Sergio Rotman, antes del último show de Cienfuegos: «Estaba enojado y lo sigo estando»

Entrevista y fotografías de Marcelo Simonetti

A pocas horas del que Cienfuegos realice su último show, Marcelo Simonetti entrevistó a Sergio Rotman, en una charla en la que pasaron por el impacto de la pandemia en el sector, la forma en que las nuevas tecnologías nos cambian la vida (no necesariamente para mejor), los múltiples proyectos del líder de El siempreterno, la discusión sobre la democratización o no de la música y los nuevos proyectos que se vienen.

 

En los últimos dos años y un poco más las cosas cambiaron. La vida se discontinuó en la mayoría de los rubros que más nos gustaban. Pero algunas cosas, como pudieron, cambiando, se mantuvieron. Nos ayudaron a seguir. Una de esas fueron las noches con un puñadito de nosotros en Strummer viendo a Rotman en alguna de sus encarnaciones y caprichos, como Terciopelo Underground, con versiones de la Velvet, La Dub Clash Orquesta, las noches disc jockeando y, más que nada, con su banda solista.

Nuestra charla anterior había sido a fines del 2019, cuando Sergio contó que en unos meses tenían planeado un último show de Cienfuegos. Agujero negro mediante, cuando hace unos días tocó en Strummer quedamos en encontrarnos para una nueva entrevista. Cumpliendo con ello, me recibió en su casa de Florida. De entrada, me contó que ahora vive ahí su hijo Leroy, pero que arriba armó su estudio. Como se imaginan, tres bateas repletas de vinilos son el principal componente de la habitación. Así es como la música forma parte de la vida de Rotman.

-La excusa es el show de Cienfuegos, y me acuerdo que la última vez que hicimos entrevista era fines del 2019, y vos me adelantabas que había un show más en abril del 2020. Después vino el desastre. ¿Ese es este show?

-Sí, es exactamente ese show. En realidad, hubo bastantes cosas subiendo en el medio, como que en el período, en el proceso entre ese show y este momento, la situación con Cienfuegos se conflictuó, como siempre sucede, no por algún motivo nuevo sino por la naturaleza típica del grupo, y hubo que empezar como de cero. Ahora estamos bastante bien, ensayando. Y armamos una lista un poco diferente. Pero siempre el mundo Cienfuegos es complicado.

-Sobreviviste (y sobrevivimos) en Strummer durante la pandemia. La vida se suspendió y lo único que podíamos hacer era laburar para algún patrón. Dijiste en un show que estabas un poco enojado.

-Bueno, hice un disco que se llama Odio, en el medio de todo eso. Si, no hay nada más triste que reforzar los conceptos malos de algo que uno ya sabe. O sea, lo que a mí me hinchó las pelotas del 2020 es que era una idiotez. Y ahora dos años después nos dimos cuenta. ¿Cómo puede ser que con tres mil años de civilización el poder nos siga engañando igual?  Ojo, lo entiendo. ¿Qué hubiera pasado si hubieran dicho: lo único que se puede hacer es escuchar música? ¿Qué hubieran hecho los músicos?

-John Lydon decía que “el odio es una energía”

-Sí. Y además me estoy dando cuenta de que yo jamás había compuesto un disco en un mes. Nunca. Y, salvo “Finalmente”, todas las canciones fueron compuestas en ese período. Entre abril y agosto de 2020. Y no tengo mucho más que decir que lo que está dicho ahí. Estaba y estoy muy enojado y no se me pasa. No es que no estuviera enojado antes, pero me enoja tener razón al decir “Esto es una mierda”. Y sí. Uno siempre espera que te digan “No, mirá flaco, ¿ves éste jardín?, es por acá”. Y no sucede, y pasan los años y pasan las generaciones y es siempre lo mismo. Yo pienso que hubo un gran cambio en el siglo XXI que tienen que ver con que todos esperábamos algo, por lo menos los que tenemos mi edad, ¿no? Éramos chiquitos y pensábamos en el año 2000 y tenía cierta magia. Obviamente que uno sabía que no se iba a arreglar nada. Pero me deprime que sea todo igual y peor. Porque ahora estamos dominados por el teléfono, no tenés tiempo libre, no tenés ocio, no tenés aburrimiento. Se terminaron cosas que eran muy importantes para el ser humano. Y no se ven resultados muy divertidos.

-¿La música es un arte individual o colectivo?

-Depende. Te hablo de lo musical. Trato de no cerrarme, pero lo hago más que nada porque no confío en mi talento. No porque no me guste lo que hago. Pero yo creo que hay infinitas formas. Y yo me he presentado de muchas formas distintas. Fijate que Cadillacs mismo tuvo un proceso en el cual, por ejemplo, del 85 al 90 es un grupo, pero en el 92 comienza otro grupo que funcionaba distinto y en el 97 otro. Dentro del mismo Cadillacs vi tres períodos muy diferentes. Personalmente, Mimi Maura funcionó de una forma al principio y después cambió en Mirando Caer la Lluvia. Se terminó el grupo original y apareció otra cosa. Después, los otros grupos que hice, tanto El Siempreterno, Los Sedantes y este, sí giran en un 90% en torno a mis ideas, pero siempre me junto con gente que va a aportar. No con sesionistas. Siempre trabajo o con amigos o con gente muy cercana, o buenos compañeros de banda. Pero nunca, salvo raras excepciones como algún reemplazo, nunca tuve en el escenario a alguien que no amara. Siempre cuando me viste en los escenarios, inclusive con las bandas paralelas como Los Cafres y Los Decadentes, son gente que yo quiero. No es que tengo relaciones musicales sin sentimientos de por medio. No me ha pasado nunca. Y soy excepción. La mayoría de los músicos van, tocan, y preguntan: ¿cómo se llama éste? Ah, ¿Jorge, que hacés? Eso no me ha pasado.

-En el último show de Strummer dijiste que lo que hacés termina donde termina el escenario, y que no importa cuánta gente haya más allá. ¿Es tan así?

-No es tan correcto. Lo dije así, es verdad. Pero no es tan correcto porque a veces trato de explicarme cuando estoy tocando y suelo ser muy arrebatado. Estoy diciendo una cosa y estoy pensando en lo que voy a hacer después. El concepto es que vos podés trabajar hasta el borde del escenario, y después sucede lo otro. No es lo mismo tocar para diez personas que para cien mil. No es lo mismo. Pero sí, si te va a condicionar que sea del escenario para allá y no del escenario para acá. Y ambas cosas son encantadoras. Yo no había tocado nunca en un lugar tan chiquito como Strummer. Extrañamente me agarra en un momento que es de mi mayor popularidad, pero caí ahí por los motivos que estábamos hablando. Y la verdad es que es muy confortable tocar para setenta personas. Muy confortable. Se producen cosas muy distintas en ambas situaciones.

-Para nosotros como público también.

-Vos sabés que yo siempre que vi a los grupos que me marcaron tocaban para menos de cien personas. Eso es lo que yo pensaba. El último gran show que yo vi fue el de ese póster que tenés ahí, el 29 de enero de 2016, y éramos…32. Shannon & The Clans. Tremendo. Son muy populares, no son unos desconocidos ni nada. Y después pensaba: este show me gustó. Había cien. Este show me gustó. Había cincuenta. O ciento veinte. No me acuerdo de haber visto un show mega y que me haya impactado. Creo que en Niceto vi a Peter Hook y me pareció buenísimo…

-El de Joy Division.

-Claro, el de Joy Division. Después hizo más, pero no tan buenos. No es lo mismo tocar Closer que tocar Technique. Es muy linda la fórmula de lo que hace igual. De hecho, me enteré que voy a estar en Chicago el día que toca, así que lo voy a ir a ver. A un sitio al que ya fui, el Metro. La primera vez que salimos con Flavio en Chicago fue ahí. Pero, como te decía, tocar para poca gente tiene una magia muy especial. No es peor que tocar para cien mil. Eso es lo que quise decir. Vos podés tocar para diez personas y que sea brutal y tocar para cien mil y que sea brutal. No es que sea automático que tocar para cien mil sea “uy, la pasé bárbaro”. Yo en el primero de los dos de los Cadillacs de éste año me quería ir. Pero no era por los Cadillacs. Era porque no estaba bueno. Estaba confuso.

-Yo te vi en un Personal Fest en 2017 con los Cadillacs, en el que estuvo PJ Harvey, y la mitad de la gente en otra cosa, no sabiendo ni lo que suena. Hice un esfuerzo enorme por conectar con la banda.

-Sí, me acuerdo, fue el último show de los Cadillacs de la formación con Hugo Lobo. La fórmula estaba gastada. La nueva idea es mejor, pero es iniciática. Le faltan como diez años, pero va a estar bueno.

-En los shows, y muchas veces en los discos, exteriorizás todas las influencias musicales, las pones arriba de la mesa. ¿Es consciente o sale solo? ¿Es para decir “mirá, de acá vengo yo” o te sale solo? Cosas como ponerle Colin Newman a un tema o versionar sobre los temas propios a Morrissey, Echo & The Bunnymen…

-No, es una torpeza. Sin dudas. Es innecesario y me parece que va en contra de la canción, pero es inevitable. Porque mi relación con esas canciones y esos autores que mencionaste no es liviana. Entonces no puedo caretearla. Entonces termino poniéndole “Colin Newman” a una canción que suena como Wire.

-¿Es como develar un secreto?

-Es que no, ya no es un secreto. Y mucho menos si el disco lo sacás en el 2014. Ahora, si yo hacía un tema que se llamaba Colin Newman en 1985 era otra cosa. Lo que pasa es que lo hice así porque quería que le llegue. Más allá de eso, es algo absolutamente torpe.

-Hablemos de la supuesta democratización de la música. El “Cualquiera puede cantar” del disco de los Decadentes era una reivindicación del punk. Ahora en algunos lugares te dicen que está democratizada la música, ¿pero es así?

-No. No está democratizada la música. Es todo un engañapichanga. Porque se sigue escuchando la misma música de antes. Excepto por el hecho de que le hayan puesto un manto de “todo el mundo puede escuchar cualquier cosa”, no cambió ni un milímetro lo que sucedía de la relación artística entre un artista con el público. Nada. No hay ningún caso. Hay uno que la pegó. Pero también antes pasaba cuando no había internet. Que había One Hit Wonders y chabones que cantaban “vamos a la playa, oh oh oh”. Me parece que no cambió nada. Si vos hablabas con el vos de los 17 años o el yo a los 17 años y te ofrecían la conexión que hay ahora, les decíamos “¡obvio! Yo quiero escuchar todos los discos de Crass”. Ahora, a diez años o más que hace que estamos con ésto, nos quedan algunos huecos y muchas preguntas.

Yo hay algo que tengo claro: no cambió nada, ni siquiera en lo económico. Seguimos cobrando lo mismo seas indie o seas grande. Y la pregunta que me hago es cómo afectó todo esto a la calidad de lo que escuchamos. Porque todavía no lo sé. Fui a ver a K4 el otro día y me pareció muy bueno. Creo que desde Todos Tus Muertos en Cemento en el noventa y pico que no veía ese tipo de performance. Gente que se mete sobre el borde de la tensión. Indiscutible. Volviendo a lo de antes, en éstos diez años de megaconectividad lo peor que ha sucedido es que se fue la soledad y se fue el ocio. Esas dos cosas van a tener gravísimas consecuencias. Ahora, si el gran enemigo que vamos a tener es que estamos megaconectados y por eso tenemos una situación de menor calidad de vida, entonces bueno, apaguémoslo. Pero probemos. Si realmente es ese el problema probemos. ¿Cuánta información real tenés en tu cabeza más que antes de tener internet?

-El otro día en Strummer dijiste que era la última presentación de Odio. ¿Ya sabés que sigue?

-Voy a hacer otro disco. Te voy a contar de qué es, sabiendo que puede que no suceda, porque es un experimento. Ya lo escucho en mi cabeza. Voy a hacer unas canciones de un grupo que se llamó Valió la Pena. Era la banda de Marcelo Clash, Pedro Naimojín y Fernando Ricciardi en la batería. Y si Ricciardi estaba tocando con los Cadillacs tocaba Gigio. Estaban en la misma escena que TTM. De repente no tocaron más, pero en mi cabeza quedaron esos temas. Entonces en el 2006, o 2004, los junté y los hice grabar en Pinto, la sala de TTM, de Mimi Maura. Quedó espectacular, pero no lo editaron. Ahora lo vamos a editar. Pero lo voy a grabar yo con mi banda. El mismo disco. Las mismas canciones. Por ahí le agrego algo más. Las de ellos son cuatro o cinco, más algunas nuevas mías, más algunas más de esa época. Es algo para hacerlo ya. Lo grabo y lo toco. Posiblemente el próximo show que haga ya sea con eso. Voy a hacer algunos en agosto en el Gran Buenos Aires, Y esto hay que pensarlo para noviembre o diciembre. Vamos a ver como sale. Es salirme un poco del lado del compositor, que a mí no me cuesta mucho. No me copa mucho.

-Para cerrar el círculo, volvemos a Cienfuegos. Lo que va a pasar el sábado en Groove ¿sigue siendo una rara avis como en los noventa o es una efeméride?

-No tengo la menor idea. No la entiendo a la banda. Por momentos me parece que es la mejor banda del mundo. Pero es muy raro que seas la mejor banda del mundo y los mismos integrantes te digan que no. Probablemente no lo sea. Pero ha generado un amor que no tengo idea de donde sale. Y no es ni en diez ni en quince personas. Son un montón. Podríamos haber hecho cuatro Groove. Yo decidí no hacerlos. No sé si vale la pena el sufrimiento, la incomodidad de algunos. No sé si vale la pena. Hacemos uno y ya. Veremos. Pero no tengo la menor idea de lo que le pasa a la gente con Cienfuegos. No lo entiendo. Porque era inesperado. Y yo en mi carrera siempre me di cuenta de lo que iba a pasar. Pero es muy extraño. No sé si ponerme contento.

 

Nos reímos los dos la última ocurrencia, decidimos que es un buen cierre y nos despedimos hasta el Groove de este sábado.