La venganza será terrible

// por Lucía Vazquez

Reseña de La venganza de Killing, de Rafael Bini (Walden, 2022): un autor alienado, un psicópata y una Argentina de pesadilla imaginados en los primeros años del menemismo en código dickeano-ciberpunk.

1993. Rafael Bini, guitarra y voz de Comida china, gana el Premio Fundación Antorchas con su segunda novela. Recibe elogios de César Aira y de Alberto Laiseca, que dicen respectivamente que Bini es el más destacado de los autores jóvenes que practican “literatura posmoderna” en Argentina y uno de los más grandes talentos ocultos del país. 2022, casi 30 años después, la editorial Walden (la misma que dio uno de sus primeros pasos publicando los Relatos verdaderos de Luciano de Samosata, del siglo II) reedita una novela que, pese a haber podido revolucionar el campo literario, cayó en las sombras como tantas otras cosas para convertirse en un texto “de culto”, y uno de los libros preferidos de Carlos Busqued.

Qué es esto de escribir una novela “de línea ciberpunk” en la Argentina post-dictadura, post-hiperinflación, durante los primeros pasos del exitismo menemista, en un campo en el que la potente escritura de Carlos Gardini no había podido generar un movimiento como sí había ocurrido en los países de habla inglesa. Qué es esto de desaparecer de la escena literaria y regresar de la mano de un joven editor treinta años después. Al igual que Ediciones Ignotas con sus rescates de obras de género, hay en esta reedición una apuesta a poner en valor fragmentos de nuestra literatura no canónica que hoy pueden estar diciéndonos más de lo que pudieron decir en su momento. Martín Kohan expresó en su momento que, de pronto, la novela quizá abría la posibilidad de formular un discurso crítico distinto con respecto a la dictadura, uno que se saliera del dramatismo imperante.

Sin embargo, muchos años tuvieron que pasar para que herederos de Aira como Félix Bruzzone lograran ser leídos más masivamente en un abordaje diferente del trauma, una mirada accesible desde el humor, a veces desde el cinismo, como ocurre en Bini. Dos cosas hizo nuestro autor (que si bien no pasó desapercibido no logró permanecer en el campo literario) hace tiempo: explorar un género poco frecuentado en nuestra literatura y ser de lxs primeros en abordar el trauma de la dictadura desde otra perspectiva -lograda probablemente gracias a esos recursos que da el género-. Pero qué es todo esto, qué significa hoy leer a Bini. Hay tantas preguntas e inquietudes alrededor de La venganza de Killing como al interior de esta novela extrema, llena de violencia, humor, referencias, que constituye una radical experiencia de lectura.

En 1995 -el futuro- el almirante Massera se ha hecho con el poder gracias a una alianza con “un neoperonismo pasteurizado y ultrasnob”. La dictadura nunca terminó y logró normalizarse en el poder, en una realidad en la que la simulación, la virtualidad y el consumo saturan y obturan cualquier tipo de existencia pacífica. Tiempos extremadamente violentos se viven en este país que parece la conjunción de las peores pesadillas históricas. En ese contexto es que nace Killing, un personaje de ficción que -obviamente- termina pasando a la realidad gracias a la proliferación de sus dobles, que pueden ser clones, imitadores, desdoblamientos: no importa, la identidad no es un parámetro constructivo en la escritura de Bini, un personaje puede ser muchos, varios, ninguno sin que eso afecte la trama. ¿Hay una trama? La construcción de mundo es tan fuerte e impactante que, cuando logramos sincronizar con el ritmo de lectura que la novela propone -fragmentario, caótico, al modo del tan noventoso “zappping”-, podemos intuir que lo que ocurre o deja de ocurrir con los personajes no importa.

Rafael Bini

Si todo puede ser una simulación, si la realidad no tiene una jerarquía, poco importan las veces que muera nuestro protagonista o que el narrador cambie de primera a tercera persona (incluso a una divertida segunda en la que se dirige al lectorx) o nos diga que ese personaje al final no era el que pensábamos. “If you find this world bad, you should see some of the others” es el epígrafe del gran Philip Dick que elige Bini para comenzar su novela. El código de lectura -intuyo que prácticamente sectario para la época- es claro y se va completando con referencias más veladas o completamente claras (como la mención a los precognitores) que permiten navegar un mundo tremendamente confuso y poco confiable. Al menos hasta el final, cuando las piezas sueltas terminan encajando y podemos observar lo que propone Kohan en su lectura: no se trata una banalización de un pasado trágico ni un experimento formal vacío (agrego yo), hay una construcción minuciosa que permite tanto el discurso crítico como el juego y el humor, el entretenimiento, por qué no.

Ciborgs, videojuegos, realidades virtuales y simuladas, dobles, hay tantos elementos jugando en La venganza de Killing que termina siendo una novela para re-leer. Así, el rescate de Walden resulta muy valioso, la acción de recuperar un texto escrito en un momento de mucho movimiento en nuestro país, en el mundo y en la literatura, que con la distancia debida puede iluminar nuestro pasado y pensar nuestro presente como futuro más o menos fallido, que más o menos condice con las distopías amargas que podían engendrar los primeros noventa.

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Les dejamos esta entrevista del autor para seguir https://provinciaradio.com.ar/noticia.php?noti_id=6673