Cinco libros y cinco películas para pasar la cuarentena

// Por Synco

Escribimos este artículo pensando que en Francia se triplicaron las ventas de La Peste desde fines de enero, es decir, desde la aparición de los primeros casos de Coronavirus. Nos preguntamos qué tipo de reflexión puede ofrecernos la ficción frente a eventos de pánico social y alarma generalizada. En qué tipo de elaboración social se integran los libros y las películas que plantean escenarios similares -aunque desaforados- de nuestra posición actual. Lejos de los canales de noticias y los periódicos, encerrados como los personajes del Decamerón -o como en «La máscara de la muerte roja», de Poe- nos ponemos a leer y a evadir la muerte que gobierna afuera.

En principio, podríamos volver a Mark Fisher cuando afirma que para esta época es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Esa cancelación de un futuro genera un clima ballardiano de lenta extinción. Este año ya podemos contar tres escenas postapocalípticas: primero fue la noticia de que Donald Trump había atacado Irán y entonces recorrimos las visiones de una inminente guerra atómica que arrasaba con todo. Después la NASA informó que el 28 de abril un meteorito pasará cerca de la Tierra y es calificado como “potencialmente peligroso”. Ahora estamos en un contexto de países enteros en cuarentena y la OMS declarando pandemia el virus conocido como Covid-19.

Susan Sontag nos mostró en La enfermedad y sus metáforas que siempre hay una lectura política y social que podemos hacer en contextos de emergencia sanitaria. Ya sea el gesto romántico de la tuberculosis (“Se necesita ser sensible para sentir tanta tristeza; o, por ende, para contraer turberuclosis”), el juicio moral sobre la sífilis, el misterio del cáncer, el horror de la lepra, el lenguaje paranoico-militar del SIDA (“y el sabor de ciencia ficción, que ya estaba presente en las referencias al cáncer, se agudiza cuando se trata del sida, como en el fragmento citado, de la revista Time, de fines de 1986, en donde se describe la infección como una guerra de alta tecnología para la que nos están preparando las fantasías de nuestros líderes y los videojuegos”.)

Cuando una enfermedad invade el escenario social es el misterio de su etiología y la falta de un procedimiento de cura, lo que la vuelve siniestra. Se abre entonces un estado de excepción donde se cierran lugares de trabajo y de estudio, se desploman los mercados, se cancelan eventos multitudinarios, se levanta fronteras geopolíticas, se enrarece la vida cotidiana, entran en recesión economías-monstruo como la China (y arrastran con ellas a otras), se activa la paranoia en los espacios públicos.

Es difícil saber qué tipo de metáforas contiene el Coronavirus en este momento. Pero si indagamos en eso que Fredric Jameson llama “inconsciente político”, donde conviven las expectativas y temores de una comunidad sobre su futuro, podemos encontrar que de inmediato se activan las imágenes latentes de una guerra hobbesiana de escala global. Su inicio puede ser una guerra entre Estados, un fenómeno climático o una epidemia. El resultado es similar: la lucha de todxs contra todxs. Las ficciones que trabajan sobre este tópico invierten el lugar del estado de naturaleza que describe la tradición contractualista y ponen en el futuro lo que Rousseau o Locke ponían en el pasado remoto.

Desde Synco ofrecemos estos diez artefactos (libros y películas) que nos permiten desplazar el contexto actual hacia realidades imaginarias donde la vida humana enfrenta su extinción.

Libros

Soy leyenda (1954)

La novela de Richard Matheson plantea un mundo post-guerra bacteriológica donde la pandemia terminó con la vida humana sobre la tierra. Pero la población mundial no está muerta sino que ha transformado su existencia en algo muy similar a las características del vampirismo.  Robert Neville es el último humano sobreviviente y pasa sus noches acosado por las hordas de no-muertos. Escrita en el contexto de la Guerra Fría, la novela trabaja sobre lo que algunxs autorxs llaman “pesimismo darwinista”, donde la evolución de la especie puede devenir una oscura pesadilla. Cuando la vampira Ruth le avisa a Neville que será ejecutado, adquiere conciencia de ser él quien infringe la ley de existencia. Lo humano es la nueva forma de habitar lo monstruoso.

Guerra Mundial Z (2006)

Las existencias detenidas en el limbo entre la vida y la muerte -vampiros, zombis, etc.- pueblan las ficciones postapocalípticas. Esas criaturas de la literatura fantástica encuentran una nueva actualidad cuando es la enfermedad -es decir, la ciencia- la que explica su aparición. El gran libro de Max Brooks tiene la forma de un informe para las Naciones Unidas donde casi no escuchamos la voz del narrador. Se propone como relato coral de personajes distribuidos en distintos puntos del planeta que cuentan cómo sobrevivieron a la plaga que transformó a buena parte de la población mundial en zombi. Uno de los grandes aciertos de Brooks es poner el futuro en el pasado, es decir, narrar desde un punto en el tiempo donde la epidemia ya sucedió y debe ser documentada. Para lxs rastreadorxs de coincidencias, la enfermedad zombi inicia en China.

La sequía (1964)

Si hablamos de extinción, J. D. Ballard no puede faltar. Si bien la premisa de la novela no es médica sino climática -ha dejado de llover en la tierra y eso desata el fin del mundo- sugerimos su lectura por considerar que Ballard es quien llevó más lejos las reflexiones sobre la decadencia de la sociedad. Hay en su poética, además, una extraña preocupación por los objetos. Sus novelas construyen situaciones donde el mundo entero es una mesa de disección y cualquier reunión es arbitraria. La sequía muestra cómo, al diluirse las relaciones sociales previas al desastre, se diluyen también las relaciones sociales que están en los objetos, dentro de las mercancías, como fantasmas liberados por una nueva configuración social.

Quema (2015)

El clima de esta novela de Ariadna Castellarnau puede asociarse a la literatura de Ballard y también a esa gran novela de Cormac McCarthy que es La carretera. El mundo acá agoniza pero no hay una explicación nítida de cuál es la causa. Algo en el clima, tal vez. Los lazos sociales están disueltos y lxs personajes -tristes, desoladxs- avanzan en los siniestros caminos de la supervivencia. La vida enrarecida, pequeña, frente a un mundo que ahora se agitante en su misterio.  Grandes fogatas se multiplican en ciudades y pueblos. La gente quema sus pertenencias porque se han vuelto inútiles. Y con ellas, arden también las relaciones de producción en que nacieron.

El esqueleto (2016)

En esta lista Synco no puede faltar la recomendación de historietas. Se suma el autor argentino Salvador Sanz. El Esqueleto narra un Apocalipsis ambientado en la Ciudad de Buenos Aires donde un virus que se contagia al ingerir carne animal transforma al instante a las personas en caníbales.  En un mundo sin animales, los depredadores llamados carnívoros cazan a lxs últimxs personas, las vegetarianas.  El Esqueleto, nuestro protagonista y sus compañerxs buscan refugio en el Museo de Ciencias Naturales, pero el lugar devendrá trampa, y el esqueleto la presa. Esta historieta, híperrealista  y en blanco y negro, tiene grandes escenas de acción, humanos deformados, con mandíbulas dislocadas para deglutir troncos y extremidades de personas, hembras cuadrúpedas y cazadoras, y también máquinas del tiempo dentro de fósiles. El autor ofrece un mundo devastado en locaciones familiares. Más cercano al cine de Romero, Sanz reversiona su primer historieta publicada originalmente en el fanzine Catzole en los años 90.

Películas

Contagio (2011)

Este thriller de Steven Soderbergh, que en su momento se tildó de exagerado y alarmista, hoy es LA película que aborda el escenario de una pandemia mundial en plan realista. Tal vez por esto ya es la segunda película más vista de Warner Bros en lo que va de 2020, lo que prueba que la paranoia puede ser un gran negocio para alguna gente. Un poco al modo Bond, la película acompaña al equipo de especialistas que rastrea el origen de la enfermedad por distintas ciudades del mundo, mostrando la forma en que las distintas instituciones y grupos de poder se enfrentan a la amenaza. Virus, redes sociales, fake news, gurús que prometen falsas curaciones, conspiranoia, muerte y destrucción. Todo lo que quieren lxs guachxs.

Rabia (1977)

Un infaltable en Synco es el querido director canadiense. David Cronenberg y su película Rabia, nos narra el accidente de Rose y su posterior intervención quirúrgica, la cual genera en la protagonista un devenir vampiro. Esta vez el concepto de La nueva carne del  ‘rey del terror venéreo’ está puesto en la Clínica Keloid y su mirada fuera de las categorías de lo humano al operar a la protagonista. Como resultado Rose despierta con una protuberancia fálica en su axila y un deseo de clavar su nuevo miembro en una víctima y así saciar su sed de sangre

12 monos (1995)

Entre 1996 y 1997 un virus hizo que la superficie de la tierra se volviera inhabitable. La humanidad sobrevive en refugios subterráneos. Un grupo de científicos realizan precarios viajes en el tiempo para reunir información sobre el origen de la epidemia y así detenerla. Lxs viajerxs son prisionerxs que intentan ganarse el perdón accediendo a las misiones. Terry Gilliam se inspiró en la fotonovela La Jetée de Chris Marker, estrenada en 1962. Y aunque nos gusta más la original, elegimos 12 monos porque el motivo es acá médico y en La Jeteé el punto de origen es la Tercera Guerra Mundial. Ambas comparten la estructura de loop, donde la forma enrevesada del tiempo parece indicar la existencia de eso que los griegos llamaban destino.

Tren a Busan (2016)

Un padre y su hija hacen un viaje de media distancia en tren cuando se desata la epidemia zombi. El espacio cerrado y claustrofóbico hacen posible cierta renovación del tópico zombi que fue inaugurado por George Romero en 1968 con La noche de los muertos vivientes. El género suele preferir los espacios abiertos y públicos. Acá Yeon Sang-ho elige la monstruosa intimidad del transporte público y pone en el centro de la trama los vínculos sociales del neoliberalismo, con su mezquindad, su egoísmo, su componente individualista. La relación entre los no-infectados se vuelve paranoica y agresiva. La guerra hobbesiana se ha desatado.

Pánico en las calles (1950)

Se ha dicho mil veces que el policial y la ciencia ficción son los géneros más aptos para la crítica social. En este clásico film noir, Elia Kazan usa la amenaza del retorno de la peste negra a los barrios bajos de New Orleans para cargar contra la corrupción policial, los engaños mediáticos y la especulación política que se lanzan a una carrera silenciosa contra la epidemia buscando evitar el pánico ciudadano. Además es el debut cinematográfico de Jack Palance. La otra gran película de peste negra es, por supuesto, El séptimo sello, donde nuestro querido Max Von Sydow, fallecido esta semana, sigue disputando su eterna partida de ajedrez con la muerte.