American Gothic: Historicismo y hauntología en la plantación

Por Marcelo Acevedo

Marcelo Acevedo (Tulpa Valis) propone un recorrido por el arco de tres años a cargo del gran Alan Moore de «La cosa del pantano», sobre todo en el ciclo conocido como American Gothic, un recorrido por los terrores y fantasías que asedian al Estados Unidos profundo, deteniéndose particularmente en sus números 41 y 42, un carnaval terrorífico de zombies y fantasmas de los esclavos muertos en una plantación sureña que vuelven para seguir luchando por su libertad en un presente no tan distinto.

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-En su etapa al frente de la serie Swamp Thing (de 1984 a 1987, issues 20 al 64), el guionista británico Alan Moore escribió la saga más aclamada de la historia del personaje de los pantanos de DC Comics: American Gothic. Moore le había anticipado a su dibujante Stephen R. Bissette que con American Gothic quería hacer “una especie de versión de Ramsey Campbell de Busco mi destino”1. Por esa razón llevó a la Cosa del Pantano a recorrer pueblitos y ciudades de la Norteamérica profunda. Sus siniestras aventuras los llevaron de viaje por Blossomville (Pensilvania), Rosewood (Illinois), Kennescook (Maine), San Miguel (California) y los pantanos de Luisiana, para finalmente concluir la saga en Sudamérica, entre el Amazonas brasilero y Chiloé, al sur de la Patagonia, en La Recta Provincia, para enfrentarse a La Brujería, el Imbunche y otros demonios de la mitología sudamericana.

American Gothic explora los miedos de la sociedad estadounidense a través de historias de horror cortas, con temáticas sociales y personajes muy humanos en contextos urbanos que enfrentan el horror de lo cotidiano -o lo cotidiano que se vuelve terrorífico- rodeados de monstruos del imaginario popular, mitos urbanos y “villanos” multidimensionales, llenos de matices y complejidad. Relatos sobre terrores colectivos con la impronta de uno de los mejores guionistas de comics de todos los tiempos completan una saga que, a pesar de haber sido escrita a mediados de los años 80, no ha perdido vigencia en la actualidad. “El problema con los Estados Unidos es que tiene una actitud muy maniquea”, -le confesó Alan Moore a Neil Gaiman en una charla de café- “y supongo que eso es lo que quiero abordar al final de American Gothic. Esa actitud de que solo hay bueno o malo, blanco o negro. Y no es así. De eso se trata American Gothic.”

En cada pequeño arco argumental de American Gothic Moore ofrece una versión particular y aggiornada de los monstruos clásicos en territorio estadounidense, tamizados por la pluma de un joven autor inglés y mezclados con los terrores de la sociedad norteamericana de la década de los 80: la ecología y el catastrofismo nuclear (Los Diarios de Cara-Nuclear), los vampiros y la rebeldía juvenil (Aguas Estancadas / Historias de Pescadores), la licantropía y el machismo (La Maldición), el “cuco” y los asesinos seriales (Los Hombres de la Bolsa), las casas embrujadas y el problema con las armas de fuego (Danza Fantasmal), los psicotrópicos y los estados alterados de consciencia (Fruta Caída) y, por supuesto, los zombies, el vudú, el racismo, la esclavitud y el pasado que regresa para reclamar venganza en Cambio Sureño y Extraño Fruto. De toda la saga, estos 2 números son -por temática, personajes, ambientación y recursos utilizados- los que mejor representan ese subgénero conocido como gótico sureño, que Moore decidió rebautizar para su particular adaptación al comic como “gótico americano”.

-Los números 41 y 42 de American Gothic (Cambio Sureño y Extraño Fruto, octubre y noviembre de 1985, respectivamente) narran una historia de zombies hauntológica: en una plantación de Luisiana comienza el rodaje de una telenovela histórica sobre las plantaciones en el sur de los Estados Unidos, pre-guerra de secesión. El escenario es la antigua mansión de la familia Jackson llamada “Robertaland” donde, en el año 1842, un romance prohibido entre William, el esclavo negro de la familia Jackson, y Charlotte, la esposa de Wesley Jackson, amo y señor de Robertaland, termina en tragedia cuando este último descubre el romance y, asqueado de racismo y con el orgullo herido, desolla al esclavo en el sótano de la Mansión.

Los protagonistas de la novela son Angela Lamb, que interpreta a Rebecca, esposa del Sr. Davenport -encarnado por el actor Richard Deal-, dueño de la mansión Providence y también del esclavo negro que mantiene un romance secreto con Rebecca, interpretado por la estrella de televisión Billy Carlton. Los problemas comienzan cuando los actores se sienten “poseídos” repentina y momentáneamente por los espíritus de los antiguos y verdaderos habitantes de Robertaland y confunden sus roles y el nombre de sus personajes con los de Charlotte, Wesley y William, mientras los extras que actúan de esclavos comienzan con los preparativos para llevar a cabo una antigua ceremonia vudú que incluye fogatas, cánticos, frutas y animales degollados, guiados por un instinto ancestral. “La hauntología versa sobre el poder del recuerdo (perdurar, aparecer de improviso, saquear la mente) y sobre la fragilidad del recuerdo (destinado a distorsionarse, volverse borroso y por último a desparecer)”2, explica Simon Reynolds en Retromanía. Los viejos espíritus de Robertaland reviven sus miserias personales a través de los cuerpos poseídos de los actores, mientras que los muertos salen de las tumbas arrastrando sus restos podridos para ajustar antiguas cuentas con la historia, en un ciclo que parce condenado a repetirse, a menos que alguien -o algo- pueda quebrarlo. En Robertaland la historia se repite primero como tragedia… y después también como tragedia.

-Escribe Frederic Jameson en su ensayo El historicismo en El Resplandor: “Sin embargo, incluso este sentido indiferenciado de la presencia, la amenaza de la historia y el pasado como tal es suficiente para revelar el parentesco genérico entre la historia de fantasmas y ese género más antiguo con el cual y contra el cual a menudo se define constitutivamente, a saber, la novela histórica. ¿Qué es esto último, de hecho, si no un intento de resucitar a los muertos, para escenificar una fantasmagoría alucinante en la que los fantasmas de un pasado desaparecido se encuentran una vez más en una fiesta de disfraces?”. Lo que vemos en los números 41 y 42 de Swamp Thing es la filmación de una (tele)novela histórica y una “fiesta” pagana con extras y actores secundarios “disfrazados” de esclavos que se reencuentran con fantasmas de un pasado desaparecido y muertos que resucitan en una fantasmagoría alucinante.

Overlook-Robertaland. El espacio acechado por la historia.

-Al igual que Jack Torrance (Jack Nicholson) en El Resplandor, los protagonistas de Cambio sureño y Extraño fruto no son poseídos por el mal, ni por el demonio o algún espíritu maligno, sino simplemente “por la historia, por el pasado estadounidense”3; en este caso es el pasado del sur profundo, racista y esclavista. Y así como en El Resplandor el pasado “ha dejado sus huellas sedimentarias en los pasillos y las suites desmembradas de este monumental laberinto”4 -el hotel Overlook-, en el comic de Alan Moore el pasado ha dejado sus huellas sedimentarias en las galerías, el sótano y el cementerio de esclavos de la mansión Robertaland: “Siento algo en estas tierras difícil de describir. Como si un patrón hubiese sido grabado sobre este lugar por emociones tan feroces y corrosivas que dejaron una huella ardiente en el mismo suelo. Y aunque su diseño ha estado enterrado durante mucho tiempo, aun guía los pasos de aquellos que transitan el mundo superior”, dice Swamp Thing cuando se acerca por primera vez a las tierras donde se erige la masión.

-“El espacio es intrínseco a la espectralidad, como uno de los significados del término “haunt” -un lugar- lo indica. Sin embargo, una aparición fantasmal (haunting) evidentemente es un desorden tanto temporal como espacial. La aparición ocurre cuando el espacio es invadido o trastornado por un tiempo que está fuera de quicio, una discronía”5, sostiene Mark Fisher. Inmediatamente después de encontrarse con el fantasma de su padre, Hamlet le dice a Marcelo y Horacio, soldado y amigo respectivamente: “Entremos juntos, y tened el dedo sobre los labios, os lo ruego. El tiempo está fuera de quicio”.  

-Al igual que El Resplandor, Cambio Sureño y Extraño Fruto se ocupan principalmente del problema de la repetición. Los fantasmas y los zombies regresan para repetir el pasado, pero también los vivos buscan, de alguna manera, repetir la historia de aquel sur racista y esclavista a través de la ficción al utilizar como extras a residentes de Luisiana para la filmación, porque no hay nada más realista que un negro de Luisiana descendiente de esclavos interpretando a un esclavo: “También están contratando a mucha gente de color de aquí para que actúen de esclavos, porque los de afuera ‘no lucen apropiados´. Así que ¡todos esos descendientes de esclavos liberados están ganando buen dinero volviéndose esclavos de nuevos!”, le dice Abby a Swamp Thing.

-Otra vez Fisher: “Ocultos detrás de los atractivos fantasmas del Imaginario del hotel que seducen a Jack, los horrores que acosan a los corredores del Overlook pertenecen a lo real. Lo real es lo que continúa repitiéndose, lo que se reafirma a sí mismo sin importar como intentamos huir de él. Los horrores del Overlook son los de la familia y los de la historia; o más concisamente, son los de la historia familiar.”6 Un negro zombie en Swamp Thing: “Has regresado al sitio del dolor, Wesley Jackson, todos hemos regresado al sitio del dolor. Porque el dolor no puede ser sepultado y olvidado. El dolor no puede permanecer en el pasado, u oculto debajo del suelo. Lo que es enterrado no desaparece, y lo que es sembrado crece. Hay un hierba que prospera en la negación, floreciendo en la oscuridad, y desatendida se vuelve un árbol de la noche. Hundiéndose ante el insoportable peso de lo que ha creado.”

-“En la interpretación de Cook, el Overlook, ese patio de juegos de los ultraprivilegiados y los supercorruptos (…) metonímicamente sustituye a la pesadilla de la propia historia estadounidense. Una colmena del ocio construida sobre un antiguo cementerio indígena (este detalle fue añadido por Kubrick); una potente imagen de una cultura fundada sobre (la represión de) el genocidio de los pueblos nativos”7, detalla Fisher en K-Punk. ¿No fue acaso la ficticia Robertaland -teniendo en cuenta lo acontecido en las plantaciones reales-, al tratarse de una plantación trabajada por esclavos, fundada sobre el genocidio de esa esclavitud?

“La utilización y superexplotación de fuerza de trabajo esclava de origen africano durante la colonización de América (…) fue uno de los etnocidios (y genocidios) más horrendos e incalificables de la historia de las sociedades humanas, solamente comparable, en el mismo período histórico, al genocidio (y etnocidio) de las culturas indígenas de la así llamada América, y desde luego íntimamente ligado a éste. Vale decir: es parte, y una parte sustantiva y en varios sentidos decisiva, de la propia conformación de la Modernidad, del modo de producción capitalista centrado en Europa, de la emergencia de las formas propiamente modernas del racismo (…) y de una planificación técnica y racional del dominio despótico y cruel del poder establecido sobre millones de seres humanos inermes. La plantación esclavista americana -lo veremos- es la mejor condensación avant la lettre entre los horrores de la explotación del trabajo en las primeras fábricas industriales, y ese otro invento moderno, el campo de concentración -no casualmente surgido en Sudáfrica a fines del siglo XIX- ”, recuerda Eduardo Gruner en La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución.

En el tema y la trama de estos dos números de Swamp Thing hay claras referencias a películas del subgénero blaxploitation8 como The Legend of Nigger Charley (1972), Drum (1976), pero sobre todo Mandingo (1975),con la cual guarda algunas similitudes. Stephen Bissette comentó a propósito de esto: “El escenario de plantación y gótico que Alan creó para nuestra historia fueron alimentados por la memoria fresca de esos excesos cinematográficos, como por la vergonzosa historia estadounidense detrás de ellos”.

-La gran casona del amo blanco como escenario central de la tragedia; los pantanos y las plantaciones como confines de un estilo de vida pretérito pero no olvidado; el cementerio de esclavos como prueba física del terror y la esclavitud; el triangulo amoroso fatal entre Wesley, William y Charlotte representan los excesos de una casta blanca, racista y supremacista; el recuerdo de una mentalidad que en algunos produce culpa y vergüenza, pero que aún persiste y es defendida en ciertos pueblos del sur de los Estados Unidos.

Jameson afirma que “el fantasma se une a una construcción de cierta antigüedad, de la cual es un mal sueño, y a cuya incomprensible sucesión de generaciones de habitantes señala algún retorno de lo reprimido de la mente de la clase media.”9 Cuando Swamp Thing se cruza por primera vez con los zombies que salen de sus tumbas y se dirigen a la mansión reflexiona: “La procesión sigue de largo, y no me ven. Como si yo no fuese parte del sueño en el que están inmersos. El sueño de un lugar muerto que recuerda cariñosamente viejos y preciados horrores”.

-“La hauntología versa sobre el poder del recuerdo (perdurar, aparecer de improviso, saquear la mente) y sobre la fragilidad del recuerdo (destinado a distorsionarse, volverse borroso y por último a desparecer)”, sostiene Fisher

Zombies y fantasmas: El regreso de los muertos

-La figura filosóficamente problemática del fantasma -“ni ser ni no ser, simultáneamente presencia y ausencia”10, diría Simon Reynolds- produce, en el caso de Swamp Thing 41 y 42, dos tipos de “espectros”: los espíritus que toman los cuerpos de los actores para revivir el drama de la historia y los muertos vivos, que reviven para reclamar a la historia. Los segundos vuelven a la vida, paradójicamente, gracias a los primeros, que son quienes toman el cuerpo de los extras para hacerlos realizar el ritual que resucitará a los muertos, traerá a los zombies. Los zombies reviven únicamente gracias al vudú, no gracias a la voluntad de los espíritus de los esclavos, porque es la propia historia la que posee a los extras y los hace celebrar el Mystére L’orient, como es la historia la que posee a Angela Lamb, Richard Deal y Billy Carlton: “Es una noche especial para nosotros Sr. Jackson. ¡Es el Mystére L’orient! Los zombies caminan esta noche”, dice unos de los extras que interpreta a un esclavo.

“No es la muerte como tal, entonces, sino que en la secuencia de ‘tantas generaciones moribundas’ es el escándalo despertado por la historia de fantasmas de una cultura burguesa que ha triunfado con el culto a los antepasados y la memoria objetiva del clan o la familia extendida, que se condena a sí misma a la medida de la vida del individuo biológico”11, agrega Jameson.

Los extras que preparan la comida, la fruta, degollan gallinas, danzan y cantan alrededor del fuego o la señora Alice que tira sal alrededor del viejo cementerio de esclavos para mantener a raya a los muertos, lo hacen casi de forma inconsciente, porque siente que es lo que deben hacer.

-“La hauntología puede ser construida entonces como un duelo fallido. Se trata de negarse a dejar ir al fantasma o -lo que a veces es lo mismo- de la negación del fantasma a abandonarnos”12, explica Fisher en Los fantasmas de mi vida.

Los Jackson pelean por su propiedad, por mantener la esclavitud vigente, por el poder que le fue otorgado gracias a su color de piel, su herencia, las leyes de una nación justa para ellos pero injusta para las minorías: “Esta es mi tierra. Esta es la forma de vida para la que mi familia trabajó”, dice Deal/Wesley. Los zombies se levantan para pelear por su libertad, por lo que no pudieron conseguir en vida. Persistencia, repeticiones y prefiguraciones.  

-Uno de los zombies le dice al Richard Deal poseído por el fantasma de Wesley Jackson: “Queremos nuestra libertad. Y si no se nos es dada, entonces todos repetiremos esta noche de dolor y sufrimiento hasta que la libertad llegue. Aunque nos lleve toda la eternidad. Y los muertos sabemos de eternidad”. Violencia es lo único que recibieron estos esclavos durante toda su vida. Violencia, física, psicológica, espiritual. Despojados de su libertad, de su tierra, de su religión, de su cultura, golpeados, violados, torturados y asesinados, entienden que no existe otra forma de reclamar su libertad más que a través de la violencia. Sangre y fuego.  A diferencia de la violencia del opresor, la de violencia de los oprimidos se traduce en justicia.

“La violencia es, por supuesto y como siempre, de lamentar. Pero no es, como a veces se ha pretendido, inexplicable. Es un intelectual -y militante revolucionario- precisamente de origen antillano, Frantz Fanon, el que, apoyándose también en una reinterpretación de la «dialéctica del Amo y el Esclavo» (…) viene a decir que a los oprimidos, a los esclavos -a los cuales, como tendremos ocasión de discutir, directamente se les había arrancado su propio ser-, no les quedaba otra salida que, en la búsqueda del reconocimiento, una paradójica humanización lograda a través de la violencia contra el opresor.”13, plantea Gruner.

-Los actantes de Robertaland tienen que romper el ciclo, es la única forma de detener el esquema laberíntico que atrapa incluso a los vivos. “Deben romper este terrible ciclo”, dice Swamp Thing “la atrocidad que aquí ha sucedido no debe ser repetida, no lo toleraré”. Fisher identifica dos direcciones de la hauntología: “La primera remite a lo que ya no es más pero permanece como una virtualidad que en realidad es, como la traumática “compulsión a repetir” un patrón fatal. El segundo sentido remite a lo que todavía no ha ocurrido actualmente, pero que ya es efectivo virtualmente: un atractor -para usar el término matemática que designa a un conjunto de valores hacia los que tiende un sistema-, o una anticipación que influye sobre el comportamiento presente.”14

-Jaques Derrida escribe en Espectros de Marx: “La conjuración debería asegurarse de que el muerto no volverá: deprisa, hacer todo lo necesario para que su cadáver permanezca localizado, en lugar seguro, en descomposición allí mismo donde ha sido inhumado, incluso embalsamado”, pero como dice el padre -zombie- de Alice: “No podía dormir en ese lugar, ni descomponerme. Ninguno podía. Queda demasiado por resolver. Esta noche vamos a demandar nuestra libertad”

-Estos fantasmas del pasado no pueden estar completamente presentes sino a través del cuerpo de los actores de la telenovela, no son un ser en sí mismo “pero señalan una relación con lo que ya no es mas o con lo que todavía no es” (Martin Hägglud). Como aquel encuentro fatal en la quinta de Los Laureles entre las facas -o más bien entre los espíritus que habitaban en ellas- de los gauchos Juan Almanza y Juan Almada, que poseyeron los cuerpos de dos amigos para cerrar cuentas pendientes del pasado en el cuento El Encuentro15, de Jorge Luis Borges.

-Derrida: “Asediar no quiere decir estar presente, y es preciso introducir el asedio en la construcción misma de un concepto”.

Asediar:

1-Rodear completamente un emplazamiento enemigo e impedir la entrada y la salida del mismo para lograr su rendición.

2-Acosar a alguien con preguntas o ruegos para conseguir algo.

Los esclavos hacen ambas cosas: asedian el emplazamiento enemigo (Robertaland y Wesley), lo acosan con preguntas y ruegos para conseguir algo: su libertad.

-Mark Fisher: “Nada goza de una existencia puramente positiva. Todo lo que existe es posible únicamente sobre la base de una serie de ausencias, que lo preceden, lo rodean, y le permiten poseer consistencia e inteligibilidad”.


1- Rampsey Campbell es un escritor y editor británico, considerado como uno de los mejores escritores contemporáneo del género terror. Busco mi destino (Easy Rider, 1969) es una road movie dirigida por Dennis Hopper que lleva a sus protagonistas Billy (Dennis Hopper) y Wyatt (Peter Fonda) en un viaje en motocicleta por el sur de los Estados Unidos hasta el festival Mardi Gras en Luisiana.

2- Simon Reynolds – Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado (2011)

3-Frederic Jameson, El historicismo en El Resplandor.

4-Ibidem.

5“Siempre has sido el conserje”: Los espacios espectrales del hotel Overlook. (K-Punk Vol.1 – Parte 02 – Pantallas, sueños y espectros: películas y televisión. 

6-Ibidem.

7-Ibidem.

8-Blaxploitation: cine de explotación -generalmente clase B- con temáticas “negras” y protagonistas afroamericanos, que tuvo su auge a mediados durante los años 70 en Estados Unidos. En muchos casos readaptaban clásicos del cine y la literatura y reemplazaban al protagonista caucásico por actores afroamericanos, como por ejemplo Blacula (1972), Blackenstein (1973) o The Black Godfather (1974).

9- Frederic Jameson, El historicismo en El Resplandor.

10-Simon Reynolds – Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado (2011)

11- Frederic Jameson, El historicismo en El Resplandor

12-Mark Fisher, Los Fantasmas de mi vida – La lenta cancelación del futuro (2018)

13- La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución (Eduardo Grüner, 2010)

14-“Siempre has sido el conserje”: Los espacios espectrales del hotel Overlook. (K-Punk Vol.1 – Parte 02 – Pantallas, sueños y espectros: películas y televisión. 

15-Incluido en el libro El Informe de Brodie (1970).