Por Mariana Rodrigo
Mariana Rodrigo comienza a sumar a Sonámbula reseñas y comentarios sobre el mundo teatral. Esta vez con un comentario sobre Pundonor, obra de Andrea Garrote que problematiza las lógicas de la crítica social y política que puede proponer la universidad desde el discurso de una docente que, aunque especializada en la obra de Foucault, (ese filósofo que “nos creó hábitos, nos esclavizó, para ajustar los tornillos de la jaula en la que nosotros mismos somos las rejas”), ya no quiere trabajar para la desesperanza.
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s.m. Sentimiento de orgullo o amor propio que anima a mantener una actitud y apariencia dignas y respetables, nunca inferiores a las de los demás. Autoestima, dignidad.
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Está todo mal.
No importa cuándo leas esto: el mundo está mal.
¿Qué hacer? ¿Cómo cambiar lo que hay, lo que hicimos?
¿De qué somos capaces?
¿Qué podemos hacer con lo que vemos?
“¡La imagen es una trampa!”, nos advierte Claudia Pérez Espinoza, encarnada con vehemencia y maestría por Andrea Garrote, su creadora. ¡La imagen es una trampa!, insiste la docente de la materia Producción y análisis de conceptos de normalización en la sociedad moderna, de una facultad de ¿ciencias sociales? ¿filosofía? de alguna prestigiosa universidad pública.
“Tan FSOC que duele”, comenta una chica al salir de la sala.
“Me mandó de vuelta a Puán de una patada”, se quejan entre risas unos muchachos grandes, chocando sus pintas en el bar de Hasta Trilce, donde acaba de terminar la función de Pundonor, que volvió, por fin, a la escena porteña.
Es que sí, si pasaste por ahí, Pundonor te lleva de regreso nomás entrar a la sala -¿al aula?-, escenografía, iluminación, sonoridad inconfundibles… Pero no hace falta que hayas ido a la facultad para haber soñado con cambiar el mundo, arreglarlo, desarmarlo, construir desde cero uno nuevo, justo, sin excluidos, con todxs adentro. ¿Y qué pasó?
Algo pasó, algo imprevisible pasó.
“Lo imprevisible en la vida se nos resiste y nosotros nos resistimos a lo imprevisible tanto que cuando aparece es directamente trágico”, nos dice la Pérez Espinoza a nosotrxs ¿espectadorxs ¿estudiantes? ¿habitantes del mundo? Y aunque dudamos, sabemos que no habla de pandemias ni virus ni distancias sociales. Algo, imprevisible, trágico, le pasó a ella, que lleva una vida pensando, pensándose, pensándonos. Que lleva una vida buscando la hendija, los intersticios que Foucault jura inexistentes… Foucault, que llevó el modelo de análisis que usó para estudiar las cárceles, hacia otras estructuras de poder: escuelas, manicomios, hospitales, universidades, sexualidad… Foucault, que nos habló de esa conciencia, de esa cosa que piensa, esa cosa que piensa y que nos tentó, nos sedujo, “nos creó hábitos, nos esclavizó, para ajustar los tornillos de la jaula en la que nosotros mismos somos las rejas”. Foucault, el sádico omnipresente.
Igual, pese a todo, nos rebelamos, pero nos topamos con las cosas que nos sujetan -sujetos sujetados-: el lenguaje, el poder, el mercado, el inconsciente…
Y estudiamos, porque el conocimiento nos libera.
¿El conocimiento nos libera?
¿Saber es poder?
Dice Foucault y nos recuerda Pérez Espinoza, mientras nos abre la puerta, mientras nos invita a irnos, que jamás podremos salirnos de nosotros mismos, que somos sujetos normalizados y normalizantes, moldeados y moldeadores.
Queremos salirnos de la norma, queremos transgredir, pero, ¿se puede? ¿qué podemos pensar? ¿qué podemos cambiar? ¿de dónde podemos salir? ¿cómo miramos a quien se sale?
C.P.E.-“¿Qué es transgresión? Aquello que no se espera que hagas. ¡Pero cuidado! Un orden, un sistema, lleva implícita su ruptura (…) Ser rebelde no implica ser libre. El rebelde está en diálogo con la orden. ¿O acaso nosotros no luchamos solo las luchas que el sistema admite que luchemos?”
Claudia Pérez Espinoza jura no querer trabajar más para la desesperanza y nos insta a abandonar la materia, mientras nos recuerda que no somos sin cuerpo.
“Es hora de que Foucault deje de tener razón”, dice -pide- Rafael Spregelburd desde el prólogo de Pundonor, que podés comprar a la salida de la función gracias al esfuerzo de Ediciones Hasta Trilce. Porque hacer, crear, trabajar en el ámbito de la cultura independiente es siempre un esfuerzo. Y es colectivo.
Entonces, ¿no hay salida? Andá a ver Pundonor. Quedate hasta el final. Quién te dice…
(Las funciones son los sábados a las 21hs en Hasta Trilce, Maza 177, CABA. Sugerimos sacar las entradas con tiempo y preferentemente en grupos -ahora burbujas- para ayudar a completar la sala que cuenta con aforo reducido y estricto protocolo sanitario.)
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Ficha técnica
Autoría: Andrea Garrote
Intérprete: Andrea Garrote
Vestuario: Lara Sol Gaudini
Escenografía e Iluminación: Santiago Badillo
Ilustraciones: Lupe Marín
Maquillaje: Chamacas Estudio
Realización escenográfica: Inchausti-Parinelli, Piana-Badillo
Música original: Federico Marquestó
Diseño de imagen: Lupe Marín
Asistencia de dirección: Juan Seré
Producción: Carolina Stegmayer
Co-producción: El Patrón Vázquez
Dirección: Andrea Garrote, Rafael Spregelburd
Premios y Nominaciones:
PREMIO TEATRO XXI DEL GETEA: Pundonor – Mejor Obra Dramática
PREMIOS TRINIDAD GUEVARA: Andrea Garrote – Nominación Mejor Actriz Protagónica
PREMIOS TEATRO DEL MUNDO: Andrea Garrote y Spregelburd – Dirección / Andrea Garrote – Dramaturgia y Actuación / Lara Sol Gaudini – Vestuario
FIESTA DEL TEATRO CABA: Pundonor – Mejor Obra
PREMIOS FLORENCIO SÁNCHEZ (URUGUAY): Pundonor – Mejor Obra Extranjera
