Seminario virtual «150 años de narrativa paraguaya»
Seminario de 8 encuentros semanales
Inicia el 16 de agosto – Domingos de 18 a 20 horas
1500 pesos por mes
Consultas: mariocastells75@gmail.com
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“Paraguay is not a country, it is an obsession”; la célebre frase de Juan Carlos Herken sigue siendo ilustrativa de todos los que nos diligenciamos en el estudio de la literatura, el arte y las ciencias sociales de este país.
Desde hace casi 30 años la literatura de la patria de mis padres se fijó en mis obsesiones. Habiendo vivido casi una década en una jurisdicción del pueblo Laureles, me convertí no solo en otro guardián del Ñeembucú (vaya mi homenaje al llorado amigo Andrés Contreras) sino en un enamorado “recalcitrante” (la frase es de Roa) del arte, la literatura, y la historia del Paraguay. Esa obsesión me ha compelido a inventar mi propio Paraguay (la frase y el afán se lo debo quizás a mi finado maestro Bartomeu Melià). Trazándome sus pautas fundamentales he seguido en este acto creativo una ética y una estética de la escritura y he querido ligarlas, como chicharô trenzado, en un método, buscando las fauces profundas de lo que nos hace distintos entre nuestros pehengue, los pueblos del cono sur de América.
Se han dicho muchas boutades sobre la literatura paraguaya. Que la iniciaron tres extranjeros: los argentinos José Rodríguez-Alcalá, Martín Goycochea Menéndez y el español Rafael Barrett. Que es una incógnita. No es así, olvidándose de Centurión, por ejemplo, (uno de los intelectuales más geniales del siglo XIX en Sudamérica) o del periodismo de guerra de El cabichuí y Cacique Lambaré, puntapié inicial de la literatura paraguaya de expresión guaraní, se sostienen falacias y se invisibilizan amputaciones. Lo que ha fallado en muchos críticos (nacionales y extranjeros) es el resorte del interés. Ingresar, zambullirse en su estudio plantea muchos problemas y requiere el avío de una fidelidad militante. Tanto es así que lo que para algunos interesados en este “objeto de estudio” es una rémora que se adjudicó un nombre de país, para mí es una aventura cultural. Esa ética me ha alejado como de un espanto de las miradas colonialistas canonicistas y me ha llevado a combatir de manera efusiva con aquellos que han elegido hacer un Paraguay siguiendo las pautas de sus escarnecedores.
En este seminario he convenido adoptar un trillo distinto para abordar la literatura del Paraguay. Propongo leer en series pareadas, opositivas o complementarias, textos de escritores paraguayos que escriben en castellano y, acaso en la elongación de ese ejercicio, en el curso de su evolución, trazar una imagen más acorde con su devenir.
1 Viaje nocturno, Juan Crisóstomo Centurión / El dolor paraguayo, Rafael Barrett
2 La babosa, Gabriel Casaccia / Hijo de hombre, Augusto Roa Bastos
3 “Arribeño del Norte”, Carlos Villagra Marsal / Ojo por diente, Rubén Bareiro Saguier
4 Caballero, Guido Rodríguez-Alcalá / El sonámbulo, Augusto Roa Bastos
5 Ramona Quebranto, Margot Ayala de Michelagnoli / El Rubio, Domingo Aguilera
6 La niña que perdí en el circo, Raquel Saguier / Novela B, Mónica Bustos
7 Xirú, Damián Cabrera / Manual de esgrima para elefantes, Javier Viveros / Falsete, Ever Román
8 “El chongo de Roa Bastos”, Cristino Bogado / Gil Wolf, Humberto Bas