Pulso, taquicardia, reposo: cinco poemas de Martina Cruz
Vanguardia de una generación que encontró un modo de poner el cuerpo que es en sí mismo un manifiesto, escuchar a Martina Cruz recitar es conocer un nuevo género para el sonido y la escritura. Aquí, cinco de sus poemas y algunos ecos de su voz.
Habilitar un sentido al dolor y al amor es –la poesía de este continente lo sabe bien- extender las preguntas sobre el horizonte de este mundo, no estar ya solx sino en compañía de ellas, inaugurar una zona de diálogo. “Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas”, escribió Ginsberg en los americanos cincuenta; hoy, acá en el sur, seguimos habitando ese diálogo abierto sobre las mismas heridas. Dice el poeta “que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural”: sí, así mismo, Allen, lo sabemos cada día. A tus palabras, sobre ese diálogo, se suma la voz de Martina Cruz.
Podemos leer a Martina y temblar. Podemos leerla y querer desandar el Camino Negro desde el fondo alertas y en sigilo, o trotando y luego a toda prisa, porque tenemos esta vida en estos tiempos, las juventudes están a la vuelta de la esquina, y ante toda tormenta el amor es espacio de experiencia, crecimiento, resistencia y duelo. Podemos leerla y temblar, pero si la escuchamos será el aullido. Vanguardia de una generación que encontró un modo de poner el cuerpo que es en sí mismo un manifiesto, escuchar a Martina recitar es conocer un nuevo género para el sonido y la escritura. Pulso, taquicardia y reposo de los días que corren bajo una sensibilidad que reivindica nuevas formas de lucha y otra poética para el presente.
Martina Cruz (Lomas de Zamora, 1997) publicó Camino negro al fondo (El Rucu Editor, 2017). Con veinte abriles nomás, ya recitó poemas en muchísimos espacios de su zona sur natal (Casa Canción, Asterisco, Casa Abierta, Doña Calabaza, Despertándonos), de CABA (CC Paco Urondo, Casa Doblas) y etcéteras, y ganó el Slam Mundial de Uruguay 2017, el «VI Concurso Nacional de Cuento y Poesía SADE Filial Junín», el «Concurso txdxs lxs chicxs leen poesía» y el «Certamen Maribel López Pérez-Ojeda de micropoesía» (España).
Acá, otros ecos de su voz:
1
la mano que tiembla
atrapa un beso que también tiembla
en una villa que tiembla
por los disparos de la yuta
que a su vez tiembla
ante un pueblo que
con la mano atrapa un beso en la villa
y no tiembla
porque cree en el amor
Panza de birra
se comen la boca estrepitosamente
lengua
y lengua
boca
y boca
mordida
el momento no siempre es poético
el momento no siempre es romántico
el momento siempre es práctico
por eso se permite suceder
y al final de las huellas de neón
el colchón de sábanas rotas
la esquina de una habitación cualquiera
el relámpago de piel
que culmina con el beso en la panza de birra
a la vuelta de tu casa
así también sucede el amor
Viejo
llegué a la casa de mi viejo
toqué el timbre y no me abría
pensé que estaría tomando una siesta
pero pasaban los minutos y
golpeé las puertas
toqué el timbre
le di patadas a las cosas
abrí la ventana a la fuerza
y ahí estaba
en la cama
-en ese momento
aún no podía imaginarme mi vida sin vos-
empecé a llorar y a gritar
no hay nada peor que los hijos derramados contra una puerta
no te movías ni un centímetro
y no había respiración
en la panza plateada
ni un movimiento de manos
yo agarré el celular
que temblaba contra la palma
tampoco supe a quien llamar
de pronto te levantaste y abriste
fue así de simple
la segunda vez que pasó esto fue más brutal
e infinita
pasé los primeros meses
como esa media hora
golpeé puertas
toqué timbres
le di patadas a las cosas
abrí ventanas a la fuerza
esperando que fuera así de simple
que te levantes
Temperley
lleva flores mezcladas en la falda, en la bombacha y en el corpiño
se escapan pétalos de jazmín
a la mañana hizo silencio nómade
y se escuchó un murmullo de antiguo amor
por la tarde, durmió en el ataúd
y aún olía a flores
Camino negro al fondo
en la palma de mi mano
hay líneas como una telaraña de tiempo
en la palma de mi mano
sos un yuyo inesperado que regué
en la palma de mi mano
sobra espacio para darte todo lo que quiero
en la palma de mi mano
dame corazón a cambio de pobreza
porque cuando no quede nada
en la palma de mi mano
y comience el recorrido
al fondo de Camino Negro
y nada en la palma de mi mano
se me caigan las chapas encima
y nada en la palma de mi mano
cuando ya camine como fantasma
escuchando los tiros
un pibe corriendo de la yuta
nada en la palma
entonces no importa y yo corro
sin nada en la palma
pero llego a tu casa
entro sin tocar
como si fuera plaza de mayo
y no tengo nada
nada de nada
pero puedo llegar y darte un beso
mientras los pibes en la esquina
tienen las manos
que rebalsan de historia
que sangran barrio
y yo te sonrio toda
porque en Camino Negro al fondo
se puede colar un beso mientras los pibes
matan a los polis en la esquina