La marea verde sigue en guardia tras la vigilia y la media sanción
Por Lali Destéfanis
Lali Destéfanis estuvo en la plaza el miércoles, cuando la vigilia comenzaba a desplegarse una vez más. Nuevamente, la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito en Argentina consiguió esta madrugada la media sanción de la Cámara de Diputados y ahora va por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La maternidad será deseada o no será. ¡Educación sexual pada decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir!
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Llueve y es como una liberación. Tras la vigilia en la que miles de personas con capacidad de gestar, sobre todo las que estuvieron en las adyacencias del Congreso, pero también quienes seguimos la votación desde nuestras casas padeciendo el soporífero nivel de las argumentaciones de lxs diputadxs más pesadas que el calor, agradecemos esta caricia de agua. No sólo es vigilia la de los ojos abiertos.
Antes de ayer sí pude acercarme y me topé con los vallados poco más allá de Once. Las carpas y gazebos recién se estaban irguiendo y como un cielo futuro el primer lienzo que vi me alumbró: era la bandera de la diversidad. Cruzamos el retén policial no sin responder algunas preguntas y allí vimos los primeros aprestos de lo que sería esta vigilia, trabajadorxs que levantaban el escenario y las pantallas gigantes en las que se trasmitiría la sesión. Algunas compañeras militantes de diversas organizaciones embravecían el aire con sus cantos y performances.
Ya ayer el trabajo docente se quedó con mi día completo, siempre con un ojo estrábico pendiente de la plaza: hoy por esta lucha histórica; siempre, por las que nos toque dar, sin sosiego. Porque hoy el agua cotiza en Wall Street y el aborto clandestino cotiza en Buenos Aires. La persona gestante que no pueda acceder a pagarlo, se jode. Por el momento. Pero el cuerpo lo ponemos nosotras: así como el acceso a la interrupción del embarazo es una cuestión de salud pública, también lo es el parto despatriarcalizado, el cuidado de las infancias, la atención de las vejeces y de la vida en toda su extensión. Esta lucha no puede quedarse acá: también son una cuestión de salud pública las miles de situaciones humillantes que implican “salvar” la vida en nuestros devastados hospitales públicos en tantas otras circunstancias. Los feminismos lo saben bien, ya calzamos botas de siete leguas para hacer frente a los derroteros que se nos pongan por delante.
Siempre latente, la ciudad entra en convulsión por un evento que es una alarma. La sirena viene a mostrar la rémora, nuestro derecho apagado contra la voluntad de un cuerpo social que manifiesta que así no va más. La Ley de IVE repite el síntoma de nuestra sociedad y pesa el cansancio. Los del Falcon “salven las dos videlas” apuestan su última carta de muerte a la votación en el Senado, que ya en 2018 se arrogó el voto antiderechos. Se viene un escenario complejo, con el posible desempate en manos de quien no tuvo espacio en su agenda política pocos años atrás para ahorrarse la muerte de tantas compañeras. Aun así, bienvenido sea ese momento porque urge cruzar el pantano ahistórico en el que nos retienen las fuerzas reaccionarias.