En esta nueva entrega de Los Nuevos Apócrifos. Guía de ciencias extrañas y creencias ocultistas, John Sladek continúa desenmascarando los recursos más o menos ingeniosos de algunos presuntos médiums para obtener dinero y reconocimiento, ya sea transmitiendo mensajes de personalidades famosas desde el más allá o colaborando con la policía en la resolución de crímenes, entre otras prácticas habituales. Hace algunas semanas comenzamos a reeditar esta joya originalmente aparecida en español en la revista argentina de ciencia ficción El Péndulo y esperamos completar el libro en 24 entregas.
Traducción: Carlos Gardini. Dibujos: Alfredo Grondona White. Transcripción: Pedro Perucca
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Recién llegados
La sinfonía conclusa de Schubert
La mayoría de los médiums modernos se niegan a someter sus poderes a cualquier clase de verificación. Muchos operan de tal modo que es imposible concebir un modo de verificación adecuado. Si Barbara Cartland se limita a insistir en que ha recibido un mensaje espiritual 1, nadie puede negarlo. Sólo tenemos derecho a dudas personales.
Pero un fundamento para las dudas personales podría ser el número extraordinario de celebridades que aparecen. ¿Por qué los médiums han tenido tanta suerte con los famosos? A juzgar por tres números de Psychic News, pocos espíritus de segunda (excepto los espíritus guía y los parientes cercanos) consiguen volver del Otro Lado (ver el Cuadro 1).
Nótese la escasez de nombres famosos en la segunda columna y el superávit en la tercera. Rosemary Brown desde luego se ha hecho de cierta fama personal desde que los espíritus de varios compositores la eligieron para escribir las obras que han compuesto desde que murieron, o melodías incorpóreas. Para los críticos que las han escuchado, estas obras suenan como mezcolanzas chapuceras, pero eso se puede explicar por la interferencia etérea y las tormentas trascendentales. Tal vez la señorita Brown pase a la historia por haber concluido la Sinfonía Inconclusa de Schubert.
Pistas vibratorias
Ciertos individuos afirman que son psíquicamente “sensitivos” y tienen la capacidad de palpar “vibraciones” de conocimiento clarividente. Se supone que pueden hablar de una persona o acontecimiento que no han visto con sólo tocar las pertenencias de esa persona o visitar posteriormente la escena del acontecimiento. Algunos son médiums, otros han dado funciones en clubes nocturnos, pero los que realmente son noticia son los detectives psíquicos.
Los policías no son menos supersticiosos que el resto de nosotros, y la necesidad de resolver un caso puede ser, por diversas razones, tan compulsiva como la necesidad de cualquiera que consulta a un adivino, o más, si recordamos al polizonte que consultó a Lady Wonder.
La creencia en esta clase de percepción extransensorial tardará en morir, si muere alguna vez. Continuamente nos llaman la atención sobre la cantidad de veces en que la policía acudió a estos sensitivos, y la cantidad de éxitos que tuvieron. Jess Stearn2 consigna que Peter Hurkos resolvió 27 casos; Gerald Croiset, 4; Jean Dixon, 2; un adivino de Georgia, 1; alguien que se rebautizó Florence Psychic -Florencia Psíquica-, varios; y Josephine Pittman, 1. Vendría más al caso una mayor precisión en los datos. ¿Cuántos intentos de cada sensitivo han resultado en fracasos rotundos? ¿En qué medida su información ayudó realmente a la policía?
Una de las soluciones de Jean Dixon no es en verdad más que una astuta evaluación de carácter. Dijo a un ejecutivo que uno de sus vicepresidentes era poco confiable, y más tarde el hombre cometió un desfalco, o eso cuentan. Su otro caso es similar: decidió que un cliente rico era una víctima· ideal para el chantaje. y a continuación el cliente fue chanteajado. No entiendo qué hay de específicamente psíquico en estos casos, pues la mayoría de nosotros hemos predicho en una u otra ocasión que alguien se revelaría tal cual era.
Peter Hurkos, el más célebre de varios sensitivos holandeses, recibió su habilidad psíquica, junto con su amnesia cinemática, por un golpe en la cabeza. Los detalles de sus 27 éxitos son difíciles de encontrar y aún más difíciles de verificar, pero podemos verificar su intervención en el caso Sharon Tate en 1969.
Amigos de Jay Sebring, una peluquera que fue una de las víctimas en la mansión de Polanski, lo contrataron para que hallara a los asesinos mediante lo que Ed Sanders llama un “escrutinio de muerte”. El 17 de agosto de 1969,
el señor Hurkos se acuclilló en el living ensangrentando, detectando las vibraciones. (…) Después de su escrutinio en el vacío, el señor Hurkos declaró que “tres hombres mataron a Sharon Tate y sus cuatro amigos, y sé quiénes son. He identificado a los asesinos ante la policía, y explicado que estos tres individuos deben ser detenidos prontamente. De lo contrario, matarán de nuevo”.3
Nótense las discrepancias: los asesinos eran en verdad dos mujeres y un hombre, y una tercera mujer montaba guardia. Sólo tres de las víctimas podían considerarse en verdad amigos de Sharon Tate. El otro era un joven que visitaba al sereno; nunca la habla visto, y fue asesinado sólo porque estaba en la mansión en ese momento. La declaración de Hurkos de que él “sabía” quiénes eran los asesinos y los había “identificado” ante la policía debe considerarse un alarde sin fundamento, pues en ese momento todos ellos estaban en la cárcel del condado de Los Angeles por otra acusación. Si la identificación hubiera sido positiva, la policía podría haberlos retenido fácilmente por este homicidio, o al menos mantenerlos bajo vigilancia.
El único particular en que Hurkos parece haber acertado es en su advertencia de que “matarían de nuevo”; el ménage Manson ya había continuado la serie. Pero hasta el policía menos psíquico puede comprender que esos asesinatos rituales, o carentes de motivación, tienden a repetirse.
Un caso que Gerald Croiset “resolvió” para la policía de Holanda puede arrojar alguna luz sobre el modo en que los sensitivos adquieren su reputación. Dice Stearn:
Una vez se le pidió [a Croiset] que tanteara un martillo que una bonita muchacha había arrebatado al hombre que la había golpeado con él, huyendo después. Describió al atacante, al cual no pudo identificar en la oscuridad, como “un hombre alto y moreno con la oreja izquierda desfigurada”. Y cuando un hombre que se adecuaba a esta descripción fue detenido por otro delito, la policía lo interrogó sobre el ataque con el martillo, y él confesó. 4
No crean todo lo que leen. C. E. M. Hansel leyó una versión más detallada de esta historia, sustancial mente similar, en la revista This Week (26 de febrero de 1961). Decidió corroborarla escribiendo a la policía de la ciudad en cuestión, Wierden, Holanda. El Cuadro 2 compara el artículo de This Week con la respuesta que Hansel recibió del jefe de la policía local.5
Parece que Croiset se equivocó sobre la oreja, el aro, el dueño del martillo, mientras sus popularizadores configuran el mito alterando la edad (K. tenía veintiséis años), añadiendo detalles al delito, pretendiendo que lo llamó la policía, inventando al dueño del martillo y pretendiendo que Croiset realmente colaboró con la policía. Estas distorsiones míticas, o expresiones de deseos, se verán en otro capítulo en relación con otros rumores.
El doctor F. Brink, inspector de la policía holandesa, ha investigado las técnicas utilizadas por los sensitivos holandeses que intentan ayudar a la policía. Advierte que la técnica habitual consiste en sondear e interrogar antes que en emitir opiniones propias. Tomando en la mano una prenda de vestir o un arma, articulan su discurso sobre preguntas sutiles, más tanteando las reacciones de los policías que estableciendo verdades vibratorias. Y como es de esperar que los policías ya ha yan elaborado muchas hipótesis razonables basadas en la experiencia, las respuestas de los sensitivos pueden ser esclarecedoras. En verdad, así trabajan los sensitivos en general. Aunque sus clientes supriman todas las respuestas verbales, las expresiones faciales y los movimientos leves pueden brindar pistas legibles para quienes saben leerlas. El mago Carl Hertz menciona la “lectura de músculos” como una ayuda valiosa en este tipo de rastreo.
Uno de los trucos de Hertz consistía en dejarse encerrar en otra habitación mientras sus clientes escondían un alfiler. En una ocasión escondieron el alfiler en el agujero de un pimentero, de modo que colgaba del agujero por la cabeza. El pimentero estaba en la mesa con otros condimentos. Cuando le dijeron que el objeto escondido era un alfiler, Hertz tomó la mano de una mujer presente y le pidió que se concentrara en la ubicación del alfiler. Lo descubrió en menos de dos minutos.
Para un bis de la función.
El alfiler fue escondido en un lugar donde encontrarlo resultaba casi absolutamente imposible, aun para la persona que lo había puesto allí. En el aparador había una cigarrera. Uno de los cigarros fue sacado de la caja y el alfiler insertado en el medio del cigarro, para que no se viera […]. Luego el cigarro fue devuelto a la cigarrera, y todos los cigarros fueron mezclados. Estoy absolutamente seguro de que ninguno de los presentes podía decir en cuál cigarro habían insertado el alfiler. 6
Hertz lo encontró en cinco minutos.
En la “lectura de músculos” el sensitivo aferra la mano de una persona que sabe dónde está el objeto y la orienta suavemente hacia un lado de la habitación, luego hacia otro. El cliente inconscientemente se resiste a ser alejado del objeto.
Cuando llegó a los cigarros, Hertz recogió uno por vez. Al insertar el alfiler se había movido ligeramente la etiqueta del cigarro en cuestión, y el cliente, tal vez inconscientemente, lo reconoció cuando fue recogido. Hertz lo partió en dos y extrajo el alfiler.
El sensitivo a menudo parece utilizar un método similar, aun inconscientemente. No sólo interroga a la persona que le muestra el objeto, sino que sus preguntas tienen por objeto producir reacciones al estilo de “¡Dios mío! ¿Qué más dice?”. Si le entrego a un sensitivo la a lianza matrimonial de mi abuela e inmediatamente dice “¿Su abuela?”, tanta precisión puede apabullarme. Pero esa sola declaración podría ser una mera inferencia, pues se trata de un anillo anticuado. Similares deducciones estilo Sherlock Holmes le permitirían saber que está muerta (yo tengo el anillo), que ella vivió mucho tiempo (el anillo está gastado), que era una mujer menuda (el anillo es pequeño) y demás. Es posible que adorne la historia con todos los detalles imaginarios que guste, pues es probable que yo lo corrija inconscientemente a medida que la elabora. Si un detalle es completamente erróneo, yo lo desvío mediante un cambio de expresión, tal como el cliente de Hertz lo desvía de los lugares del cuarto que no corresponden.
Un caso de esta especie es citado por H. J. Eysenck como evidencia categórica de percepción extransensorial en su Razón y sinrazón en piscología 7 y temo que lo incluye en la primera categoría. El motivo parece ser que la médium, una tal señora Piper, convenció a varios científicos y eruditos respetados, incluidos William James, el doctor Richard Hodgson y el físico Sir Oliver Lodge.
Aquí Eysenck nos da el meollo de la investigación:
[Lodge] escribió a un tío pidiéndole una reliquia del hermano mellizo del tío, que habla muerto unos veinte años antes. Le enviaron un viejo reloj, y se lo dio a la señora Piper cuando ella estaba en trance. Ella dijo casi de inmediato que el reloj pertenecía a un tío y tras muchos titubeos pronunció el nombre “Jerry”. Lodge alentó a “Tío Jerry” a evocar incidentes de la niñez que serían recordados por el hermano que lo había sobrevivido. Se mencionaron varios de esos incidentes, incluyendo ir a nadar en un riacho, haber corrido peligro de ahogarse, matar un gato en el campo de Smith, y poseer una piel larga y especial, como una piel de víbora. El tío con quien Lodge estaba en contacto no recordaba todos esos detalles, pero cuando le escribió a otro hermano, Frank, recibió la verificación de cada uno de los í0tems mencionados por la señora Piper. 8
Estos resultados suenan aún más convincentes cuando nos enteramos de que el mismo Lódge ignoraba esos detalles, de modo que no pudo haber dado indicios a la señora Piper, y de que envió un detective privado al pueblo natal de tío Jerry para tratar de obtener la misma información y “el resultado fue casi nulo”.
¿Un ejemplo impoluto de sensitividad psíquica? De ningún modo. Por lo pronto, la señora Piper permaneció en la casa de Lodge durante toda la investigación. Lodge alegó que tenla sirvientes nuevos que no sabían nada de la historia familiar, y que había guardado bajo llave todos los álbumes fotográficos y la Biblia familiar. Se sabe que muchos médiums han hecho mucho más que forzar una cerradura para granjearse una reputación, de modo que esto representa el primer signo de interrogación. También es posible que la señora Piper haya echado un vistazo a la carta que acompañaba el reloj. Además no tenemos idea del ingenio del detective privado de Lodge: un accidente en que casi se ahogó el hijo de una familia importante, por ejemplo, podría ser noticia en el diario local. Una cuarta fuente de información bien podrían haber sido periódicos, diarios, memorias, recortes, etcétera, en la casa de Lodge, que él no hubiera guardado bajo llave porque había olvidado que existían o porque ya estaban guardados en baúles, etc. Una quinta fuente podrían ser, pese a todo, los sirvientes, a menos que todos hubieran sido contratados al mismo tiempo. pues los viejos sirvientes están en plena libertad de comunicar anécdotas familiares a sus nuevos compañeros de trabajo. Una sexta e importantísima fuente podría ser el mismo sir Oliver, quien probablemente dio el nombre del tío y otros detalles sin percibirlo, como en el típico número del sensitivo de club nocturno. Por medio de estos seis signos de interrogación, parece cuando menos posible que la señora Piper haya averiguado cada uno de los detalles mencionados por Eysenck. Un caso que se presta a tantas dudas no puede servir para establecer ni siquiera la probabilidad de los poderes psíquicos.
Eysenck no cuestiona ningún aspecto, del caso, lo cual podría conducir a la sospecha de que su mente, en ese tema, más que a la apertura tiende a la credulidad. Tampoco menciona que, en otras ocasiones, la señora Piper pergeñó espíritus que decían disparates, buscaban pistas al tanteo y no sabían prácticamente nada sobre sus propias vidas terrenas. Estos incluían a un francés que, curiosamente, no podía hablar más francés del que la señora Piper había aprendido en la escuela, que era muy, muy poco.
Para zanjar esta cuestión bastaría un experimento simple con cualquier sensitivo psíquico: que tres personas le muestren por turno tres objetos, grabando en cinta las afirmaciones (preguntas) de él para que no queden dudas. La persona A le da un objeto de control comprado en una casa de empeños. La persona B le da algo que pertenece al pariente muerto de alguien que él no conoce, un objeto que se pidió prestado para esa ocasión. La persona C le da algo perteneciente a un amigo íntimo o pariente que ha fallecido. Como precaución contra la lectura de expresiones, las tres personas podrían usar máscaras o entregar los objetos desde atrás de una cortina. Estoy bastante seguro de que, en estas condiciones simples, la actividad de las vibraciones etéreas disminuirla notablemente.
Aportes al transporte
Después de D. D. Home muchos médiums se aficionaron a mover objetos sólidos de aquí para allá sin tocarlos. Ese poder se ha atribuido diversamente a la psicokinesis, los fantasmas y las extensiones ectoplásmicas del cuerpo del médium. La médium Margery Crandon fue una de las investigadas por Houdini. En ese momento intentaba conseguir el premio de 5.000 dólares ofrecido por la revista Scientific American para quien produjera fenómenos psíquicos genuinos. La señorita Crandon ya había participado en unas ochenta sesiones con científicos y los había impresionado. Houdini también pertenecía al comité investigador de la revista, pero por alguna razón no lo habían invitado a presenciar esas primeras demostraciones.
Cuando al fin participó, descubrió que la Crandon utilizaba una variedad de trucos comunes en los espiritistas, más algunos de su propia cosecha. Uno era dar al investigador la mano derecha, en la oscuridad, diciéndole que él tenía ambas manos; darle el pie derecho, diciéndole que tenía ambos pies. Con las extremidades libres podía hacer palanca y tumbar violentamente un gabinete grande. Uno de sus números consistía en recoger un megáfono del suelo y ponérselo en la cabeza como un capirote. Entonces realmente podía dar ambas manos y ambos pies a los investigadores, y sin embargo mover la cabeza para arrojar el megáfono adonde ellos pidieran.
Las investigaciones de Houdini en 1924 no lograron convencer a todos los adeptos de la médium. En 1925 el psicólogo Hudson Hoagland la sometió a nuevas pruebas, y descubrió que empleaba veinte trucos diferentes. 9·Las Sociedades de Investigación Psíquica Norteamericana y Británica, no satisfechas aún, realizaron sus propias verificaciones. Ambos grupos comprobaron que se valía de trucos, y uno detectó sus huellas digitales en un objeto que elle presuntamente movía a distancia mientras le sostenían las manos. He aquí un caso donde podemos decir, creo que con certeza, que hay “algo” en la idea de que la señora Crandon era una embaucadora.
Créase o no, algunas personas aún tienen fe en Margery Crandon. El doctor S. Ralph Harlow, profesor jubilado de religión en el Smith College, escribió un artículo sobre ella sin mencionar ninguno de esos desenmascaramientos. 10 En cambio, se concentra en otro experimento que en su opinión demuestra incontrovertiblemente los poderes notables de esa mujer, dirigido por un grupo de anónimos “profesores del MIT”. Otras partes del artículo sugieren que Harlow era un íntimo amigo personal de la señora Crandon y el esposo, lo cual podría explicar parcialmente su persistente fidelidad .
Otro artículo del doctor Harlow en el mismo libro 11 menciona algunos notables apports o desplazamientos a distancia. El caso de Leonard Stott, un calderero de Filadelfia, parece típico:
Stott convocó las voces de dos espíritus, el ronco Nube de Trueno, un piel roja, y la gorjeante Barbara, una jovencita. En la primera sesión, Barbara anunció que traería una rosa de un “jardín distante”. Paf. Cuando encendieron las luces, había una rosa sobre la mesa, “los pétalos aún húmedos de rocío”. Harlow parece incapaz de concebir la idea de que pudo ser transportada en un tubo de ensayo lleno de agua. en vez de lanzada a través de una sólida pared.
El segundo apport se produjo varias sesiones más tarde, cuando Nube de Trueno depositó un terrón de tierra con dos malezas. El terrón contenía un hacha de piedra de dos libras de peso, una maza de piedra de 14 onzas y dos puntas de flecha. Un químico presente en la sesión analizó el suelo e hizo examinar los artefactos por un experto. El suelo se parecía al que podía conseguirse cerca de Filadelfia y los objetos de piedra fueron evaluados en 50 dólares. Harlow parece convencido de que no pudieron haber sido comprados y enterrados, porque estaban tan sucios.
Tengo la sospecha de que Nube de Trueno, tal vez hábilmente disfrazado de calderero, compró o encontró los objetos, los enterró en el suelo y plantó o trasplantó malezas encima de ellos, después de regar y apisonar. Luego desenterró el terrón a las pocas semanas, lo llevó a casa de Stott y lo ocultó en el cuarto de ses0iones.
Los muy publicitados apports relacionados con el obispo James A. Pike, de California, y descritos en su libro 12 son de una especie muy diferente. En 1966, el hijo del obispo Pike se suicidó. Dos semanas más tarde empezó la serie de presuntos acontecimientos psíquicos: se encontraron dos postales en un ángulo de 140 grados. Más tarde, dos alfileres de gancho y dos libros de bolsillo se encontraron en un ángulo similar. Aún más tarde, las manecillas del reloj despertador del hijo muerto se encontraron en la misma posición, indicando las 8.19. El obispo consideró que ésta era la hora de la muerte del hijo (aunque la hora real nunca se corroboró). Una asistente editorial que se alojaba en casa del obispo descubrió que le habían chamuscado el pelo durante la noche. Vieron marcas de tiza en la parte exterior del vidrio de la puerta de entrada. Una mañana les entregaron leche agria.
Algunas de estas cosas son demasiado vulgares para requerir explicación: a veces la leche se entrega agria. Los niños (y los vidrieros) hacen marcas en el vidrio. La culpable de esas pequeñas travesuras bien pudo haber sido la mente inconsciente del obispo Pike. Se cuenta que habló mucho en sueños sobre “usar a otras personas”, “quitarlas de en medio” y lastimarlas para que no lo lastimaran. Esa misma noche ocurrió el episodio del pelo chamuscado. Hombres con fardos de dolor mucho más ligeros han caminado en sueños y han hecho jugarretas más extravagantes a quienes los rodean y a sí mismos.
Ciencia y espiritismo
Se ha demostrado que miles de médiums eran embaucadores, y este hecho debería pesar en nuestras opiniones sobre el espiritismo. No se puede pretender que los científicos quiten tiempo a sus actividades normales para dar un mentís a todos los testimonios sobre fenómenos psíquicos, y de ningún modo es seguro que ciertos testimonios, aun fraudulentos, puedan desmentirse. La responsabilidad de buscar pruebas, si existe alguna, incumbe pues a quienes respaldan el espiritismo. Para ellos es conveniente detectar y denunciar los fraudes, pues (a) son perjudiciales para la profesión, y (b) quitan credibilidad al presunto residuo de casos genuinos. La Sociedad de Investigaciones Psíquicas ha intentado esa purificación durante un siglo, y no le quedó mucho por mostrar. Aún se somete a deudos afligidos de todas partes a los engaños más groseros.
Simeon Edmunds nos cuenta sobre el célebre médium William Rey, quien ejerció en Londres en las décadas de 1940 y 1950, embaucando a “médicos, clérigos, periodistas, jefes militares y jueces” de la mayor reputación. Rey utilizaba una variedad desconcertante de aparatos electrónicos, obtenía información sobre sus clientes mediante técnicas de espionaje electrónico moderno, e intercambiaba información con otros médiums. En 1958 confesó públicamente, y explicó en detalle todos sus trucos. Los creyentes del espiritismo, lejos de sentirse libres de su influencia, se obstinaron del modo más patético en volverlo nuevamente genuino.
Pocos estudiantes de lo psíquico aceptarán que un mago realmente serrucha a una mujer en el escenario; que dos testigos que dan versiones diferentes de los pormenores de un accidente automovilístico puedan tener razón al mismo tiempo; o que quienquiera afirme que es Julio César está demostrando una verdad. Pero saquemos los trucos del escenario, los errores del tribunal o la alucinación de la clínica mental y se transforman en evidencia del Más Allá.
Parte 1.1 Parte 1.2 Parte 1.3 Parte 2.1 Parte 2.2 Parte 2.3 Parte 3.1 Parte 3.2 Parte 3.3 Parte 4.1 Parte 4.2 Parte 4.3 Parte 4.4 Parte 5.1
Fuente: “Los Nuevos Apócrifos” (R) John Sladek. En El Péndulo Nro 7. Segunda Época, de marzo de 1982, Se puede acceder a la versión original en PDF en este link.
Notas
1 Psychic News, 20/2/1971.
2 Jess Stearn, «Crime Busters with a Sixth Sense», en Brant House ed., Strange Powers of Unusual People (Nueva York, Ace Books, 1963), pp. 44-63.
3 Ed Sanders, The Family (Londres, Rupert Hart-Davis, 1972), pp. 332-3.
4 Jess Stearn, p. 46.
5 Hansel, pp. 197-200.
6 Carl Hertz, A Modem Mystery Merchant (Londres, Hutchinson, 1924), p. 280.
7 H. J. Eysenck, Sense and Nonsense in Psychology (Harmondsworth, Penguin, 1958), pp. 115-117.
8 Ibid., pp. 116-117.
9 Hudson Hoagland, artículo en Atlantic Monthly, noviembre de 1925.
10 S. Ralph Harlow, «The Woman Who Could Put Objetes into Motion», en Brant House, ed., Strange Powers of Unusual People, pp. 158-75.
11 S. Ralph Harlow, «The Man Who Transported Objects Thorough Space Without Ever Leaving the Room», en House, Strange Powers, pp. 176-89.
12 James A. Pike, The Other Side (Londres, W. H. Allem, 1969).
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