¡Abajo Vought Internacional y sus lacayos con superpoderes!

Por Marcelo Simonetti

Marcelo Simonetti odia a los superhéroes casi tanto como el mismísimo William Butcher, pero está encantado con The Boys, serie que ya va por su segunda temporada demoliendo lugares comunes de la moda superheroica. Una invitación al gore y a la lucha contra las corporaciones (con spoilers).

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Odio a los superhéroes desde mi adolescencia. Cuando era pibe me gustaba mucho Batman y otros superhéroes menores. Nunca Superman porque, como resultado de una educación plenamente compenetrada con el “antiimperialismo” peronista/estalinista de los 70, odiaba a los yanquis. Luego leí sobre el origen de los superhéroes y pasé a entenderlo más como una manifestación social/cultural de una necesidad de superar determinados conflictos y coyunturas. Claro, es como muchas otras cosas, que algunxs reivindican por entender que “nacieron porque el pueblo en ese momento blah blah blah”. Pero ahora los superhéroes no me parecen eso sino una cultura horripilante y de escasísimo valor artístico, además de una gigantesca máquina de hacer dinero. Está claro que hablo de superhéroes y no de los cómics en general.

Por esa antipatía superheroica, The Boys es la serie que nunca pensé que existiría y con la que me siento plenamente identificado. Porque ahí “Los Siete” son algo como el Salón De La Justicia, pero dirigidos por un tipo con ojos claros y el traje y la sonrisa parecidos a los de Superman. El “DC” o “Marvel” de estos superhéroes, es decir, la megaempresa que los “capitaliza”, es la multinacional farmacéutica Vought International, una corporación claramente interesada en que crezca la inseguridad para aumentar la demanda (y las tarifas) de estos superhéroes. En ese plan, apuestan a fomentar guerras, terrorismo y todo lo que sea necesario para que el alquiler de sus empleados se encarezca. En un momento ese interés general se vuelve involucramiento activo para sumar inseguridad o importar terroristas para mejor vender a sus peones de capa (por supuesto, acompañados por todo el merchandising imaginable).

Los superhéroes muy pocas veces se parecen a los que conocemos. Está bien que muchas de estas cosas podrían leerse como subtextos de Superman, pero en The Boys esto se vuelve explícito a través del nauseabundo Homelander. En mayor o menor medida, todos los héroes que integran Los Siete son unos individualistas acérrimos que odian al conjunto de la población. Pese a esto, cumplen con sus funciones como trabajadores esclavos de la empresa, que construyó un falso background vital propagandístico para cada uno, que está claramente alejado de sus verdaderas miserabilidades. En público, los héroes de la serie a veces parecen superhéroes, a veces políticos o predicadores y a veces músicos de heavy californiano. Un asco. Con ese inmenso poder, Vought International impone leyes y hasta gobiernos, sostiene vínculos comerciales con la iglesia y vende falopa. Todo con la cara promocional de sus superhéroes.

Los que combaten a Los Siete y a Vought, conforman una internacional multiétnica que contrarresta la abominable cultura americana. Precisamente el yanqui del grupo (Hughie) es el más insoportable, un imbécil que hace el papel idealista de progre pacifista y bienpensante. Luego hay un francés yonqui que milita contra la propiedad privada de las relaciones sexoafectivas (Frenchie); un ex soldado de elite inglés que se apellida “Carnicero” (Butcher), de carácter explosivo y muchas cuentas pendientes con el mundillo heroico; un enorme afroamericano tan peligroso como familiero (Mothers Milk) y una vietnamita (Kimiko) a la que Vought le inyectó la droga de los superpoderes para usarla como terrorista, quien logró logró romper con ambos bandos.

Todos entienden claramente cómo se combate contra una megacorporación que tiene superhéroes a su servicio, menos el progresista Hughie. Por eso, reivindican la violencia como única vía de resolver un conflicto que tiene en su base contradicciones materiales y económicas, de las que luego se derivan el resto de los problemas. Y este recurso a la violencia se tramita en la serie con un gore exagerado, provocador e hilarante.

The Boys es tan políticamente incorrecta que hasta se podría decir que va un paso más allá respecto de aquello que planteaba Mark Fisher acerca del realismo capitalista como perfectamente capaz de vender por un rato en sus salas de cine una supuesta crítica a las corporaciones y al capitalismo. La serie no solo critica al sistema sino también a algunos discursos “alternativos” y presuntamente críticos que se adaptan perfectamente a los intereses corporativos. Así se verá como una de las heroínas de Los Siete apela al discurso “igualitario” del feminismo burgués para encaramarse en instancias de poder para facilitar desde allí los negocios de Vought o la forma en que la televisión y el cine usan un line up de heroínas para responder a las exigencias del mercado y a corrección política. La serie se mete todo el tiempo con la estrategia del pink washing y el discurso de  género institucionalizado. Así, se discutirá el rol opresor de las instituciones religiosas o a la sexualización extrema como herramienta comercial, se mostrará que después de que Homelander saca violentamente del closet a una las protagonistas, Vought decide minimizar la acción porque a fin de cuentas mejora la diversidad de género de Los Siete y, por lo tanto, su llegada a otros segmentos de consumidores.

Hay decenas de ejemplos de esto en cada capítulo, pero por el momento creo que éstos constituyen ilustración suficiente de cuán polémica es la serie y de la apuesta discursiva que realiza. Pero además hay que decir que logra ser muy ágil y divertida. Recién promediamos la segunda temporada y, aunque no sabemos dónde va a terminar este hermoso acierto televisivo, nos tranquilizamos sabiendo que ya hay confirmada una tercera temporada.

 

 

(La serie The Boys, desarrollada por Eric Kripke para Amazon Prime Video, se basa en el recomendadísimo cómic homónimo de Garth Ennis y Darick Robertson. La primera temporada se estrenó en 2019 y en este 2020 se están emitiendo los episodios de la segunda).