Dani Tazzoli: «Busco un teatro que apunte a lo sistémico, a desnaturalizar lo que parece natural»
Por Marcelo Simonetti
Después de ver la obra “Munro: curiosos episodios de Pandemia”, en el Espacio Lamultiforme de esa localidad conurbana, Marcelo Simonetti entrevistó al responsable de la puesta en escena de los textos, Dani Tazzoli, en una charla extensa sobre las dificultades de hacer teatro en pandemia, las potencialidades de la concepción teatral brechtiana y los proyectos para 2022.
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Hace un par de semanas fui a ver “Munro: curiosos episodios de Pandemia” al Espacio Lamultiforme de Munro. Cuatro episodios de los que venimos viviendo en éstos dos años guionados por Fabio Martorelli, con actuación y puesta en escena de Dani Tazzoli. A Dani lo conozco por su activismo gremial en el Banco Provincia, donde ambos laburamos, y también por su actividad como director de teatro y actor. La primera vez que vi una obra suya fue en el marco del “II Encuentro Internacional Brecht”, organizado por el grupo teatral Actuarnos Otros del qué forma parte, interpretando la obra “La Buena Persona”, junto a otras puestas de elencos de Chile, el Estado Español, Colombia, México y Brasil.
La de ese sábado fue mi primera salida a una obra teatral después del encierro pandémico y me gustó tanto la propuesta que pensé que sería bueno charlar un poco con Dani sobre cómo vivió éste tiempo, del presente y sus proyectos.
-Antes de la pandemia tenías una obra lista para salir al ruedo. Más allá de eso, ¿como sobreviviste la pandemia y cómo te sentiste respecto de la suspensión de la vida personal y social y la continuidad de la vida laboral?
-Si, estuvimos a dos semanas de estrenar Inocente Colectivo cuando el Gobierno decretó el aislamiento social obligatorio aquel 20 de marzo. Estábamos con esa adrenalina típica que genera la llegada de un estreno. Con el elenco probamos mantener esa energía con ensayos a través de aplicaciones como Zoom, pero se hacía imposible abstraerse del temor y la intranquilidad que nos generaba toda esta situación inédita a nivel mundial, sumado a la dificultad de mantener ensayos virtuales. Por lo tanto nos bajamos de ese tren con mucha tristeza.
En lo particular, la incertidumbre que implica la vida resurgió con mas potencia. La preocupación por familiares, amigos, amigas, ya pasaba a ser una cuestión cotidiana.
Mi desconfianza al sistema y a sus gobiernos que se arrogan el cuidado de nuestra salud, acentuaba aún más la angustia. El «aislamiento social» fue certero y pegó duramente aunque diferente según el contexto. Creí por un momento que ante esta catástrofe, la emergencia sanitaria iba a ser primordial, que lo humano iba a estar por sobre cualquier negocio. Pero con el correr de los días se exponía crudamente toda la podredumbre del sistema y sus valores se reafirmaban aún más. Meternos para adentro y desvincularnos fue el objetivo, pero siempre garantizando que la producción no se detenga. Yo fui parte de ese sector «esencial» que se mantuvo en actividad, porque trabajo en un banco. Nos estaban imponiendo para quién teníamos que ser «esenciales».
La necesidad de retomar mi vida social con amigues y familiares, con las ganas de romper cualquier pantalla como único medio de encuentro, la necesidad de mi pareja de retomar sus proyectos artísticos y sus vínculos con sus alumnes, la bomba de tiempo contenida de afecto y de tribu que parecía a punto de estallar en mis hijes en plena adolescencia y búsquedas, etc etc mientras mi vida laboral continuaba como si nada (con grandes cambios, claro está ), me parecía una realidad aún más distópica. Caminar por la calle viendo cómo en poco tiempo pasamos a ser enemigos en potencia capaz de matar y ser matado por cualquiera portador del «enemigo invisible», escuchar situaciones de muertes, de internaciones graves, de médicos teniendo que decidir quién vive y quien no, aplausos caretas al personal de salud que nunca fueron retribuidos economicamente como realmente merecen y toda esa angustia social, me hicieron sentir una impotencia que jamás la había experimentado.
Al mismo tiempo los vínculos con mi pareja y nuestros tres hijes, nos colocaron en una frecuencia de mayor escucha y respeto amoroso que nos permitieron sobrellevar la crisis acompañades, a pesar de los roces que surgieron en los primeros tiempos de acomodamiento al nuevo contexto.
-¿Cómo te acercaste al teatro?
-Mi acercamiento al teatro ha tenido varios momentos particulares, según los contextos y mis inquietudes. La primera experiencia fue a los 6 años, en una colonia de vacaciones. Una pareja teatral presentaba un espectáculo en el que siempre invitaban a algún chico o chica para ser parte del mismo. Me ofrecí sin dudarlo, me calzaron un vestuario y recuerdo esa sensación única de transformarme inmediatamente en un otre, sin saber aún qué tenía que representar. Lo que sentí en aquella oportunidad, que nunca pude explicar con palabras, fue lo que siempre me atravesó haciendo teatro en estos 50 años que han pasado, poniéndome en una frecuencia distinta, lúdica, en otra dimensión.
No fue un camino lineal. En la secundaria siempre buscaba participar de eventos teatrales. Atravesé tiempos en los que me distancié según mis cambios personales, necesidades y contextos. Mi ebullición adolescente en plena dictadura y un contexto familiar económicamente difícil me llevaron a bucear otros mares, que me alejaron de cualquier tipo de expresión artística.
Al tiempo, a mis 23, me sumé a un proyecto teatral muy interesante, pero la crisis económica que comenzaba en el Gobierno de Alfonsin tiró por la borda la posibilidad de concretarlo. En esa época ya venía participando como espectador del movimiento de «teatro abierto» , como también de espectáculos en la movida del Parakultural, viendo a Batato Barea y a Alejandro Urdapilleta.
Al tiempo volví a ponerle el cuerpo, haciendo cursos con varies profesores que me dieron perspectivas diferentes respecto a la construcción de personajes y puestas en escena. Diferentes obras, personajes, elencos, directores y teatros fueron marcando un camino en el que me fui enriqueciendo como actor y hacedor teatral.
También tuve un momento de crisis respecto a mi búsqueda con el teatro, cuando no estaba seguro de si realmente lo importante era expresar o si quería ser el centro de atracción al expresar, y ese cuestionamiento se instaló de manera permanente en cada propuesta que llevo adelante, para tener a raya a ese ego individualista que se potencia en un escenario.
-¿Cómo fue de tu vinculación con el “Encuentro Internacional Bertolt Brecht” y qué opinás del Encuentro en sí?
-Fue a través de un encuentro fortuito con Laura Brauer, actriz y directora teatral, en una función de El 38 que yo estaba representando. Ahí ella me propuso ingresar al grupo Actuarnos Otros, que venía trabajando las propuestas del Teatro del Oprimido de Augusto Boal. Ya tenían montado un espectáculo que se representaba en diferentes espacios y contextos sociales. Para mi fue una experiencia que cambió definitivamente mi posicionamiento teatral. Las sensaciones que me generaba ese recorrido que pone al teatro en función de una participación colectiva en la que el público deja de ser espectador de conflictos y opresiones concretas representados por algún actor/actriz en escena, para pasar a ser «espectactor», a tener incidencia activa en las posibles alternativas de resolución, me cambió el sentido y las perspectivas del «ser actor». La búsqueda de una nueva estética comenzaba a instalarse en mis inquietudes teatrales.
A partir de las motivaciones particulares que no terminaban de conformar, de sus viajes a Europa y el estudio permanente sobre teatro político, Laura nos propone cambiar y hacer una búsqueda distinta, hacia un teatro que nos amplíe la perspectiva y apunte a lo sistémico, a desnaturalizar lo que parece natural, a evidenciar contradicciones y a colocarnos como un grupo que sea parte de un teatro pedagógico que busque permanentemente una actitud crítica en el público, siempre desde el punto de vista de ayudar a cambiar el mundo a través de un método y estética teatral.
Las propuestas de Bertolt Brecht fueron las presentadas como punto de partida para dicho cambio. Para mí fue un gran descubrimiento que logró combinar mis motivaciones políticas con el accionar teatral. Y generó una relación aún más profunda entre Laura y yo conformando un gran equipo y una gran amistad.
La mayoría del grupo aceptó la propuesta y de allí surgió la idea de realizar un encuentro internacional, como una primera intención de conocer e intercambiar diferentes propuestas teatrales que tuvieran motivaciones políticas. El encuentro se realizó en 2012 en el Teatro Andamio 90. «La posible actualidad de B. Brecht» era un título sugestivo que nos interpelaba como parte de esa duda en este contexto. Participaron elencos de varios países con sus puestas en escena, además de personalidades destacadas que le dieron un marco de intercambio muy provechoso.
Realmente quedamos muy motivados, lo que nos dió un gran impulso para realizar un segundo encuentro en el 2014, ya con un poco más de certezas en la búsqueda. Esa vez fue en tres sedes (Andamio 90, Catalinas Sur y Mutual Sentimiento), ofreciendo charlas, talleres y una interesante propuesta de hacer dos escenas una de Santa Juana de los Mataderos y otra de Madre Coraje, ambas de Brecht, representadas por seis elencos de diferentes países. También participó el grupo de teatro comunitario de Catalinas Sur y nuestro grupo Actuarnos Otros representó en la Mutual Sentimiento la obra La buena persona (con adaptación de Laura y bajo mi dirección).
Las diferentes motivaciones personales y políticas hicieron que el grupo entre en un impasse al calor de las disputas políticas a nivel nacional. Desde hace un tiempo estamos tratando de capitalizar toda esa experiencia buscando organizarnos internacionalmente sobre la base de una mirada particular que tiene a las propuestas de BB como principal punto de partida.
-¿Qué rol creés que puede ejercer el arte, y específicamente el teatro, desde el punto de vista social y político?
-Cualquier manifestación artística debe contar con la absoluta libertad de ser expresada. Y a partir de ello, puedo decirte que para mi el arte puede y debe cumplir un rol fundamental en reflejar y evidenciar la podredumbre de este sistema capitalista que nos atraviesa y también mostrar otros mundos posibles, con propuestas estéticas que busquen romper la falsa zona de confort proponiendo otras perspectivas, sin bajadas de líneas, y que generen no solamente un pensamiento crítico sino una actitud crítica.
El teatro tiene una potencialidad en su ritualidad y liturgia colectiva, de la que se han apropiado muchas instituciones para generar poder a través de la empatía. Religiosos, políticos, empresarios, sindicalistas, etc. En otro contexto de la humanidad, el teatro dramático (del que gran parte se sigue alimentando la actividad teatral en Argentina) ha servido para poner sobre la mesa situaciones sociales y políticas que estaban ocultas, con lo que de alguna manera aquella catarsis que experimentaba el público tenía un sentido práctico.
Hoy creo que el teatro puede cumplir un rol diferente, tomando la experiencia de cómo fue acompañando los grandes procesos sociales del siglo pasado para generar un espacio dialéctico con el actual contexto, sin repetir como mantra aquellas teorías teatrales. Desde mi punto de vista el método de Brecht es un incentivo para buscar propuestas que dialoguen con el hoy, porque justamente no tuvo ni tiene un cierre acabado aquella teoría, aunque de fondo el sistema sea el mismo.
El avance de la información, de los medios de comunicación y de las redes sociales han generado un cambio impresionante en los comportamientos y en las formas de relacionarnos. Las situaciones horrorosas y las grandes desigualdades que sufrimos como sociedad están expuestas cómo información inmediata y de manera frenética haciendo imposible procesarlas, y a la vez se van naturalizando. Entonces lo superficial, lo corto, lo rápido tiene preponderancia, y la generación de emoción es el «producto a vender». Los dotes actorales se van perfeccionando para generar más empatía, los programas digitales construyen ambientaciones y así nos mantienen frente a todo tipo de pantallas. Hasta la cuarta pared teatral también termina en muchos casos siendo una de ellas.
Creo que en este contexto el teatro puede favorecer a ese proceso de desnaturalizar, rompiendo con las actuaciones puramente dramáticas en las que el poder de la empatía que ostenta el actor en escena arrastra al público con su brillantez a la única salida que ofrece el personje para resolver el conflicto presentado por el autor.
El teatro tiene una potencialidad que puede evidenciar el funcionamiento de las cosas desde lo narrativo, en el que las puestas en escena puede romper con la naturalización de las cosas, y hasta hacer evidente todo el andamiaje teatral en función de que el espectáculo en el «aquí y ahora» se realice en conjunto, en el que el actor y la actriz nunca dejen de serlo, solo nos muestren al personaje para poner en evidencia sus contradicciones y puedan dar opinión del mismo. De esta manera el público además de entretenerse se encuentre en permanente pensamiento activo junto a los actores.
No es para nada sencilla la tarea, porque no se trata de realizar obras como piezas de museos, replicando el sistema que logra encapsular y convertir en marketing cualquier avance que lo haya puesto en jaque, ni utilizar recursos teatrales de aparentes rupturas estéticas si no están al servicio del objetivo de conjunto.
-¿Cómo nació la idea de la obra Munro, Curiosos episodios de Pandemia? ¿Piensan seguir presentándola?
-Con Fabio Martorelli somos amigos desde hace mucho tiempo. A mediados de este año nos pusimos a idear una propuesta formal para conseguir un subsidio para el Espacio Cultural Lamultiforme, ubicado en Munro, del cual él está a cargo de la administración desde hace mucho tiempo. El subsidio fue otorgado y nos pusimos a jugar. Fabio había escrito unos cuantos cuentos durante la pandemia y mi idea original fue que yo leyera un par de ellos a pesar de la insistencia del autor para que busque una propuesta teatral. Con el correr de los ensayos me di cuenta que los personajes de cada cuento relatados en primera persona empezaban a despertar mi ser actoral. Con cada personaje iba sintiendo que las ganas de expresarlos y representarlos iba en aumento. Ya no me conformaba con relatarlos sin leer.
Los cuentos están escritos desde situaciones o comentarios respecto de la pandemia que Fabio recogía de la gente del barrio para luego dotarlos de ficción. En cada ensayo sentía que le agregaba más cosas de personaje, hasta que un día tuve la visión de cada personaje, las acciones y hasta la puesta en escena. Entonces decidí hacer un espectáculo teatral con los cuatro cuentos. Al mismo tiempo, Fabio tomó la decisión de hacer realidad las ganas de publicar un libro con todos esos cuentos. Fue a partir de allí que realizamos tres eventos en los que se presentaba el libro y luego se representaba el espectáculo.
Fue realmente una experiencia única y placentera, no solamente porque fue la prmera experiencia en este tipo de trabajo, sino que fue la primera fusión de nuestras vetas artísticas en un reencuentro muy amoroso después de atravesar tanto encierro. A pesar que gustó mucho la propuesta, de que tuvimos muy lindas devoluciones y de que mucha gente nos sugiere continuar, aún no volvimos a charlar sobre esa posibilidad para 2022.
-¿Cuáles son tus proyectos artísticos a futuro?
-Tomó gran impulso la idea de retomar este año aquel proyecto frustrado por la pandemia. Inocente Colectivo es un texto de mi autoría, trabajado y dirigido junto a Rodrigo Arostegui desde el 2019. Pusimos mucha energía y mucho tiempo y la propuesta tiene una combinación de recursos escénicos y técnicos para poder plantear un tema que no pierde actualidad y que, como te decía en una de las preguntas anteriores, queremos desnaturalizar, desde un estilo casi paródico que nos permita entretenernos y a la vez interpelarnos.
También hay otras propuestas para salir al ruedo que todavía se están craneando. Ojalá la situación general, y el tema de la pandemia y sus manejos nos permitan a todes llevar adelante los proyectos artísticos, laborales y personales que deseamos.