Películas malditas en las ficciones oscuras

Celuloide, VHS, Betamax, digital… cualquiera sea su formato, las películas malditas forman parte del universo ficcional del cine y la literatura de género, y supieron calar hondo en el imaginario popular. “Videodrome”, “La broma infinita”, “Valis”, “Ringu”, “La casa de hojas”, son claros ejemplos de obras de culto ligadas a esta idea del artefacto audiovisual como transmisor de ideas obsesivas, enfermedades, estados alterados de conciencia, maldiciones e incluso muerte.

Marcelo Acevedo y Juanma Dinosaur crearon Pastillas Rojas en una dinámica que quiere poner en relación texto e ilustraciones. Se trata de pequeñas historias sobre los mundos extraños pero hermosos de escritores, filósofos, músicos, psiconautas, magos, alquimistas y ocultistas.

// Por Marcelo Acevedo – Ilustración: Juanma Dinosaur

Los objetos malditos abundan en los relatos de horror. Cuando la maldición no proviene de una mano de mono, lo hace desde las páginas de un grimorio u otro elemento extraño. Pero con el nacimiento del cinematógrafo y el avance de la tecnología también se sumaron a la lista las películas y videos malditos, estas piezas audiovisuales se volvieron una constante en el cine y la literatura de género. Todo amante del terror sueña con que, alguna vez, aunque sea uno de de estos objetos, se vuelva real.

Probablemente la obra más popular que incluye un video maldito en su trama sea “The Ring” (Gore Bervinski, 2002), aunque la versión japonesa dirigida por Hideo Nakata (“Ringu”, 1998) es superior en todo sentido. Lo que no muchos saben es que ambas están basadas en un libro del año 1991 llamado “Ringu” y escrito por Koji Suzuki. Tanto la novela como las películas (incluida la versión surcoreana de 1999 “The Ring Virus”) tienen como eje central una película maldita que mata a sus espectadores siete días después de su visionado.

“La casa de hojas” (2000) es una novela experimental y metaficcional de horror arquitectónico escrita por Mark Z. Danielewski, que narra la historia de un libro que a su vez habla de otro libro escrito por un anciano ciego llamado Zampanó, un manuscrito que analiza un supuesto documental –una película oscura, extraña e imposible titulada “El expediente Navidson”– que registra los extraños acontecimientos ocurridos en una casa con una anomalía arquitectónica sobrenatural.

En la novela “La broma infinita” de David Foster Wallace el arma psicológica definitiva es una película experimental que puede destruir la civilización: el “Entretenimiento” –también llamado  “Samizdat” o “La broma infinita”- es un artefacto audiovisual con el poder de obsesionar y enloquecer a sus espectadores, obligándolos a verla una y otra vez sin descanso, hasta que la muerte los alcance sentados frente a la pantalla.

“Los hechos de esta situación que hablan a las claras del miedo de vuestro Bureau a este ‘samizdat’: esto es lo que sucede cuando un pueblo no elige nada para amar por encima de cada uno de ellos mismos. Unos Estados Unidos que darían la vida (y la de sus hijos) por el llamado ‘Entretenimiento’, por esta película. Que morirían por la posibilidad de que se los alimentara con cucharaditas de esta muerte de placer, en sus cómodas casas, a solas, sin moverse.”

La Broma Infinita (1996)

En un ejercicio autobiográfico de metaficción, Philip K. Dick convirtió su obsesión por “VALIS” -una supuesta entidad extraterrestre que le transmitía información- en una película ficticia llamada “VALIS” que incluyó en su novela del mismo nombre. Se trata de un film de ciencia ficción escrito, protagonizado y dirigido por Mother Goose (a.k.a Eric Lampton) y música de Bret Mini, con imágenes y sonidos subliminales que afectan el inconsciente y producen actividad fosfénica en las retinas del público.  

“¿Esta maldita película cambia cada vez que uno la ve? ¡Joda sagrada, qué tema! Una película diferente cada vez. No, eso es imposible (…) ¿Cuánto más hay en ‘VALIS’ que no hemos captado? Que no captamos conscientemente. No hay manera de saber qué podrá estar ocurriendo en nuestro inconsciente; puede que la maldita película nos esté disparando toda clase de información visual y auditiva.”

Valis (1981)

“La Rage Du Demon” (Fabien Delage, 2016) es un mockumentary que trata sobre una película perdida filmada por Georges Méliès –uno de los padres fundadores del cine- a principios del 1900, un film maldito que causa locura, histeria colectiva, odio y una violencia irrefrenable entre sus espectadores. En su clásico de culto de 1983, David Cronenberg también imaginó una película experimental que provoca  alucinaciones y tumores cerebrales en quienes se animen a mirarla. Ambas películas – la real y la ficticia– se titulan “Videodrome”.

Ryuji Takayama, amigo del protagonista de la novela “Ringu”,dice: “(…) soy de esa clase de tipos que si pudieran alquilarían butacas de primera fila para el fin del mundo. Quiero saber cómo funciona el mundo, cómo empieza y cómo termina, conocer todos sus enigmas, los pequeños y los grandes. Si alguien se ofreciera para explicármelos todos, daría mi vida gustoso a cambio de ese conocimiento.” ¿Cuántos de nosotros, bibliófilos y cinéfilos obsesionados con la ocultura (ocultismo + cultura = cultura del ocultismo), estaríamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas con tal de conocer la realidad última de los mitos más oscuros de la cultura pop?