La vida y las pantallas: ver El Padrino una y otra vez

Por Mercedes Alonso

Mercedes Alonso aprovechó la breve vuelta de El padrino a las salas de cine para disfrutar de la magia por enésima vez. Un clásico no se define sólo por su perdurabilidad sino, sobre todo, por lo que hace con nuestras vidas, por las capas de interpretación posible con la que cada espectador va enriqueciendo la película cada vez que regresa a ella.

.

El Padrino es lo que hicimos con ella, lo que hicimos de ella o lo que la película hizo con nosotrxs. Es un clásico, pero es, sobre todo, un espacio en nuestras vidas, un episodio en nuestras biografías, o varios, las capas de interpretaciones que sumamos todxs lxs espectadorxs que somos. Quizás eso sea un clásico.

A mi me desvela, por ejemplo, la idea de Silvia Schwarzböck de que El Padrino define las coordenadas que organizan el cine contemporáneo. Me desvela porque no la termino de entender, pero me gusta y me gusta pensar que lo que no entiendo me sirve para seguir pensando para qué sirve (la idea, la película, quizás las dos sean la misma cosa). Por eso no cito ni explico; porque más allá de todo lo interesante que Schwarzböck tiene para decir, hay algo enormemente productivo en la búsqueda de un sentido que nunca se confirma. Para quien quiera perseguir la idea con más detalle, el ensayo se llama “Más grande que la vida. Notas sobre cine contemporáneo” y está publicado en Kilómetro 111.

Aparte de que la frase se refiere a la película, algo así es también lo que pasa con El Padrino. Siempre parece que hay algo más para ver.

La fui a ver en la última semana de su reaparición (eso no es un reestreno) en salas. Es mi primera vez en pantalla grande y eso me entusiasma, aunque si había que aspirar a algo, hubiera querido un rollo crepitante. En fin. El efecto se encadena de esta manera. Seguro que cada unx podría tener su propia versión:

 

  • Autobiográfico: en la previa del cine, digo que en torno de El Padrino armé una relación con mi padre que no tenía, o creía que no tenía, sin la película. Un poco después del principio, vuelvo a recordar, como recuerdo todas las veces, que alguna vez dije “es mi familia, no soy yo” (pero quién no, ¿no?).

 

  • La historia del cine, pero no en el sentido de Schwarzböck, sino la historia de las formas en que lo vemos. Mi amiga recuerda que la primera vez la vio en Space. La tele, el cable, un hito en la historia de nuestras formas de ver cine y de ver en general. Yo tuve un DVD en esas ediciones especiales que circularon en su momento de esplendor. La procedencia de la caja deluxe es parte de la autobiografía del punto anterior. Ya no tengo cómo ver eso. Las veces siguientes incluyeron Torrent, Netflix y esta modalidad de reposiciones con que los cines enmascaran o compensan la crisis de las salas que un poco tiene que ver con los canales anteriores y forma parte de las crisis que afectan al cine y que, entre nosotrxs, recrudecen, como pueden leer en esta nota sobre la crisis del INCAA.

 

  • Las prácticas en torno al cine. A mi alrededor la gente habla todo el tiempo. Un poco creo que se habla cada vez más en las salas, como si hubiéramos perdido el entrenamiento de estar en un espacio compartido y toda situación de ser espectadorxs remitiera al streaming en casa. Otro poco creo que es la reposición. Sobre todo en lo que motiva una respuesta que se repite: las personas se ríen de lo que reconocen como parte de la construcción a la que llamamos “El Padrino”. O sea: esas frases y escenas que se desprendieron de la película y son parte del acervo común de trivia inútil y lugares comunes con que condimentamos conversaciones. “Leave the gun, take de cannoli” no es exactamente gracioso. Menos que menos despertarse en una cama llena de sangre que estuvo saliendo de la cabeza cortada de tu semental favorito, como le pasa a Woltz. Sin embargo, hay personas que ríen, quizás (es otra costumbre de lxs espectadorxs) para demostrar que ellxs sabían que eso estaba ahí.

  • La pantalla grande cambia la película. Hay una escena que no recordaba; hay otras en las que aparecen cosas que no había visto antes (mi amiga ve el anuncio de un encuentro de boxeo atrás de las frutas que compra Vito antes del momento decisivo en el que rueda por la calle); la primera naranja (la película está llena de naranjas, es claro para todxs, creo) la tiene Tessio; el grito de Woltz en el momento en que descubre la cabeza con la que durmió toda la noche es idéntico -se ve diferente, pero suena igual- al grito de Michael cuando matan a Mary en la tercera parte. Principio y fin; apogeo y caída, para lxs que creen que la 3 no tiene nada que ver y no se molestan en verla.