Caminantes, flâneurs y magos urbanos. De la psicogeografía a la deriva mágica

La pregunta que motiva este ensayo de Marcelo Acevedo podría resumirse así: ¿qué es un psicogeógrafo? Sus respuestas están distribuidas en distintas figuras como el flâneur, el dandy, los vagabundos. De Baudelaire al situacionismo, de Benjamín a Debord, muchas intervenciones han intentado llevar el extrañamiento al ámbito de las ciudades. Las conclusiones parecen ser múltiples pero en algo coinciden todxs: caminar es un acto mágico.

// Por Marcelo Acevedo

La idea de la ciudad como mapa terrenal místico -e incluso mágico- es bastante más antigua de lo que se suele creer, sobre todo en urbes cosmopolitas como Londres o Paris.

Las caminatas errantes, el vagabundeo o la deriva como método de modificación de la consciencia sobre nuestro entorno artificial son prácticas efectuadas de forma consciente y con una intencionalidad que va más allá del simple paseo sin rumbo. “Caminar no es caminar. No se trata de dar un paso tras otro”, dice Edgardo Scott en la introducción de su libro Caminantes (Ediciones Godot, 2017), un ensayo sobre flâneurs, paseantes, walkmans, vagabundos y peregrinos. El primer capítulo se lo dedica a los flâneurs, individuos que recorren ciudades o pueblos a pie, dejándose llevar por su intuición, sus sensaciones y sus impulsos, pero poniendo especial énfasis en analizar y asimilar el paisaje urbano mediante la atención plena a los detalles, mientras absorben todos aquellos símbolos, mensajes, datos e información que ofrecen las ciudades, pero que en general suelen pasar desapercibidos para el caminante común y el ojo poco atento: arquitectura, objetos, artefactos, pintadas, calles, puentes, ríos, canales etc.

“El flâneur no parece tener conciencia de lo que hace, de lo que es. Se entrega, como agente, como un médium, como un títere, a que el espíritu de la ciudad lo arrastre por sus calles”, dice Scott, y le agrega una dimensión mítica al flâneur: “No es el hombre que camina la ciudad, es la ciudad, la que entre la multitud de sus dioses ha inventado una imagen, un semidios de la marcha.”

El flâneur es un personaje que proliferó entre mediados y finales del siglo XIX, asociado al dandismo y a un momento histórico particular, el “último furor de la burguesía”, al decir de Edgardo Scott. La París de aquella época era una ciudad llena de puentes: sobre ellos viajaba la burguesía con sus nuevos automóviles modernos para cruzar la ciudad y reunirse en los cafés parisinos o las óperas; y por debajo de los puentes, por las calles menos transitadas, los rincones menos iluminados, las puertas prohibidas y los callejones tenebrosos, llegaba el flâneur con su particular búsqueda poético-espiritual, dejándose asombrar por las novedades y las extrañezas de una ciudad llena de sorpresas, haciendo un culto de la casualidad antes que la causalidad. Y de esa forma el dandy diurno se codeaba con la burguesía, y el flâneur nocturno se reunía con los perdedores ocultos, los derrotados de la historia: drogadictos, dealers, delincuentes, prostitutas, vagabundos, homeless.

“Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Los rótulos de las calles deben entonces hablar al que va errando como el crujir de las ramas secas, y las callejuelas de los barrios céntricos reflejarle las horas del día tan claramente como las hondonadas del monte”, escribe Walter Benjamin en su libro de crónicas Infancia en Berlín hacia 1900.

La figura del flâneur, encarnada en Charles Baudelaire, fue rescatada por Benjamin, para quien el flâneur era una especie de espíritu que se movía entre la multitud con destreza y desenvoltura, un detective de la ciudad alienado, que fue erradicado con el arribo de la sociedad de consumo. En el volumen II de sus Iluminaciones, dedicado al poeta francés escribe: “Hacia 1840 fue, por poco tiempo, de buen tono llevar de paseo por los pasajes a tortugas. El  flâneur dejaba de buen grado que estas le prescribiesen su tempo.”1 Así prefiguraba la idea de largas y lentas caminatas a “paso de tortuga”, siguiendo su propio ritmo onírico y restándole importancia al ritmo febril de la ciudad y el andar atropellado sus transeúntes.

El flâneur –como vagabundo, como derivante, como psicogeógrafo- fue retratado en las diferentes obras de grandes escritores como personaje o como alter ego del autor. Su figura puede rastrearse en los textos de William Blake, Charles Baudelaire, Thomas de Quincey o Robert Waltser, solo por poner algunos ejemplos.

“Entre las más antiguas versiones del tema de la multitud puede considerarse como la más clásica una narración de Poe traducida por Baudealire”, escribe Walter Benjamin en Sobre algunos temas en Baudelaire2. Se refiere al cuento El hombre de la multitud (1840)3 de Edgar Alan Poe, donde el narrador comienza sentado en el Café D en Londres analizando la ciudad y las personas y repentinamente observa entre la multitud el rostro de un anciano “decrépito” con una expresión tan singular que detuvo y absorbió toda su atención,  y comienza a seguirlo en una caminata constante e interminable alrededor de diferentes puntos de la ciudad.  “Baudelaire gustó de equiparar a ese hombre de la multitud, cuyo rastro sigue el narrador de Poe mientras atraviesa de noche y de arriba abajo la ciudad de Londres, con tipo del flâneur. Pero en esa ya no podemos seguirle”, asegura Benjamin. “El hombre de la multitud no es ningún flâneur. En él las costumbres indolentes y flemáticas han cedido el paso al maniaco. Por eso puede comprobarse en ese hombre de la multitud lo que le sucederá al flâneur cuando vea que le arrebatan el entorno al que pertenece. (…) el París de Baudelaire conserva algunos rasgos de los viejos buenos tiempos. (…) Y aún estaban de moda los pasajes, remansos en los que el flâneur podía sustraerse a la visión del tráfico de los coches, que se mostraban ya intratables ante los peatones. Había quienes pasaban apretándose como sardinas en la multitud, pero existía también el flâneur, que necesita espacio para sus evoluciones y no está dispuesto a prescindir de su vida privada. La mayoría es cierto que no tiene más remedio que dedicarse a sus negocios, de modo que, en el fondo, el individuo particular solo puede dedicarse a callejear –a flâner- cuando se sale de los cauces de la corriente general”.4  

La idea del caminar como un acto mágico, como un movimiento de poder, quedó plasmada en el libro Del caminar sobre el hielo, del director alemán Werner Herzog. En la nota preliminar de 1978 escribe: “A fines de noviembre de 1974 me llamó un amigo desde París y me dijo que Lotte Eisner estaba muy enferma y que probablemente moriría, a lo que yo dije que eso no podía ser, no en este momento, el cine alemán aún no podía prescindir de ella, no debíamos permitir que eso sucediera. Agarré una campera, una brújula y un bolso con lo estrictamente necesario. Mis botas eran tan sólidas y nuevas que confiaba en ellas. Tomé el camino más recto hacia París, con la firme creencia de que ella seguiría con vida si yo iba a pie.”

Herzog entiende esta acción como una especie de conjuro, una invocación-a-ningún-dios, un exorcismo para espantar a la muerte: caminar con la firme creencia de que ese simple acto puede modificar la realidad. 

“Ruta de lo más desolada rumbo a Dómremy”, escribe más adelante Herzog, “ya no camino en serio sino que me dejo ir a la deriva. Transformo un caer hacia adelante en un caminar”.

Sigamos en Alemania: en Serverland (2018) la novela debut de la joven escritora alemana Josefine Rieks ambientada en un futuro cercano, una era posdigital donde internet ha dejado de existir y lo analógico vuelve a ser la base de nuestro entretenimiento y comunicación, un personaje llamado Marco, en un intento de explicarle a otros jóvenes quienes eran y que hacían los situacionistas, cuenta que: “Deriva significa desplazarse dejándose llevar en un proceso de autoliberación” (…) Desplazarse dejándose llevar para descubrir artefactos que, por medio de la descontextualización, despliegan su potencial revolucionario”.

Y es que fue la Internacional Situacionista –movimiento revolucionario fundamental de la historia política y artística del siglo XX, enemigos de la sociedad de clases, la dominación capitalista y la dictadura de la mercancía, organización que fue la piedra angular del marco teórico y práctico de los hechos ocurridos durante el Mayo Francés, y cuyo principal referente era el filósofo Guy Debord- quien utilizó por primera vez el término deriva5 para referirse a

“una técnica de pasos ininterrumpidos a través de ambientes diversos. (…) Una o varias personas que se entregan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a las motivaciones normales para desplazarse o actuar en sus relaciones, trabajos y entretenimientos para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y por los encuentros que a él corresponden.”6 

Las derivas propuestas por los situacionistas podían durar una jornada completa –el intervalo comprendido entre dos periodos de sueño-, sin relación alguna con la puesta o salida del Sol, aunque según Debord lo más recomendable es “derivar” durante las últimas horas de la noche. Las derivas más extremas se han prolongado durante cuatro días o más.

Entonces, deriva: un tipo de paseo perenne y sin fin alguno más que abandonarse al caminar, recorrer ciudades y pueblos durante horas por pasajes aleatorios y oscuros, perderse, vagabundear sin un objetivo específico para escapar de la rutina diaria, seguir el instinto, observar las posibilidades que ofrece la ciudad con otros ojos, asimilar la belleza de los paisajes urbanos, re imaginar la arquitectura, modificar la visión de los espacios urbanos para conferirle otro tipo de de belleza.

PSICOGEOGRAFIA

El concepto de psicogeografía tiene su germen en la figura del flâneur y en el acto de la deriva urbana. Según Guy Debord “la psicogeografía propondría el estudio de las leyes exactas y de los efectos precisos del entorno geográfico, planificados conscientemente o no, que afectan directamente al comportamiento emocional de los individuos”7.

Los psicogeógrafos estudian, a través de la deriva, la arquitectura y el espacio urbano para comprender los efectos que estos causan en los sentimientos, las emociones y los comportamientos de las personas en relación con ese espacio.8 Dice la teoría de Debord: “El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo.”9

Merlin Coverley, autor del libro Psicogeografía (2006) la sitúa dentro de una tradición literaria y como ejemplo a Daniel Defoe, Thomas de Quincey, William Blake (sobre todo sus Textos Proféticos), Baudelaire, Poe, R. L. Stevenson, Arthur Machen, y autores contemporáneos como J. G. Ballard, Peter Ackroyd o Iain Sinclair. Este último es quizá el escritor psicogeógrafo más importante de la actualidad.

“Las personas, dice la psicogeografía, le imprimen su experiencia al paisaje. El proceso también se da a la inversa. Whitechapel, el barrio de Londres donde mató Jack el Destripador, emanaba la violencia que terminó encarnada en ese asesino sin cara, un asesino de mujeres, además. Un monstruo de la imaginación del lugar”10, escribió Mariana Enriquez en una nota sobre la película argentina Muere Monstruo Muere. Iain Sinclair es el autor de la novela White Chappel, Trazos rojos (1987), donde narra, en dos líneas temporales paralelas, la historia de cuatro obsesivos corredores de libros que visitan librerías de usados en el East End londinense en busca de los libros más extraños y valiosos –hasta que ubican una primera edición de Estudio en escarlata de Arhtur Conan Doyle-, yuxtapuesta con un relato de la Londres victoriana y una posible teoría sobre el verdadero autor de los crímenes de Jack El Destripador –Sir William Gull, un médico inglés que trabajaba para la reina Victoria-, inspirado en el libro de Stephen Knigth Jack the Ripper. The final solution (1977).

Mariana Enriquez define White chappel, Trazos rojos como “una pieza alucinada, visionaria, en ocasiones admonitoria, que prefiere la confusión y el asombro antes que la tranquilidad” y destaca su trabajo con otros textos “en una operación consciente de continuad y legado”, operación que consiste en citar y disolver esas citas en su propios textos, para de esa forma recuperar la obra de Blake, De Quincey, Stevenson, Machen y Ballard, y en tercer lugar destaca su método: la psicogeografía, que según el propio Sinclair explica lidia con lugares, no con gente, con topografía y no con narrativa.

“Los psicogeógrafos buscan el genius loci, el imperativo territorial que mantiene habitantes y actividades dentro del mismo y escaso perímetro: el espacio es más poderoso que el tiempo, las fuerzas topográficas trascienden los deseos humanos.”, dice Enriquez. “Sinclair también piensa su trabajo como una forma de exorcismo. Sus primeras obras, White Chappell… inclusive, fueron respuestas al gobierno de Margaret Thatcher, en un extraño cruce místico-político.”11

Para el proyecto transmedia London Orbital (2002) Sinclair utilizó la psicogeografía y una especie de “deriva controlada” para contrarrestar la magia negra impregnada en la autopista de circunvalación más grande del mundo: la M25 construida por Margaret Tatcher en 1986: “La inauguración de la autopista fue un momento de tremendo significado ocultista”, asegura Sinclair en London Orbital. Para el escritor inglés esa autopista era “un collar de seguridad cerrado en torno al cuello de un criminal convicto. Un garante de la cuarentena nocturna”12, el círculo de la bruja que Tatcher –la cual Sinclair estaba convencido que era un bruja real que introdujo el ocultismo en la política británica- había colocado alrededor de Londres para proteger sus dominios. Entonces en un acto  esotérico-literario-psicogeográfico decidió recorrer a pie la autopista en el sentido contrario a las agujas del reloj13, para exorcizarla de los demonios tatcherianos.  

White Chappel, Trazos rojos es una novela con un claro espíritu psicogeográfico, un paseo por las zonas ocultas del Londres más oscuro, una carta de amor las calles de Whitchappel. Sinclair imagina una conversación oscura pero también poética entre Sir William Gull y Hinton, que describe a la perfección la personalidad y las ideas de quien Sinclair, Stephen Kinght y Alan Moore -en sus respectivas obras- proponen como el tristemente célebre destripador: 

La prostitución está muerta. La he exterminado. Una mujer poseía el talismán. Pero yo soy el redentor. Lo he descubierto. Pasaran doscientos años antes de que se comprenda mi trabajo.

Amigo mío –respondió Gull-, usted es demasiado modesto. Piensa en la muerte como en una idea puramente humana. La muerte es una dimensión, como el tiempo. Sólo el tiempo puede redimirla. Usted ha circunnavegado la teoría pero no está capacitado para describir la práctica. El acto debe actuarse, de lo contrario, no es nada.

        El sacrificio sólo estará terminado con el asentimiento voluntario de la víctima. Ese tiempo está al llegar. El tiempo más allá de las palabras. Si lo confundimos, no regresará.

“Los días del anticristo han llegado. Sepan que he sido nombrado el abortista del tiempo.” 

From Hell (publicada entre 1989-1998), la novela gráfica escrita por Alan Moore, ilustrada por Eddie Campbell e inspirada sobre todo en el libro The final solution de Stephen Knight y en las obras de Iain Sinclair14 White Chappel, Trazos rojos y Lud heat (1975), es un relato que incluye viajes psicogeográficos, deriva, ocultismo, magia, locura y muerte, todo narrado a través de una escritura barroca y unas ilustraciones sucias y con trazos irregulares pero llenos de detallismo. Es, además de un ficción sobre la identidad de Jack el destripador y un retrato de la Londres victoriana, un viaje psicogeográfico que le da a la ciudad de White Chappel un protagonismo especial y la coloca como uno de sus personajes principales.

La ciudad está ilustrada de forma pormenorizada, realista, llena de referencias y detalles precisos. Sobre sus monumentos, sus catedrales y cementerios, abunda la simbología ocultista, como historias grabadas en el ánima de las piedras que constituyen la arquitectura de una ciudad llena de secretos ocultos a la vista de todos.

El cuarto capítulo es un claro ejemplo de la psicogeografía entendida por Alan Moore: el médico real William Gull junto a su cochero, emprenden un paseo en carreta que lo  lleva a recorrer el East End15 de Londres y le revela al lector la historia oculta de la ciudad a través de su arquitectura: ritos, simbolismo y mitología impregnada en estructuras urbanas que para el paseador normal pasarían inadvertidas: esculturas, edificios, la tumba de William Blake16, y sobre todo las catedrales y obeliscos del arquitecto barroco y francmasón Nicholas Hawksmoor17.

El mapa de la ruta que recorren los personajes de Moore en el capítulo cuatro forma un pentagrama invertido

En el capítulo 8vo (Con el amor basta) “Jack” tiene una epifanía mientras destripa a una prostituta en la calle: frente a él se yergue una torre imponente, un edificio moderno del siglo XX ante el cual el asesino levanta su cuchillo sangrante victorioso: “Acaba de empezar, Netley. Sólo acaba de empezar. Para bien o para mal, el siglo veinte…lo he hecho nacer yo”.

Cuatro años antes de finalizar From Hell, Alan Moore ya había tomado la decisión de comenzar a practicar magia. En 1993, en su fiesta de cumpleaños 40, en vez de aburrir a sus amigos y familiares con la típica crisis de mediana edad, decidió que sería más interesante anunciarles que se había vuelto loco y por lo tanto iba a convertirse en mago.

Notas:

1- Walter Benjamin. Iluminaciones II: Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo  

2- Walter Benjamin: Iluminaciones. Sobre algunos temas en Baudelaire. (Taurus, 2019)

3- https://www.literatura.us/idiomas/eap_hombre.html

4- Walter Benjamin: Iluminaciones. Sobre algunos temas en Baudelaire. (Taurus, 2019)

5-“Ir a la deriva era notar la manera en que ciertas áreas, calles o edificios resonaban con estados mentales, inclinaciones y deseos, y buscar razones distintas para moverse, distintas de aquellas para las que un ambiente fue diseñado”, escribió Sadie Plant en El gesto más radical (Errata Naturae), su libro sobre la Internacional Situacionista. Plant cofundadora junto a Nick Land del colectivo CCRU (Cybernetic Culture Research Unit) formado en el departamento de filosofía de la universidad de Warwick, Estados Unidos.

6- Teoría de la deriva, Guy Debord (1958). Texto aparecido en el # 2 de Internationale Situationniste. Traducción extraída de Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999. https://sindominio.net/ash/is0209.htm

7- https://www.larevuedesressources.org/introduction-a-une-critique-de-la-geographie-urbaine,033.html

8- Es importante resaltar que Debord y los situacionistas consideraban que la psicogeografía era apenas hipótesis e ideas perfectibles para nada concluyentes: “La investigación que estamos llamados a llevar a cabo sobre la disposición de los elementos del marco urbanista, en estrecha relación con las sensaciones que provocan, no deja de pasar por hipótesis audaces que deben corregirse constantemente a la luz de experiencia, a través de la crítica y la autocrítica.” (https://www.larevuedesressources.org/introduction-a-une-critique-de-la-geographie-urbaine,033.html)

9- Teoría de la deriva, Guy Debord (1958). Texto aparecido en el # 2 de Internationale Situationniste.

10- https://www.pagina12.com.ar/188547-tu-que-te-escondes

11- https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1415-2005-02-06.html

12-La ciudad de las desapariciones. Prejuicios declarados (Alpha Decay, 2015). (Originalmente publicado en London Orbital).

13- “Era obvio, por consiguiente, que la mejor manera de asimilar aquella bestia era recorrerla a pie. Salir de Waltham Abbey en el sentido contrario a las agujas del reloj, y completar el circuito antes de la víspera (oficial) del Nuevo Milenio”. (La ciudad de las desapariciones. Prejuicios declarados)

14-Sobre el texto Hawksmoor, sus iglesias (publicado originalmente en Lud Heat) de Iain Sinclair, Javier Calvo escribe en el prólogo al libro La ciudad de las desapariciones: “Para mí esas 20 páginas escritas en 1975, con su alucinante fusión de deriva urbana quinceyana, misterios de la Tierra y arqueología oculta, son en muchos sentidos el texto más influyente de la literatura inglesa de las últimas décadas. Por sí solo, ese texto genero fenómenos tan dispares como el “renacimiento” de la psicogeografía, el resurgir de la novela histórica inglesa en los ochenta a partir de Peter Acroyd, A. S. Byatt y compañía, el revival ocultista ligado al post-punk o la carrera entera de Alan Moore y Grant Morrison.”

15-El mapa de la ruta que recorren los personajes de Moore en el capítulo cuatro forma un pentagrama invertido, símbolo pagano precristiano por antonomasia. Puede verse aquí: https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=1NA5FmLbsynUFvdp2L-SKi8mbfV4&ll=51.497745511677756%2C-0.11310479999997369&z=12

16-Iain Sinclair le dedica a William Blake su ensayo El sublime topográfico, incluido en el libro Los ríos perdidos de Londres y El sublime topográfico (Editorial Fiordo, 2016); Alan Moore y Neil Gaiman son socios de honor de la Blake Society.

17- No es casual que uno de los personajes más importantes del comic The Authority (Warren Ellis) lleve por nombre (Jack) Hawksmoor, también conocido como el “Dios de las ciudades”. Hawksmoor  tiene un conexión especial con las ciudades: puede comunicarse con ellas, sentirlas, controlarlas y teletransportarse de un lugar a otro en el entorno urbano. Por otro lado, gracias ese vínculo tan poderoso, le es imposible sobrevivir lejos de una ciudad, y también camina descalzo para poder sentir sus cimientos y conectarse con ellas.