Kurt Rojas: “La pandemia no nos invitó al ágape”

Por Leo Baldo
Leo Baldo entrevistó al psicólogo y sanitarista Kurt Rojas, quien analiza el impacto de la epidemia en términos de salud mental y destaca que en muchos municipios de la provincia de Buenos Aires, aunque en términos estrictamente sanitarios la crisis se abordó eficientemente, se perdió una valiosa oportunidad para implementar abordajes más vinculados con un modelo comunitario.
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“Desde que dejé la gestión, luego de una candidatura frustrada en 25 de Mayo, mi pueblo, estuve siempre colaborando con la provincia de Buenos Aires en lo que puedo”, el que inicia esta nota es Kurt Rojas, militante y psicólogo de profesión. Nacido en 25 de Mayo, hijo de enfermera y periodista, Kurt comenzó su carrera profesional a sus 18 años cuando se fue a estudiar a La Plata. Desde ahí, con diversas escuchas y lecturas, trazó un único camino: la salud y educación. Ejes fundamentales para que las comunidades vivan organizadamente y en armonía.
Kurt es psicólogo desde la formación de grado, magister en sistema de salud y seguridad social, realizó cursos de gestión hospitalaria y, además, es técnico en drogadependencia. Es un tipo apasionado por la salud pública. La milita y la siente. Hace salud y arma equipos en diferentes comunidades.
Con actuales 45 años, fue funcionario provincial, asesor en diferentes municipios del PBA y Secretario de Políticas Sociales y Sanitarias en su pueblo. En esta charla, analiza la importancia de la salud mental en épocas de pandemia y sostiene que no hay que desafiliarse del “otro”. Rojas tiene sangre, épica y cabeza abierta. Quienes lo conocen lo describen como un “gladiador bueno, de gran corazón, que anda en los barrios”.
-¿Qué estás haciendo en este presente tan complejo?
-Hoy estoy trabajando para la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires y en una comunidad terapéutica privada. Ahí coordino la institución en general. Tiene una parte en CABA, donde funciona el hospital de día, y otra en Escobar, con la parte de internación. Voy a las dos sedes durante la semana y también trabajo desde mi casa.
-Tengo entendido que ahí trabajan con lo que suele definirse como “consumos problemáticos”.
-Mayoritariamente consumos problemáticos y salud mental, digamos, si es que hay una diferencia en términos pedagógicos. Pero se trata de ambos ejes.
-¿Hubo casos de COVID-19 en la institución de Escobar?
-Por suerte, no. En estos 130 días los pacientes internados, están cuidados. Establecimos un protocolo de ingreso que tiene que ver con el PCR negativo y aislamiento de 15 días, recién a partir de ahí pasan a la estructura general de la comunidad.
-También, dentro del marco de salud mental, estuviste en el Municipio de Almirante Brown.
-Sí, estuve en Almirante Brown como asesor científico y luego coordiné diferentes programas que tenían que ver con la atención primaria de la salud.
-Contanos qué hiciste durante tu paso por tu ciudad natal, bajo la gestión del Intendente Hernán Ralinqueo. Ahí entraste como Secretario de Desarrollo Social, pero le cambiaste el nombre a dicha cartera por el de Secretaría de Políticas Sociales y Sanitarias.
-A mí me toca ser la cabeza de eso dentro de un equipo que pensó, entre 2016 y 2018, la intervención socio-comunitaria o socio-sanitaria desde el territorio. Lo trabajé junto al sociólogo y amigo Mario Maradelli. Esto que parece una frase hecha se hizo carne, completamente. Hay un problema en el Estado que divide las áreas como si fuera tan fácil hacerlo, ¿no? ¿Dónde empieza un problema social y dónde comienza un problema sanitario? Bueno, para eso hay que ir a Ramón Carrillo, quien nos enseñó que la peor enfermedad es la pobreza. Es que no hay un límite, en la realidad, entre lo social y lo sanitario. Ese es un límite que se pone de manera administrativa y, que, además, muchas veces trae un problema en el abordaje sanitario.
No digo que no pueda hacerse. De hecho, hoy tenemos un Ministerio de Salud y un Ministerio de Desarrollo Social que están interviniendo en un marco de crisis, en esta pandemia, de buena manera. Sobre todo si consideramos que previamente hubo una crisis económica que venía golpeando fuerte, que además se profundiza con la pandemia. Es en ese punto donde se acordó con diversos actores. En ese punto está muy bueno que se acuerde, pero tiene esta variable: que implica que otros deben ir acoplándose, porque en el marco operativo, más allá de que quien conduce es el presidente o el gobernador, siempre hay una coordinación. Hay una conducción política y una conducción operativa que define las acciones que se van a desarrollar.
-En tu rol de secretario, ¿qué políticas bajaste a tu pueblo natal o estableciste?
-En esa secretaría había una parte que tenía que ver con el abordaje de tareas sociales y la atención de los CAPS (Centros de Atención Primaria de la Salud), y una especia de rectoría para el hospital que, si bien cuenta con autonomía, tiene un decisor político por encima que es el secretario de políticas sociales y sanitarias. Nosotros ahí hicimos un fuerte abordaje comunitario ante diferentes problemáticas. Lo hice en diferentes municipios de Provincia. En 25 hicimos un trabajo muy piola, con mucha política territorial en el marco de prevención de adicciones, no partiendo de una diferencia de abordaje entre lo social y sanitario. Tiene que ser integral. En esto hay que cambiar muchos matices, sobre todo para nosotros, psicólogos, trabajadoras sociales, etc. Es que no nos forman mirando la totalidad de la situación y en el abordaje conjunto con las problemáticas. El médico es cada vez más organicista y más subespecializado. Lo mismo con los psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales. Los trabajadores de la salud no podemos proponer miradas reduccionistas.
Lamentablemente, nos formamos para el consultorio, pero eso va cambiando fuertemente desde hace unos años. Con la llegada de universidades al conurbano, por suerte, esa mirada fue cambiando, porque era una mirada capitalocéntrica, por decirlo de alguna manera. Una mirada que nace en Capital, La Plata o Córdoba, Una mirada de los centros de formación clásica. Sin embargo, la mirada que tiene Rosario, en el momento de la formación, es mucho mejor. Si comparamos los resultados de Rosario con las demás ciudades grandes en el marco de esta pandemia, son muy buenos, aún siendo una ciudad perforada por puertos y rutas. Obviamente que van a tener brotes o rebrotes, pero lo manejan bien, centralmente porque tienen una muy buena atención primaria de la salud o una atención comunitaria, que es lo que queríamos hacer nosotros en 25 de Mayo.

En mi pueblo intentamos llevar a cabo un abordaje comunitario, con niveles de formación, democrático y horizontalizado en las decisiones e incorporamos saberes que no tenían que ver ni con los sociales, ni con lxs trabajadorxs clásicxs de la salud, sino que sumamos talleristas, arte terapeutas y operadorxs de calle, que nos llevaron a tener una mirada mucho más amplia de la comunidad. Realizamos talleres de teatro, cine, tango, escritura, hip-hop, circo, danzas, teatro. Una diversidad de propuestas muy buenas. Hay un trabajo que logró sistematizar el doctor en psicología Andrés Mecha.
-El paper que mencionás destaca que las acciones se realizaron ”articulando múltiples dispositivos de intervención comunitaria”, con prácticas de promoción de salud desde una perspectiva ”basada en el respeto de los Derechos de las personas con sufrimiento mental”. Y después resalta como aspectos claves de la propuesta el fortalecimiento de los vínculos y la constitución de la comunidad como sujeto activo de transformación social. ¿Podés contarnos más sobre esto?
-Andrés miró de afuera, analizó y registró todo el proceso. Hicimos un abordaje muy cuerpo a cuerpo, cara a cara con el vecino, en un momento muy crítico para el país (2016-2018) y con un signo político totalmente adverso al nuestro. Además de las miradas de lxs talleristxs, encontramos situaciones muy paradigmáticas, como la de Emma Serna, una chica trans que coordinó el área de diversidad de género y que hoy hizo una película, porque también es actriz. La peli se llama Bajo mi Piel Morena, una cinta de producción nacional para mirar. Además, realizamos un acuerdo con la Universidad de Zaragoza, y tuvimos un pasante, Pedro, que fue a 25 de Mayo a terminar su maestría sobre salud. Todas las personas que pasaron por la secretaría se llevaron algo.
Recuerdo que con la inundación de 2017 las zonas más bajas de 25 de Mayo estaban con al agua muy arriba y logramos que todxs nos alineáramos con estas nuevas formas de trabajo. Entonces vos me preguntás, ¿qué hace unx psicólogx ahí? Lo primero es poner el cuerpo y ayudar, lo segundo es poner el oído y escuchar, lo tercero que es doblar ropa seca para mandarle a las familias. Pongo como ejemplo a lxs psico, pero lo hacían todas las personas de la Secretaría. Cuando vos ves arriba de un camión que viene avanzando en el barro, a un grupo de trabajadorxs sociales, psicologxs, talleristas, operadorxs y médicxs que vienen de evacuar una familia, decís, “bueno, acá se entendió lo que es el modelo comunitario”.
-Ese modelo comunitario, ¿debería ser adoptado por todos los municipios?
-No lo digo yo. Lo dice salud para todos en el año 2000. Se dijo en los años setenta en un perdido pueblo de la ex URSS, no es que lo dice Kurt Rojas. Lo dice Mauricio Goldemberg cuando pensó el modelo de la salud mental comunitaria. Nosotros fuimos de un abordaje clásico, que era el que estaba cuando llegamos, a un abordaje de la salud mental comunitaria y de un abordaje de la salud en su totalidad.
-Mark Fisher planteaba que la locura y la depresión son categorías políticas, ¿estás de acuerdo con eso?
-Claro que si. En el sentido más clásico de la palabra política, en el sentido de polis, en el sentido de comunidad, en el sentido de la afiliación política, desde el amor filial, desde la filia de los griegos. Para el abordaje de esta pandemia, hay que prestar atención a la desafiliación que se ve en algunos lugares, lo que sería una des-amorización, porque filia para los griegos es el amor amistad, el amor filial. Entonces, desde ahí es que nos desafilia a la polis.
-La cuarentena, con sus diferentes fases, se estableció en marzo. Ahora, ¿qué registro hay de lo emocional, de las personas que están encerradas en un departamento desde hace cuatro meses bajo la fase 1 y no pueden hacer otra cosa que ir de la cama al living o del living al súper, de las personas que hace mucho no prenden un fuego o no pueden ir a ver a sus nietxs que viven en otras ciudades? ¿Cómo impacta todo esto en lo emocional?
-No me gusta pensar lo que no se hizo. Pero en muchos municipios nos perdimos una oportunidad maravillosa de aplicar la estrategia de atención primaria de la salud y la estrategia de la salud mental comunitaria en el marco de la pandemia. En 2008la ONU estableció una variable que dice que los sectores más desfavorecidos son los más vulnerados en este marco. En este caso, el operador de calle, era el primero en enterarse si el chico iba a la escuela, en qué condiciones vivía, si estaba deprimido, etc, etc. Es la lógica de afiliarlo.
Mirá, jugando otra vez con las palabras sobre la cuestión de desposeernos e ir hacia el otro, pienso que esta pandemia no nos invitó al ágape. Nosotros en el castellano tenemos al amor como una única palabra para todo, pero los griegos entendían al eros como el amor romántico o de la seducción y a la filia como la capacidad de afiliación. Si vos querés un título, te diría que es ese: la pandemia no nos invitó al ágape. Un ágape en el sentido de desposeernos del amor para dárselo a otros. ¿Por qué? Porque podríamos haber ido en búsqueda de distintas estrategias de afiliación aún en el marco de esta pandemia. Pensaba, por ejemplo, en la estrategia que se aplicó en la Villa 1-11-14, en la 31 de Retiro o en Villa Azul de hacer un aislamiento comunitario. Con las dificultades que había, le podríamos haber sumado intervenciones de talleristas con aislamiento social y cosas así. Se podría haber hecho un taller de lectura o lectoescritura, trabajando la calle para que se respete la distancia social. Se podría haber trabajado en una plaza con técnicas corporales, se podría haber enseñado baile con distanciamiento social, porque son espacios para resistir, para llorar, para reír, para ser seres, espacios de descarga. Espacios donde no te sentís sólo. Cuando llevás la comida y el agua a los barrios le podés decir al vecino: “Mirá, mañana a las 5 de la tarde, con distanciamiento social, vamos a hacer una murga”. O vamos a hacer un cine debate o muchas otras cosas.

-¿Qué beneficio se llevaría el vecino afectado en esa puesta?
-Primero le decimos que no está sólo y encerrado; segundo le aumentamos su capacidad de resiliencia, que ha sido mucha para muchos sectores; tercero, no lo desafiliamos socialmente. Le decimos: “Seguís siendo parte de la comunidad, pero con estas características y en este contexto”. No hay nada más angustiante que sentirse desafiliado del amor fraterno. En ese punto es que se debe trabajar la salud mental comunitaria. Y ahí, en ese marco, recogés las ansiedades, las angustias. Bajás la intensidad de que esto no termina más. Tenemos que explicar que esto termina y que esto pasa, pero que esa ansiedad pasa siendo con otros. Eso es lo que necesitamos transmitir. Ser con otros. Ese es el ágape, el amor con otros. No tengo formación religiosa, pero es un poco lo que dice el Papa Francisco cuando habla de dar hasta que duela. La pandemia no nos invita al ágape, a un encuentro. Por otr, lado lo que hoy se cuestiona de la pandemia es el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas, que es una cuestión que nadie descarta, obvio.
-¿Y los llamados “anticuarentena”?
-Creo que los moviliza esa misma desafiliación, ¿no? No los pienso en una lógica antidemocrática, sino como una expresión. Claro que hay componentes fascistas, pero no puedo plantearlo así. Creo que es gente que está desafiliada del amor, pero no antidemocrática de manera taxativa. Para mí son anti salud o anti vida, porque exponerse a semejante riesgo sin protocolo alguno no tiene sentido. Creo que hay posibilidades de expresar la disidencia. La libertad es hago lo que quiero, con lo que puedo, con otros. Si no, es onanismo. Pero hay que explicarle a esa gente que esto va a pasar y que van a poder expresarse en el marco de la calle.
-¿Qué análisis hacés de las medidas socioeconómicas y sanitarias que los gobiernos de Nación y Provincia están tomando durante esta crisis?
-Las medidas sanitarias nos permiten tener otro panorama de la pandemia. Creo que en otro marco estaríamos en 2 millones de casos en el país. Se hicieron informes respecto de esto, estableciendo posibles escenarios. Ahora el aumento de casos nos encuentra con un sistema sanitario establecido, con un sistema de camas críticas fortalecido, con un sistema integrado con camas privadas. Incuestionable. Muy buen trabajo. Por ahí nos quedamos mucho en la salud física y hay que trabajar más lo emocional.
-Leí que en Irlanda uno de los dispositivos que funciona como salud mental es un taller de poesía abierto y online, donde las personas resisten leyendo, escribiendo, escuchándose, creando.
-Nosotros en 25 trabajamos en eso con el taller Narrarnos 25, que trataba de rescatar la memoria local. Si bien era una forma de enseñar la escritura o redacción con ejercicios muy piolas, también era saludable porque nos ponía de frente con nuestro pasado. Ahí se afiliaban todxs y se era con otro. Había filiación. También hay que tener en claro que uno se puede afiliar desde lo virtual: talleres y cursos públicos y privados, gratis.
-Kurt, respecto a la salud y a la salud mental, ¿cuál sería el después en esta pandemia?
-Claro que hay un después. No es casual el aumento del consumo de psicofármacos y alcohol en cuarentena. Quiere decir que la angustia y el malestar intentan ser inhibidos por esas sustancias en algún punto, algo que va a traer incidencia en la salud. Hoy hago parte de mi trabajo en lo privado y lo veo. ¿Cuántas crisis de ansiedad y de angustia ha habido en estos tiempos de encierro? ¿Cuántas situaciones de violencia doméstica? Son situaciones que nos permiten pensar que la pandemia sin un abordaje de la salud mental va a dejar secuela muy importantes, no solamente físicas.
-Como psicólogo, ¿qué le decís a esa persona que está viviendo esta etapa con gran sufrimiento emocional?
-Hay canales de respuestas. 0800, por ejemplo. Después hay que saber que esto pasa, que tiene un final, que termina. La única certidumbre es que tiene un fin, Es cierto que cuando la surfeás parece que no termina. Hay que mantener contactos diarios con las personas que queremos: familia, amigxs. Y, para los que están en fases más avanzadas, es importante que salgan a explorar todas las posibilidades; retomar talleres, cursos, caminatas, etc. Siempre somos con otros. Hay que afiliarse. Nada se hace sólo. Todas las personas hacemos a la salud mental de una comunidad.