, el plan de 2017 de Cacetta, es un desastre concentrador, está pensado para el cine industrial y tiene las vías de fomento divididas por audiencia, lo que implica una concepción que financia el cine de acuerdo a cuánto público vaya a verlo. Eso para nosotros no es así, ya que es la dimensión productiva de las películas la que determina su costo de producción y no una perspectiva a priori del público que pueda verla, porque si no termina todo en un cine de taquilla industrial que a veces ni siquiera funciona de esa manera, porque hay películas pensadas así que después el público no va a ver y otras independientes que terminan funcionando muy bien. Así que hay que abrir el juego a que eso ocurra. Ese es el imperativo filosófico de lo que pedimos para el fomento.

-¿Qué panorama prevén para este 2021?

-La de Puenzo es una gestión que está dispuesta a no resolver los problemas y a no pagar las deudas de películas. Y se ha frenado mucho la producción. Este año se va a ver más lo que no se hizo, porque hasta el año pasado las películas que se fueron filmando en 2019 se estrenaron igual. Pero ahora se va a notar un parate de estrenos y una baja en cantidad y calidad también. Así que estamos con la idea de autoconvocar al Consejo Asesor, que es un órgano de cogobierno del Incaa, que sigue sin nombrarse. Convocar a la gente para que empiece a sesionar, como un acto de protesta, para que lxs consejerxs que ya estamos nombradxs demos cuenta de los temas de los que deberíamos estar hablando en ese órgano de cogobierno que no está funcionando.