La rebelión de las Criadas llegó al Congreso
Por Dolores Reyes
A diez días de la votación crucial en el Senado del proyecto de ley de despenalización del aborto, un colectivo de mujeres organizó una acción de «criadas» frente al Congreso. Dolores Reyes cuenta la experiencia en primera persona, porque «poner el cuerpo es una experiencia que siempre te lleva un poco más allá».
Cuerpos vestidos de negro envueltos en capas rojas, manos cruzadas adelante y las cabezas gachas, con una cofia blanca que no permite levantar la vista. Apenas se ve, pero se siente, enorme, el silencio.
Estamos acá. Estamos representando a las millones de mujeres en lucha y estamos acá. Arrastramos el silencio enorme al que se ha sometido durante décadas la voz de las mujeres, sus deseos, sus miedos, su voluntad, sus esperanzas y también sus muertes.
La primera vez que vi El cuento de la criada fue hace más de un año, por recomendación de mi hermano que está ahora en el cordón de seguridad que la organización de la acción de las criadas ha dispuesto. Fue ver la serie y empezar a establecer las líneas coincidentes entre esta distopía ideada por Margaret Atwood y la experiencia de ser mujer en Argentina.
Cuando en los 90, las secundarias luchábamos por el aborto legal, éramos absoluta minoría. Hoy el aborto legal es mayoría contundente entre las secundarias, lxs estudiantes terciarixs y universitarixs y entre millones de mujeres trabajadoras que al menos encuentran un canal abierto de diálogo respecto de algo que durante décadas fue innombrable.
Pero poner el cuerpo es una experiencia que siempre te lleva un poco más allá. Caminar de negro, con una capa roja y una cofia blanca que no te deja ver nada más que los pies de la compañera de adelante potencia la sensación del cuerpo enajeado por otro. Un minuto antes de salir veo a Leila, una de las amigas que participan de la performance con nosotras, le digo quedate acá, cerca. La presencia de otras es nuestra fuerza y también nuestro resguardo. Percibo que ofrendar un cuerpo de mujer a la mirada y voz de los otros todavía sigue siendo exponerlo a agresiones. «Vayan a trabajar», nos gritarán apenas atravesemos las puertas de MU. Y más tarde, durante la lectura de Helena Roger, un grupo rezará un rosario mientras otros nos gritan «asesinas de bebés».
Nuestra defensa es estar juntas, cuerpo a cuerpo, mujeres hermanadas en una acción.
Nos preguntan: «¿Por que tanto rojo?» No contestamos a nada.
El silencio los incomoda, los increpa, les duele. Tampoco les gusta que hoy elijamos el silencio por una hora. Casi nada nos han dejado elegir, sólo seguir viviendo, servir, seguir pariendo. Aprieto mi pañuelo verde en el puño cerrado, no tiene que verse antes de tiempo. Aunque me griten, no tengo que responder, ni mirarlos, ni levantar mis ojos que siguen a los borcegos negros de la mujer de adelante y las manos cruzadas, sumisas, que esconden el pañuelo de la Campaña como punto de concentración de toda nuestra fuerza.
La Ley va a salir, la diferencia es cuántas mujeres muertas más va a necesitar el Estado argentino para aprobar esta Ley. Esto es también una pregunta y un llamado a la responsabilidad de esos funcionarios sobre las mujeres muertas.
Pero el camino es largo…
Todavía no ganamos la calle: en la Argentina se agrede mujeres, se las mata de mil maneras diferentes, el femicidio se ha hecho epidemia. También, en este último período, después que ganamos la votación en la Cámara de Diputados, se despide trabajadorxs y se lxs amedrenta por usar el pañuelo verde la Campaña.
El aborto clandestino, además de ser un enorme negociado, es un femicidio de Estado sobre nuestros cuerpos.
Pero estamos acá, en lucha y juntas, frente al Congreso de la Nación, visibilizando un pedido por el aborto legal, libre y gratuito que ya lleva décadas. Con la presencia de la cantante y actriz Helena Roger, del colectivo Periodistas Argentinas, NP Literatura, abogadas, actrices, músicas y demás trabajadoras de la cultura, llevamos El Cuento de la Criada a las puertas del Congreso para exigir la aprobación del proyecto que legalice el aborto en Argentina.
Sabemos que la del Senado es una lucha dificilísima pero nos preparamos para la votación del 8 de agosto tomando las calles y los espacios de visibilización de todas las maneras posibles. Acción tras acción, colectivo de mujeres a colectivo, el movimiento de mujeres está ganando las calles, se expande porque es una marea viva, nutrida de nuestra sangre, roja como las capas que soportan las criadas sobre sus cuerpos robados. Cuando nuestra fuerza y nuestra voz se liberen en esta acción, será una potencia desatada exigiendo «!Aborto legal ya!»
El camino ha ido del silencio al murmullo, del rumor compartido por las sometidas -sororidad- al grito con que las mujeres, juntas, hacemos oír. Y ya nada volverá a ser lo mismo.
El 8 de agosto se aproxima. Nos jugamos en esta lucha la vida de muchas cuerpas con capacidad de gestar. Por lo crucial de esta lucha, la acción de las criadas de este miércoles cobró relieve y se replicó en los principales medios del país y del mundo, desde Página 12, Tiempo Argentino o Infobae haste el NY Times y el Washington Post.
Esto hace que la lucha se expanda y se replique en toda América latina, pero nada es sencillo para nosotras y el camino es largo: Ayer, después de una marcha por el Aborto legal en Chile, apuñalaron a tres mujeres.
Como sostiene la carta de Margareth Atwood que se leyó en las puertas del Congreso: «Fuerce partos si usted quiere, Argentina, pero por lo menos llame a lo forzado por lo que es. Es esclavitud: es reivindicar poseer y controlar el cuerpo de otra persona, y sacar provecho de eso»
Nosotras hemos venido a decirle a esta esclavitud ¡Basta!