Rara, como encendida

Por Lorena Gall

El cuarto libro de Yamila Bêgné es una novela rara, «en el sentido de atípica, pero también lo es en la medida que nos invita a un universo por demás extraño». Lorena Gall trata de desentrañar algunos de los procedimientos del texto que, más allá de los intentos de clasificación, desembocan en una «sutil perforación de la realidad».

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La trama de Cuplá, el cuarto libro de Yamila Bêgné y el segundo de ella que yo leo (el primero fue el maravilloso Protocolos naturales) es nítida, sencilla. Epifanio llega a la medianoche al pueblo de Cuplá, en donde aún viven algunos de sus familiares cercanos. Es un hombre de perfil bajo y sus parientes nos harán notar muy pronto que desde siempre lo han considerado un excéntrico. Escribe notas para una revista de divulgación sobre enfermedades cardiovasculares y pasa sus días sin mayores preocupaciones, pero tiene una mente inquieta y curiosa. Por esa razón, no tarda mucho en percibir los detalles que lo harán suponer que allí se cuece un extraño fenómeno en la dimensión espacio–tiempo: la luz fosforescente de la plaza, un brillo anómalo en el florero de su abuela, una lluvia torrencial que no lo moja.  

Este texto es otro aporte al inconfundible estilo Bêgné, el cual, a esta altura, no puede dejar indiferente a nadie. Cuplá es una novela rara en el sentido de atípica, pero también lo es en la medida que nos invita a un universo por demás extraño. No quiero sonar vaga en este punto así que voy a tratar de ser específica. Para eso, organicé los elementos que hacen a la rareza de Cuplá en al menos cuatro procedimientos:

  • La combinación improbable entre palabras muy específicas con otras muy generales como cuando el narrador dice: “el lugar tenía algo de museo organizado, pero funcionaba también, como acervo burocrático de asuntos”.  O como cuando nos cuenta, en el momento en que Epifanio ingresa al corazón del Archivo Local Fundador Escuelto Sam para iniciar su investigación tras los pasos de Ducampt, el único físico que parió ese pueblo: “Y avanzaron los dos hacia el fragmento longitudinal de espacio que se abrió en la puerta”.
  • La rareza de los nombres de personajes y ciudades con los que se construye el mapa de Cuplá, su periferia y pobladores: Epifanio, Amilia, Antún, Merlo, Beila, Dorio, Ducampt, Lutena, Glucy, Mills y el mismo nombre inventado del pueblo Cuplá. Todos nos dificultan mucho la tarea de reconocer alguna procedencia.
  • Los detalles que el narrador elige describir para darle forma a las escenas de la vida cotidiana: “Dorio descorchó el vino y les sirvió a todos, en el mismo sentido antihorario en que habían pasado las bandejas con comida”.
  • La distancia extrañada de los diálogos, que, sin llegar a apartarse del todo de una psicología realista, sí lo hacen claramente del costumbrismo: “–No estoy con nadie (…) Igual hay una chica en el trabajo. No sé. Me mira. (…) / –¿En serio? (…) ¿Y a vos te gusta? / –No sé, no lo pensé, la verdad. / –¡Pero esas cosas no se piensan, hijo! –dijo su padre. –¿No que no se piensan? (…) / –Bueno, yo las pienso, qué quieren que les diga. / –Está bien, él es así, él las piensa– dijo Dorio (…)”.

De todos modos, la mayor rareza de Cuplá está sin duda en la dificultad para clasificarla dentro de algún género. Una primera aproximación nos permite incluirla dentro del amplio universo del género fantástico pero la novela no nos deja a merced de las explicaciones sobrenaturales. Sin embargo, la construcción minuciosa y detallista de un verosímil científico tampoco parece ser un objetivo de la novela como pediría la ciencia ficción más dura así que también se nos hace difícil meterla en este grupo pero no  por ello podríamos decir que evade cualquiera de estas dos clasificaciones porque aquí ingresarían de todos modos las investigaciones de Ducampt, que  oscilan entre las pruebas de la reversibilidad del tiempo y la dilución de la materia vegetal; la desaparición circunstancial de estrellas o su emanación de colores no visibles.

Hace poco leí en un artículo que sus textos se pueden considerar parte de la corriente conocida como new weird, un género que se desarrolla en la subversión de la fantasía, pero que estaría tan alejado de la épica como del cuento de hadas. Más allá de toda clasificación, lo que seguro podemos afirmar es que Cuplá trabaja para perforar sutilmente esta realidad, o al menos, para hacer evidente que su consistencia no es tal.

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-Bêgné, Yamila, Cuplá, Omnívora editora, 147 páginas.