Ursula K. Le Guin: Verosimilitud en la fantasía

A pocos días de la partida de Ursula Kroeber Le Guin, a sus 84 años, desde Sonámbula homenajeamos a la más querida creadora de universos complejos y verosímiles, a la mujer que se abrió paso a fuerza de talento en un universo masculino tan cerrado como el de la ciencia ficción, a la feminista que planteó temas y enfoques inesperados en textos que trascienden ampliamente las fronteras de un género, a la ecologista avant la lettre que propuso una relación diferente con la naturaleza antes de que fuera un tema de moda, a la maestra generosa a través de la que tantos y tantas accedimos a esos mundos fantásticos capaces de transformarnos para soñar y luchar por cambiar este mundo desgarrado y deshumanizado por el capitalismo. Compartimos una traducción de su texto «Plausibility in Fantasy», resultado del intercambio epistolar con un lector.

 

Verosimilitud en la fantasía: Carta abierta a Alexei Mutovkin

Gracias por escribirme. “Verosimilitud en la fantasía” es un excelente tópico, y además uno que me fascina.
En respuesta a tus preguntas, sólo puedo hablar por mí misma, por supuesto; otros escritores te darían respuestas muy distintas.

Cuando estoy componiendo, no tengo ideas abstractas, propósitos o estrategias en mente: sólo intento seguir a la historia. Pero cuando pienso en mi historia desde “afuera” de ella y cuando leo fantasías de otras personas, sí pienso en esas cuestiones de un modo general, de un modo intensa e directamente práctico, que en general conduce a la imitación conciente (algo que los artistas hacemos todo el tiempo).

Por ejemplo, las referencias de Tolkien a lugares, pueblos y acontecimientos (frecuentemente, de mucho tiempo atrás) no son parte de la historia puntual: ellos le dan al lector la convicción de la realidad de la escena puntual, porque se la muestra como parte de un paisaje mucho mayor, de una larga historia, de un mundo completo en el cual esa escena es sólo un fugaz momento. Esta es una poderosa técnica para hacer verosímil un mundo imaginario. Es una técnica que uno puede imitar o interpretar a su manera.

Ahora, en el caso de Tolkien, esa historia y esa geografía ya existían en sus escritos previos a El señor de los anillos. Pero en mi caso, he mencionado con frecuencia eventos o lugares sobre los cuales yo todavía no sabía nada –por ejemplo, algunas de posteriores hazañas de Ged mencionadas tempranamente en Un mago de Terramar. Ellas eran, cuando las escribí, meras palabras, nombres vacíos. Yo sabía que si mi historia me llevaba a ellas, finalmente averiguaría a quién y a qué se referían. Y esto, de hecho, ocurrió así…

En el mismo sentido, dibujé el mapa de Terramar al principio, pero no supe nada sobre cada isla hasta que “fui” a ella.
Y por otra parte están los detalles. Cuanto más realista, exacto, “factual” sea el detalle en una historia de fantasía, cuanto más sensorialmente las cosas y los actos sean imaginados y descriptos, más verosímil será el mundo. Después de todo, es un mundo hecho enteramente de palabras. Palabras exactas y vívidas harán un mundo exacto y vívido.

Quien escribe fantasía debe “creer” en el mundo que está creando, no en el sentido de confundirlo con el mundo físico y verdadero, sino en el sentido de darle crédito al mundo de la imaginación, habitándolo al escribir y confiando en que se revele a sí mismo.

Creo que tan rápido como la quimera o un propósito político o didáctico se entrometen en ese crédito, lo deforman y la historia pierde verosimilitud. La quimera genera un tipo de fantasía enclenque, donde todo es fácil y nunca tenés que alimentarte o ir al baño o cuidar del caballo que cabalgaste todo el día. Un propósito ideológico produce un sermón o una sátira (que no es lo mismo que la fantasía, y cuyos estándares de verosimilitud son muy diferentes, ya que se trata de un espejo sobre el que se proyecta la vida real).

La piedra de toque de la verosimilitud de una ficción imaginaria es probablemente la coherencia. La ficción realista puede ser (quizás deba ser) incoherente a imitación de la realidad que percibimos. La fantasía, que crea un mundo, debe ser estrictamente coherente en sus propios términos o, de lo contrario, pierde toda verosimilitud. Las reglas que gobiernan el modo en que las cosas funcionan en el mundo imaginario no pueden cambiar en el curso de la historia.

Esta es probablemente una de las razones por las que la fantasía es tan aceptable para los chicos, e incluso cuando asusta, puede proporcionar consuelo al lector: porque tiene reglas. Afirma un universo que, en cierto modo, tiene sentido.

Espero que estos pensamientos te sean útiles. Disfruté escribiéndolos y, si no te molesta, los pondría en mi website.
Con los mejores deseos.

Ursula Le Guin

 

 

Traducción del texto original en inglés para uso interno del Postítulo en Literatura Infantil y Juvenil.