Megapolisomancia. La ciudad como mapa esotérico y organismo consciente

Marcelo Acevedo continúa pensando sobre las ciudades, sus representaciones y potencialidades mágicas, así como sobre la posibilidades de comunicarse e incluso tejer alianzas con sus espíritus rectores. Derivas mágicas, ciudades que pueden anticipar el futuro en sus entrañas, edificios concebidos como cuerpos vivos, calles autoconscientes y dioses-casa que exigen sacrificios humanos. Otro profundo recorrido, siempre a pie, sobre las potencias metafísicas de las megalópolis.

// Por Marcelo Acevedo

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¿Por qué no iban a tener las ciudades modernas sus fantasmas especiales, como los castillos y los cementerios y las grandes mansiones antiguas?

Nuestra señora de las tinieblas (Franz Leiber)

En el año 1977 Fritz Leiber publicó una novela titulada Nuestra Señora de las Tinieblas. En esta ficción weird que oscila entre el terror y la fantasía urbana, Leiber introduce, a través de un personaje llamado Thibaut De Castries, el concepto de megapolisomancia: una especie de magia urbana o nueva ciencia ocultista basada en la manipulación de la energía sobrenatural que se acumula en las grandes urbes, las megapolis. Las bases de la megapolisomancia fueron recopiladas en los libros Megapolisomancia, o una nueva ciencia de las ciudades y El Gran Cifrador -en un alfabeto cifrado de símbolos cabalísticos y astrológicos- , ambos escritos por De Castries. El protagonista de la novela, Franz Westen, un escritor de novelas de terror y ciencia ficción, se obsesiona con estos libros herméticos y su contenido. Aunque en un principio considera que se solo se trata de delirios pseudocientíficos producto de una mente perturbada, a medida que se adentra en su lectura y comienza a sentirse vigilado por seres extraños, Franz tiende a creer que la megapolisomacia puede tener efectos reales:      

-Es el libro de seudociencia más fascinante que he visto jamás…, contiene algunas reflexiones genuinas mezcladas con las paparruchas. No tiene fecha, pero calculo que se imprimió alrededor de 1900.

-“Megapolisomancia” –Cal pronunció con cuidado-. ¿Qué es eso? ¿Predecir el futuro…a partir de las ciudades?

-De las grandes ciudades-

-Oh, sí, las mega.

Según la teoría de De Castries, las grandes ciudades almacenan energía arcana y paramental -espiritual o sobrenatural- entre las calles de asfalto, las paredes de cemento, los cables, el acero y el cristal de los rascacielos, o la energía invisible de las inmensas torres de comunicación. La correcta manipulación de estas fuerzas puede provocar clarividencia, clariaudiencia y presciencia limitada en algunas personas sensibles. En resumen: se puede adivinar el futuro y también hacer magia a partir de este conocimiento oculto.  

Pero esta acumulación de materiales urbanos también despierta a los paramentales, entes inmateriales de energía psicológica y sobrenatural atraídos por -o nacidos a partir de- la masa líquida y sólida de las ciudades, las fuerzas megapolisománticas.

Thibaut, que calificaba a la megapolisomacia como “una nueva ciencia”, estaba convencido de haber descubierto –o inventado- una especie de matemática llamada Metageometría Neopitagórica, mediante la cual se podía controlar a los grandes edificios, las mentes de las personas y los seres paramentales, si es que estos no acaban antes con uno.

“A lo largo de toda la historia siempre ha habido una o dos ciudades de tamaño monstruoso: Babel o Babilonia, Ur-Lhassa, Siracussa, Roma, Samarcanda, Tenochtitlán, Pekín…, pero nosotros vivimos en la Era Megapolitana (o Necropolitana), donde esas aciagas lacras son múltiples y amenazan con abarcar y envolver el mundo con ciudades funerarias y multipotentes. Necesitamos un Pitágoras Negro para que revele la capa maligna de nuestras monstruosas ciudades y sus hediondas y chirriantes canciones, igual que el Pitágoras blanco reveló la capa de las esferas celestiales y sus sinfonías cristalinas hace dos mil quinientos años.”

Esta nueva ciencia ocultista descrita por Leiber en 1973 ha tenido variados homenajes y continuadores desde la publicación de Nuestra Señora de las Tinieblas. Una de estas variaciones de la megapolisomancia fue propuesta por el escritor argentino Néstor Darío Figueiras en su cuento El cerrojo del mundo está en Butteler (2016), donde habla de una disciplina esotérica practicada por algunas logias masonas llamada arqueopolisomancia. La arqueopolisomancia establece cánones arquitectónicos anómalos, distribuciones y disposiciones del material urbano que, sumado al poder y la correcta utilización de la psicogeografía y la deriva mágica, es capaz de atraer entes sobrenaturales a nuestro mundo y abrir o cerrar portales a diferentes dimensiones: “No temía a la disolución: a estas alturas los Buscadores sabrían que él era el único interón capaz de abrir el pórtico de Butteller. No podían darse el lujo de eliminarlo. Nadie conseguiría discernir los intrincados pases que había hilvanado a través de las equis, haciendo cientos de caminatas cuidadosamente esquematizadas. Había echado un formidable cerrojo sobre este mundo”.

En Kraken (2010), una novela de fantasía urbana weird del escritor inglés China Mieville, la ciudad es un organismo vivo del que puede extraerse información a través de un tipo de magia particular que involucra tanto su arquitectura como una versión urbana y “megapolisomántica” de la aruspicina etrusca y la nigromancia, ambas disciplinas ocultistas que utilizan las vísceras de los animales -en el caso de los arúspices- y de los humanos -los nigromantes- asesinados en sacrificios rituales para interpretar la voluntad divina de los dioses y demonios, y adivinar el futuro. En Kraken existen magos llamados londromantes -acrónimo formado por las palabras Londres y nigromante-, neologismo que define a los videntes que leen las entrañas -literalmente- de la ciudad como forma de adivinación: “Finch volvió a recorre la hendidura con la radial. Una mezcla de polvo de hormigón y neblina sanguinolenta lo salpicó, ensuciándolo. Dejó a un lado la radial, que goteaba. Metió la barra en la grieta húmeda y roja e hizo palanca con más fuerza de la que se le atribuiría. La piedra de la acera se partió. Por el agujero rezumaban tripas. Intestinos retorcidos, lilas y sangrientos bullían sumergidos en una masa de carne. (…) Metió los dedos en aquella inmundicia, suavemente, como un pianista, moviendo levemente los tubos de fibras, investigando los ángulos entre los bucles de las vísceras de Londres, mirando hacia arriba, como si reflejaran algo que hubiera en el cielo.”

Deriva mágica. La ciudad como mapa esotérico

La megapolisomancia está íntimamente relacionada con lo que los magos urbanos llaman “deriva mágica”. Algunas ramas ocultistas -sobre todo La Magia del Caos o MagicK-, al ser un derivado de la magia no-dogmática, incorporan diferentes rituales y performances como la deriva y la psicogeografía. La deriva mágica consiste en perderse y recorrer las calles pero con una intención puramente esotérica, ritualistica, de adivinación o invocación.

El escritor inglés Stephen Grasso -cuyas investigaciones giran en torno a la magia, la psicogeografía y la deriva mágica- en su texto titulado The Drift (La Deriva)1, describe un método mágico para los chamanes urbanos modernos: “El propósito de la deriva situacionista era ver belleza en el paisaje urbano y conquistar la tiranía de la planificación austera y opresiva, a través del poder transformador de la imaginación. A través de la técnica de la deriva, los situacionistas podían cambiar radicalmente su experiencia de la ciudad y convertir espacios grises urbanos decadentes en paisajes mágicos de maravilla y encanto sin límites. Aun así, quizá detuvieron demasiado pronto el ejercicio, en lugar de llevarlo a su conclusión lógica. Una vez has pelado la cáscara gris urbana del mundo y descubierto un mundo mágico lleno de espíritus, la siguiente fase es ver lo que puedes hacer con ese mundo, cómo puedes hablar con estos espíritus y averiguar qué podrían hacer por ti.”

Según Grasso es posible utilizar la deriva mágica como un método de comunicación directa con el genius loci  -el espíritu protector de un lugar- o con cualquier tipo de entidad con la que busques trabajar de forma mágica, pero también para encontrar objetos mágicos (deriva de poder) y revelar cuestiones relacionadas con la adivinación (deriva adivinatoria). Grasso también recomienda conocer la historia local, la geografía, los mitos, y el paisaje oculto de la ciudad con la que el mago quiera comunicarse, hablar con los espíritus que la habitan e intentar convertirte en su aliado, obteniendo relaciones de mutuo beneficios. “Descubre qué tratos están preparados los fantasmas y espíritus de tu ciudad para hacer contigo, y qué regalos podrían proporcionarte”, explica.

El genius loci de una ciudad puede ser percibido o interpretado de diferentes maneras. Para un escritor como Harlan Ellison, por ejemplo, el genius loci de su ciudad ficticia con base en la realidad, es un espíritu oscuro y destructivo, un nuevo dios urbano que se alimenta de la violencia y el caos. Para escribir su cuento El llanto de los perros azotados -publicado en 1973 en la antología Bad Moon Rising– tomó como inspiración el caso real de Kitty Genovese, quien fuera asesinada en 1964 en la entrada de un edificio de Queens, New York, donde residía. El dato macabro es que, en principio, el hombre -Winston Moseley, un necrófilo según los psiquiatras que lo trataron- que la acuchillaba con saña se asustó al oír unos gritos provenientes de un departamento cercano, y escapó mientras Kitty se arrastraba sangrando para llegar a su casa… pero regresó más tarde para terminar su  trabajo: Moseley siguió apuñalándola hasta dejarla moribunda, luego la violó mientras agonizaba y le robó 49 dólares. Toda esta locura duró unos 30 minutos. En ese lapso de tiempo, ningún vecino intervino, nadie quiso meterse. Según el diario New York Times, 38 vecinos escucharon los reiterados pedidos de auxilio en forma de gritos desesperados de Kitty Genovesse. Sólo uno de ellos llamó a la policía para denunciar que una mujer había sido atacada. Genovesse murió de camino al hospital. ¿Podría decirse que a Genovese la mató la ciudad?
Harlan Ellison transformó este hecho en un cuento de terror weird, pero colocó el punto de vista sobre uno de los testigos de un asesinato, una joven llamada Beth que observa el tétrico hecho pero, al igual que otros 26 vecinos, decide no actuar sino simplemente ser una espectadora más.

Ellison parece recurrir a la ficción para encontrarle una explicación -aunque sea en el terreno de lo fantástico- al efecto espectador o síndrome Genovese (existen menos probabilidades de que alguien intervenga para ayudar a otra persona ante una situación de emergencia cuando hay más personas que cuando se está solo) y lo dota de vida para transformarlo en una entidad maligna e incorpórea que se alimenta de la violencia, la muerte, el miedo y el odio, una bruma con ojos que convierte a los espectadores de la violencia urbana en testigos morbosos incapaces de intervenir para ayudar a alguien en peligro. Esta bruma, que es inherente a la ciudad, es entendida como una deidad urbana por la protagonista del cuento: “¡Dios! Un Dios nuevo, un Dios antiguo que vuelve con los ojos y el hambre de un niño, un Dios sangriento de la bruma; un Dios que necesitaba adoradores y ofreció la elección de la muerte como víctima o de vida eterna como testigo de otras víctimas elegidas; un Dios que se ajusta a los tiempos, un Dios de calles y personas”.
Es el espíritu de la propia ciudad que despierta de su letargo y se presenta en forma de bruma, despertada por el odio, la violencia, el hacinamiento, la indiferencia.

El escritor, mago del caos y psiconauta escocés Grant Morrison, escribió en un artículo de divulgación esotérica sobre la deriva en la Magia Pop, su particular versión de la Magia del Caos: “Lo siguiente, relájese, vaya a dar una caminata e interprete todo lo que usted vea como un mensaje que el infinito le quiere dar. Busque patrones en el vuelo de los pájaros. Haga oraciones oraculares a partir de las letras y números de las placas de los coches. Observe la forma en que los edificios se mueven hacia el horizonte. Los ruidos de las calles, voces que se transforman en rápidas, casi subliminales peticiones y súplicas. Escuche entre líneas. Camine tan lejos y todo el tiempo que usted desee. Cuanto más sin sentido sea la caminata, cuanto más camina por motivo de la experiencia pura, más se sumergirá en la conciencia mágica” 2.

La magia urbana cree en el animismo (todas las cosas están dotadas de espíritu), por lo tanto, si los entornos naturales tienen sus guías y espíritus -y teniendo en cuenta que este tipo de magia no es más que la aplicación de técnicas antiguas dentro de un contexto urbano moderno-, la ciudad también cuenta con los suyos. En el campo o el bosque se puede conectar con el espíritu de un animal totémico, con las piedras de una montaña antiquísima o con el ánima de un árbol, y en la ciudad es posible conectar con sus espíritus guías particulares: un pedazo de papel que mueve el viento, el agua turbia de las zanjas, o cualquier animal callejero como una rata o una paloma. Y por supuesto, los crotos y vagabundos, los verdaderos habitantes de las calles, los dueños de las veredas, exploradores de los subterráneos, cartógrafos de los barrios, oráculos de la ciudad3.    

“Los vagabundos son los caminantes más oscuros y solitarios. A veces, inaccesibles. Errantes. Su marcha pareciera sustraerse al sentido. Los zombies son vagabundos. Los cirujas son vagabundos. Los mendigos, los linyeras, los crotos.”, escribe Edgardo Scott en el capítulo 4 (Vagabundos) de su libro Caminantes. Existe una mitología sobre el devenir croto, el cirujeo, la sabiduría callejera de los vagabundos, sus enigmas y delirios místicos. En su libro Anarquismo Transhumante. Crónicas de crotos y linyeras (2008) -posiblemente el mejor estudio sobre este tema en nuestro país- Osvaldo Baigorria asegura que la mayoría de los vagabundos corrió una suerte complicada: “marginados, perseguidos, condenados al hambre, fueron marcados con distintas denominaciones según las miradas -en parte condenatorias, en parte envidiosas- de los asentamientos que los han visto pasar de largo o acampar por un tiempo en las cercanías.” Eso es justamente lo que, a su manera, el vagabundo Tom O’Bedlam le dice a Dane McGowan en el segundo capítulo del comic de ciencia ficción weird Los Invisibles (Grant Morrison), una historia donde la magia y las ciudades son parte fundamental en la evolución de la trama: “La gente nos mira y ve a los pobres y a los locos, pero nos mira a través de los barrotes de sus jaulas. Hay un palacio en tu cabeza, chico… Vive siempre allí”.

Tom O’Bedlam es un vagabundo de las calles de Londres, pero al mismo tiempo es un poderoso mago miembro de la organización secreta y subversiva conocida como Los Invisibles; es el mentor de  Dane (a.k.a Jack Frost, el elegido), a quien deberá enseñar sobre magia, ocultismo, desobediencia, la verdadera naturaleza de la realidad y el secreto que esconden las ciudades. En un monólogo esclarecedor Tom le revela a Dane: “Nuestro mundo está enfermo, muchacho. Muy enfermo. Un virus entró hace mucho tiempo y nos hemos acostumbrado a sus efectos, nos hemos olvidado de cómo era antes de enfermarnos. Estoy hablando de las ciudades, ¿Sabes? Las culturas humanas eran originalmente homeostáticas, existían en un equilibrio autosustentable, sin nociones de tiempo y progreso, como nosotros. Hasta que llegó el virus de la ciudad. Nadie está realmente seguro de dónde vino o quién nos lo trajo, pero como un organismo viral, su única directiva es utilizar todos los recursos disponibles para producir copias de sí misma. Más y más copias hasta que no quede materia prima y el cuerpo anfitrión, sobrecargado, solo puede morir. Las ciudades quieren que seamos buenos constructores, porque eventualmente construiremos cohetes y llevaremos el virus a otros mundos. Las ciudades tienen su propia forma de hablarte, observa el reflejo de un letrero de neón y verás que deletrea una palabra mágica que evoca sueños extraños. ¿Nunca has visto la palabra «ixat» brillar en la noche? Ese es uno de los nombres sagrados.”

En Neverwhere, la novela de fantasía urbana escrita por Neil Gaiman en 19964, tanto la ciudad de Londres -o más bien un submundo mágico conocido como Londres de Abajo- como sus crotos, vagabundo y linyeras, son protagonistas y catalizadores del relato. Uno de estos crotos del Londres de Abajo, el Marqués de Carabás, será el guía del protagonista en su periplo extraño y peligroso a través de  la ciudad paralela, casa de los marginados, los perdedores y los excluidos de la sociedad.

Los otros espíritus guía de la ciudad -los animales llamados espíritus familiares en la tradición ocultista- se hacen presente en la novela Kraken. Se trata de entes sobrenaturales que toman forma animal y brindan ayuda a los magos. En la Londres deChina Mieville es habitual que los (o)cultistas recurran a estos espíritus familiares, y en Kraken el familiar es una ardilla que guía a los protagonista en el complejo entramado de la ciudad.

La ciudad como ente vivo y consciente

Algunos escritores, amparados en la libertad y las infinitas posibilidades que ofrece la ficción de género, tomaron esta idea de la relación entre la magia y las ciudades pero subieron la apuesta con una propuesta, si se quiere, aún más radical: en sus relatos las ciudades son entidades sintientes y conscientes, organismos de concreto con movilidad y autonomía.

En el cuento Combate Singular (1954) Robert Abernathy narra una batalla entre la ciudad y un hombre que intenta destruirla con un dispositivo escondido en un sótano. A partir de allí comienza su lucha -literal- con la ciudad, que intentará matarlo utilizando andamios, carteles o paredes de ladrillo. “La ciudad había crecido sin cesar a lo largo de tres siglos. (…) Gradualmente se había ido proveyendo de un sistema nervioso central de hilos aéreos y de cables subterráneos, de un sistema circulatorio hecho de bombas y de depósitos, de un sistema excretor. De una criatura invertebrada y parásita se había convertido en una criatura superior dotada de los atributos tangibles que acompañan a los conceptos subjetivos de voluntad, pensamiento y conciencia.”

China Mieville, un obseso del tema ciudades/magia5, acostumbra a dotar de vida a sus ciudades. Un buen ejemplo de esto es el cuento Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres (2005)6, en el que propio el China recibe por casualidad un paquete equivocado con un informe que documenta la existencia de calles vivas que aparecen y desaparecen voluntariamente, que se mueven por las diferentes ciudades del mundo y luchan entre ellas en una guerra milenaria. Estas calles-dioses con motivaciones inimaginables son llamadas VF (Viae Ferae).  

Es probable que Mieville se haya inspirado el personaje de la DC Comics Danny La Calle (Danny Street), creado por Grant Morrison en 1990. Danny La Calle, uno de los “superhéroes” más extraños y originales de la historia del noveno arte, apareció por primera vez en el volumen 2 de la serie Doom Patrol: se trata de una calle con vida, un ser sintiente, consciente, autodenominada queer, y con el poder de comunicarse y teletransportarse hacia cualquier parte del mundo (o del universo, y también hacia otras dimensiones) gracias a la magia. Danny, al igual que el Londres de Abajo, es refugio para los raros, los desposeídos, los rechazados por la sociedad.

El cuento La Calle (1919)7 de H. P. Lovecraft comienza con una frase que podría considerarse animista: “Hay quien dice que las cosas y los lugares tienen alma, y hay quien dice que no; por mi parte, no me atrevo a pronunciarme, pero quiero hablar de la Calle”. La protagonista de este cuento es una antigua calle de Nueva Inglaterra que duerme, sueña y tiene recuerdos; en otras palabras: está viva, y decide actuar justo en el momento en que un grupo de terroristas está a punto de ejecutar su plan para acabar con Norteamérica, derribando todas las casas sobre ellos y asesinándolos en el proceso.   

En la novela weird Alabad a los dioses casa (2018), Andrew J. Stone describe una distopía en la que los seres humanos deben entregar a sus hijos pequeños en sacrificio para alimentar a los dioses casa -edificios vivientes, sensibles, y devoradores de seres humanos- que demandan ofrendas para mantener la paz con la humanidad.

En Ygrdasil (2005), novela cyberpunk weird del escritor chileno Jorge Baradit, existen edificios que son, literalmente, organismos vivos con sistema digestivo: “Mariana llevaba ocho horas colgando de un garfio y respirando por una mascarilla dentro de un ducto de evacuación de desechos orgánicos. Cada quince minutos el edificio del Banco de México orinaba a través del ducto y Mariana podía avanzar unos centímetros sin ser detectada. (…) ‘Qué mierda estoy haciendo aquí’, se preguntaba una y otra vez mientras permanecía colgada, como una pupa, de las paredes interiores de la uretra del edificio. (…) La médula, de ocho metros de diámetro, se extendía por toda la edificación conectando los pisos y coordinando todas las funciones biológicas y administrativas de la empresa. Era el sistema neurovegetativo de una nueva generación de edificios vivos, monstruosas neuronas de exoesqueleto metálico llamadas colmenas.”

Estos son sólo algunos ejemplos paradigmáticos de ficciones que incluyen magia y ciudades -vivas- en el corazón de su trama.

Todavía estamos en la  superficie.

Lo que sigue es adentramos el interior de las ciudades, en sus túneles y subterráneos llenos de gente rara, oscuridad y más ficción weird.    

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1-http://morganeuse.blogspot.com/2010/12/drift.html

2-http://www.habitantesdelcaos.com/a83/%C2%A1Magia%20Pop!%20por%20Grant%20Morrison.htm

3-La intención no es romantizar la pobreza o la indigencia; en palabras de Osvaldo Baigorria: “La huella del vagabundo no es la misma que la del homeless. Mientras que los habitantes sin techo de toda urbe son una muestra de exclusión extrema, forzada, impuesta por la sociedad de mercado, el croto siguió voluntariamente el rastro que lo llevaría a un lugar de no-pertenencia.” 

4-La novela es una adaptación de la miniserie homónima creada por Neil Gaiman y emitida por la BBC Two en 1996.

5-Prueba de ello son las obras antes nombrados (Kraken e Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres) a las que podríamos sumar Un Lun Dun (2007), La ciudad y la ciudad (2009), o cuentos como Cimientos y Buscando a Jake (2005), por poner algunos ejemplos.

6-Del libro Buscando a Jake y otros relatos, publicado en Argentina en 2019 por Ediciones Ayarmanot.

7- Se trata de unos de los cuentos más nacionalista, reaccionarios y xenófobos de Lovecraft. Y no es poco decir, teniendo en cuenta que hablamos de un escritor que suele destilar xenofobia y racismo en sus textos.