La literatura fuga cada vez más de los discursos positivistas y realistas

Entrevista: Daniel Perrotta, Lucía Vazquez y Mallory May Craig-Kuhn / Foto de Dolores: Malena Q

 

Revista Sonámbula y Proyecto Synco continúan con este ciclo de entrevistas en las que se aborda el problema del realismo. ¿Qué mejor momento que esta irrealidad global para volver a un tópico tan recorrido de la discusión literaria y política? La idea será trabajar con un cuestionario más o menos fijo que permita a distintxs autorxs elaborar reflexiones sobre los mismos ejes. En esta tercera entrevista del ciclo nos Dolores Reyes y Martín Castagnet para conversar sobre historieta, proto ciencia ficción, la Biblia e Internet.

Sonámbula / Synco: ¿Cómo pensarían la posición de sus trabajos o sus poéticas en relación con el realismo? Y dentro de esa misma pregunta: ¿Qué creen que puede aportar el realismo hoy a la literatura?

Martín: Bueno, no es fácil. A veces parece que los escritores tenemos todas las respuestas dadas pero en realidad estamos improvisando sobre la marcha. Yo siempre fui un enamorado a ultranza del género fantástico, pero eso no significa que haya una dicotomía realismo versus fantástico y que se pueda elegir entre uno y otro. De hecho, las novelas realistas decimonónicas fueron parte de mis lecturas formativas y ocupan un lugar muy caro en mi corazón. Pero como en un momento decidí volcarme a todos los géneros que tiene el fantástico, que claramente es la manera en que estoy escribiendo, entonces no puedo dejar de pensar cuál es mi relación con el realismo por fuera de esas lecturas. Lo que creo es que el realismo es la contracara del fantástico, que son dos caras de la misma moneda y que uno no puede existir sin el otro. Por eso es imposible hablar de dicotomía, no sólo porque todas las lecturas se suceden a la vez sino porque también la noción misma de realismo, de algo llamado realidad, surge cuando se opone a lo que consideramos que no existe en la vida, en eso que en un momento establecimos como realidad. Que, por otra parte, es un concepto que va cambiando todo el tiempo. Lo mismo sucede con el fantástico. A mí lo que me interesa del concepto de realismo es que vivimos en una época donde lo que concebimos como real va cambiando a pasos agigantados.

Yo amo los epígrafes, los junto. Por ejemplo, recuerdo un epígrafe de no sé qué libro que decía algo como: “Dedicado a todos aquellos que creyeron en los vuelos espaciales antes de tal fecha de mil novecientos cincuenta y tanto” (por la fecha en que el Sputnik se puso en órbita o en la que Yuri Gagarin hizo el primer vuelo espacial). Y me encanta eso, porque lo que para una generación es completamente inverosímil, imposible y desafía todas las reglas de la lógica, cambia completamente para la generación siguiente, simplemente por el paso del tiempo. Entonces, yo intento pensar que mi relación con el realismo tiene que ver con una simbiosis necesaria, de opuestos complementarios con respecto al fantástico y, sobre todo, con un movimiento donde nada es permanente y lo que en un momento puede ser considerado irreal después puede ser considerado la noción misma de lo real.

Dolores: Yo estoy pensando en el realismo al momento de ponerse a escribir. Como que de alguna forma es la base, el suelo donde vas dando los primeros pasos, un trayecto donde de repente te apoyás con todo y te tirás. Yo lo siento así. Hay algunos cuentos cortos donde no puedo hacer eso y siempre tengo la sensación de que falta algo, de que hubiera tenido que seguir caminando hasta hacer eso de apoyarme y saltar. Lo veo  entonces como el sustrato, la base para el relato, pero después necesito ir más allá, abismarme hacia algo que necesariamente se sale de ese registro.

Vuelvo a decir, esto es muy personal y para nada teórico, sino que tiene muchísimo que ver mucho más con el momento de escritura que tal vez estoy atravesando en este momento o con el momento de analizar los últimos cuentos que escribí. Es una sensación con la que siempre me quedo, como que si no introduje algo que de alguna forma ponga en crisis ese realismo o extienda un poco la frontera o permita algún tipo de otra lectura que no sea tan realista me parece que faltó algo, la instancia donde explota el relato.

Sonámbula / Synco: Muy interesante. Decías lo del piso y pensaba en tu novela Cometierra, donde eso se puede ver perfectamente el piso realista que después le da la potencia al salto de la protagonista.

Dolores: Siempre hay como un resto realista, que es el que tiene que ver con eso, con la naturaleza, con las plantas, con la tierra, con el sustrato, con el fondo de un río, con la sensación de caminar sobre la arena, que es lo que me permite armar esa base. Pero después, cuando empiezan los acontecimientos, siempre hay algo que me lleva más allá. Y cuando más allá me lleva, más me interesa.

Martín: Escuchando a Dolores pienso en ese momento que me resulta muy productivo a la hora de pensar una novela en que la metáfora se vuelve motor narrativo, cuando deja de ser una metáfora y pasa a ser la composición misma de lo que estamos escribiendo. Dolores hablaba de sustrato y se refería a escenas de su novela, cuando por ejemplo hablaba del lecho del río, pero también está hablando de cómo escribir una novela. Es decir, hay ciertas metáforas que tenemos en la cabeza que en ciertos momentos nos sirven de guía, como el plano para escribir una novela, y que al mismo tiempo son lo que le queremos contar al lector.

Dolores: También tiene un poco que ver con la visión, porque muchas veces narramos como viendo o transitando un espacio que estamos viendo. Pero después, vuelvo a repetir, necesito ir más allá. Eso me sirve para narrar la escena estando muy situada y para que el otro quizás vea la escena de la misma forma, pero después en cuanto a lo que quiero narrar me queda corto el realismo.

Sonámbula / Synco: De las literaturas o los imaginarios que se están escribiendo ahora, más allá de la literatura de ustedes dos, ¿cuáles son los que más les interesan y porqué?

Martín: Bueno, yo trabajo con un imaginario que es el de internet. Definitivamente trabajo con internet como un imaginario. Las nuevas tecnologías siempre constituyen un imaginario muy fructífero para trabajar, pero Internet tiene algo que siempre sigue explotando, para utilizar la misma noción que introdujo Dolores. Internet siempre genera esta explosión en el relato, porque se sigue expandiendo… Era claro que en 2011, cuando escribí Los cuerpos del verano, recién estábamos en la prehistoria de Internet. O, mejor dicho, yo nací en la prehistoria de Internet, en el 86, que era un momento en el que Internet empezaba a existir pero no llegaba a todos los individuos. Pero en la educación sentimental que implica el paso a la adultez, Internet empieza a invadir mi habitación, con todas sus seducciones. Toda esa etapa previa, hasta que me pongo a escribir, es una cierta prehistoria. Y pensar a cierta tecnología como algo prehistórico es lo que me resulta interesante. Porque nosotros cuando estamos intentando establecer algo, no necesariamente un efecto realidad pero sí la idea de que el lector reconozca como algo propio lo que uno está imaginando.

Sonámbula / Synco: Y de lo que se está produciendo por fuera de tu literatura, ¿qué te gusta leer que se esté produciendo ahora? ¿Leés cosas relacionadas con este imaginario?

M: No demasiadas. Leo muy poca ciencia ficción contemporánea. Dentro del género estoy leyendo a autores chinos que me atraen mucho porque me interesan China y Japón y me parece que el desafío de hacer la traducción de estos autores ya de por sí introduce un ingrediente extra. Pero en realidad leo cosas lo más alejadas posibles del género. Leo mucha poesía. Me parece que a la hora de pensar el acercamiento a un género lo que conviene es, por supuesto, haberse formado… Eso a mi me pasó con la editorial Minotauro, que fue formadora. Pero después, en vez de intentar estar al día con todo lo que se está publicando del género, creo que es más productivo lo contrario, soltarse. Y en mi caso creo que la poesía es lo que me ofrece algo que me puede dar vuelta la cabeza, que me puede llevar a un lugar en el que no estaba pensando pero que va a ser productivo en relación con mi literatura.

Sonámbula / Synco: En relación con lo que decís sobre los géneros: ¿Leés algo de historieta? Porque en Argentina hay bastante imaginario de ciencia ficción, por ejemplo.

Martín: Leo, pero no lo suficiente. Fui un lector de historietas desde chico, de tal forma que para mí la historieta es literatura, en el sentido de que entiendo a los teóricos y a los historietistas mismos que ven a la literatura como un arte, lo que me parece plenamente justificado. En cuanto a mis lecturas personales, las historietas se fueron intercalando con los libros y no hubo ningún tipo de distinción. Eso siempre me pareció genial y nunca lo abandoné. Crecí leyendo historietas y lo sigo haciendo. Por ejemplo, ahora estuve comprando Nippur de Lagash, una historieta que amo, que es enormísima. ¿Cuántas veces nos pasa que hay algo que uno amó y leyó muy poco y simplemente no sigue leyendo porque nunca se le ocurrió comprar lo que falta para seguir? En cuanto a los autores contemporáneos, en realidad no leo tanto como querría. Por ejemplo, no leía la Fierro a pesar de que me gustaba lo que hacían y la chusmeaba. Pero cuando la Fierro tuvo que cerrar siente ese ramalazo de culpa de “debería haberla comprado”. Pero lo cierto es que yo prefiero el libro porque me gusta lo que es cerrado, que tiene una introducción, un nudo y un desenlace. En ese sentido me gustan las cosas de Maten al mensajero. Por esta misma razón prefiero la novela gráfica, por la completidud que tiene. Por eso cuando hice mi tesis en la facultad la hice sobre Watchmen, que se publicó en la web y cualquiera puede googlear y encontrarla.

Dolores: Yo empezaría por lo que dijo Martín sobre la lectura de poesía. Estoy pensando en los libros que abrí estando en cuarentena, o los días anteriores, y son de poesía. Olga Orozco es lo último que me trajeron. Antes de la cuarentena compré un libro de 13 poetas norteamericanos traducido por Bellezi, que es una hermosura. Una joya. Son tomos enormes, obra completa. Y después se dio que yo venía del Barcelona Negra, vine con un montón de libros que me regalaron allá… También se da que acá se está produciendo mucho policial y género negro y nos cruzamos los libros y nos leemos entre nosotros. Entonces tuve muchas lecturas de género negro. Catedrales, de Claudia Piñeiro, Carvalho, Tumbas rotas, Taxi… Mucho género negro y policial que me encanta, que leo con mucha avidez. No sé si para el momento de relajación pero sí de imaginario, justamente, de búsqueda, siempre me sirve un montón leer poesía, que afloja algo que está como contraído en mí y me permite aflojar absolutamente y aflojar la mano y la cabeza a la hora de escribir.

Martín: Esta idea de aflojar, de aflojar algo enquistado para que empiece a circular, da cien por ciento en el blanco. Y agregaría una cosa que tiene que ver con las picardía del oficio: para un narrador la poesía es algo que se puede y se debe robar. Cuando uno lee a otro narrador es más difícil, es como que vos ya measte en ese territorio y cuesta mucho apropiarse de eso y sentir que uno lo va a hacer bien cuando otro ya lo está haciendo bien. En cambio con la poesía no existe tal cosa, uno como narrador puede ir y apropiarse de toda la poesía que uno quiera, de todos los recursos, de todos los temas. Y en ese traslado entre la poesía y la narrativa hay un abismo tan grande que nunca va a ser un plagio, nunca va a ser una apropiación ilegítima, porque hay un abismo que uno tiene que masticar.

Dolores: A mí me parece que pasa con algunos poetas… No sé, te hablo desde libros muy pequeños como el de Libertad Demitrópulos o de obras como la de Viel, a las que vuelvo y vuelvo. Y voy subrayando versos que me sirven. Y eso no me pasa leyendo narrativa. Entonces vuelvo siempre a la poesía, lo disfruto un montón porque me parece que rompe con todo, incluso con la idea de género. Ahí está todo.

Sonámbula / Synco: Ya es la tercera entrevista de esta serie que hacemos y siempre algunx de lxs entrevistadxs mencionó a la poesía, cuando hasta el momento entrevistamos a narradores y narradoras. Es curioso e interesante. Y además acuerdo.

Dolores: Me pasa con los poemarios, como a veces también me pasa cuando voy a un cementerio y leo las lápidas y las frases que ponen de despedida. Se me ocurren historias ahí, me sirve mucho. Me parece que hay una concentración de la potencia del lenguaje que es muy fuerte en ese querer decir mucho en el espacio limitado que es el verso. Me sirve como si fuese una semilla, con la que puedo hacer lo que quiera.

Martín: Ahí tenemos otro género literario que me resulta hermoso, que son los epitafios. Yo también soy lector de lápidas. Bueno, siempre pensamos en la hoja en la que entra el poema… las lápidas tienen eso.

Dolores: También eso de poner emocionalmente toda la carne al asador. Te estás despidiendo de un ser querido y ahí va todo, en una tecnología súper limitada.

Martín: Por ejemplo, ayer leí que Ray Bradbury pidió, y se lo cumplieron, que en su lápida figure sólo “Autor de Farenheit 451”. Farenheit es mi libro favorito de él, por muchas razones, pero esa decisión dice mucho de él. Y estamos hablando de un epitafio que no es poético sino biográfico. Recién Dolores también contaba sobre su viaje a Barcelona… a mí me tocó viajar a Suiza por esto del turismo literario y en el pueblo de montaña donde me quedé había un cementerio muy lindo, imagínense un cementerio suizo, y al lado del cementerio había una fábrica de lápidas. Para mí era mermelada eso.

Sonámbula / Synco: Bueno, los voy a sacar de los cementerios para pasar a la tercera pregunta. Suponiendo que hay una relación lineal entre el imaginario realista y el discurso positivista de las ciencias, ¿cómo piensan la relación entre literatura y ciencia o entre literatura y saberes marginales como astrología, espiritismo, etcétera?

Dolores: Hoy estaba viendo que la serie de televisión más vista de Argentina es brasileña y la produce la Iglesia Universal. Se llama Jesús y es supuestamente realista. Eso me parece maravilloso. Leí un artículo que explicaba la producción en Brasil, antes de la pandemia, obviamente. Me suele dar mucha risa cuando me dicen que la astrología o la videncia son saberes marginales porque me entra muy en crisis cuál es el discurso oficial en un momento en el que todavía se exige que presidente sea católico apostólico romano. O sea, el discurso oficial es justamente el de un cuerpo de una mujer embarazada que pare virgen, de hombres que se crucifican y resucitan… Y lo otro se tiene que leer como secundario, marginal, esotérico, border, que tiene influencias africanas o de pueblos sometidos. No sé, son formas de leer y formas de poder, de situar ciertos discursos en el centro y otros en el margen. La vedad que me da risa y lo veo como un fenómeno extraño.

Sonámbula / Synco: Acuerdo totalmente con lo que decís respecto de la existencia de un discurso oficial, el de la ciencia, y después otros saberes pensados cómo marginales. Pero en la literatura ¿esos otros saberes entran, tienen que entrar, los hacés entrar?

Dolores: Me parece que la literatura es justamente el espacio de la posibilidad absoluta. Por supuesto que eso entra todo el tiempo. Es inevitable y tiene que ser así. Sería imposible que no lo hiciera. O sería una literatura mutilada. Me parece que esas historias están entrando más que nunca, además. Fugas de los discursos positivistas y realistas hacia todos lados.

Martín: Después de esa respuesta tan completa es difícil hacer una respuesta propia. Pero tomo algunas de las cosas que dijo. Me interesa mucho la Biblia como lectura, me parece ridículo (porque no tiene nada que ver con las creencias) que no se de la Biblia dentro de las carreras de Letras.

Dolores: Yo vi algo de la Biblia en la carrera de Letras, porque hice un curso de Koiné, griego medieval, justamente sobre cómo se había recuperado la Biblia por los orígenes de la Iglesia Católica. El estudio era a través del idioma, traducíamos Koiné y leíamos textos que quedaron incluidos en la Biblia y otros que terminaron siendo como didascalias, textos que se usaron por ahí para evangelizar, pero no quedaron en el canon bíblico. Y después están los apócrifos.

Martín: Precisamente esa es la parte que me interesa. Que no hay ninguna razón en realidad para que un texto sea apócrifo.

Dolores: No, claro, fue una convención de un momento. Esto va adentro y esto queda afuera.

Martín: Exactamente. Y es algo que debería entrar en la carrera de Literatura. Bien los idiomas transfugueando cosas hacia el interior de las facultades. Precisamente porque a todas estas literaturas si se las ve desde la literatura nos permiten interpretar a esos libros y su circulación actual de otra manera. Entonces, por ejemplo, el estudio de la Biblia a través de la filología nos revela mucho: cuándo fueron escritos los libros, qué interposiciones hay con respecto a los textos originales, los agregados, las malas traducciones. Hay montones de cosas que habilita el estudio literario de una obra literaria como esta.

Dolores: Bueno, eso hace la filología, comparar de distintos estados de un texto cuál sería el hipotético original.

Martín: Si se estudiara la Biblia como literatura, desde la filología o los estudios literarios, se podría llegar a ese texto de otra manera y entonces cuando viene una serie como esta que dice que presenta un Jesús realista podríamos tener una visión más completa que si simplemente se la dejara afuera. No entiendo como de decide dejar afuera a un gran libro como ese. Por ejemplo, la parábola del hijo pródigo o el Eclesiastés me parecen de una riqueza literaria absoluta.

Dolores: A mí me gusta el Apocalipsis.

Martín: Sí. Creaciones literarias. O el comienzo del libro del Génesis: «El espíritu de Dios flotaba sobre la faz de las aguas». Dejen de lado toda religión y piensen en Dios como una especie de fantasma que ocupa toda la esfera, circulando a un centímetro del agua.

Dolores: Podés leer la Teogonía también de esa forma.

Martín: Exactamente. Pero bueno, para terminar con la pregunta, me pasa ahora en relación con la astrología que si bien creo cero en ella, por otro lado tengo la fortuna de tener un par de amigos astrólogos, profesionales… de hecho tengo un amigo que es astrólogo y sindicalista. Es geminiano, por supuesto. Y en esa contradicción encuentro una virtud. Además porque lo veo precisamente como una creación literaria. Y para producir la astrología que producen, consumen textos literarios. No tengo absolutamente ningún problema con eso. Mi problema es cuando vienen medios, canales de televisión, noticieros o diarios, que se supone que tienen una responsabilidad social, y ponen la carta natal del coronavirus.

Dolores: Yo corregí una parte importante de Cometierra con un astrólogo, que es Julián López, a quien quiero un montón, y respeto mucho lo que me ha dicho de este año, respecto de la pandemia y demás, ciertas cuestiones que me llegaron un montón.

Sonámbula / Synco: Pensaba un poco en Los cuerpos del verano y la cuestión de la ciencia… Antes hablabas de Internet, después del espacio, de los muertos… Hay algo que se juega ahí en tu novela sobre lo que hoy se ve como tecnología actual pero que se puede pensar como algo desplazado, algo del orden de la reliquia…

Martín: Yo resumiría esa sensación que estás transmitiendo precisamente en el realismo. Así de paso volvemos al eje de la conversación. Pienso que la ciencia ficción como tal es una manera de hacer realismo. Ese fue el primer objetivo de muchos escritores de lo que llamaríamos proto ciencia ficción, como Julio Verne. Cuándo él escribe sobre el submarino, está demostrado que ya sabía que se había inventado un proto submarino en Estados Unidos, más o menos para la época de la Guerra de Secesión. Entonces esto de crear aventuras posibles con esas tecnologías es justamente una manera de anticiparse de una manera creativa, es una anticipación que parte del goce y no de la obligación de acertar. Pero me parece que hay una voluntad de intentar captar lo que nos rodea por medio de la imaginación. Por eso de alguna manera termina solapándose como un nuevo tipo de realismo. Porque también es un intento de crear un efecto realidad, salvo que esa realidad está apenas un poco más adelante. Hay una frase muy buena de Jonas Mekas (que fue cineasta, fotógrafo, poeta) que dice que el cazador para darle a la presa no tiene que apuntarle a ella sino un poquito más adelante, hacia donde va a estar en el momento en que llegue la bala. Me parece que el realismo que sí tiene la ciencia ficción intenta hacer eso, apuntar un poco más adelante, hacia la anticipación, pero con un afán que también intenta ser realista. Y cuando yo escribí Los cuerpos del verano me parece que, queriéndolo o no, partí de lo mismo. Veía que cada vez se vivía más en Internet y entonces desarrollé un pensamiento que era sencillo: si se vive en Internet, eventualmente se va a morir en Intenet. Y eso lo puedo trabajar desde una manera ultra realista, del modo en que lo entendemos hoy. ¿Qué pasa con el perfil de Facebook cuando muere la persona y queda el usuario, qué pasa con las casillas de mail cuando nos morimos? Unas cosas que son muy interesantes. Yo pensaba en los 20 millones de usuarios de Facebook y en qué va a pasar de acá a 20 años cuando se empiecen a morir esos usuarios. Tenía esa opción y la otra, que por supuesto es la que tomé, es una en la que la imaginación interviene más. Así que, una vez más, citando a Dolores en su primera respuesta, tiene que ver con la necesidad de introducir algo que haga explotar el relato. Pero me parece que eso no va en contra del realismo, porque ese intento de representar la muerte en Internet termina hablando de una manera más eficaz que el realismo sobre lo que hoy en día consideramos real.

Sonámbula / Synco: Eso viene bien para entrar en la última pregunta: ¿Cómo y desde dónde para ustedes la literatura puede ayudar a pensar este contexto que estamos viviendo, en medio de una pandemia mundial?

Dolores: Yo no sé si puedo habar de la literatura como algo más abarcativo, porque me parece que de de eso vamos a hablar después, cuando nos demos vuelta y miremos para atrás. Sí puedo hablar de los pequeños textos que puedo abordar y producir. Durante la pandemia mucha gente habló de que está paralizada, que no puede leer, que no puede escribir, gente que venía con proyectos de escritura. Eso pasa. Hay algo que indudablemente entró en crisis. Yo me planteé muchísimo desde dónde suelo escribir y pensaba por qué no puedo escribir de esa manera. Y vuelvo a esa base, a ese sustrato, que para mí es una experiencia directa sobre algunas sensaciones como caminar sobre las flores del palo borracho y pensar cuántas veces hice ese trayecto, las cosas que me encontré, todas experiencias que en este momento tengo prohibidas por un Estado que está respondiendo a este fenómeno mundial. Creo que el primer tiempo, el primer mes de pandemia, sufrimos mucho ese corte. Al menos yo lo sentí un montón. Después, porque me pidieron desde distintos lugares, comencé a generar no sé si diarios de la pandemia, pero es como que uno necesariamente se vuelve hacia la experiencia pasada, piensa el vínculo con las personas que quedaron adentro del lugar donde estamos confinados. Y también las tecnologías, el Zoom, la computadora, Internet que pasa a ser como algo absolutamente vital, que no podemos obviar para no quedar totalmente aislados. Eso se va metiendo adentro de la escritura y la va modificando un montón. Y surgen otros relatos que uno no hubiera imaginado en enero o febrero, surgen otras escrituras. Y me parece que tiene que ver exactamente con eso, con que uno muchas veces tiene la ilusión de que escribe sólo y completamente aislado, pero cuando tenés realmente un corte, una experiencia tan fuerte como esa, te das cuenta de que no es así.

Martín: En mi caso creo que quedamos como a ciegas. Es difícil hablar de roles, de qué va a servir, qué puede pasar… Siento que estamos palpando lo que nos rodea sin poder tener una idea fiel de qué está sucediendo. Porque para empezar no sabemos cuándo va a terminar, si va a terminar, si se va a poder decir que regresamos a la normalidad, cómo va a ser esa nueva normalidad. El panorama es tan incierto como no lo suele ser. Comparado con otros siglos vivimos unas épocas de incertidumbre, en general, quizás es lo que caracteriza a nuestra época, pero incluso para esa incertidumbre habitual lo de ahora es de un nivel que no habíamos considerado, por lo menos en mi vida. Y creo que quizás por eso la poesía sirve tanto para leer la realidad hoy. Quizás porque la narrativa, en su intento de contar una historia, con personajes que tienen determinados nombres y hacen determinadas acciones (en lo que por supuesto uno puede leer entre líneas), hay un arco que está más formado. En cambio en la poesía todo sucede a la vez y toda frase puede significar otra cosa, algo que se adapta mucho más a esta neblina que estamos viviendo. Porque uno abre un poema de César Vallejo o de Sharon Olds y siente que está hablando de la pandemia. Esa es la magia que tiene la poesía, esa especie de actitud camaleónica del acto poético que le permite adaptarse a cualquier superficie y siempre decirnos algo. Así que yo la verdad no sabría que responder en torno a la literatura que se escribe hoy en día. Creo que vamos a seguir escribiendo porque no nos queda otra opción. Somos escritores y encontramos placer ahí. Así que ya se verá.

Dolores: Estoy pensando en algunos textos que se están publicando en los medios, cuentos que tienen que ver con la pandemia. Me acuerdo de uno de Kike Ferrari, pienso en los relatos de Martín Kohan, Camila Sosa Villada, de Gabriela Cabezón Cámara, de Mariana Enriquez que salieron en el CCK… en ese tipo de textos que se produjeron en la pandemia, crónicas, pequeños cuentos, textos muy misturados entre crónica y algún despegue desde ahí. O cuentos absolutamente hipotéticos sobre el último día de la pandemia y la salida desde ahí. Estoy pensando en ese tipo de textos, que supongo que habrá muchos más. Y, vuelvo a decir, cuando esto pase, si pasa, tendremos la oportunidad de darnos vuelta y hacer un análisis de fenómeno global. Ahora apenas se tratará de tomar pequeños registros, intercambiar, leer cosas publicadas en medios.

Martín: La única literatura de anticipación que puedo hacer es que cuando todo esto pase es que el título que va a tener la antología que recoja esos trabajos va a ser “Cuando todo esto pase”. Esa es la frase que más repetimos todo el tiempo. Si es que pasa.

Sonámbula / Synco: Para ir cerrando, además de agradecerles un montón en nombre de Synco y de Sonámbula, me gustaría darle una vueltita más a esto que estaban comentando sobre qué distintos son los debates que se han dado hace 40 años en torno al realismo y los que nos podemos dar ahora. Así que, en torno a lo que están diciendo, ¿creen que la literatura debe estar representando esta realidad social, respondiendo a la realidad, registrándola?

Dolores: Para nada. Otra cosa que he hecho en estos días de encierro obligatorio es ver algunos textos que se escribieron en situación de encierro. Sé que hubo como un boom de La peste y otros libros así, pero yo volví a un libro que me encanta, que es Absurdos de Antonio Di Benedetto, que fue escrito en el año en que él estuvo chupado en un centro clandestino de detención y en el que tenía prohibido escribir cuentos, narrativa, novela, literatura. Entonces escribía unas cartas preciosas a la hermana y en algún momento introducía un “anoche tuve un sueño muy extraño, soñé que…” y ahí venía un relato absolutamente literario, ahí introducía los cuentos que estaba produciendo en esa situación de cautiverio. Como se conservaron estas cartas, después él mismo pudo recrear su año de cuentos en un centro clandestino de detención. Pero ninguno de esos cuentos hace una referencia realista a la situación que estaba viviendo, en la cual lo estaban torturando, lo obligaban a golpear a su amigo que era poeta, lo humillaban y no sabía si iba a haber un mañana. Sin embargo esa escritura lo sostenía de alguna forma, la ficción le daba eso que lo conectaba más profundamente con quién era, un lugar al que no podían llegar sus secuestradores. Entonces este ejemplo que estoy poniendo también está como señalando la limitación que es el realismo, porque son cuentos absurdos, con un nivel de irrealidad fuerte que vuelve absurdo el planteo de la situación de realidad o de género realista. Eran cuentos donde explotaba todo aquello que no podía hacer en ese momento. A mí eso es lo que me resulta más profundo, interesante, capaz de generar un montón de imaginarios y poéticas.

Martín: Me quedé pensando en la pila de libros pendientes que uno tiene y cómo en esta situación de cuarentena, además de los libros nuevos, uno recurre a esa pila, a la relectura de libros viejos y cómo eso también es la realidad para uno. Estamos hablando del cruce de realidad y literatura, de los efectos de la literatura en la realidad, y pienso también en estos momentos en que uno tiene que refugiarse de una realidad agresiva y para hacerlo recurre a todas esas historias que viven adentro de uno para lo que basta con abrir un libro y estar de nuevo en casa. Me parece que eso es algo que también hay que tener en cuenta. La realidad como algo que no es sólo lo que nos rodea sino también lo que aparece cuando abrimos la página de un libro.

Sonámbula / Synco: Lo último que les pedimos es que nos recomienden alguna película o algún libro para leer en esta cuarentena.

Martín: Es la parte más difícil. Hay tantas cosas.

Dolores: Yo soy la persona que menos mira películas o series del mundo. En cuanto a libros, he vuelto a cosas muy disímiles en el encierro. También desempolvé libros que no leía hace un montón. Si tengo que recomendar siempre vuelvo a los faulknerianos del sur: Onetti, Saer, Roa Bastos, que para mi son como la Santísima Trinidad. Son lecturas que angustian un montón, y cruzadas con situaciones de angustia propias de la pandemia… Me han afectado, obviamente. Volver a leer Juntacadáveres y El astillero ahora no sé si es la mejor de las opciones. Otro libro que leí es el de Camila Sosa Villada… había terminado de leer Las malas antes de que todo esto comenzara y ahora leí Tesis sobre una domesticación y me parece que es un trabajo increíble, que todos deberían leer. Yo a ella la vengo siguiendo hace un montón como artista completa, la fui a ver al Cervantes, cuando puedo la voy a escuchar, leo sus posteos que a veces son materiales que después sigue trabajando…

Sonámbula / Synco: Estuvo en la primera entrevista de este ciclo.

Dolores: Leí esa entrevista y me encantó, lo mismo que el material visual que hicieron. La vengo siguiendo un montón. Si alguien no leyó a Camila, creo que este es un buen momento para empezar.

Martín: En mi caso no voy a decir ningún título en especial sino recomendar, como hago siempre ya que no puedo evitarlo, a Angélica Gorodischer, que me parece que es le mejore escritore vivo hoy. Y que se la lee extremadamente poco. Tiene un par de libros muy conocidos, a los que le fue bien y es muy prestigiosa y conocida, pero se la tiene que leer más. Agarrar cualquier libro de ella siempre es una aventura. Y, sobre todo, es muy divertida. Escribe mejor que cualquier persona que haya conocido.