Lo monstruoso en Lovecraft

// Por Lucía Vazquez (Vdevendetta)

Desde el MonstCast nos llega una nueva entrega de la serie monstruos, esta vez recorriendo el imaginario de H. P. Lovecraft para presentar el bestiario del horror cósmico. Pasen y lean.

Personaje controversial, Lovecraft renovó las formas de pensar al monstruo. Creó un imaginario que llega a nuestros apocalípticos días, ominosos por demás. Racista, prejuicioso, misógino, antisemita (aunque con un amigo judío) también influencer, este autor nacido hace casi 130 años sigue dándonos que pensar con sus terrores y horrores.

Lovecraft armó a principios del siglo XX un círculo de amigos y escritores, con una visión comunitaria de la escritura que no entraba en contradicción con su falta de sociabilidad. Su dedicación al monstruo puede tener que ver con su sensibilidad, su miedo al gran otro, a lo desconocido, por eso seguir leyéndolo nos permite pensar el vínculo ambiguo y poderoso con la otredad. Lovecraft imaginó un universo lleno de infinitos horrores desde su pequeña Providence, creando en su literatura un lenguaje para interpretar el miedo.

En el último capítulo de MonstCast 2019 nos dimos el gusto de hablar con nuestrxs invitadxs de algunos de sus relatos, no quizá los más clásicos, incluso varios que salen de su ciclo más famoso, el del llamado horror cósmico.

El color que cayó del cielo (Colour out of space, 1927)

Si bien trata la temática espacial, no aparecen los antiguos o los tópicos cósmicos lovecraftianos en esta historia. El relato básicamente nos enfrenta con la posibilidad de que haya una alternativa a la gran nada o al sinsentido que produce pensar que “no hay más” que lo que sabemos y vemos. Visto de este modo, Lovecraft nos da algo de esperanza, la certeza de que no estamos solxs. El problema es que lo que llega de afuera a mostrarnos que la nuestra no es la única forma de vida es básicamente un meteorito que destruirá todo lo que amamos y nos importa, como lo que le sucede al pobre granjero y a su familia. La otredad no solo es completamente otra y amenazadora sino destructiva e incomprensible. Lo weird y el terror dicen presente.

Los “extraños días” de 1880 son narrados por un testigo al narrador principal. Cuando cae el meteorito en la casa de Nahum llega la prensa, la policía, todos los vecinos para ver la piedra espacial, que tiene la particularidad de poseer un “corazón” de un color que no es de este mundo. El principio de incognoscibilidad según Jameson se hace presente con esta estrategia visual, el color y el comportamiento del meteorito (que sin dudas trajo a un alien o es en sí mismo un alien) no son de este mundo y por eso a los humanxs nos es imposible comprenderlos, verlos, anticiparlos, combatirlos llegado el caso. Ontológicamente es imposible comprender lo que venga por fuera de nuestra realidad, en este caso, del espacio exterior.

Una vez que el meteorito desaparece, la amenaza se hace invisible, sus efectos en la granja de Nahum y su familia empiezan a notarse, en un movimiento aparentemente contradictorio todo florece, la naturaleza se vuelve hiperbólica, resplandeciente, y luego se vuelve gris, quebradizo y comienza a desintegrarse. Quizá lo más interesante del cuento es ver cómo ese efecto alienígena corroe el núcleo familiar. El agua, en contacto con el meteorito, vuelve locos a la mujer de Nahum y a su hijo mayor, que discuten (encerrados en el ático) en un lenguaje que no es de este mundo. El hijo es el primero en morir y Nahum debe enterrar “lo” que queda de él. La escalada de terror no para, el meteorito, su color y sus efectos terminan acabando con la familia entera y dejan a la granja y el terreno antes fértiles convertidos en un “marchito erial”. El color absorbió la vida de lo que lo rodeaba. Una vez más, Lovecraft nos deja sin salida.

El horror de Dunwich (The Dunwich Horror, 1929)

A diferencia de la mayoría de sus cuentos, Lovecraft describe este pueblo cerrado geográficamente dominado por dos familias degeneradas por el incesto como un lugar que no carece de belleza. Este texto demuestra que una de las fuerzas formales de Lovecraft es la descripción, y allí quizá radique la dificultad de adaptarlo a la pantalla, aunque en muchos de sus otros relatos la ambigüedad a la hora de contarnos al monstruo predomine. Lovecraft se da el gusto de mencionar sus influencias o sus escritores admirados, como Arthur Machen.

En un movimiento contrario al de El color que cayó del cielo, aquí es el núcleo familiar el que primero se pudre, por su contacto con los monstruos y el incesto, y contamina el exterior. La cabeza de familia piensa en su descendencia como puerta a lo desconocido, como posibilidad de entrar en contacto con un monstruoso poder.

La sombra sobre Innsmouth (The Shadow Over Innsmouth, 1936)

Replicándose la estrategia de rumor, la tensión en este extenso relato se da entre la historia oficial y los relatos que circulan. Aquí, sin embargo, tenemos a un narrador protagonista, que vive en carne propia la travesía monstruosa por el pueblo de Innsmouth, lleno de sospechas de hibridez divina y decadente. Un pueblo que también supo de abundancia, sobre todo en relación con el oro y la pesca. La inquietud principal, además de los rumores sobre tratos con demonios, es la apariencia deforme de sus habitantes, que no se sabe si atribuir a la mezcla con otras “razas” o a una enfermedad desconocida. Sus ojos son acuosos y recuerdan a los de un pez, sus caras son definitivamente monstruosas.

El narrador decide quedarse a pasar una noche a pesar de los rumores que dicen que cualquier extranjero que haya pasado por allí terminó loco o desaparecido. Lo que a cualquiera atemorizaría a este narrador le resulta atractivo e intrigante. Viaja y accede a ver una joya rarísima, que le provoca la sensación de que una “maldad inhumana” hizo ese artefacto. La joya, estatuilla, el elemento tallado por seres que no son de este mundo con materiales desconocidos también es una constante en Lovecraft y su literatura, son como un signo de la amenaza que siempre está presente, la de la irrupción de lo ajeno al mundo conocido. La joya de Innsmouth es la representación que adelanta el horror por venir.

Los habitantes de Innsmouth son humanos, pero no. Sus ojos, sus costumbres, su forma, dan cuenta de lo siniestro. En la segunda parte del relato todo lo que es rumor será experiencia directa para el narrador.  Al final, después de una larga persecución, el protagonista decide ver el horror por sí mismo. Descubrirá la verdad, y acá hay una vuelta interesante: él mismo resulta la ajenidad, descendiente directo del monstruo. Lovecraft muestra una vez más que el conocimiento solo trae locura y muerte, como la anagnórisis griega. La monstruosidad transmitida por la vía sanguínea es el mayor horror.

La cosa en el umbral (The Thing on the Doorstep, 1937)

Este es un cuento anómalo y monstruoso en sí mismo, como texto lovecraftiano. Su foco está puesto en asuntos que podríamos llamar “domésticos” y en los vínculos entre personajes. La novedad es el personaje femenino: fuerte, a diferencia del resto de los textos de Lovecraft y motivo del horror, llamada Asenath. Primera vez que una mujer es protagonista, pero hay una trampa, porque Asenath no es ella misma sino que en su cuerpo vive el espíritu de un mago, que es su padre (o incluso otra cosa, algún ente cósmico maligno). Además, este ser es un híbrido, ya que la madre de Asenath es una “profunda”, es decir, una originaria de Innsmouth.

Aunque se asegura que no es uno de los mejores cuentos de Lovecraft, este texto tiene sus singularidades que son puntos fuertes. Además de la cuestión “borroneada” y ambigua de la identidad, tan frágil,  y el género, el cuento tiene una estructura circular que genera una verdadera tensión. El narrador comienza contando que tuvo que pegarle seis balazos a su mejor amigo, internado en el asilo de Arkham, pero que sin embargo, no lo asesinó. A medida avanza su relato vamos dándonos cuenta a qué se refería con la “purga” que liberaría de una amenaza monstruosa a la humanidad, justamente, Asenath. Una mujer de carácter fuerte, dominante, que maneja a su marido (el amigo del narrador) según su deseo, aunque no se le escapa decir que su cerebro es inferior al masculino. Si bien ya aclaramos que no se trata estrictamente de una mujer, este cuento parece mostrar el temor a la figura femenina en Lovecraft. Si observamos que prácticamente no hay personajes mujeres en su obra y que cuando lo hay son muy secundarios o inofensivos, podemos pensar que la figura femenina podría entrar en el catálogo de los horrores lovecraftianos: ocultas, invisibles, cuando lo aparecen constituyen una amenaza casi mortal. También la locura es la pena que pagaría la humanidad por el contacto con Asenath, al igual que con los antiguos, las divinidades menores, los seres del espacio exterior, o de las profundidades del mar. Si el otro es monstruoso casi por definición, por ser diferente, para Lovecraft queda claro que lo desconocido es el terror, y que cuando se manifiesta, se “muestra”, se experimenta el horror,  y la locura como pérdida de humanidad, para Lovecraft, signo de identidad y norma.

Escritor esencial para lxs amantes de la literatura de género, creador de su propio tipo literario, el horror cósmico, sus cuentos tienen cientos de adaptaciones cinematográficas y de otros tipos, cómics, juegos de rol, hasta películas para niñxs. Traumado o visionario, Lovecraft tiene incluso su propia “Sociedad histórica”, cuyo lema es Ludo Fore Putavimus, o sea, “pensamos que sería divertido”. Esto es básicamente lo que sucedió con Monstcast y su deseo de hacer este especial.

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