Los nuevos apócrifos, de John Sladek (parte 5.1)

En esta nueva entrega de Los Nuevos Apócrifos. Guía de ciencias extrañas y creencias ocultistas, John Sladek propone un recorrido por la historia del espiritismo, desde Emmanuel Swedenborg hasta los desenmascaramientos de Harry Houdini, pasando por audaces médiums como las hermanas Fox, Florence Cook y Eusapia Palladino, entre otrxs embaucadorxs. Hace algunas semanas comenzamos a reeditar esta joya originalmente aparecida en español en la revista argentina de ciencia ficción El Péndulo y esperamos completar el libro en 24 entregas.

Traducción: Carlos Gardini. Dibujos: Alfredo Grondona White. Transcripción: Pedro Perucca

Del espíritu

Ectoplasmas primitivos

El espiritismo moderno. al contrario de la parapsicología, no pretende ser calificado de “ciencia”. Es, como lo expresó Harry Price, “en el mejor de los casos, una religión; en el peor, un camelo”.1 Sin embargo, casi desde el principio, el interés popular se ha centrado no en las creencias espiritistas sino en la evidencia material de los milagros.

En el caso de Emmanuel Swedenborg (1688-1772) aún era ante todo una religión. Swedenborg fue al principio inventor y científico experimental.

Sus investigaciones abarcaban desde la composición de la materia hasta la ubicación del alma en el cuerpo humano; y sus estudios comprendían las matemáticas, la física, la mecánica, la astronomía. la metalurgia, la química, la geología, el magnetismo y la anatomía.2

Una de sus preocupaciones filosóficas primarias era la unión de la ciencia y la teología, del conocimiento por la razón y el conocimiento por la fe. Escribió varias obras teológicas y fue consignando sus sueños en un Diario espiritual de sus experiencias religiosas. Inesperadamente

este hombre inteligente, culto y piadoso empezó a trabar relación con los espíritus. No hizo un secreto de ello, sino que a menudo a la mesa, aun delante de muchas personas y en medio de las conversaciones más racionales y científicas, decía: “Sobre este asunto he conversado no hace mucho con el apóstol Pablo…”3

También habló con los habitantes de Marte, Mercurio, Saturno, Venus, Júpiter y la Luna. Las descripciones de esos seres suelen pecar de vaguedad, pues Swedenborg estaba interesado primordialmente en el bienestar espiritual de ellos. Se dijo que había sido un vidente y que había hecho una serie de revelaciones demostrables. Llevó a la reina de Suecia un mensaje del difunto hermano de ella, que, según una versión, la hizo desmayar. Se dice que había sabido la hora exacta y la extensión de un gran incendio en Estocolmo y que lo comentó en su momento aunque estaba a cinco mil kilómetros de distancia.* También se dice que reveló a la viuda de un embajador holandés dónde había ocultado el esposo un documento desaparecido, en un cajón secreto del escritorio.

Los swedenborgianos en general sostienen que existen sólo dos posibilidades: o bien el eminente teólogo era un fraude, o bien era un psíquico genuino. Evaluar sus prodigios a través del polvo oscurecedor de dos siglos quita toda significación a los comentarios sobre el carácter genuino de sus milagros; pero no veo ninguna razón para que nuestro teólogo no haya sido sino un buen hombre, incluso un santo, alrededor de cuya vida se entretejieron leyendas sin que él fuera responsable de ellas.

Muchos videntes que aparecieron en el siglo diecinueve estaban varios puntos por debajo de Swedenborg. Después de la publicación, en 1847, de un popular libro de Andrew Jackson Davis, el “Vidente de Poughkeepsie”, se produjeron ruidos extraños en el dormitorio de una granja del estado de Nueva York, el cuarto de Margaret y Kate Fox (ocho y seis años respectivamente).

Se corrió el rumor de que se había cometido un asesinato en la casa, aunque nunca se verificó. Las hermanas Fox hicieron una gira por todo Estados Unidos, ganando hasta 100 dólares por noche con la asistencia de numerosas multitudes. “En los años siguientes”, escribe Simeon Edmunds, “una verdadera epidemia de raps cundió en todo Estados Unidos”. Un juez de la Corte Suprema escribió un libro sobre el tema y otras personas eminentes se involucraron en el asunto, ya como videntes o comentaristas.

Sólo en 1888 Margaret Fox confesó en una nota periodística que ella y la hermana habían producido los raps haciendo crujir las articulaciones de los dedos de la mano y el pie. En verdad eso era lo que habían dicho unos años antes algunos investigadores, pero el público se negó a escucharlos. De hecho. Margaret emprendió una segunda gira por el país, demostrando el truco, pero no sirvió de nada. El público, convencido de que los raps eran obra de los espíritus, se negó a dejarse engatusar por la verdad. Muchos científicos demostraron una y otra vez que era bastante fácil producir raps haciendo crujir los nudillos sin movimientos visibles. No obstante, para la mayoría de la gente esto quedaba refutado por la simple declaración del célebre físico William Crookes, que daba por genuinos algunos de los fenómenos.

En la década de 1850, las médiums norteamericanas Hayden y Roberts sentaron sus reales en Gran Bretaña. Sus métodos incluían una recorrida del alfabeto hasta que se oía un rap (las hermanas Fox sólo respondían a preguntas de sí o no) y mesas móviles. Las mesas móviles se convirtieron en la nueva epidemia.

El físico Michael Faraday se empeñó en tratar de averiguar dónde se originaban los movimientos de las mesas.

Preparó dos tablas chatas, separadas por rodillos de vidrio, de tal modo que una presión en cualquiera de ambas tablas la hacía rodar alejándose de la otra. Un indicador formado con un tallo de heno permitía detectar el menor movimiento. (…) Faraday demostró que, dado que la tabla superior se movía invariablemente primero cuando se inclinaba la mesa, la fuerza motivadora no venía de los espíritus sino de las manos de los presentes.4

También pudo demostrarse la naturaleza involuntaria de los movimientos, pues cuando se permitió a los presentes observar el tallo de heno los movimientos cesaron. A partir de estos y otros experimentos, Faraday llegó a la conclusión de que los movimientos de las mesas no eran causados directamente por espíritus.

William Crookes dirigió una investigación de índole muy diferente con el médium escocés Daniel Dunglass Home (1833-1886). Llegó a la conclusión de que Home había:

1. Levitado objetas pesa­ dos en el aire, tocándolos pero sin levantarlos.

2. Causado raps y golpes con medios no físicos.

3. Alterado el peso de los objetos.

4. Desplazado muebles pesados a distancia, sin tocarlos.

5. Levantado mesas y sillas en el aire sin tocarlas.

6. Levitado seres humanos.

7. Persuadido a un acordeón de flotar en el aire y sonar, sin tocarlo.

8. Producido nubes luminosas y luces.

9. Materializado formas y rostros humanos.

10. Materializado manos (luminosas o visibles a la luz).

11. Realizado escritura automática.

12. Expresado información (mediante Ja tabla ouija y la escritura automática) a la cual no tenía acceso.

13. Realizado actos varios (ejemplo, transportar un objeto desde otro cuarto, a través de puertas y pare­ des sólidas; en jerga espiritista, apports).

Una lista apabullante, y si Home de veras hubiera sido capaz de hacer una sola de esas cosas el escepticismo no tendría cabida. Lamentablemente la mayor parte de estos fenómenos fueron observados sólo por Crookes, y no existe ninguna evidencia independiente de que se hayan producido. Cuando un hombre atestigua proezas increíbles como la levitación, debemos estar seguros de que no miente, no fue víctima de una alucinación, no estaba drogado ni hipnotizado, no fue embaucado por trucos de magia ni fue obligado o persuadido de dar el testimonio.

D. D. Home prosperó muchos años. Durante un tiempo fue patrocinado por la rica señora Lyons, quien le pasó 60.000 libras. Más tarde le entabló un pleito para recobrarlas, alegando que Home la había persuadido de que el difunto esposo quería que ella le diera el dinero.

Más tarde Home trabó relación con varios jóvenes de la aristocracia londinense (ya había hecho una gira por Europa e impresionado a varios monarcas). Fue en Londres, en la noche del 13 de diciembre de 1868, donde tres de ellos, el vizconde Adare, su primo el capitán Wynne y lord Lindsay, presenciaron una levitación.

Home estaba dormido en un cuarto cuando los tres se retiraron al cuarto contiguo. Ambos cuartos tenían ventanas en el mismo lado del edificio. De pronto Home apareció fuera de la ventana, la abrió y entró. Dice Adare:

Estaba tan oscuro que no pude ver con claridad cómo se sostenía afuera. Aparentemente no estaba aferrado a la balaustrada ni apoyado en ella, sino que se mecía de aquí para allá. Fuera de cada ventana hay un pequeño balcón o cornisa de 19 pulgadas de profundidad, bordeado por balaustradas de piedra de 18 pulgadas de altura. Las balaustradas de las dos ventanas tienen 7 pies y 4 pulgadas de separación. midiendo desde los puntos más cercanos.5

Las declaraciones de los tres testigos difieren, sin embargo, en detalles que son triviales e importantes a la vez. En verdad, Adare y Lindsay dieron varias versiones cada uno, contradiciéndose mutuamente y a sí mismos. El siguiente extracto dará una idea de su vaguedad :

El incidente ocurrió en el número 5 de Buckingharn Gate, Kensington (Adare); en Ashley Place, Westminster (Adare); en la calle Victoria, Westminster (Lindsay). Había una comisa de 4 pulgadas de ancho bajo las ventanas (Adare); una cornisa de 1 1/2 pulgada de ancho (Lindsay); ningún lugar donde apoyar Jos pies (Lindsay); balcones con 7 pies de separación (Adare); ningún balcón (Lindsay). Las ventanas estaban a 85 pies de la calle (Lindsay); a 70 pies (Lindsay); a 80 pies (Home); en el tercer piso (Adare); en el primer piso (Adare). Estaba oscuro (Adare); había un brillante claro de luna (Lindsay). Home dormía en un cuarto y los testigos pasaron al contiguo (Adare); Home dejó a los testigos en un cuarto y él mismo fue al contiguo (Adare). T. H. Hall, en Luz nueva sobre fantasmas viejos, 1965, ha establecido demostrablemente que el acontecimiento sucedió en Ashley House, Ashley Place, Westminster, donde había balcones con 4 a 7 pies de separación, en el tercer piso, que estaba a 35-40 pies de Ja calle. En la noche en cuestión había luna nueva.

Hall también demostró que Adare, además de compartir la cama con Home, estaba bajo su influencia en otros sentidos. Las versiones de Lindsay contradicen tanto las de Adare como ciertos hechos. La única declaración de Wynne, preparada a requerimiento de Home, dice sólo que Home salió por una ventana y entró por otra. A fin de cuentas, no nos queda ninguna evidencia de que se haya producido un hecho sobrenatural.

Esto no ha impedido a los creyentes afirmar que las habilidades de D. D. Home fueron probadas incuestionablemente. Se han hecho afirmaciones similares sobre Florence Cook.

Cuando un científico eminente se compromete con cualquier manifestación de lo sobrenatural. los creyentes se regocijan. Y cuando William Crookes, más tarde armado caballero por sus contribuciones a la física, declaró que Florence Cook era una médium genuina. los creyentes dieron el caso por demostrado. T. H. Hall. sin embargo. ha enumerado varias razones para sospechar que Crookes pecaba de complicidad o de ingenuidad.

Primero, Florence Cook (la señora Elgie Comer) por cierto era capaz de cometer fraudes.

Era discípula y compinche de médiums que tenían fama de ser pillos redomados; las notas sobre los inicios de su carrera en los periódicos de la época indican claramente su tendencia fraudulenta; más de una vez fue sorprendida en circunstancias que no admiten más explicación que el truco grosero, y pertenecía a una familia deshonesta que conspiraba deliberadamente para transformar el falso espititismo en una carrera rentable.6

Crookes tenía cuarenta y un años, y su esposa estaba embarazada del décimo hijo de ambos. Florence tenía dieciocho años y era bonita, y estaba dispuesta a pasar un tiempo considerable en el hogar de los Crookes, encerrada a solas con él en un cuarto a oscuras, mientras a él se le presentaban hermosas apariciones. El hombre con quien Florence se había casado en secreto, el capitán Comer, hizo una interpretación poco espiritual del procedimiento y aporreó a Crookes. En 1875 la situación se estaba haciendo obvia para otras personas, que publicaron insinuaciones de que la próxima manifestación podría ser un fenómeno con forma de bebé.

En cuanto a las apariciones, por lo que sabernos, sólo las vio Crookes. Florence entraba en su gabinete, sola o con su amiga Mary Showers (más tarde sorprendida cuando montaba una sesión espiritista fraudulenta) y caía en trance. A continuación el fantasma de una bella muchacha (o dos, cuando participaba Mary) emergía y flotaba en el cuarto. Crookes devaneaba sobre estos espíritus y comprobaba la solidez que tenían mediante “actos íntimos como abrazarlos y caminar con ellos tomado del brazo, e incluso palparlos para ver si usaban corsé”.7

Durante este período, Florence recibía cuantiosas sumas de dinero de otro benefactor, el rico y crédulo Charles Blackburn. Con el tiempo Blackburn entró en sospechas, y la excluyó del testamento antes de morir. En 1880 Florence había sido denunciada por mala fe por sir Charles Sitwell. En 1893 estaba de nuevo en campaña, aunque para entonces sus espíritus no tenían mucho que decir, salvo para lamentar la desconsideración de Blackburn. Blackburn mismo fue convocado, pero no se disculpó. Madame Blavatsky llevó sus sesiones a la India, lo cual contribuyó muchísimo a aumentar la reputación de su Sociedad Teosófica en Inglaterra. Aparentemente esa reputación no ha disminuido, pese a que la sorprendieron repetidamente creando espíritus fraudulentos. Un libro consagrado a su memoria8 dedica la mitad de sus sesenta páginas a refutar a un detector de fraudes, afirmando en largas parrafadas que cierto panel secreto del cuarto de sesiones había sido tapado con ladrillos antes que ella obrara sus prodigios. Eso es al menos lo que creo que dice, pues la declaración está atiborrada de apartes longitudinales sobre el mal karma del investigador.

Otra médium despampanante, aún la predilecta de muchos adeptos del espiritismo, fue Eusapia Palladino (1854-1918). Tosca, voluptuosa y audazmente oportunista, Eusapia sopló como una brisa fresca en la atmósfera enrarecida del espiritismo victoriano. Fue “descubierta” por Cesare Lombroso, el promotor de la fisiognomía criminal, quien evidentemente fue incapaz de detectar imposturas en la apetecible figura de su protegida.

En el caso de Eusapia, el gabinete era un rincón del cuarto aislado por cortinas. que contenía una mesa y varios instrumentos musicales. La médium se sentaba de espaldas a él ante otra mesita, con investigadores a ambos costados. La luz se atenuaba y, mientras los investigadores le tenían las manos y le sostenían los pies con los suyos, Eusapia hacía que la mesa se levantara, las cortinas se le acercaran ondulando, se produjeran raps en la mesa oculta y los instrumentos tocaran.

Se realizaron investigaciones en Milán, París, Cambridge y Nápoles sin llegar a ninguna conclusión, aunque los hombres de Cambridge olían gato encerrado. Eusapia pellizcaba continuamente las manos de los hombres que la sostenían o usaba otros medios para llamarles la atención, que ya estaba dividida entre el afán de refrenar las contorsiones de una mujer sexy y el de estar alerta a los fenómenos. Las sesiones se realizaban siempre de noche, cuando ellos estaban cansados y ella (qué dormía de día) despejada.

En 1909, en Estados Unidos, Eusapia fue sorprendida al fin. Sin que ella lo supiera, un tercer investigador se escurrió en el cuarto para tenderse en el suelo y observarlo todo. Había supuesto que vería cables o algún otro artefacto sofisticado.

Vaya sorpresa cuando vio que Eusapia simplemente había sacado el pie del zapato y moviendo atléticamente la pierna hacia atrás se estiraba para buscar al tanteo la guitarra y la mesa del gabinete (…) Su destreza era admirable.9

Lejos de ser entorpecida por los hombres que le sostenían las manos, en verdad se apoyaba en ellos durante estas contorsiones.

Comprendiendo que los creyentes simplemente dirían que algunos fenómenos eran falsos pero el resto genuinos, otros investigadores de la Universidad de Columbia le prepararon una prueba diferente. Le presentaron a un par de magos aficionados como si fueran catedráticos y les permitieron fingirse atónitos ante los poderes psíquicos de Eusapia, mientras la estudiaban. Otros dos hombres estaban escondidos en el cuarto para observar de nuevo sus trucos. Luego, en una segunda sesión, los magos ejercieron un control deliberadamente laxo al principio. mientras aparecían los prodigios. A una señal acordada de antemano usaron controles más estrictos, y todas las manifestaciones cesaron.

El repertorio de trucos de Eusapia era amplio. Era capaz de maniobrar de tal modo que los pies de dos hombres se mantuvieran en contacto con un solo pie de ella, dejándole la otra pierna libre. Pateaba la cortina para hacerla ondear, sacaba la mesa del gabinete con el pie y la volteaba, y cosas similares.

Una tercera investigación, en 1910, demostró que sólo se valía de trucos. Pero los crédulos han adorado obstinadamente a su diosa, negándose a ver por qué una pobre muchacha campesina querría engañar al público a 125 dólares la sesión, más las adulaciones de la publicidad, antes que pasar la vida como sirvienta.

Los ingenuos no aprenden nunca. Aún en 1972 un artículo de la revista Nova citaba las sesiones de Eusapia como prueba asombrosa de lo sobrenatural.10 Eusapia era asombrosa, punto.

El administrador de Eusapia, Hereward Carrington, dijo una vez que el noventa y ocho por ciento de todos los fenómenos psíquicos eran fraude. Archie Jarman11 piensa que Carrington quizá haya subestimado el porcentaje. Jarman investigó a tres médiums londinenses en 1957, y los sorprendió a todos en algún renuncio. A veces los engaños eran cómicamente simples.

Un médium hizo aparecer las caras flotantes y luminosas de Agua Azul, un piel roja, y Tong Ling, un tártaro. Contraviniendo las órdenes, Jarman se levantó e inspeccionó las caras de cerca. En ambos casos, pudo ver claramente la línea de la frente donde la máscara se juntaba con la piel.

Un segundo médium estaba resfriado, y sus fantasmas moqueaban mientras merodeaban por el cuarto. La trompeta luminosa de este hombre flotó alrededor del círculo de asistentes, trayendo mensajes del otro lado, hasta que se acercó a la esposa de Jarman.

Espíritu: Salud. querida. Este es tu padre.
Mi esposa (nacida en Alemania): Guten tag Vater, Ich bin froh, das Du hier bist. Ich hoffe, dass Du in Deinem neuen Leben glucklich bist.
Espíritu: Habla inglés. querida. Ahora hablo inglés.12

El más grande detector de médiums falsos, algo que nunca le han perdonado muchos espiritistas, fue Harry Houdini. Houdini asistió a su primera sesión en 1891, a los diecisiete años, y quedó muy impresionado. Lejos de ser el escéptico a ultranza que pintan muchos espiritistas, él creía, o al menos ansiaba apasionadamente que todo fuera cierto. Su denuncia de los fraudes fue un subproducto de su constante busca de lo sobrenatural, una busca que se intensificó después que murió su madre en 1913. Nunca dejó de buscar, hasta su propia muerte en 1926. Houdini, cuyo verdadero nombre era Ehrich Weiss, conoció a su esposa Beatrice y se casó con ella a fines del siglo pasado; recorrieron los vodevils realizando un acto de lectura mental hasta 1900. A partir de entonces fue el Gran Houdini, maestro en el arte de la fuga y mago, y realizaba a diario prodigios muchos más ambiciosos de lo que podían concebir los médiums.

Hay una doble ironía en su relación con Arthur Conan Doyle. Houdini, capaz de obrar milagros en público, no veía nada de mágico en la realidad privada. Doyle, capaz de crear en la narrativa al escéptico más crítico y observador, en la vida no sabía detectar los fraudes más obvios. Mantuvieron una animada correspondencia durante años, y Doyle escribió un libro donde de hecho sugería que Houdini realizaba algunos de sus trucos con medios psíquicos. Al mago debió de resultarle bastante divertido.

Houdini ofreció una suculenta recompensa a cualquier médium capaz de producir un solo fenómeno que él no pudiera imitar. Cientos trataron de ganarla, ninguno tuvo éxito. Antes de su muerte, Houdini confió a Beatrice un mensaje que, decía él, identificaría su espíritu. Se proponía escapar, si era posible, aun de la cárcel de la eternidad.

Después de la infortunada muerte de Houdini, Beatrice ofreció 10.000 dólares a quien pudiera trasmitirle el mensaje secreto. La oferta se mantuvo en pie dos años. De nuevo, cientos de médiums se volvieron tan materialistas como para tratar de ganarla; tampoco esta vez la cobró nadie.

Después que la oferta se retiró, el espíritu de la madre de Houdini se presentó en una sesión celebrada por Arthur Ford, diciendo que tenía un mensaje que debía haber comunicado al hijo: “¡Perdona!” También prometió que se pondría en contacto en una fecha posterior.

Ford le escribió a Beatrice Houdini sobre el particular y ella respondió que a Harry le habría gustado recibir ese mensaje de la madre. Ella lo consideraba genuino, pese a que la difunta señora Weiss se refería al hijo como “Harry” (siempre lo había llamado “Ehrich”) y “otro par de imprecisiones triviales”.

Durante algunos meses, Ford trató de establecer contacto con el mismo Houdini. Por último recibió este mensaje, que fue anotado y enviado a Beatrice:

ROSABELLE ** RESPONDE ** HABLA ** FAVOR ** RESPONDE ** MIRA ** HABLA ** RESPONDE ** RESPONDE ** HABLA.

Este mensaje conmovió a la viuda. El paso siguiente fue invitarla a ella a una sesión. Ford cayó en trance y pronto su espíritu “control”, Fel Fletcher, empezó a trasmitir un mensaje:

Ahora viene el hombre, el mismo que vino la otra noche. Me pide que diga “Hola, Bess, amor mío” y quiere repetir el mensaje y terminarlo para usted. Dice que el código es el mismo que usaban ustedes en sus actos de lectura mental.13

Fletcher luego repitió el críptico mensaje mencionado anteriormente y pidió a la señora Houdini que se quitara la alianza matrimonial y explicara qué significaba “Rosabelle’”. Ella se quitó el anillo y cantó una canción corta llamada “Rosabelle”.

El código que Harry y Beatrice usaban en su acto era:

A Favor.

B Responde.

c Dime.

D Ahora.

E Habla.

F Adelante.

G Te suplico.

H Pronto.

I Mira.

J De prisa.

K Favor. Favor. (= AA)

L Favor. Responde. (= AB) etc.

Un integrante del público presentaba a Houdini, que tenía los ojos vendados, un objeto para identificar y

Beatrice intercalaba en su cháchara palabras en código para deletrear el nombre del objeto. Beatrice había cantado “Rosabelle” para iniciar el número. Usando este código, el mensaje de Ford significaba B-E-L-I-E­ V-E (“Cree”).

La señora Houdini explicó más tarde que “aunque los tramoyistas conocían las palabras” que ella y el esposo usaban como código, “nadie excepto Houdini y yo conocíamos la clave o su aplicación”.14

Mientras ella aún estaba abrumada por la emoción, Ford aprovechó para persuadirla de que firmara la declaración siguiente:

Al margen de cualquier declaración en contrario, deseo consignar que el mensaje que me entregó Arthur Ford, en su totalidad, y en la secuencia acordada, es el mensaje correcto convenido entre el señor Houdini y yo. 15

Fíjense en la primera cláusula. Parece que la precognición de Ford le permitió vislumbrar que más tarde la señora Houdini sospecharía un truco y se retractaría, como de hecho lo hizo. Sin embargo, en ese momento la fama de Ford ya estaba consolidada, pues se había preocupado por invitar a un reportero a la sesión.

Tal vez la señora Houdini se retractó porque se le ocurrió que había medios absolutamente comunes para que Ford echara mano del mensaje:

1. Si “los tramoyistas conocían las palabras”, todos ellos salvo los más lerdos pudieron deducir el código, que a fin de cuentas aludía a objetos simples como relojes, anillos y guantes, mencionados noche tras noche durante años, con las mismas palabras. Un profesional pudo haberlo inferido en una sola función Tampoco tenemos la seguridad de que este código fuera propiedad exclusiva de los Houdini, pues los códigos similares eran corrientes en la época.

2. Cuando venció el plazo de dos años para reclamar la recompensa, es muy posible que la señora Houdini haya revelado el mensaje a algún amigo íntimo, pues había renunciado a toda esperanza de recibirlo.

3. Beatrice Houdini asistió a la sesión en un estado de agitación y ansiedad. Ya le habían dado una carta con el mensaje para “Rosabelle” y había preguntado “¿Dijo Rosabelle? ¡Por Dios! ¿Qué más dijo?” La combinación de atmósfera hipnótica, esperanza y alusiones nostálgicas a la vida en común con Houdini fácilmente pudo conducir a la señora Houdini a un estado en que habría firmado cualquier cosa. En tal caso, no es raro que Ford temiera una retractación posterior.

Ni siquiera entonces dejaron en paz al fantasma de Houdini. El mismo año fue convocado por otro médium en el hogar de Conan Doyle, donde, tras quejarse de la oscuridad, dijo:

“Parece cruel que un hombre de mi posición deba haber enturbiado la visión de la gente como yo lo hice. Desde mi fallecimiento he ido a muchos, muchos lugares (médiums), pero la puerta está cerrada para mí. […] Cuando intento revelar a la gente la verdad, dicen que no soy el que digo que soy, pues cuando estaba en la tierra no hablaba de esa manera. Os pido que me enviéis buenos pensamientos para abrir la puerta, no la del mundo espiritual -eso es imposible aún­ sino para darme fuerza y poder para destruir lo que negué [sic]. ¿Por qué, oh, por qué mi esposa niega que vine? Está tan cambiada…” (Aquí el doctor Wickland sugirió que tal vez se había ejercido alguna presión sobre ella.) “Mi esposa ha cerrado la puerta para mí y también para sí misma; pero no la juzguéis mal, ella ha sufrido muchos apremios. En su corazón mi esposa sabe que estuve allí, hablando a través de ese excelente joven, el señor Ford. Ella lo disfrutó muchísimo en el momento. He perjudicado a muchos, muchos médiums. Cómo desearía poder presentarme a cada uno de ellos y decir le que incurrí en una falsedad, que cuando ellos trataban de trabajar por el bien de la causa yo trataba de denunciarlos como charlatanes. Cuando le preguntaron cuál era el código acordado entre él y la esposa, dijo que en la situación en que se hallaba le era imposible recordar el código.16

Así el hombre que dedicó su vida a la causa del espiritismo, tratando de purificarlo de los fraudes que se alimentan de la aflicción de los deudos, fue obligado a presentar esta disculpa pueril y demencial. Si existe una vida después de la muerte, Houdini debe estar haciendo todo lo posible para burlar las cerraduras, cuando menos para regresar y dar a los charlatanes una última lección. Ojalá lo consiga.

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Fuente: “Los Nuevos Apócrifos” (R) John Sladek. En El Péndulo Nro 7. Segunda Época, de marzo de 1982, Se puede acceder a la versión original en PDF en este link.

*Esta anécdota, tomada de una carta de lmmanuel Kant, podría hacer historia psíquica por sí sola. Está fechada en agosto de 1758 y declara que el incendio se declaró en setiembre de 1759. En verdad el incendio ocurrió el 19 de julio de 1759. Dos deslices de la pluma, evidentemente.

Notas bibliográficas

1 Simeon Edmunds, ed., Spiritualism: A Critical Survey (Londres, Aquarian  Press,  1966),  p. 2.

2 George  Trobridge, Swedenborg, Life  and  Teaching  (Londres, Swedenborg Society, 1945), p. 46.

3 Ibid., p. 125.

4  Edmunds, p. 7.

5 Viscount Adare, Experiences in Spiritualism (Londres, edición del autor, 1869); una fuente más accesible es T. H. Hall, New Light on Old Ghosts (Londres, Gerald Duckworth, 1965), pp. 93-4.

6 Hall, pp. 68-9.

7 Ibid., p. 70.

8 Annie Besant, H. P. Blavatsky and the Masters of Wisdom (Londres, Theosophical Publishing House, 1907).

9  Hansel, p. 214.

10 P. Pickering, “’Scouring the SupernaturaI”, Nova, agosto de 1972.

11 Archie Jarman, “High Jinks on a Low Level”, en Edmunds, p.p. 195-204.

12 Ibid., p. 200.

13 H. Curtis, “The Houdini Testament”, en Martin Ebon ed., The Psychic Reader (Nueva York,  New American Library, 1970), p. 154.

14 Ibid., p. 155.

15 Ibid., p. 156.

16 Psychic News, 20/2/1971.