El ciberespacio que fundó William Gibson no es solo un territorio donde circulan datos e información sino un escenario propicio para deidades, espíritus y fantasmas. En este artículo Marcelo Acevedo recorre ficciones y creencias tecnopaganas.
// Por Marcelo Acevedo – Ilustración de Juanma Dinosaur
A William Gibson no le alcanzó con inventar algo tan radical como el concepto de ciberespacio en su novela debut de 1984, sino que además fue el primer escritor en introducir la idea de que deidades paganas puede habitar las redes. En sus libros pioneros del cyberpunk Conde Cero y Mona Lisa Acelerada –continuaciones directas de Neuromante– IA’s fragmentadas se manifiestan con la forma de loas vudú –como Legba “amo de rutas y caminos, el loa de la comunicación”- y así se dan a conocer, generando un nuevo culto tecnopagano.
Estos loas de las religiones afro caribeñas “montan” a los hackers dentro del ciberespacio y son adorados como deidades tecnológicas.
“Jackie es una mambo, una sacerdotisa, el caballo de Dambala. Dambala es su jinete, Dambala Wedo, la víbora. Otras veces, ella es el caballo de Aida Wedo, su esposa.” Conde Cero (William Gibson, 1986)
Escritores como el chileno Jorge Baradit o el cubano Erick Mota llevaron la idea de Gibson un paso más allá en sus novelas cyberpunk latinoamericanas. En Ygdrasil (2005) y su precuela Trinidad (2007) Baradit desarrolla el concepto de ciberchamanismo en un mundo donde lo espiritual y lo tecnológico está fusionado, las almas se descargan para habitar el ciberespacio y las consolas-ouija se utilizan para comunicarse con los muertos en la red. Por otro lado, en la novela de Mota las deidades afrocaribeñas no son IA´s disfrazadas sino entes reales que viven en la red.
“No son de este mundo. Ni del virtual ni del real. Son entes de poder que se han perdido por aquí, por nuestra Red. Están obsesionados con el mundo de los humanos y mucho me temo que esa obcecación sea su perdición. A los humanos les fascinan porque parecen dioses (…) Desde que descubrieron que pueden poseer las mentes de los humanos usando la red inalámbrica y que hay gentes que les sirven como caballos solo por el honor de ser «montado» por un dios, créeme hay pocos lugares donde se puede estar a salvo de un Orisha.” Erick Mota, Habana Underguater.
En Fantasmas dentro de la máquina (Hellblazer N° 7) el guionista Jamie Delano lleva a John Contastine de visita a lo de un amigo hacker –Ritchie- quien le asegura que existen paralelismos entre la realidad electrónica y los paradigmas mágicos. “Es rarísimo John, con la proyección astral y un poco de quimiognosis bien calibrada puedo meter mi consciencia dentro del ordenador. Puedo moverme por la quinta dimensión, tío.” Ritchie fuma marihuana e ingresa a la red, tiene un viaje místico y una epifanía tecnológica, alcanza el nirvana digital, pero su cuerpo real arde a causa de una combustión espontanea.
El tecnopaganismo surge en los años ‘90 de la improbable fusión entre el neopaganismo, las ideas new age y la tecnología digital. Los tecnopaganos son una subcultura que se mueve libremente entre la tecnosfera y el mundo espiritual, entre los algoritmos y el esoterismo, en una constante búsqueda por reingresar lo sagrado en nuestra sociedad filotecnológica y secularizada, llegando al paroxismo cuando utilizan la computadora y el ciberespacio en rituales tecnopaganos y prácticas mágicas.
Para los tecnopaganos las novelas de Gibson son mucho más que (ciencia) ficción. El ingeniero futurista Mark Pesce leyó la descripción del ciberespacio en Neuromante como un llamado a las armas: «Si estamos a punto de ingresar al ciberespacio, lo primero que tenemos que hacer es plantar lo divino en él». Cuando Maxwell X. Delysid -integrante de Thee Temple Ov Psychick Youth que utiliza internet como herramienta espiritual y mágica- leyó Conde Cero y quedó fascinado por la idea de que loas vudú pudiesen habitar la Red.
“Conde Cero me alucinó. Empecé a pensar: ya tenemos lista esta red global idéntica al ciberespacio de Gibson, así que podría haber loas que viviesen en Internet ahora. ¿Cómo serían? ¿Serían haitianos (como en el libro) o más cercano a la cultura estadounidense que creó la red? ¿Cuál sería su religión? ¿Cuál sería su objetivo? ¿Acaso querrían que supiésemos que existen?” Maxwell X. Delysid en Velocidad de Escape. La cibercultura en el final del sigo (Mark Dery, 1996)
“Mucho más allá de Palo Alto y el MIT, en las fronteras y en las redes, los fantasmas sobrevuelan la información digital que está convirtiéndose en nuestra única realidad (…) La información está llena de energía, absorbe la mitología, la metafísica y toques de magia arcana”. Erik Davis, Tecgnosis: magia, memoria y los ángeles de la información (1998).