Los nuevos apócrifos, de John Sladek (parte 6.2)

Traducción: Carlos Gardini. Dibujos: Alfredo Grondona White. Transcripción: Pedro Perucca

En esta entrega de Los Nuevos Apócrifos. Guía de ciencias extrañas y creencias ocultistas, John Sladek sigue tomándosela con algunos pensadores que, aunque a veces partiendo de bases científicas, terminaron decididamente por el lado de los tomates metafísicos. Así, recorrerá brevemente las historias delirantes de personajes como Pierre Teilhard de Chardin, Buckminster Fuller, Wilhelm Reich y el fundador de la cientología L. R. Hubbard. Hace algunos meses comenzamos a reeditar esta joya originalmente aparecida en español en la revista argentina de ciencia ficción El Péndulo y esperamos completar el libro en 24 entregas.

.

Ídolos populares

Los hombres de este capítulo no son científicos importantes con un par de ideas descabelladas, ni mesías oscuros que difunden sus visiones con trabajos mimeografiados. La mayor parte son científicos, u hombres con alguna formación científica, que se han vuelto filósofos populares. La mayor parte ha causado poca impresión en sus colegas. Sin embargo, para el profano sus palabras parecen ungidas con el crisma sagrado de la sapiencia. Aunque ello no debería incidir en la evaluación de sus filosofías, los admiradores nunca olvidan mencionar que Buckrninster Fuller es ingeniero y Teilhard de Chardin biólogo.

Aparentemente todos ellos parten de una metáfora que llevan tan lejos que no sólo se vuelve real, sino la única realidad. Por tomar un ejemplo que ya no está en boga, piensen en los slogans de Marshall McLuhan: “El medio es el mensaje”, “los medios son las extensiones del hombre” y “la comunidad electrónica planetaria”. McLuhan pasó de estas ideas útiles e interesantes a afirmaciones ridículas y ostensiblemente falsas. El Imperio Romano se transformó “meramente” en un sistema de carreteras y órdenes escritas. La televisión no era un medio visual sino táctil.

Los psicólogos definen la hipnosis como el dominio del campo de atención por un solo sentido.1

Pero no la definen así, como bien puntualiza Jonathan Miller:

Si lo hicieran, los biólogos caerían en trance cada vez que miraran por el microscopio y los ciegos se volverían sugestionables apenas pasaran la mano por una página Braille.2

Inevitablemente, las ideas de McLuhan lo llevaron a erigirse en profeta de una Nueva Era, y a explicar por qué sus ideas resultaban tan ininteligibles para las mentes convencionales.

Estoy en la posición de Louis Pasteur diciendo a los médicos que su mayor enemigo era absolutamente invisible y que ellos no lo reconocían en absoluto.3

Cyrus Teed. maestro de la Tierra cóncava, tenía una idea similar:

Actualmente la oposición a nuestro trabajo es tan irracional, absurda e idiota como la manifestada contra el trabajo de Harvey y Galileo.4

Comparemos incluso la advertencia de McLuhan con la de Billy Graham:

No hay perspectivas remotas y fáciles, ni artísticas ni nacionales. Todo está presente en primer plano. Ese hecho se enfatiza igualmente en la física, el jazz, el periodismo y el psicoanálisis actuales. Y no es cuestión de gusto. El torrente ya nos ha inundado.5

El tiempo se acaba. El tic tac de los segundos nos lleva a la medianoche. La raza humana está por dar el salto fatal. 6

Desde luego, aquí McLuhan está hablando sólo de los tocadiscos automáticos, pero el eco del martillo de Noé es inconfundible.

.

VIBRACIONES

Pierre Teilhard de Chardin presenta El fenómeno del hombre7 como una monografía científica, pero noto que los libreros tienden a incluirla en la sección “Religión y ocultismo”; conocen la mentalidad de la clientela. Es un libro difícil de leer, a menos que uno vibre en la frecuencia de Teilhard, y aun así la proporción información-ruido es muy baja. Aparentemente nos dice que:

1. La conciencia existe no sólo en el hombre, sino en los animales inferiores, hasta en los protozoos; más aún, incluso en las moléculas. Siempre estuvo allí, esperando para evolucionar.

2. Los científicos convencionales no han detectado esta conciencia porque son demasiado objetivos, siempre miran la superficie de las cosas (¿como los “científicos no arios”?).

3. Esta conciencia invisible requiere una forma invisible de energía psíquica, que él denomina energía “radial”. La ciencia ha perdido tiempo estudiando la energía meramente mecánica, o “tangencial”, que sólo hace girar las ruedas de la materia viviente, mientras que la energía radial puede hacerla evolucionar.

4. La evolución tiene un rumbo (una mayor conciencia) y una meta última (la conciencia suprema, que él denomina “Omega”, alias Dios).

5. Todas nuestras conciencias individuales ya están siendo asimiladas por, o se están amalgamando con, Omega, mediante un proceso oscuro (por tratarse de un trabajo científico, causas y efectos brillan por su ausencia).

Los seguidores de Teilhard suelen publicitario como un genio científico que comprendió que la ciencia estaba en bancarrota. Pero sir Peter Medawar, que algo sabe de estas cosas, declara que Teilhard practica

una especie de ciencia intelectualmente deficiente en la cual logró una eminencia modesta. No tiene idea de cómo se configura un argumento lógico ni de qué puede usarse como prueba. 8

Medawar también explica que “la idea de que la evolución tiene un rumbo principal o eje privilegiado; no está respaldada por la evidencia científica”. 9

Eso en cuanto a la información. En cuanto al ruido, Teilhard usa todo un arsenal de agudezas estrafalarias. Sus aforismos (“No hay cimas sin abismos” o “La unidad viviente es un centro de multiplicación irresistible”) pudieron ser escritos por un Rampa o un Cayce. Sus adjetivos de exceso (Medawar señala apabullante, colosal, incesante, gigantesco, fantástico, abracadabrante, inmenso, inagotable, infinito, innumerable, inconmensurable y diecisiete más), nos recuerdan a Barnum. Luego, como otros ocultistas, Teilhard empieza a cultivar neologismos (“biota”, que puede ser una unidad de vida; “noosfera”, esa parte del reino animal donde se manifiesta la conciencia más elevada [¿humanidad?]; “energía radial” y demás).

También toma términos de otras ciencias, luego los usa con imprecisión. Así, tensión, fuerza, dimensión y vibración no son utilizados en ningún sentido científico reconocible, sino para comunicar (inexactamente) el sentido que quiere darles Teilhard. A veces se las ingenia para mezclar estos términos al extremo de que resulta imposible seguir la metáfora:

Mediante un diminuto incremento “tangencial”, lo “radial” se volvió sobre sí mismo y como quien dice dio un infinito salto hacia adelante. 10

Como quien dice.

Hay paralelos entre los sistemas de Teilhard y McLuhan: la comunidad planetaria y la noosfera, cada cual a su modo, funden los intelectos de todos los hombres en una especie de instituto interdisciplinario universal. McLuhan llegó a esto a través de la electrónica; Teilhard es menos específico con respecto al método; pero ambos ven el proceso como inevitable. Esta idea de que el hombre al fin debe ser absorbido por Dios (o el Amor Universal), lejos de ser un postulado científico es una idea tradicional de la Iglesia Católica, una paradoja interesante cultivada no sólo por estos dos católicos sino por Chesterton en El hombre que fue jueves y por Francis Thompson en El sabueso del Cielo:

Todo cuanto tu error infantil / da por perdido, lo he guardado para ti en tu hogar: / ¡Levántate, toma Mi mano, y ven!

De modo que Omega nos espera en el fin del camino evolutivo. Metafísica fascinante en todos los detalles, precisión científica en ninguno. A cada paso debo recordarme a mí mismo que Teilhard afirma que habla como científico, especialmente cuando sugiere que las moléculas son conscientes y que los átomos se unen porque se aman.

.

EL INGENIERO DE DIOS

Imaginen, si pueden, a un técnico tribal afilando puntas de flecha de pedernal. De pronto se levanta y empieza a barbotar frases profundas: el mundo entero es una punta de flecha, las personas son puntas de flecha, la historia de la tribu es una larga cadena de puntas de flecha que señalan el futuro, y Dios es simplemente el Pedernal supremo.

La tribu puede considerar a este técnico delirante un loco o un santo. Así considera nuestra tribu industrial a R. Buckminster Fuller, cuyos delirios han sido objeto de todo un culto.

Nueve cadenas a la Luna es una compilación de ensayos de Fuller, en su mayoría escritos en las décadas de 1930 y 1940. A veces es posible aislar una idea central del torrente de entusiasmo verborrágico de algún ensayo, pero con harta frecuencia esa idea es un mero aforismo. Un ensayo dice tan sólo que la vida urbana es una imagen del infierno. Otro dice que la industria podría hacer casas mejores que las proyectadas por los arquitectos. Otro dice que si todos tuvieran casa, ropa y alimentos adecuados, por medio de principios científicos y producción masiva barata, la guerra y el crimen terminarían.

“Habilidad-dólar” dice que el dinero puede considerarse una unidad de almacenamiento de energía humana. “El aerodinamismo de la sociedad en el año 2000” dice que la razón nos ha capacitado para abolir la esclavitud y usar en cambio máquinas esclavas. Con la chapucería de un filósofo de café, Fuller machaca estas nociones simples durante cientos y cientos de páginas.

Uno de sus dioses es la producción masiva, y su héroe es Henry Ford, el hombre que puso un auto en cada garaje. Retrospectivamente resulta algo inquietante, pues una de las razones para que la vida urbana sea una imagen del infierno es el automóvil producido en serie. Los Angeles, por ejemplo, es una de las ciudades menos pobladas del mundo y una de las más horribles, sobre todo gracias al genio de Ford.

Los excesos de Fuller lo han inducido a decir muchas otras tonterías, tales como:

Las abstracciones “estáticas” como la geometría de algún modo han entorpecido a la humanidad, pues no toman en cuenta las cosas dinámicas: el tiempo y la radiación. Sin ironía, ejemplifica con el cubo euclidiano, que no puede erguirse porque no tiene tirantes diagonales.*

Esta metáfora por cierto lleva a Fuller demasiado lejos. Todas las culturas que viven en casas cúbicas, afirma, son retrógradas. Se quedan en un lugar, piensan que la Tierra es plana, y así sucesivamente. Pero los nómades son progresistas: viajan mucho y usan el triángulo (en tiendas, velas, alas de avión y antenas de radio). Y los nómades septentrionales -como aquéllos de quienes según él descendemos- son verdaderas joyas.

Las poblaciones que vivían originalmente en climas cálidos y se atrevieron a internarse en zonas más frías o altitudes mayores han sido impulsadas en su “habilidad pensante” por la desaparición de la miríada de infecciones parasitarias que las afligían originalmente (…) 11

Tal vez. Lamentablemente, en la realidad hay pocos pueblos que concuerden con este esquema. Los egipcios usaban el triángulo en las tumbas y quizá en la navegación, pero tenían casas cúbicas y velas cuadrangulares, y pensaban que el universo tenía forma de caja de zapatos. ¿Y cómo explica Fuller el iglú?

En el remoto norte el simple y hemisférico iglú testimonia una innata percepción del radiante universo entre los pueblos septentrionales. 12

O tal vez una innata percepción del radiante fuego o estufa del centro del iglú. Lo cierto es que los nómades y los otros han vivido en casas de todas las formas, generalmente determinadas por el clima, los materiales de construcción y la tradición; de modo que mediante una simplificación atinada uno puede demostrar prácticamente cualquier cosa.

El torrente de jerigonzas de la prosa de Fuller es arrollador en éste y otros libros, y de cuando en cuando rompe la barrera del sentido:

… PERO esa finitud PUDO, por su lenguaje esencial, la matemática, ser descubierta, y sus límites ramificados en los términos en sí misma, la RELATIVIDAD (o imperfección) como POSTULADO del cálculo del tiempo, y la Reducción de la PROBABILIDAD a la POSIBILIDAD y por ende la REALIZACION que luego se volvería ESTADISTICA del “ELLO HA SUCEDIDO” (…): y su ERROR (del Tiempo) (de la Finitud), y por ende su “TODO” (pues el Tiempo es -es una ilusión del error) eliminado por su triunfal pronunciamiento, así aislando inevitablemente la infinitud, mediante la eliminación de todo error- por la comprensión de este último. 13

Estas jerarquías de configuraciones constelares despliegan a su vez una jerarquía de fases de constelación dinámicamente simétricas y sus respectivos máximos­mínimos, asimétricos y complementarios, transformabilidades acomodativas que aparentemente no son lícitos dentro de un sistema universal omnirracional, omnidireccional, omniequieconómico, explicativo de la energía y coordinado. 14

Qué labia, ¿verdad? ¿Alguien sigue escuchando? Pégales de nuevo. Buck.

La omnisciencia es más grandiosa que la omnipotencia y la diferencia es dos. Omnipotencia más dos equivale a omnisciencia. META = 2.15

.

W. R. ENCUENTRA UN RAYO

Roentgen ciertamente hizo escuela. Menos de ocho años después de descubrir los rayos X, Prosper Blondlot de la Universidad de Nancy creyó que había descubierto un rayo “N”. Pero cuando el físico norteamericano R. W. Wood presenció una demostración en el laboratorio de Blondlot, descubrió que era posible quitar secretamente una parte importante del aparato sin afectar las “imágenes” que veía Blondlot.

Blondlot sólo se engañaba a sí mismo, pero las cosas fueron diferentes con Shearer. Enfermero durante la Primera Guerra Mundial, Shearer afirmaba que había descubierto un nuevo rayo que podía fotografiar los tejidos más blandos del cuerpo, tal como los rayos X fotografiaban los huesos. En consecuencia, le dieron un laboratorio y asistentes, lo ascendieron a capitán y lo visitaron generales. Los shearégrafos se usaron por lo menos una vez para planear una operación quirúrgica; el astuto enfermero insinuó que además podían emitir un rayo de la muerte eficaz. Para algunos, sus fotografías se parecían sospechosamente a fotos de dibujos de los órganos, pero el Ejército Británico tomó las cosas con candoroso entusiasmo.

Shearer demostró que su aparato también podía tomar fotos de los perfiles de los edificios.

Luego alguien dijo que como las estaciones de radio emitían radiación, “sin duda era posible fotografiarlas”. Así Shearer cometió un error fatal, pues produjo una foto de la estación de radio de Tenerife, que fue el frontispicio del número de Wireless de ese mes. Eso llamó al fin la atención de los expertos, quienes se pusieron a quitar partes del aparato, tal como R. W. Wood había hecho con el de Blondlot, sin afectar el resultado. 16

Valga esto como presentación del descubridor de rayos más célebre de nuestro tiempo, Wilhelm Reich. Reich empezó a estudiar abogacía en Viena en 1918, luego optó por la medicina y al cabo de un año estaba practicando psicoanálisis bajo la supervisión de Sigmund Freud. Reich hizo aportes significativos a la teoría freudiana durante sus primeros años, pero sus intentos de conciliarla con el marxismo resultaron desagradables para ambas partes; lo echaron del Partido Comunista y de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

Reich emigró de la Alemania nazi a Escandinavia, y más tarde a Estados Unidos. Sus teorías se desarrollaron más, y se alejaron más de las de su mentor.

Nunca ha existido un acuerdo general, dentro o fuera de la especialidad, sobre el valor de los últimos trabajos de Reich. Elaboró la noción de “armadura de carácter”, que encierra las “energías instintivas” del individuo, lo cual deriva en tensiones musculares del rostro y el cuerpo e impide el orgasmo. En la “vegetoterapia” de Reich el analista trabaja directamente sobre esas tensiones, tratando de aliviarlas mediante la persuasión, el masaje y la respiración profunda, hasta que el paciente anuncia movimientos involuntarios de la pelvis.

Reich postulaba una especie de descarga energética durante el orgasmo, y la denominó “energía orgonal”. Era azul. El afirmaba que podía verse en el microscopio, y detectarse con contadores Geiger, termómetros y electroscopios. Al mismo tiempo, la orgona era muy diferente de la luz, el calor, la electricidad o la radiactividad, que es lo que deben detectar esos instrumentos. Sólo Reich y sus discípulos lograron observar y medir la energía orgonal con cualquier método.

Cuando dos haces de radiación orgonal (OR: orgone radiation) viajaban uno hacia el otro (por sendas en espiral) se abrazaban corno amantes, engendrando una partícula elemental llamada “bion”. Cuando una persona mareada ve manchas delante de los ojos, razonaba Reich, en verdad está viendo biones.

El acumulador de energía orgonal (más conocido como caja orgonal) es una especie de ataúd erguido hecho de capas alternadas de metal y materia aislante. Se supone que allí adentro una persona recarga las baterías orgonales, lo cual deriva en la curación de males como la anemia, el resfrío, la artritis, las úlceras, las heridas y las primeras etapas del cáncer.

Para Reich el cáncer no era más que la separación de células del cuerpo que funcionaban independientemente como protozoarios. Los protozoarios también podían formarse, decía, por la aglutinación de biones y los biones podían formarse por desintegración de la materia, además del abrazo de los rayos.

Reich estaba seguro de que la OR podía utilizarse para combatir la perniciosa radiación atómica. Esto constituyó el fundamento del desastroso experimento ORANUR, aquí descripto por su esposa Ilse Ollendorf Reich :

La idea de Reich era contribuir a la erradicación de los terribles efectos de la bomba atómica mediante un ataque por tres frentes: la utilización de la energía orgonal para curar las enfermedades de radiación, neutralizar los efectos de una bomba atómica y eventuamente inmunizar a la humanidad contra la radiación. 17

Por lo tanto consiguió material radiactivo y ratones de laboratorio. Al cabo de dos meses, sus asistentes notaron que los contadores Geiger ronrroneaban frenéticamente, pero desde luego lo atribuyeron a excesos de energía orgonal. Cuarenta animales de laboratorio murieron en un día con todos los síntomas de envenenamiento radiactivo. Luego los asistentes empezaron a presentar los mismos síntomas. Ilse quedó seriamente afectada y hubo que intervenirla quirúrgicamente. Reich, cuya formación científica era deficiente, nunca pareció entender.

Extendió sus indagaciones a la investigación climática, partiendo de la teoría de que si la radiación orgonal es azul, el cielo debe derivar su color azul de ella. Pero cuando las nubes “amenazaban” y los pájaros dejaban de cantar, el culpable debía ser una poderosa fuerza maligna que él denominó OR destructivo, o DOR (= destructíve OR).

El único modo de eliminar las nubes DOR era derribándolas. Los experimentos de Reich sobre “desintegración de nubes” se valían de una batería de caños huecos en una pieza giratoria de artillería. Los caños estaban conectados a un arroyo. Así podía extraer el DOR de las nubes y echarlo al agua, donde sólo volvería neuróticos a los peces.**

El DOR resultó muy oportuno cuando empezó la fiebre de los platos voladores. Reich decidió que los platillos usaban motores orgonales, o sea que expulsaban peligrosos desechos DOR. En 1954 usó un desintegrador de nubes para desintegrar algunos de estos platillos, que él denominaba Ea (probablemente otro de sus acrónimos).

Sexoeconomía, control climático, una cura para el cáncer, “ecuaciones orgonométricas”, un rayo misterioso, una nueva teoría de la materia, platos voladores, el genio errático de Reich no pasó por alto ninguna tradición del delirio. Incluso construyó un motor orgonal alimentado por una fuente no física, su credencial para el club del movimiento perpetuo.

Reich se volvió intensamente paranoide en los años posteriores, en parte porque era realmente perseguido por la Autoridad de Alimentación y Drogas de Estados Unidos (FDA). Las razones del FDA eran legitimas (se estaban distribuyendo cajas orgonales como curas para el cáncer), pero los métodos parecen copiados de la KGB. El fiscal que acusaba a Reich antes había sido su abogado. El FDA abusó de la orden judicial (destruir literatura publicitaria sobre las cajas) y quemó los escritos políticos y psicológicos de Reich. Por último Reich, con problemas cardiacos y serios trastornos mentales, fue encarcelado por desobedecer una orden judicial. Murió a los ocho meses.

Reich nunca comprendió lo que ocurría. Siguió convencido hasta el final de que los Rockefeller y los comunistas querían destruirlo, el presidente Eisenhower y la Fuerza Aérea lo estaban protegiendo y la Fuerza Aérea despachaba aviones que lo custodiaran como ángeles de la guarda.

Desde luego no pueden juzgarse las ideas de Reich por la mezquindad de sus adversarios del FDA. El mismo era propenso al autoritarismo y la intolerancia: un marido demencialmente celoso e infiel a la esposa, un enemigo patológico de los homosexuales (decía que jamás trataría a “esos cerdos”) y un paranoide patético que se identificaba con Cristo.

.

L. R. HUBBARD SE HACE RICO

El doctor Lafayette Ronald Hubbard nació en 1911 en Nebraska. Autor y explorador, es sin embargo más conocido como fundador de la Cientología y la Dianética.

Hasta 1948 viajó, escribió ciencia ficción, libretos radiales y guiones cinematográficos. Luego inventó su propia rama de la psicoterapia, la dianética.

Para comprender la dianética, debemos primero zambullirnos en la jerga personal de Hubbard:

engrama: especie de recuerdo reprimido de una experiencia traumática. Esta puede haber ocurrido en las primeras etapas de la vida, en el seno materno desde el momento de la concepción. Más que un recuerdo sepulto, se dice que el engrama es de algún modo una impresión en el protoplasma. Esto explica que pueda afectar al embrión antes que tenga un sistema nervioso.

intervención: Una sesión de terapia en que el paciente es alentado a recordar y por lo tanto a borrar sus engramas. El analista es un interventor.

limpia: Una persona cuyos engramas han sido borrados.

mente analítica: El yo que, nos informan, funciona como una computadora.

mente reactiva: El inconsciente, o ello, normalmente repleto de engramas malos.

thetan: Parece corresponder al superyó, la conciencia o el alma. Si la mente y el cuerpo son una máquina, el thetan ocupa el asiento del conductor. No tiene masa, energía, espacio ni tiempo, y por lo tanto puede realizar viajes astrales.

La idea de Hubbard sobre la neurosis es ingeniería pura: El thetan cumple con su obligación, conducir la máquina. La mente analítica computa, trabajando con los datos que recibió. Pero la mente reactiva pasa “datos falsos”, o sea engramas, de modo que todo sale mal. La única solución es borrar los engramas. La terminología dianética está plagada de palabras cuasicibernéticas como “conexión directa” (evocación rápida de un engrama), “sintonización” (formulación de la pregunta adecuada para sacar a luz el engrama), “circuito”, “carga lineal” y “procesamiento”.

El engrama típico parece funcionar así: La madre de un hombre, cuando estaba embarazada de él, fue aporreada por el esposo, que también le gritó “¡No sirves para nada!” El pobre feto oyó esto y pensó que le hablaban a él. Nació y creció creyendo que básicamente no servía para nada.

De acuerdo con Hubbard, los fetos pasan las de Caín. Los padres casi siempre están aporreando a las madres y pateándolas en el vientre, o bien las madres intentan abortar con agujas de tejer:

“Veinte o treinta tentativas de aborto no son inusuales en la población media”, escribe Hubbard, “y en cada tentativa, el niño pudo sufrir una perforación en el cuerpo o el cerebro”. 18

Más aún, la constipación de Ja madre puede conducir a esfuerzos aplastantes, una indigestión puede causar dolorosos gorgoteos y hasta un estornudo puede expeler al niño.

Todo cuanto se dice en el momento parece contribuir a formar el engrama. Los fetos no sólo oyen, sino que aprecian los retruécanos freudianos. Si alguien golpea a la madre encinta, diciéndole “¡Toma eso!” es probable que el niño sea cleptómano cuando crezca.

¿Qué sucederá si al golpearla le dice “¡Chúpate esta!”?

Pero los engramas no están necesariamente limitados a la vida fetal. Hubbard cree en la reencarnación, y estima que nuestras vidas “reales” duran unos 75 millones de años. Un paciente rastreó su persistente jaqueca hasta un golpe que había recibido de un centurión romano en el 215 a.C. Un malestar crónico, supongo.

Martin Gardner proporciona extractos de un par de “intervenciones”. 19 En ellas el interventor hace preguntas al paciente, ayudándolo a reconstruir su pasado. Ni el paciente ni el interventor parecen saber qué demonios están haciendo. Un hombre describió un recuerdo fetal de sus padres sentados y hablando en el dormitorio. Pese a su desfavorable punto de observación, no tuvo dificultad para describir el cuarto con exactitud.

Para promover la imagen cibernética, Hubbard vende un artefacto llamado electropsicómetro, o E-metro, que presuntamente funciona como un detector de mentiras. Se trata de un par de latas conectadas a un galvanómetro. El paciente, o “prelimpio”, toca las dos latas durante la intervención, y teóricamente sus mentiras le harán transpirar las manos, lo cual será indicado por el cuadrante. En la práctica el artefacto es absolutamente inútil.

Después del éxito inicial de la dianética, el movimiento sufrió un cambio. De la dianética surgió una iglesia entre cuyas ventajas estaba la exención de impuestos en Norteamérica. Este puede ser un momento oportuno para echar una ojeada a las finanzas del grupo Hubbard. Para quedar limpio, un miembro tiene que pagar una serie de seis cursos, empezando con 311 libras (750 dólares) por el primero y totalizando 1,923 libras (4.625 dólares). Llegar al Thetan Operativo VIII cuesta otras 1.185 libras (2.850 dólares), pero desde luego un Thetan Operativo puede usar el viaje astral para ahorrar viáticos. 20

El sistema funciona sobre una sólida base financiera de mano de obra barata. Como la mayoría de los miembros no pueden pagar precios como los citados, pueden, por mucho menos, volverse interventores. Entonces saldan sus deudas interviniendo a otros, haciendo tareas administrativas, etc. También reciben una comisión del diez por ciento (en crédito) sobre los pagos de cualquiera a quien puedan hacer entrar en el circo. Todas las organizaciones regionales entregan diezmos a la Madre Iglesia en Inglaterra y además deben comprar libros de Hubbard y otros instrumentos, incluyendo E-metros y fotos de Hubbard.

Los interventores intercambian detalles, y los ítems particulares son enviados a la oficina central. Y como un interventor puede ser inmaduro e inculto, y tener muy poca experiencia, uno se pregunta qué precauciones se toman contra la posibilidad de un chantaje.

Hubbard y su segunda esposa se divorciaron en 1951 y ahora hace veinticinco años que él está casado por tercera vez. Según los últimos informes planea un retiro rural en Irlanda. La cientología-dianética se yergue como un monumento deforme a su cabecilla, donde los miembros pagan 2.50 libras por una foto suya y numeran los años “después de la Dianética”. 21

Parte de esto resulta familiar: Una institución entrometida que vigila y controla Ja vida de sus integrantes. Una tendencia cibernética. Paranoia en las filas y un cabecilla que exige hasta el último gramo de lealtad. Una organización construida sobre el engaño. Por deliberación o accidente, Hubbard ha imitado el logro de Thomas John Watson: la cientología es la IBM de los pseudocientíficos.

FIGURAS EN UN PAISAJE

Hay grandes diferencias entre los ídolos populares que he enumerado, pero lo que tienen en común es una fe inconmovible en sus propios sistemas y una resuelta indiferencia a todo lo demás. Cada cual quiere decirnos qué hay más allá del horizonte, pero todos son ciegos para lo que tienen ante las narices. Como Giambattista Vico, cuya teoría de los ciclos históricos le permitía “transformar toda conjunción hipotética en una certidumbre” fuerzan los hechos para acomodarlos a su lecho de Procusto. De ninguna manera pueden comprender por qué una Verdad que se aplica siempre y en todas partes también debe aplicarse aquí y ahora.

.

Parte 1.1 Parte 1.2 Parte 1.3 Parte 2.1 Parte 2.2 Parte 2.3 Parte 3.1 Parte 3.2 Parte 3.3 Parte 4.1 Parte 4.2 Parte 4.3 Parte 4.4 Parte 5.1 Parte 5.2 Parte 5.3 Parte 6.1

Fuente: “Los Nuevos Apócrifos” (R) John Sladek. En El Péndulo Nro 8. Segunda Época, de marzo de 1982, Se puede acceder a la versión original en PDF en este link.

*Nótese también que los círculos euclidianos no tienen rayos y que muchos de nuestros números arábigos son inestables. El 8 tiene la propensión a caerse para convertirse en x y así sucesivamente.

**Nada es más fácil que dispersar nubes a voluntad. El principal requerimiento parece ser una imaginación vivaz. Rolf Alexander, en El poder de la mente, 1956, afirma que es capaz de hacerlo con sólo mirar fijamente una nube y concentrarse. Su libro muestra una serie de fotos de una nubecilla que se desintegra bajo su influencia. La nubecilla se deshace en jirones, como disuelta por un viento psíquico. También todas las otras nubes, en las cuales no se está concentrando.

Notas

1 Marshall McLuhan, The Gutenberg Galaxy (Londres. Rouedge & Kegan Paul. 1962), p. 17.

2 Jonathan Millar, McLuhan (Londres, Fontana, 1971), p. 107.

3 Marshall McLuhan, Understanding Media (Londres, Sphere, 1967), p. 26.

4 Cyrus Teed, citado por Gardner, Fads and Fallacies, p. 24.

5 Marshall McLuhan, The Mechanical Bride (Londres, Routledge & Kegan Paul, 1951), p. 87.

6 Billy Graham, Peace with God (Kingswood, Surrey. World’s Work Ltd. 1966), p. 13.

7 Pierre Teilhard de Cbardin, The Phenomenon of Man (Londres, Collins. 1959).

8 P. B. Medawar, The Art of the Soluble (Harmondsworth, Penguin, 1967), p. 91.

9 Ibid., p. 88.

10 Teilhard de Chardin, según lo cita Medawar, p. 87.

11 R. Buckminster Fuller, Nine Chains to the Moon (Carbondale & Edwardsville, Illinois, Southern Illinois, U.P., 1963), p. 132.

12 Ibid., p. 131.

13 Ibid., p. 370.

14 R. Buckminster Fuller, No More Secondhand God (Carbondale & Edwardsville, lllinois, Southern lllinois, U.P., 1967), p. 121.

15 lbid., p. 163.

16 H. Hartley, «Shearer and His Rays», New Scientist, 22/1/1970, p. 151.

17 Ilse Ollendorf Reich, Wilhelm Reich, a Personal Biography (Nueva York, Avon, 1969), p. 133.

18 Gardner, Fads and Fallacies, p. 267.

19 Ibid., pp. 267-8

20 Paulina Cooper, “The Tragi­Farce of Scientology”, Queen.

21 Ibid.