El poder y sus modos distópicos

Historia de la sexualidad 1 – La voluntad del saber

// Por el grupo Mariconi

Tanto a nivel académico como personal, en la esfera de lo público y lo privado, Michel Foucault cuestionó la sexualidad: ¿Qué nos puede decir del poder la sexualidad? ¿El poder utiliza siempre las mismas tecnologías? ¿La sexualidad es una estrategia disciplinaria o de control?

Historia de la sexualidad 1-la voluntad de saber fue un libro que toda persona que se definiese como militante de las sexualidades disidentes, llevaba bajo su brazo allá por el principio de los años 80’s. La eclosión de la pandemia de HIV-Sida y la nula respuesta por parte de los estados  permitieron que este marco teórico trascendiera  los claustros académicos, trasladándose a la lucha política de agrupaciones como ACT- UP!

A 36 años de su muerte es necesaria una relectura hauntológica de su obra para intentar trazar líneas de fuga de este presente colmado de realismo capitalista, que sólo nos permite divisar un más acá de extinción.

El silencio sobre los motivos de la muerte de Foucault hablan a las claras de un sentimiento de época, no por nada uno de los slogans políticos de la lucha contra el SIDA es SILENCIO=MUERTE, en donde  hacer vivir, dejar morir eran la evidencia del funcionamiento del poder disciplinario: la biopolítica.

Cómo hacer cosas con la sexualidad

Para Foucault, la tanatopolítica es el derecho del soberano a disponer de la vida, exponer a una población a la muerte para garantizar la vida de otras. La pregunta podría formularse entonces así, ¿qué vidas vale la pena salvar o sacrificar?  Esta lógica de derecho de muerte se asemeja a la película “La huida de Logan” (1976) de Michael Anderson. En el Film, al llegar a los 30 años, los habitantes de este mundo distópico, se exponen a un ritual para ganar la “renovación” y así poder continuar sus vidas. La realidad, a la que se ve expuesto el protagonista, es que este mecanismo no es más que una forma de control demográfico, ejercido por una superinteligencia que, con la promesa de una extensión de la vida, empuja a los individuos a un sacrificio en pos del “progreso”.

En historia de la sexualidad 1, se pasa de una tanatopolítica a la biopolítica de la población. Un poder dueño de todo, propietario de las cosas, del tiempo, de los cuerpos y la vida; del poder tanatopolítico (dejar vivir y hacer morir) a uno biopolítico (hacer vivir y dejar morir). Cada modalidad hace foco en un aspecto, antes se administraba la muerte y luego la vida.

El poder de la vida tiene dos polos de desarrollo: por un lado, las disciplinas del cuerpo como máquina posible de adiestrar, de aumentar su poder, su utilidad económica y su docilidad: busca volverlo económicamente productivo y políticamente dócil; el segundo polo es el cuerpo-especie, relacionado con la prolongación de la vida y potencialidad de la salud a través de controles reguladores: la biopolítica a nivel poblacional. Con estas dos herramientas se desarrolló la organización del poder sobre la vida.

Esto dio como resultado una administración de los cuerpos en términos estadísticos y ayudadas por el desarrollo de instituciones disciplinarias como la escuela, el manicomio, el ejército, etc. En la película de Kubrick La naranja mecánica, o El hombre (orang) mecánico, la medicina intenta enderezar a Alex a través de la producción de cuerpos dóciles y sus mecanismos de dominación convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana. El ultraviolento Alex es reprogramado desde la microfísica del poder o gestión del bios (en contraposición del zoo). El dispositivo de poder se articula directamente con el cuerpo: fisiología, sensaciones, placer, esto es modificado en Alex a partir del dispositivo correctivo y,  lejos de ser un elemento liberador, convierte al protagonista en una máquina superficialmente normalizada. La naranja mecánica podría ser un topos de las sociedades disciplinarias foucaultianas por excelencia.

En esta lectura, Foucault nos propone una genealogía de la sexualidad abordando lo que él llama la “hipótesis represiva”; cuestiona si los dispositivos del poder, desde la aparición de la clínica a principios del siglo XVII, conformarán nuevos mecanismos en torno a la sexualidad como instrumento del control. Las ciencias plantean una aparente desvinculación del carácter represivo que hasta ese momento habría mantenido el aparato eclesiástico. ¿Ha desaparecido la represión de lo sexual, o por el contrario se ha transformado? ¿Es posible pensar en un nuevo discurso del sexo, apoyado no en la prohibición, sino en el mutismo?

En la modernidad el poder produce, en contraposición a la actitud represiva planteada hasta el Siglo XVII, y creará dispositivos operativos a un nuevo discurso del sexo. Lo matrimonial como concepto superior (desde la iglesia) se  transforma en una lógica reproductiva de la sexualidad (desde las ciencias), apoyada en un modelo heterosexual sometido a la propia economía de la reproductividad (es decir perpetuar la producción de clase trabajadora a los fines capitalistas).

En este paso de lo represivo a lo productivo, la confesión como dispositivo de producción de nuevos enunciados de lo sexual (y así lo que es verdadero), cambiará de manos: mientras que en el pasado la iglesia controlaba el monopolio de la confesión, en la actualidad son los sujetos-estado, quienes desde la clínica reproducen los dispositivos del poder; es el mismo ritual pero con otros jueces. La pedagogía, la medicina y el psicoanálisis determinan estas relaciones de poder entre quien dice (el que confiesa) y quien lo escucha y calla. En estos últimos reside el poder de hacer hablar para develar los misterios de la sexualidad, y de establecer el diagnóstico y la curación del perverso; un juego de poder, que establecerá la norma y lo que está fuera de ella; se inicia la patologización de lo que se considere “anormal”.

La verdad del sexo también opera en el espacio, y es determinada por las lógicas de control arquitectónico. Tomemos como ejemplo la casa de familia: a partir de la sexualización del niño en los nuevos discursos médicos, la arquitectura distancia las habitaciones adultas de las infantiles.

En la película “Canino”, Yorgos Lanthimos nos presenta la realidad extrema de 3 hermanos obligados por sus padres a vivir puertas adentro sin contacto con el exterior. Los hijos se ven atrapados en una visión de mundo acotada por lo que sus padres consideran apropiado para ellos, donde un zombie (algo extraño y malo) se convierte en una flor pequeña y amarilla. La familia entonces es el primer lugar que establece dinámicas de poder, y a lo largo de la vida nos encontraremos con otras instituciones y dispositivos de producción de discursos.

Las distopías son útiles porque nos ayudan a traer al presente mundos posibles. En  “1984” de Orwell, el Gran Hermano es la figura de poder absoluto y omnipresente que vigila cada aspecto de la vida, desde las acciones cotidianas de sus personajes hasta los cambios constantes y convenientes en el discurso de la verdad.

La molecularización del biopoder

En Posdata sobre las sociedades de control, Deleuze analiza el pasaje de las sociedades disciplinarias de Foucault hacia las sociedades de Control.

La empresa reemplaza a la fábrica. En las sociedades disciplinarias, la fábrica funcionaba como una arquitectura panóptica, donde el jefe puede verlo todo. En las sociedades de control ya no hay un horario y un adentro y afuera de la fábrica, ahora el ocio y el trabajo se intercalan, el trabajo es continuo, en la casa o en la empresa. La escuela fue reemplazada por la formación constante, antes siempre se empezaba de nuevo, nuevo en la escuela, nuevo en el ejército, nuevo en el trabajo; en cambio, en la sociedad de control siempre debemos formarnos, no hay un final. Todo es manejado por el flujo del capital, imaginado como una autopista.

En el último capítulo, Deleuze narra una escena similar a la novela Ubik de P. K. Dick: “Félix Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su departamento, su calle, su barrio, gracias a su tarjeta electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero también la tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determinadas horas: lo que importa no es la barrera, sino el ordenador que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera una modulación universal”.

Entonces, al igual que el protagonista de Ubik, esa falta de dinero nos imposibilita movernos en nuestra casa.

En Realismo capitalista, Fisher marca el inicio de las nuevas estrategias de poder analizadas por Deleuze en el pasaje entre el año 79 y 80. Las sociedades de control se basan en la deuda más que en encierro, cada movimiento está mediatizado por el dinero, como Dios/Ubik, el capital es omnipresente.

Hay un paralelismo entre los polos de las sociedades disciplinarias foucaultianas y las sociedades de control. En Un mundo feliz de Huxley, la manipulación genética gestiona la producción delcuerpo-especie en categorías de división social (de Alfa a Épsilon); y, por otro lado, con la ingesta del SOMA el control poblacional: las pastillas que toman los personajes son un regulador del malestar. Pero “Un mundo feliz” también puede ser una intersección entre la sociedad de control y la sociedad farmacopornográfica. En la novela los personajes perciben una libertad aparente aunque el control se reterritorializó imperceptible, molecular y en forma de pastilla.

Paul B. Preciado en su libro Testo Yonqui: sexo, drogas y biopolítica nos relata en primera persona su experiencia de conversión en un hombre trans a través de la aplicación cutánea de la hormona de la testosterona, para reflexionar sobre la gestión del poder en los cuerpos y sus efectos, lo que denominará como era farmacopornográfica.

En su análisis sexo-político de la economía, el capitalismo actual es una más de sus mutaciones y se caracteriza por la transformación del sexo en objeto de gestión política de la vida. Preciado coincide con Foucault en la descripción biopolítica de los nuevos sistemas de control social, pero se diferencia exactamente en esta nueva mutación del capitalismo: la era farmacopornográfica.

En la película de terror clase Z de los 80’s, The stuff, al igual que en una publicidad se nos advierte: “Stuff es un producto de la naturaleza. Un organismo muerto vivo. Es adictivo y destructivo. Se apodera de tu mente y ataca tu cuerpo. Nada puede detenerlo.”

Las transformaciones del capitalismo se relacionan a un conjunto de nuevos dispositivos microprotésicos de control de la subjetividad con nuevas plataformas técnicas biomoleculares y mediáticas. La sustancia viscosa funciona, como en la era farmacoporográfica lo hace la testosterona, la píldora anticonceptiva, el Viagra  y el Prozac, gestionando los cuerpos al convertirlos en subjetividades toxicopornográficas. Así construyen la hegemonía de la ciencia como discurso creador de realidad al definirse, ya sea, por la sustancia que domina sus metabolismos, por las prótesis cibernéticas que las agencian o por los deseos farmacopornográficos que dirigen sus acciones. Una posibilidad para evitar la hegemonía del discurso científico es disparar  una línea de fuga situada en el poder performativo que habita en el arte, el activismo, la filosofía o la literatura, ya que también son poseedoras de un poder de creación de realidades.

En la misma línea de análisis sexo político del capitalismo, Preciado nos dice que  “la verdad del sexo no es desvelamiento, es sex design” porque afirma que el sexo y la identidad sexual ya no tienen ningún secreto que confesar o develar; sólo se trata de explicitar los procesos culturales, políticos y técnicos, a través de los cuales el cuerpo como artefacto adquiere estatus natural.

La relación cuerpo-poder en la era farmacopornografica se vuelve tautologica, las tecnologías se diluyen en el cuerpo mientras que en la sociedad disciplinar la misma relación se establece desde aparatos arquitectónicos externos. Entonces el cuerpo no habita más los lugares disciplinarios sino que es habitado por ellos. El poder actúa a través de una molécula como si nos tragarámos el panóptico cada vez que ingerimos testosterona, Viagra, la píldora anticonceptiva o antidepresivos.

Otro elemento de viscosidad biopolítica lo podemos encontrar en la potentia gaudendi o fuerza orgásmica que, como equivalente a la fuerza de trabajo, estimula la producción de excitación y frustración del cuerpo-capital bajo el modelo de la industria pornografica online.

Donde hay poder hay resistencia

Este libro habilita líneas de fuga, que se conectan con las teorías de otros pensadores, y conforman un pilar fundamental para las bases de la teoría cuir. Los debates no quedan en la cuestión teórica sino que pasan a un plano práctico. La lectura posible del poder a través de la sexualidad se convierte así en una herramienta para un devenir del accionar político.